(25 de enero de 1898, Orhei, Moldavia - 1 de diciembre de 1970, Barracas, Buenos Aires, Argentina)
EL CANTO DEL CISNE
Demencia:
el camino más alto y más
desierto.
Oficio de las máscaras absurdas;
pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.
Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más
desierto.
Se erizan los cabellos del
espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un
banco
a lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más
eternos.
Me hago la señal de la cruz a
pesar de ser judío.
¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de
loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos
sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el
desierto.
¡Piedad!
ALDEA
Mi blanca soledad-
aldea abandonada.
Revuelo de perezas
sobre la torre de un anhelo
que tañe sus horizontes.
Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes
solariegos.
Se ha sentado el dolor como un
cacique
en el banquillo de mi corazón.
Las lluvias estancadas de mis
sueños
se han cubierto de musgo.
En el horno apagado del silencio
mis frutos maduraron
estérilmente.
Perdí mi itinerario en el
desierto.
¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el
azar!
En una pradería de cansancios
balan estrellas mis ovejas
grises.
Lugarón sin destino;
las calles andariegas
beatas de mi ser
son manos
contemplativas
que van perdiendo soles...
BARRIO
Barrio apartado;
bandada de colores
de las ventanas de las casas.
Silencio cruzado de brazos
ante la luna.
Sobre los árboles
embalsamados de cordialidad,
aromadas de estrellas
se trepan las callejas.
¡Dulzura!
Nada interroga.
Se está y no se está en sí mismo
muy limpio y ancho.
¡Y todo es tan lejano y puro
que una nueva inocencia nos consuela!
¿He salido a buscar
juguetes
para los niños?
Barrio apartado:
paisaje de estampas y estrellas.
VÍSPERAS
Toque de vísperas de fiestas.
Presentimientos.
Mi corazón es blanco de ternura.
¡Solemnidad!
Hablamos en voz baja.
Un árbol canta como un niño
piadoso
todo blanco de estrellas.
Mi corazón es blanco de ternura.
MAÑANA DE SOL
Tañía el sol sus llamas
en los cántaros húmedos del
viento
de rocío y paisaje
que alargaba el elástico sendero.
Desentumecimientos.
Carnes del trigo;
espigas de mis manos.
Jadean los aromas;
temblequean cual besos los
caminos.
Silencios verdes de los bosques
rojos
apretados de gozo y alegría.
¡Enloquece en mis ojos la mañana!
OCASOS
Ocasos turbios de violeta.
Reliquias. Devociones.
Caras amortiguadas.
Nostalgias
descoloridas.
El mar se acoge en mis matices;
¡ciera su boca atardecida y fría!
El timbre de mis ojos
esparce intimidad.
Mi piedad de rodillas
se aroba en los suspiros del
ocaso
(palomas de violeta)
Mis manos palpan el color de
misa!
CREPÚSCULO
Ponderan los ocasos gustos
violetas.
Un árbol negro, un árbol blanco,
un árbol verde
cuelgan sus blusas
en la inmovilidad.
Ha cerrado los párpados el
viento.
Luces deshechas;
pétalos estrujados
en superposiciones.
Ponderan los ocasos gustos
violetas.
CIUDAD SANTA
Tres gritos me clavaron sus
puñales.
Paisaje de tres gritos
largos de asombro.
¡Bromearon los sudarios del
misterio!
Fuga de embotamientos;
suspiros
en la niebla inmovilizada.
Cipreses.
Bronce de los terrores
informes, fragmentados.
Mueren caminos
y se levantan puentes.
Un árbol se transforma
cerrando sus pupilas.
Caen medrosamente las palomas
angélicas del sueño
en las uñas heladas del espanto.
Un infinito horror
manaba en mis entrañas
en un himno de muerte.
TOQUE DE REBATO
Agua de trinos
manó de las gargantas estelares;
nos lavaba la angustia
el silencio concéntrico de los
cielos lejanos.
En un andar de media-luz volvían
los caminos
y un gran bosque de aromas
tañía las campanas de la aurora
un himno de la vida.
CÓPULA
¡Nos unió la mañana con sus
risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
desnudos -rojo y bronce.
El olor de la luz era sagrado:
música de horizontes,
espacio de paisajes-
rojo y bronce-
ruido de melodías,
himno de soles,
eternidad
y abismo de la dicha
en la alegría loca de los
vientos.
Canciones de naranjos
en la piedad de los caminos.
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!
Dicha de los abrazos y los besos;
toda la gloria de la vida
en nuestros pechos
jadeantes y ligeros;
nuestros cuerpos: au roras y
ponientes
en la alegría loca de los
vientos.
¡El corazón del mundo en nuestra
boca!
VELADA
Rumor de carreteras aflautadas
en los alientos turbios de las
miradas grises.
Portazos;
temblor de las vidrieras; cóleras
destempladas.
Aúlla el frío blanco;
el suelo se ha caído de mis
manos.
