lunes, 17 de julio de 2017

POEMAS DE JUAN DAVID OCHOA AGUIRRE

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(Cali, Valle del Cauca, 30 de agosto de 1987)

Esquirla


un segundo
y la explosiva luz y el explosivo ruido.
La sangre longeva, el agua ineluctable,
la corriente evolutiva del estruendo
entre los ritmos y la voz por un segundo.
La euforia, la histeria, la ira y la zozobra,
La depresión por el segundo del átomo materno,
Los profundos precipicios del ensueño,
la expansión de la demencia etérea,
la nimia destrucción de los castillos y los muros en el mundo
y las estelas del suceso  y la alejada rimbombancia de la acción,
el geométrico caos.
Toda la evidente abstracción
por esa esquirla sublevada entre el espacio


El pulso del miedo 


El miedo late universal,
como la arritmia en el pulso de los dioses fugitivos,
desde la ínfima influencia de la oscuridad
donde subsiste el temblor de los futuros,
donde la gesta enérgica del fuego abre su traquea de brillos imposibles.
el miedo late con sus rostros inermes,
con sus cuerpos perdidos,
con sus voces vibrátiles de asombro,
con sus nombres lacerados por los truenos del misterio.
Es el pulso del pavor en el espacio ensordeciendo
los tímpanos del estoicismo hasta que estallen las fronteras
y una nueva explosión funde otro ritmo en el silencio del espanto



Naufragio




siempre  la gran definición sobre la niebla hipotética,
siempre alumbrando desde el faro simbólico la síntesis total y absolutoria
del hombre, palabra perdida en la abstracción,
palabra en el margen del derrumbe,
siempre su lengua naufragada en los sonidos sin origen,
en la conquista sin principio,
en el confuso murmullo de los sexos.
Perpetuado en la continuidad dubitativa del respiro y del avance,
Dilatado en la postergación de la totalidad,
Amorfo siempre en la contemplación sobre el oscuro espejo del abismo y abatido,
exasperado en el susurro trémulo de la verdad
que sopla desde el viento hipnótico de la locura



Sumeria


Fue suficiente una noche anónima
alumbrada por los brillos antiguos del secreto
para que  el pulso de las manos
intentara eternizar las convulsiones del espíritu.
Desde ese cogido aborigen de los trazos
explorarían los suburbios del misterio y los silencios del nombre
hasta la máxima incursión,
aunque en el fondo levitaran las bestias de la última custodia.
Desde esa noche de sumeria,
con las antorchas primeras del asombro,
emprenderían la escritura del abismo



LINAJE DE JUDAS


El sonido cretino del beso es un chasquido.
en la saliva nimia de los pómulos ingenuos
está toda la astucia del linaje.
Cayeron los Mesías en la luz del pesimismo
cuando la farsa del amor
desmantelo su esencia amorfa y pestilente
entre los pechos de la insania,
jerarca lucida de los rebeldes
que quisimos abogar
por otra senda análoga del paraíso.
Nos consideran vástagos de judas
porque aceptamos la corriente sórdida en las venas,
la fiebre bipolar y sádica de los conductos.
Somos los mismos parias del pasado
que atestiguaron el error de la parábola
y la sed irrefrenable del canibalismo.
No hay antifaz en este gesto natural de tránsfugas,
somos la fuerza escueta del instinto
camuflada en el sigilo del engaño.
Utilizamos los labios para enmudecer
las dudas de las victimas
y conllevar nuestra traición al límite del sacrilegio.
no quedan bastardos del señor
que concluyó en la horca
después de las polémicas monedas
aunque un sofisma sacro
quiera negarlo antes del canto tercero
del gallo matutino.


