jueves, 5 de noviembre de 2015

SIETE PECECITOS DE ANÍS PARA RECUPERAR LA INFANCIA

SIETE PECECITOS DE ANÍS PARA RECUPERAR LA INFANCIA

Primer pececito

MARIANA

Mi única certeza es mi origen, recuerdo claramente las tardes lluviosas, caminando entre los charcos, salpicando y jugando con mis amigos de la cuadra.

Nací en una casa cómoda, sin mucho lujo, pero muy amorosa, de mi padre apenas tengo noticias, muchos saben quién es, pero yo lo tengo apenas como un recuerdo lejano, enquistado en mis primeros días.

De mi madre he recibido apenas un trato justo, algo así como instintivo y despojado de un amor real, lo percibo más bien como esa obligatoria sonrisa de un pueblo amenazado, pero sé que se preocupa, siempre trata de proporcionarme lo mejor, aunque no siempre sea así, yo le sonrío, y le doy mi bendición a su esfuerzo.

Con el paso del tiempo, muchas preguntas me asaltaban, pero no confiaba realmente en nadie, mi madre apenas una presencia que se dibujaba en mis recuerdos.

Con el paso del tiempo, dejé de ser la niña de mi madre, no entendía por qué mi madre había puesto distancia afectiva conmigo, con el paso del tiempo, ella me presentó a un señor de su misma edad

Segundo pececito

DON JOAQUÍN

Llevo cerca de 15 años en este barrio, me considero uno de los fundadores, la primera tienda de variedades ha sido la mía, yo he visto como este barrio ha sido levantado, desde el momento en que los dueños del terreno iniciaron la venta de lotes, hasta el momento en que vendieron los primeros propietarios sus casas, y empezó a llegar gente nueva.

He visto crecer a estos jóvenes, desde bebés, conocí a sus madres, las vi llegar en las mañanas a comprar lo del desayuno, y los vi crecer entre juegos y griteríos en las calles, este siempre ha sido un barrio sin dificultades, la gente no es adinerada, pero se vive cómodamente estos jóvenes han crecido bajo mis ojos, todos han venido a comprar los dulces que vendo, y en general todos vienen a comprar lo que las familias les mandan.

A la madre de Mariana la conocí, cuando llegó con sus padres, era una chica de 12 años, blanca y con ojos muy alegres, al poco tiempo de haber llegado al barrio, se le empezó a notar su embarazo, y como era normal, fue la comidilla de los habitantes por un tiempo. Al nacer Mariana, como una de las primeras originarias del barrio, fue un acontecimiento total, todos querían verla, era una bebé muy pequeña, blanca igual que la madre… y pues no sabemos en realidad que tan parecida era a su padre… hasta ahora esto es un misterio, la madre ha guardado con celo este secreto, y pese a las muchas historias tejidas alrededor del padre real de Mariana, nadie sabe con certeza quién es; ni se atreven a hacer cábalas al respecto.

Tercer pececito

MAGDALENA

Llegué a este barrio, a la edad de 12 años, el cambio fue drástico, pues tuve que dejar amigos, cambiar de colegio, y dejar a todos mis amigos de infancia

Al llegar a este barrio, todo fue una crisis, primero intentar adaptarme a este nuevo lugar, pese a la alegría que me causaba estar en una casa propia, y no pagar renta, y lo que esto permitió que siguiera estudiando en un colegio cercano… pero no fui feliz totalmente, al llegar al nuevo colegio me sentía muy sola, además las chicas ya tenían sus grupos, y yo estaba sola. Poco a poco y con mucha dificultad me fui acoplando, conseguí nuevas amigas, pronto era parte de aquel bullicio escolar, me hice dos buenas amigas Martha y Catalina, con ellas inicié una amistad que aun hoy subsiste

Del padre de Mariana es realmente poco lo que recuerdo, fue uno de esos amores fugaces, lo conocí en una fiesta, era primo de Catalina, este era un muchacho delgado, de facciones crudas, y angulosas, mayor que yo un par de años no más, pero con una vida muy agitada, hijo de una pareja de desplazados por la violencia del llano, se vinieron a vivir a la capital, sin nada, apenas unos cuantos trebejos y una cama rechinante; en primer momento, habitaron uno de los hoteles del centro, que lo pagaba el gobierno, allí duraron cerca de seis meses, luego, con ayuda de otra institución nacional tomaron en arriendo un apartamento pequeño cerca del colegio donde estudiaba, siempre pensé que él Olegario estaba enamorado de Catalina, siempre nos esperaba a la salida del colegio, nos invitaba a un helado y no lo veíamos hasta la tarde siguiente. Así lo conocí, pero la verdad nunca me entusiasmó, era muy callado, y con la mirada penetrante.

