(13 de febrero de 1912, Milán, Italia - 3 de diciembre de 1938, Milán, Italia)
GRITO
No tener un Dios,
no tener una tumba,
no tener nada firme,
tan sólo cosas vivas que se
escapan;
vivir sin ayer,
vivir sin futuro,
y cegarse en la nada
(socorro)
a causa de la miseria
que no tiene fin.
10 febrero 1932
PRADOS
Tal vez ni siquiera es verdad
lo que en tu corazón oyes gritar
a veces:
que esta vida es nada
para tu ser
y lo que conocemos como luz
es un deslumbramiento,
deslumbramiento último
de tus dolientes ojos.
Acaso sólo es la vida
lo que el saber en días jóvenes:
anhelo eterno que busca,
de cielo en cielo,
quién sabe qué horizonte.
Somos como la hierba de los
prados
que siente sobre sí soplar el
viento
y canta plena en el viento
y vive siempre en el viento
y sin embargo no supo crecer
de forma que aquietase aquel
vuelo supremo
ni levantarse de la tierra
para anegarse en él.
LÍMITES
Cuánto me acuerdo
de mi cartera escolar,
manoseada, gris,
que toda yo estrechaba con mis
libros
en un único abrazo
seguro.
No conocía entonces
este acezante trascender,
este desbordamiento estéril,
este perderse
que todavía no es morir.
Cuántas veces me apeno, pensando
en mi cartera escolar.
LUZ BLANCA
Entré, al alba,
en un pequeño cementerio.
Fue en un país lejano,
al pie de una torre grisácea,
huérfana ya de voces
de campanas,
mientras aún la niebla
plateaba
las encinas oscuras,
los altos setos,
los brezos
violeta.
En el pequeño cementerio,
las lápidas,
dirigidas a Oriente,
como en blanca sonrisa,
rostros de ciego parecían
que, alineados, marchasen
al encuentro del sol.
RIBERAS PERDIDAS
No junto a claros ríos
sino a orillas de tristes
ciénagas
descansábamos;
sumergir la mano
era perderla
en el cieno
corrompido del fondo.
Y el verde de los olmos
lucía
en la calígine;
estaban frescas las flores
del prado;
y de otras flores se nutría
valiente
el corazón.
Pero el agua fangosa atravesaba
el camino;
aquel olor corrupto deshacía
el doliente latir de la ternura;
era imposible sofocar
la misteriosa voz
gimiente.
Estábamos perdidos.
HABRÍAS SIDO
PROCLAMACIÓN
habrías sido
de lo que nunca fuimos,
de lo que fuimos una vez y ya no
somos.
La poesía
que amamos, nunca ajena
al corazón,
la habrías cantado tú
con tu voz de muchacho.
Única espiga
eras
de dos tierras mezcladas;
tallo
de nuestra inocencia
bajo el sol.
Pero abajo quedaste,
con los muertos,
con los no nacidos,
con las aguas
subterráneas;
alba apagada a la luz
de las últimas estrellas:
no ocupa ahora tierra
sino sólo
corazón
tu invisible
féretro.
Alma,
ya estás
en la calle del morir…
PENSAMIENTO
Tener dos grandes alas
de sombra
y plegarlas sobre este dolor
tuyo:
ser sombra, paz
nocturna,
en torno a tu apagada
sonrisa.
FUNERAL SIN TRISTEZA
Esto no es estar muertos,
es volver
a la patria, a la cuna:
claro es el día
tal la sonrisa de una madre
que esperaba.
Helados campos, árboles
plateados, crisantemos
amarillos: las niñas,
vestidas de blanco,
color de escarcha sus velos,
y la voz color del agua,
aún viva,
entre bancales de tierra.
Las llamas de los cirios,
naufragadas
en el brillar de la mañana,
son el desvanecerse
suave
de las cosas terrenas;
el volver de los humanos
por invisibles puentes
de cielo,
por blancas cimas de montes
soñados,
a la otra orilla, a los prados
del sol.
LA VIDA
A los umbrales del otoño,
en un ocaso
mudo,
descubres la onda del tiempo
y tu rendición
secreta,
como de rama en rama
ligero
un descender de pájaro
al que no le sostienen ya las
alas.
NOCTURNO
Suave esplendor
de estrellas
encima de las banderas:
el viento
pliega la hierba sobre la frente
de los muertos.
De súbitas frondas se eleva
el pájaro negriazul:
y cae
el aleteo del vuelo
pesadamente
sobre el nocturno monótono
corazón.
