(5 de febrero de 1889, Zipaquirá - 21 de junio de 1938, Bogotá)
EL HERMAFRODITA
A Samaín
Cabe el sinfónico archipiélago
En donde albean como cisnes
Las islas, sueña el bello andrógino
Enguirnaldado de jazmines.
Vago sopor flota en sus ojos
-crisoberilos increíbles-
Y en su armonioso cuerpo, dúctil
Como el cuerpo de los reptiles.
Sus finos flancos y sus senos
Duros y eréctiles de virgen
Hacen pensar en besos raros
Y en himeneos imposibles.
Monstruo exquisito y sobrehumano
De sangre azul y gracia insigne,
Nació en los cielos superiores
De los arquetipos sutiles.
Perverso hechizo decadente
Hay en sus labios que sonríen
Ambiguos, con sonrisa hermana
De la fatal noche sin límites.
Y en sus cabellos, semejantes
A los racimos de las vides,
Y en su cuerpo de gracia equívoca,
Sus oros trémulos deslíe,
El resplandor del sol pagano,
Que lo engendró, radioso y triste,
De tu espuma de oro, belleza,
Superaguda e inasible.
Soliloquios
I.
Una
imagen del pasado
es un pasado sin imagen.
Papá, por ejemplo,
cuando dejó de arreglar el jardín
abandonó accidentalmente sus manos en la tierra.
Meses después,
papá y jardín,
diluyeron fertilidad en las ramitas de un pino
que todavía sobresale frente a la ventana de mi cuarto.
es un pasado sin imagen.
Papá, por ejemplo,
cuando dejó de arreglar el jardín
abandonó accidentalmente sus manos en la tierra.
Meses después,
papá y jardín,
diluyeron fertilidad en las ramitas de un pino
que todavía sobresale frente a la ventana de mi cuarto.
II.
También
dejó de arreglar el librero.
Se empolvó el rostro,
no quiso salir los domingos
y destrozó, por accidente,
un sinnúmero de las porcelanas habidas en el repertorio.
Se empolvó el rostro,
no quiso salir los domingos
y destrozó, por accidente,
un sinnúmero de las porcelanas habidas en el repertorio.
Mamá
dice
que de eso están hechas sus manos.
que de eso están hechas sus manos.
III.
Una
imagen del pasado
es papá, machete en mano,
dando forma al desértico jardín
que hoy hace las grietas menos tímidas del suelo.
es papá, machete en mano,
dando forma al desértico jardín
que hoy hace las grietas menos tímidas del suelo.
Cualquier vendedor ambulante lo sabe
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte
T.S. Elliot
Una
roca
bien acomodada debajo de
dos ladrillos
siempre puede ser
una
linda tabla de surf.
bien acomodada debajo de
dos ladrillos
siempre puede ser
una
linda tabla de surf.
Sabemos
todos
cuánto se ignora en
las olas
y esperamos eso
cuánto se ignora en
las olas
y esperamos eso
porque
para qué queremos saber más.
para qué queremos saber más.
Crátilo
quiere decir silencio.
Es el silencio conveniente.
Es el silencio conveniente.
Hay
que poner en duda
si ese es su nombre
y por qué es ese su nombre.
¿Por qué no mejor Leónidas,
u Owen
quizá mejor Auxiliadora?
si ese es su nombre
y por qué es ese su nombre.
¿Por qué no mejor Leónidas,
u Owen
quizá mejor Auxiliadora?
Crátilo
quiere decir “sí” con un dedo.
Por la
tarde yo le digo que le estimo
le digo, te estimo,
te estimo mucho,
quiero ser como tú.
Crátilo quiere decir “no” con un dedo.
le digo, te estimo,
te estimo mucho,
quiero ser como tú.
Crátilo quiere decir “no” con un dedo.
Crátilo
soy yo
cuando te hablo con los dedos entumidos
y pregunto sin voz frente a la cámara
cuando te hablo con los dedos entumidos
y pregunto sin voz frente a la cámara
¿No te
gusta más el nombre de
SumisaObedienteEn4?
SumisaObedienteEn4?
Caracola
" ¿Sabes? En esta bella caracola
viven los pájaros del mar.
¿Lo dudas? Ponla sobre tu oído.
¡La sentirás cantar!