Se me antojaba frío y muy calculador, un joven de esos hechos por la rudeza del medio, y los avatares de la calle, pero aun así tenía el encanto de quienes actúan con nobleza, y buen corazón, no siempre se puede juzgar exclusivamente por los actos inmediatos; en aras de la justicia es bueno ver el contexto de los hechos para no acabar sin fundamento el buen nombre de alguien. Poco a poco nos fuimos acercando, para mí no era del todo indiferente, pero tampoco me ofrecía lo que de momento necesitaba, así que lo dejé correr por un buen tiempo.

No fue hasta los primeros días de diciembre, cuando más agitada estaba la calle, y todo el barrio sucumbía ante los festivos preparativos para la navidad y el año nuevo, cuando empezó a frecuentar el barrio.

Cuarto pececito

OLEGARIO Y MAGDALENA

Las primeras fiestas se dieron en medio de la novena de navidad organizada por los vecinos del barrio, cuando llegó Olegario, me pareció un ser muy dulce, no como esas personas a las que la vida curte hasta hacerlas insensibles; a mi parecer, a él la vida lo había afectado de una manera diferente, dotándolo de un carácter casi maternal, y sus ojos brillaban cuando nuestras miradas se cruzaban. Así pasamos de mirada en mirada y de baile a baile por casi dos semanas, cada vez me sentía más cercana a él, pero no fue hasta terminadas las festividades de año nuevo, cuando decidió pedirme que empezáramos a construir una relación, esto fue sorprendente, pues siempre pensé que sus intenciones eran con Catalina, pero bueno, así fuera mi amiga, yo sin oponer mayor resistencia me abandone a mi suerte en sus brazos, algo en mi despertaba por esos días, me sentí extrañamente adulta, y por eso tal vez, fue que en una de sus visitas a mi casa, sucumbí de manera deliciosa a sus humanos y delicados apetitos. No es que fuera mi primer amor, ni mucho menos mi primer hombre, pero en mi despertó un fuego desconocido hasta entonces… las visitas se hicieron frecuentes, pero sin levantar sospechas en mi familia, yo buscaba siempre la manera de que él se escabullera en mi casa como un gato travieso, y retozábamos tardes enteras vigilados tan solo por el sol de la tarde y mis muñecas… recuerdo de la etapa de la vida que iba abandonando.

Quinto pececito

MARIANA ANUNCIA SU LLEGADA

Lo que menos me imaginaba, y no por ignorancia, sino por mi manera infantil de llegar a este momento de la vida, se anunció, con una fuerte gripe a inicios del mes de marzo, lo que en un principio fue un resfriado de lo más normal y vulgar, se me fue convirtiendo en un pequeño infierno, no solo tenía un irrefrenable flujo nasal, sino un malestar en todo mi sistema óseo, me dolían hasta las uñas, y mi apetito sufría una serie de desajustes, primero empecé a tomarle aversión a los ajos, la cebolla y los huevos cocidos, luego sin ningún problema empecé a devolver algunas de las comidas del día.
Primero el malestar me impidió seguir estudiando normalmente, luego mi familia me envió al médico general, y ellos afirmaron que mi enfermedad era de las más normales…. Y comunes hoy en día.
No podía creerlo, y aunque era totalmente consciente de lo que hacía, no podía dar crédito a mi suerte, o mejor infortunio… pues he visto a tantas compañeras llevar una vida totalmente normal, con sus parejas de novios, que nunca imaginé que de todas fuera yo quien en estos momentos esperaba un hijo… lo tomé con calma, pues nada podía hacer ya, aunque mi familia se reunió, y me dieron varias opciones, más por miedo, que por un falso moralismo decidí no abortar, y tener a mi hijo, pese a lo que eso significaba en mi vida como estudiante y en mi ser juvenil.

Decidí que aunque mi familia se opusiera, y todos lo vieran como un fracaso, iba a tener a mi criatura e iba a hacer lo posible por hacer mi vida normal; aunque los malestares se acrecentaron durante los primeros días, calculo que pasadas unas cuatro semanas, ya podía dominar plenamente mi cuerpo, pese a tener enfrente una gigantesca panza que a mi parecer en cualquier instante estallaría… este pensamiento me aterraba, pero la vida siguió su cauce normal, yo aprendí a caminar con mi nuevo cuerpo, apenas unas pequeñas molestias, dolor en los senos, en las caderas, y la espalda, pues mi punto de equilibrio se había trastocado por el embarazo, Olegario, siguió visitándome, no desperdiciaba oportunidad para alagarme, era extraño, su pasión fue la misma, de no ser por mi panza se diría que aun seguíamos jugando, pero me sentía feliz, nunca pensé que él fuera dedicado, pero me demostró una pasión, y un fervor, que los meses fueron pasando y ni cuenta me di… éramos dos pequeños jugando, nunca me propuso vivir juntos, y mi familia tampoco apuraba ese paso, seguía siendo su pequeña, las molestias de los primeros días, dieron paso a una suerte de tregua entre mi familia y Olegario, yo me sentía a gusto, pese a que ganaba peso de forma acelerada, mis pómulos se inflaron, mis senos, y mis piernas, casi no dormía, y cuando lo hacía mejor era en las tardes con Olegario, mi familia estaba pendiente de todo, las primeras mudas, los nombres etc., etc., yo que era quien llevaba ese ser, no estaba tan preocupada, Olegario organizó un fondo, en donde iba poniendo dinero, para los gastos del bebé, yo estaba con seguridad social a cargo de mi padre, así que los gastos del parto, y la recuperación no tenían lío alguno.