LOS MUERTOS
Siéntanse en el regazo de los
prados,
en una encrucijada de caminos:
oyen rumor de ruedas por la
pendiente,
niños y caballos saltar los
setos.
Sienten el trueno aproximarse,
los crujidos sobre el cortado
heno
(cuando los hombres, por salvarlo,
corren desde sus casas,
con el cuerpo inclinado hacia la
tierra).
Cada tarde,
antes que el campanario verde se
abra en toques,
se preguntan si la cresta del
monte
no dibuja un muchacho boca abajo,
durmiendo sobre ellos.
Luego, cuando en el hueco de los
ojos
sueltas corolas de campanas
descienden a beber,
lentos vuelven el rostro hacia
las verjas:
si, en otoño, un pastor se
detiene
a partir su pan sin temor
y en la valla la clara grey se
agolpa.
Ríen entonces los muertos,
suavemente, entre ellos:
sueñan leve y más cálida la
noche.
MENSAJE
Y tú, estrella nocturna,
esplendes todavía,
cuando por lo profundo de las
calles
aúlla del perro el alma triste.
Brotarán para ocultarte
colinas de espesa hierba;
pero en mi conquistada oscuridad
brillarás, fuego blanco,
hablando, a los que vivan, de mi
muerte.
En Antología poética, Antonia Pozzi, Trad.: Mariano Roldán,
Ed. Plaza & Janés, 1973
PLEGARIA A LA POESÍA
Oh,
tu don cómo rige
mi alma, poesía:
tú, que, si fallo y me pierdo,
lo sabes, te me niegas,
y callas.
mi alma, poesía:
tú, que, si fallo y me pierdo,
lo sabes, te me niegas,
y callas.
A
ti sola, poesía, te confieso
que eres mi voz más honda:
caminé sobre el prado de oro
que fue mi corazón,
hollé la hierba,
destruida ya la tierra,
poesía, aquella tierra
donde tú me dijiste el más piadoso
de tus cantos;
donde por vez primera una mañana
vi aletear en el azul la alondra
y con los ojos intenté ascender.
Poesía, poesía, tú que alientas
mi hondo remordimiento,
ayúdame a encontrar
mi alta patria abandonada.
Poesía que te das solamente
a quien con llanto en los ojos
se busca,
hazme otra vez digna de ti,
oh, poesía, que aún me miras.
que eres mi voz más honda:
caminé sobre el prado de oro
que fue mi corazón,
hollé la hierba,
destruida ya la tierra,
poesía, aquella tierra
donde tú me dijiste el más piadoso
de tus cantos;
donde por vez primera una mañana
vi aletear en el azul la alondra
y con los ojos intenté ascender.
Poesía, poesía, tú que alientas
mi hondo remordimiento,
ayúdame a encontrar
mi alta patria abandonada.
Poesía que te das solamente
a quien con llanto en los ojos
se busca,
hazme otra vez digna de ti,
oh, poesía, que aún me miras.
Traducción de Mariano Roldán.
Modestia
Si
una palabra mía
te agrada
y me dices
incluso con solo tus ojos
, abro ampliamente
una alegre sonrisa,
pero tiemblo
como una joven madre
que incluso se sonroja cuando
un transeúnte le dice que
su pequeño es guapo.
te agrada
y me dices
incluso con solo tus ojos
, abro ampliamente
una alegre sonrisa,
pero tiemblo
como una joven madre
que incluso se sonroja cuando
un transeúnte le dice que
su pequeño es guapo.
___
1 de febrero de 1933
1 de febrero de 1933
Las flores
¿No
hay nadie,
nadie vendiendo
flores
en esta desafortunada calle?
nadie vendiendo
flores
en esta desafortunada calle?
Y
este mar oscuro,
este cielo sombrío,
este viento hostil -
oh, camelias de ayer,
camelias blancas y rojas, sonrientes
en el claustro dorado - ¡
un espejismo primaveral!
este cielo sombrío,
este viento hostil -
oh, camelias de ayer,
camelias blancas y rojas, sonrientes
en el claustro dorado - ¡
un espejismo primaveral!
¿Quién
me venderá una flor hoy?
Tengo tantas en mi corazón,
pero todas juntas
en gruesos manojos,
pisoteadas,
hechas.
Tengo tantas que mi alma se
sofoca y casi muere
bajo su vasta
masa no compartida .
Pero en el fondo del mar oscuro
está la llave del corazón:
en el fondo del corazón oscuro
hasta el atardecer,
mi cosecha inútil
quedará
aprisionada.