Crucifijos en somnolencia.
Marcha de retrocesos
¿Qué ruedas empujamos?
Acordeones desafinados
de mi sabrosa angustia.
Aúlla el frío blanco
cual los gitos helados de un
espejo.
Silencios enjugados de la nada;
marchas muy bien envueltas, casi
fijas.
Almohadas que lloran
desesperadamente;
júbilos disonantes
de huellas desgarradas;
pasos atrás, deshechos
en la inconciencia.
Mi corazón es una estrella en
sorna;
canción de mis fogatas.
Almohadas burlescas que sollozan
desesperadamente.
Aúlla el frío blanco
cual los gritos helados de un
espejo.
TARDE VIOLETA
Cae de bruces un silencio frío
en el ocio violeta de la tarde.
¡Perplejas añoranzas!
Se tuercen las paredes de mi
estancia.
Ronronean las luces como gatos.
El caserío soñoliento
engrisa las campanas.
El viento tiene los pies
desnudos.
Se ensordece la tarde
arrastrándose, lentamente.
¡Perplejas añoranzas!
De reojo me miran los sarcasmos.
EL VIAJERO AMARGADO
Gris andurrial de la mañana.
El mar descorcha sus botellas
de vinos espumosos.
Bailan como muñecos
mis anhelos, creados por los
vientos;
y vanse a pique , sollozando,
con las manos abiertas,
distendidas.
El mar embriaga mis sarcasmos-
aguja de relojes negros,
trasnochadores;
conciencia amarga de la vida.
Hastío.
Zozobras.
Gargantas temblorosas.
De día en día
preparo mis maletas;
¡cambio los aires y las horas!
Las grises estaciones me han
dejado
el silencio de sus faroles
enfermos, de velorios;
y los puertos sus guinches y sus
barcos
afiebrados de esclavos y bocinas.
Se alargan las agujas de los
relojes negros.
Sarcasmos.
Bailan mis muñecos, oreados por
los vientos
en el gris andurrial de la
mañana.
MORTAJA
Por dentro:
atrás el rostro.
¡El pasado aniquila!
¡Es en vano que encuentre una
herradura
en el estanque turbio de mi
imaginación!
El árbol ha cubierto de palomas
mi soledad; pero es en vano.
Desnudo
siempre estoy como una llanura.
Para buscar un cerro
miro las multitudes.
Estoy siempre desnudo y blanco;
Lázaro vestido
de novio;
Una mortaja viva
entre el ayer eterno
y el eterno mañana;
una mortaja viva
que llora en mi garganta.
MÁSCARAS
Sangró mi corazón como una
estrella
crucificada.
Dolor;
del sándalo purísimo del sueño
trabajaron la balsa de mi vida.
Amor
hízome calles de esperanza
que oprimieron tus manos de
alegría.
Sus máscaras de aromas pusiéronme
los astros
en las músicas negras que miran
lentamente
mi soledad de túnel olvidado.
Y todavía el muelle
de mi ser bosteza;
yerra mi angustia
dando vueltas y medias-vueltas
como barricas.
Hasta que al fin, se romperá
algún día
mi corazón, como un ladrillo.
¡Sus máscaras de aromas me
prenderán los astros!
HAMBRE
Vigilancia nocturna de arboledas
constantes
en una interminable perspectiva
rasada de canciones
desmesuradas.
Se engancha hondamente a mi
ternura
la sangre de los astros;
se llenan mis bodegas con el vino
de la expansión;
se cubren mis graneros con los
granos
de Dios.
Es muy ancho el sombrero de la
noche
puesto sobre el paisaje.
Hacen alegre ruedo
taifa de vientos peleardores
de dientes amarillos.
Perpetuo insomnio
mis pasos olfatean como perros
un lobo imaginario
guardando los apriscos.
Cenas del hambre.
Recogimiento bufonesco
salado de idiotismo:
voz de falsete
en francachela corpulenta.
REQUIEM
Olores de amarillo.
Aliso de silencios
cual colgaduras tiesas
en la flor negra de mi estancia.
Sonrisa azul y blanca.
Gritos desesperados de los trenes
que doblan imprevistos horizontes
de lluvias y de fríos.
Otoño-
taburete desolado;
tabaquera de días rubios,
lánguidos y descalzos
y oscuras tardes de Rosario.
Un rebullir de sillas me
despierta;
sabor de infancia; olores de
amarillo.
SUBCRISTAL
Zarpas monótonas
amarillentas de las horas
de Otoño,
en las cifras muy lentas de mi
hastío.
Tonalidades;
respuestas y llamadas de motivos
en una discordancia de
apariencias.
Brilla el cristal de mi locura.
Efervescencias bruscas;
ojos endemoniados de un molino
junto al enorme zueco
de una carreta que relincha.
Cascan mis dientes piedras de
blasfemia.
EL" OTRO"
Tarde de invierno.