AL BUSTO DÉBIL DEL ROMANCE


El titulo de nuestro trance es doxa repulsa,
y es la mutua reacción de los esófagos polares
que simularon en el alfa de la estupidez
una conexa excitación de arterias.
En absoluto es trémulo romance el titulo, filopata,
los cuerpos son perfectas estrategias del odio
para prodigar una tortura,
como el amor tartufo, ingenua,
como la tierna y falsa complacencia de los egos,
como el suplicio de la obscena ignorancia
que te impulsó a la soledad de los ignaros,
la soledad, ilusa, la soledad
de los que idolatraron con el alma
un espejismo hermoso.
No hay sensaciones fuertes
que se salven de las lágrimas fatales
y no existe el romance en tierra de asesinos,
el titulo es desprecio natural
y no armonía dulce, obtusa,
el titulo intrínseco repudio



TOSCA DE PUCCINI


El dolor tiene voz,
el dolor se exalta como un hombre resignado a su pronta desaparición,
a un viaje hacia un paraíso
Sin la frecuencia pacifica de su espíritu.
El dolor mueve sus brazos
De exasperación junto a su traquea enlutada,
junto al holograma de la mujer que se evapora en su frente.
El dolor mira la luz disminuirse en el túnel
Negro y definitivo
Y antes de partir o ver partir su mundo
grita con un ímpetu de sangre
Para su ya frágil memoria
JAMAS HE AMADO TANTO LA VIDA

EL FALLO COSMICO


Sobre la atmósfera muerta
el sol ya intermitente 
Enceguece las pupilas narcisas y el oleaje
de todos los océanos
viola las fronteras de la arena para el holocausto. 
Los árboles
son arcos bajo las rocas
Voladoras en polvo, 
las huertas también levitan en cenizas
sobre la estampida 
de las letanías, de las infructuosas
marchas honestas, de los alaridos apocalípticos.
Todas las cruces partidas
atentan contra las cabezas
rendidas y los sirios destrozados bañan las calles con el ultimo vino.
Es la primera consagración del universo

HUMANISMO


la prioridad es destrozar
los ecos sobrantes de
la entonación y del vacío,
de los pasos en el tiempo.
El horario cósmico
debe trasladarse natural
en el respiro, 
sin argumentos
controlados por el ansia
de existir acorde a la legalidad
de los pulmones.
El cuerpo debe sentirse como
un tallo inmerso en una selva ignota, 
taladrado solo por los pájaros,
azuzado solo por el viento.
La violencia solo debe explotar
desde las nubes negras.
La prioridad es el olvido
de los baches memoriales,
de las victorias del cuerpo,
de la estridencia pueril de los impulso.
Morir como una hoja verde
sin el brote del terror en los ojos,
como una gota rendida
desde un marco
hacia un charco de lagrimas
de risa.



Auschwitz


Es la tierra fugada
entre el calor resucitando,
atrayendo.
Los cuerpos ingrávidos y agónicos
frente a la última puerta
con todos los muertos encarnados en la gélida memoria
y en las lágrimas
esperamos la señal,
todos en la fila presidiaria.
pausados entraremos a la hirviente promesa de la tierra,
al ardiente calor del paraíso


Verbo


No dilatación serena.
La compresión vertiginosa de los poros y la voz,
el hermetismo de la luz,
las convexas palabras
y las piedras primigenias en las silabas
como las anclas nocturnas de las bestias
en el mar antiguo,
Como las grávidas afrentas del espacio
hacia las criptas del nombre y la memoria.
Perturbación,
tribulación en la fragilidad del vientre.
Que la corteza enfebrecida de la tierra azuce los instintos
y la energética saliva
y la electricidad secreta de la sangre,
que los cimientos líquidos de la inestable y depresiva tolerancia
se desprendan de la sien y de destrocen,
que los truenos perversos se sumerjan
en la bruma del pulmón,
que se incendie el cerebro
y la ancestral genealogía de los nervios,
que la humareda del desastre trascienda las fosas de la piel
y acapare los rostros, el confín y los olvidos,
que el trémulo sonido del yo mute en disparos.
Las hecatombes resonando
en la insonora bóveda del cuerpo.
NO DILATACIÓN SERENA.
Todas las inmolaciones estridentes,
todos los gritos de los partos,
los tambores de las guerras,
los balbuceos encarnados de la cólera
en la ráfaga del verbo

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