Tengo tantas en mi corazón,
pero todas juntas
en gruesos manojos,
pisoteadas,
hechas.
Tengo tantas que mi alma se
sofoca y casi muere
bajo su vasta
masa no compartida .
Pero en el fondo del mar oscuro
está la llave del corazón:
en el fondo del corazón oscuro
hasta el atardecer,
mi cosecha inútil
quedará
aprisionada.
¿Quién
me va a vender
una flor, una flor diferente,
nacida fuera de mí,
en un verdadero jardín,
que podría ofrecerle a quien la espera?
una flor, una flor diferente,
nacida fuera de mí,
en un verdadero jardín,
que podría ofrecerle a quien la espera?
¿No
hay nadie,
nadie que me venda
flores a lo
largo de este camino infeliz?
nadie que me venda
flores a lo
largo de este camino infeliz?
___
14 de febrero de 1933
14 de febrero de 1933
Belleza
Publicado
el 2 de octubre de 2011 en |Comentarios desactivados en Beauty
Yo
te doy a mí mismo,
mis noches sin dormir,
los largos sorbos
de cielo y estrellas - borracho
en las montañas,
la brisa de los mares viajó
hacia amaneceres remotos.
mis noches sin dormir,
los largos sorbos
de cielo y estrellas - borracho
en las montañas,
la brisa de los mares viajó
hacia amaneceres remotos.
Yo
te doy a mí mismo,
el sol virgen de mis mañanas
en fabulosos bancos
entre las columnas supervivientes
y olivos y orejas.
el sol virgen de mis mañanas
en fabulosos bancos
entre las columnas supervivientes
y olivos y orejas.
Yo
te doy a mí mismo,
los méritos
en el borde de las cataratas,
las puestas de sol
a los pies de las estatuas, en las colinas,
entre troncos de cipreses animados
de nidos -
los méritos
en el borde de las cataratas,
las puestas de sol
a los pies de las estatuas, en las colinas,
entre troncos de cipreses animados
de nidos -
Y
bienvenido mi maravilla
de criatura,
mi temblor de tallo
Yo vivo en el circulo
de horizontes,
inclinado hacia el viento
claro - de belleza:
y me dejas mirar estos ojos
que Dios te ha dado,
tan denso con cielo -
profundo como siglos de luz
sumergido más allá
de los picos -
de criatura,
mi temblor de tallo
Yo vivo en el circulo
de horizontes,
inclinado hacia el viento
claro - de belleza:
y me dejas mirar estos ojos
que Dios te ha dado,
tan denso con cielo -
profundo como siglos de luz
sumergido más allá
de los picos -
4 de
diciembre de 1934
Desapego de las montañas
Publicado el 2 de octubre de 2011 en |Comentarios desactivados en Desapego de las montañas
Esta
es la prueba
que me bendigas
montañas -
que me bendigas
montañas -
si
en el momento de la publicación
tu iglesia me da la bienvenida
con su blancura soleada
y abraza fuertemente a la mía
melancolía
con canto
de las campanas del mediodía -
tu iglesia me da la bienvenida
con su blancura soleada
y abraza fuertemente a la mía
melancolía
con canto
de las campanas del mediodía -
En
el pequeño cuadrado
una mujer sonriente
vende ciruelas rojas y amarillas
para mi ardiente
sed -
una mujer sonriente
vende ciruelas rojas y amarillas
para mi ardiente
sed -
en
el escalón de piedra
de la fuente
la cuchilla brilla
de un piolet -
de la fuente
la cuchilla brilla
de un piolet -
el
agua está helada
el arroz en la boca
a un niño -
imprime el mismo arroz
en mi boca -
el arroz en la boca
a un niño -
imprime el mismo arroz
en mi boca -
Esto
es tuyo
bendición -
montañas.
bendición -
montañas.
Valtournanche,
30 de julio de 1933
Pasturo, 23 de agosto de 1933
Pasturo, 23 de agosto de 1933
La poesía está en ella desde el asombro que le traen la cotidianidad, en sus montañas, en los rituales del amor, en las flores que un día buscó para aliviar su soledad, buscaba la belleza como verdad en todas las cosas viscerales de su corta existencia. Un abrazo Fausto Marcelo.
ResponderBorrarLa mujer de la fotografía no es Antonia Pozzi; corresponde a una fotografía de una actriz de los años 20-30, que protagonizó varias peliculas mudas, como Diary of a lost girl, llamada Louise Brooks.
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