Aunque tal vez... pudiera ser una guitarra
con un bosque de pinos por garganta.
Pero no... escucha bien,
¡es el mar el que canta! "
El alba y la paloma
" Apenas el alba cae desde la cordillera
la paloma sale del sueño
y esparce su relámpago.
La paloma es una flor
y el alba una gota de agua pura.
Con el lápiz azul de la madrugada
la paloma dibuja su rostro en el agua.
Con el rocío de su cabellera
el alba inscribe su nombre
en las flores.
Después,
cogidas de la mano,
ambas corren a despertar a los niños. "
SENSACIÓN CREPUSCULAR
El alma
de la tarde se anuncia en la furtiva
esquila
del rebaño que retorna: la laguna
- tal un
gran ojo herido por una luz muy viva -
espera
el milagroso vendaje de la luna piadosa.
Bajo el
Angelus el valle se apacigua;
la hora,
que vestida de seda azul se aleja,
le da al
paisaje, donde la lumbre se amortigua,
una
dulzura ingenua, como una estampa antigua.
Deja que
nos penetre toda esa calama,
deja que
el alma se disperse como un dolor de rosas
en este
ambiente tibio de seda extenuada...
Es dulce
cuando se ajan las tardes silenciosas
pensar
las mismas cosas y no decirse nada.
INTERROGANTE
Hamlet,
mi príncipe enlutado
que en
tu Elsinor viste una vez
la
airada sombra de tu padre
sobre
una almena aparecer;
que
viste sobre el lago pérfido
flotar
en fúnebre vaivén
el
cuerpo inánime de Ofelia,
y que
exploraste lo que fue,
el grave
enigma de la tumba,
el cómo,
el cuándo y el porqué
en la
amarilla calavera
de
Yorick, el bufón del rey;
dime qué
existe para el hombre
después
del último después...
Y oigo
tu voz que me responde:
-Morir,
dormir..., soñar tal vez.
Yo estoy
aún entre las rosas
más
fragantes, pero a mis pies
se
alarga ya, como un presagio,
la fosca
sombra de un ciprés...
Oigo a
lo lejos las campanas
tristes
del Angelus tañer,
y me
invade, trágicamente
el frío
del anochecer...
Por eso,
mi príncipe rubio,
te
interrogo con avidez:
dime qué
existe para el hombre
después
del último después...
y oigo
tu voz que me responde:
-Morir,
dormir..., soñar tal vez
ARIETA
Bajo
esta noche azul, todas las cosas
Que ven
mis ojos: la dormida fuente,
Los
árboles amigos, y las rosas,
Y el
hechizo lunar, -todas las cosas
Que ven
mis ojos, me hablan de la ausente.
¿En
dónde están su gracia taciturna
Y sus
manos traslúcidas? ¿En dónde
Su
cabellera fértil y nocturna
Y su voz
musical?
Nadie
responde
Con mimo
fraternal a mis acentos,
Y hay en
mi corazón aletargado
La
tristeza de aquellos aposentos
Donde se
nos ha muerto un ser amado.
Profesión de fe literaria
No me preocupa la gloria ilusoria
que los hombres llaman inmortalidad;
jamás he buscado ni he amado ésa gloria,
frívolo juguete, dádiva irrisoria
en que se complace nuestra vanidad.
El arte es muy largo, la vida es muy corta,
y, oh Musset divino: lo mismo que a ti
el ser admirado muy poco me importa:
sólo el ser amado me interesa a mí.
¿Qué más da el elogio que a veces nos miente
o el fallo del joven crítico sapiente?
Sólo una corona deseo poseer,
y es la que forman en torno a la frente
dos bellos, desnudos brazos de mujer.
Lo demás me tiene sin ningún cuidado:
fama que levanta su claro clarín,
guirnaldas del triunfo, laurel del Crimado
y como al olvido ya estoy resignado,
para las arañas toco mi violín.
canción del atardecer
Ante la hembra hermosa de
curvas de lira
que a mi lado pasa con
triunfal alarde,
mi corazón arde como roja
pira
Pero a mis oídos una voz
suspira:
–Corazón, corazón, ya es muy
tarde.
Ante el oro trágico, de
fulgor sangriento,
que con llamaradas demoníacas
arde,
mi ambición se lanza como un
dardo al viento.