Sexto pececito
LLEGA MARIANA

 El día 19 de septiembre, en medio de las celebraciones del día del amor y la amistad en Colombia, el equivalente al San Valentín del 14 de febrero de los otros países, en medio de un almuerzo organizado por mi familia: unas terribles punzadas empezaron a trastornar mi día, primero pensé que eran fruto de algún malestar común, pero a medida que el día corría, estas se tornaron más fuertes y seguidas, al punto que luego de las 3 de la tarde, ya no podía ni respirar, mi madre quien tenía experiencia, pues yo no había tenido hijos, le dijo a Olegario que alistara todo, los carnets del seguro, las mudas del bebé y otras cosas personales mías.

El taxi llegó a casa sobre las 3.30, y de inmediato nos enrumbamos al hospital anteriormente designado por el seguro. Tan pronto arribamos, unas pequeñas diligencias y me pasaron a la sala de partos, el trabajo, no duró más de veinte minutos, y me anunciaron que había tenido una niña, es un momento emocionante, no me pareció grave aquel asunto, y más bien salí bien librada y sin consecuencias. De esto ya han pasado 15 años, con el correr del tiempo, y por múltiples altercados con mi familia y con la de Olegario, este se alejó de nosotras, y se marchó al ejército, según dijo, para ayudarnos… no sé donde quedaron sus sentimientos, su valor, y su amor. Son catorce años sin verlo, de vez en cuando envía a través de su madre algún dinero, nada oficial; decidí entonces sacarlo de nuestra vida, no fue difícil, pues Mariana como se llama nuestra hija, no recuerda nada de él apenas lo vio siendo un bebé de un mes.

Nosotras hemos salido adelante, no sin problemas, en una sociedad machista, y de doble moral es difícil salir adelante dos mujeres, sin embargo la he sacado adelante, ella poco o nada sabe de su padre o familia, siempre ha estado conmigo. Y yo no me he comprometido con nadie más… eso sí, he puesto bastante atención a su formación, ha estudiado, y siempre le recuerdo los cuidados que ha de tener con los muchachos. Al parecer ha hecho caso y hasta ahora sigue sola.

Séptimo pececito
CIRCULO VICIOSO
NARRADOR
Es complejo entender la dinámica de la vida, pues viene de tiempo a repetirse historias:
Estaba llegando a casa, luego de mercar, cuando entré en el negocio de don Joaquín, pedí una cerveza fría, mientras me deleitaba con su amargo sabor, cuando entró Mariana, ella hace un par de meses es madre de una hermosa bebé, eso se me hizo extraño, no es que no sepa como vienen al mundo los niños, sino porque esta chica realmente se veía juiciosa, tuvo que ser muy muy cuidadosa con quien salía para no permitir sospechas de Magdalena o su familia, el caso es que ella se dio mañas para convertirse en madre. Me tomaba gustoso mi cerveza fría, cuando Mariana entró, con toda la altivez de sus 16 años, enfundada en un jean juvenil, y una camiseta negra de Iron Maiden.
-Miró de frente a don Joaquín y dijo:
-Me vende por favor tres pañales, dos shampoos de sábila, un rinse.
-Claroo mi niña, -le respondió don Joaquín-
Acto seguido don Joaquín se dirigió a la vitrina y extrajo los productos y se los entregó a la joven.

-Gracias don Joaquín –replico Mariana- ¿cuanto le debo?
-$4.500
-Gracias, mire el billete – Mariana le alargó un billete de $5.000-

¡Perfecto!, respondió don Joaquín,- le sobran $500- le indico el tendero,
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Mariana, y entonces dijo en voz alta:
¿Podría completarme el cambio con pececitos de anís?
Niños… al fin niños… pensó don Joaquín mientras entregaba los 7 pececitos de anís.
Mariana salto como una chiquilla en tanto devoraba los pececitos de anís, e izaba como bandera los pañales de su hija.


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