Pero a mis oídos dice el
mismo acento:
–Corazón, corazón, ya es muy
tarde.
Al oír el áureo pregón de la
fama,
ansío glorias, triunfos, la
apolínea rama,
pero ante la vida me siento
cobarde,
y junto a mi oído la
misma voz clama:
–Corazón, corazón, ya es muy
tarde.
otro libro
Otro libro… otra copa en que he vertido
–noble licor en límpidos cristales–
el vino de mis viñas otoñales
todo en oro y en púrpura encendido.
Otro libro fugaz, entretejido con hilos
de mis bienes y mis males;
los consagro a los númenes fatales,
a las noches, al silencio y
al olvido.
Libro sin vanidad, libro de octubre:
con pompas de arte tu dolor se cubre,
ni el llanto exhibes, ni con ira
imprecas…
Rómpete el viento cual fragante pomo,
o que los cierzos te arrebatan como
arrastra el huracán las
hojas secas
oración a satán
Satán yo tuve un alma tan alba
como el lino
o como el armiñado toisón de los
pascuales
corderos,
y las santas Virtudes Teologales
nevaron de azucenas de gracia
mi camino.
Más exprimí tus uvas y me embriagué con
vino
de tu lagar; fui príncipe de rojas
saturnales
y cultivé la flora malsana de los males
en un envenenado jardín luciferino.
Hoy, solo en mi soberbia e
indiferente al mundo
de flores y de danzas y músicas circundo
mis
horas, con el ansia secreta de olvidar.
Más, oh Satán, oh príncipe rebelde; me
quebranta
la pena que te atrajo la compasión de
Santa
Teresa:
la congoja de no poder amar
el eros tenebroso
Sueño con una alcoba extraña
que tuviese un monumental
hondo tálamo de caoba
y algo de cripta sepulcral.
Que fuese, en su recogimiento
y en su silencio inquietador
al par cámara de tormento
y
negro asilo del amor.
Templo
de vicio, de pecado
y sabia voluptuosidad,
y como lo hubiese deseado
el divino marqués de Sade.
Ricos tapices de velludo
ahogaran cómplices allí
en
su espesor, el grito agudo
del espanto o del frenesí.
Filas de lúgubres espejos
dejarán en sus muros ver
multiplicadas en reflejos
las actitudes
del placer.
Y como en un profundo osario
vertiera allí luz espectral
un mortuorio lapidario
de catacumba o catedral.
Tal el antro
de maleficio
que anhela mi mente febril
para someterte a un suplicio
refinado, lento y sutil.
En el fúnebre lecho pulcro
deshojará con embriaguez
perversa, como en un sepulcro,
las flores de tu doncellez.
Con avideces de vampiro
chupará, oh virgen bajo el
tul
de tu veste todo el zafiro
de tu procera sangre azul
Y te llevará blanca, inerte,
lirios de abril puestos en
haz
al linde donde el amor y
muerte
unifican su doble faz.
De una manera, en un eterno
y breve al par
sueño de horror,
conocerías el infierno
de las
crueldades del amor.
Mientras que grave y
misterioso
en la puerta, sobre el dintel
un divino Eros tenebroso
sonreiría, dulce y cruel.
nocturno trágico
En la noche que cierra
se difunde un encanto
de quietud, sobre el llanto
y el dolor de la tierra
Sobre mí, en las regiones
del
orbe estelar, veo
el débil parpadeo
de las constelaciones
Y ésos astros sin nombres
vasta clave no escrita
dicen de la infinita
orfandad de los hombres
Ni ante los golpes de Ella,
la pálida que trunca
dichas y vidas, nunca
palidece una estrella
E interroga mi duda
¿Los mundos de ésa eteria
bóveda con materia
sorda, impasible y muda?
¿Nuestro pávido grito
no llega a un Dios clemente
tras el indiferente
muro del infinito?
Pregunto. Y si ésos mundos
llega a mi, sobrehumano,
el terror pascaliano
de los cielos profundos
Y al mirar el siniestro
sideral panorama,
mi alma huérfana clama
con pavor: Padre Nuestro…
Me encantan los poemas de Eduardo Castillo!!
ResponderBorrarUna buena selección de la poesía de este autor.
ResponderBorrar:-(
ResponderBorrarKdkdnd
ResponderBorrarJajajajaja que risa me da Janeiro xD
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