Se desperezan mis angustias
como los gatos;
se despiertan, se acuestan;
abren sus dedos turbios
y grises;
abren sus dedos finos
de humedad y silencios
detallados.
¡Bien dormía mi ser como los
niños
y encendieron sus velas los absurdos!
Ahora el Otro está despierto;
se pasea a lo largo de mi gris
corredor,
y suspira en mis agujeros,
y toca mis paredes viejas
un sucio desaliento frío.
¡La esperanza juega a las cartas
con los absurdos!
Terminan la partida
tirándose pantuflas.
Es muy larga la noche del
corazón.
FERIA
Organillos de misa;
hacinamientos;
sacos de gritos de la mañana.
En lentitud confusa
sorda algazara de las obsesiones.
¡Las máscaras estúpidas
de los atormentados!
Rasguños en el quicio de la
puerta
por la luz más intensa.
Bosque de soledades.
¡Esta es la pausa
más nueva de mi vida!
Mantas de fuego
sobre los agrios soplos
de mi locura.
Feria maligna de rostros
tostados;
un estanque de tiempos.
VíSPERAS DE ANGUSTIA
Atmósferas de marasmo despedazan
mis ademanes.
Pasos furtivos
en los malditos huecos de mi ser;
desolaciones alteradas.
Azar; ideas fijas.
Revolotear de músicas celestes.
¿Vísperas de una nueva angustia?
Sospechas.
Soy de los que no vuelven,
hermanos míos.
Atmósferas de marasmo
en torno del más fragante pino.
Amor, alégrame el camino.
¡Los fuegos fatuos!
¡Quebrantaré la vida por mi vida
por el imposible contancto de la
eternidad!
Pasos furtivos
en el hueco de mi ser;
yo soy el prometido, el
anunciado.
Revolotear de músicas celestes.
MOLINO
Los molinos de imágenes; caminos
sin puntos de vista.
Ahora vivo detrás de mi mismo.
Ventanas sobre los astros.
¿Duermen los pastores?
Semblantes contraídos en cera
derretida
sobre los muros.
Fogatas.
En pasos de alta voz riñe un
humor de perros.
¡Aquí no hay un solo corazón
alegre!
Leña húmeda de los crepúsculos
eternos.
El dolor es un agua que no se
pierde;
pero nosotros nos hemos perdido
como en un gran tonel
de contratiempos sordos, fijos,
duros.
Rincones que se enfrían
como un cadáver, en la estancia.
Aurora
en que escupe la rabia más
absurda.
Se ha torcido el puente, como una
mueca.
Alcohol; salario de estrellas.
Murmuradores a granel.
Silencio entorpecido;
ah, si ladrara un perro.
Se encaminan las quejas de los
Nadie.
¿Duermen los pastores?
Señales; imágenes y muros.
Ruidos de establo;
y se abren más ventanas, pero
blancas.
Inopinadamente...
ALEGRÍA
Agua de sol,
cencerros de horizontes
enlazaban la intensidad
armónica
de nuestros cuerpos
claros y vigorosos,
en plenitud de luces infinitas.
Sones de llamas
en el aire rosado;
jadear de bosques y expansión de
mares.
¡La danza de la tierra!
¡La sinfonización del universo!
Y repicaban los paisajes;
agua de sol,
cencerros de horizontes.
¡La alegría del mundo
en el pecho redondo de la tarde!
DESPERTAR
Revuelo de silencios aromados.
Estrellas-pájaros de fuego
dichosos de infinito.
Música de las nieblas y risas de
las selvas.
Se enardecen de llamas y de
gritos
los desiertos.
¡Locos de eternidad!
¡Los pies del viento danzan en el
mundo!
SUB-DRAMA
Desolaciones.
Altos silencios
que balancean sus cabezas truncas
escencialmente.
Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Desbandes.
El canto de mi mismo se alucina.
Cristales rotos.
Murga carnavalesca.
¡Las risas rojas!
Cifras desafinadas y arbitrarias;
¡el dolor más eterno!
Me trasvasa el espanto sus
caminos.
Pavor de candelabros;
romance de agonía.
¿Quién soy?
Ha perdido su espacio
completamente el universo.
Se cierran las estrellas en mis
ojos.
Nadie y nada.
Terribles apariencias
aplastan el cristal de sus
sarcasmos.
Pasa un convoy de brujas
caprichosas;
cuelgan mis extensiones
deformadas.
Mi corazón es una isla roja
en que destacan sus banderas
negras
los días de mi anhelo.
Las miradas ardientes de mis
ojos,
¿en qué se apoyarán mañana?
Canciones de mi ser,
hemisferios de dicha,
volúmenes de aromas
¿en qué tambor de soles
se agitarán mañana?
Orientes y occidentes.
Se quebrarán mis ejes.
Lo sé
¡Llueve sin latitud el dolor más
eterno!
Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Pavor de candelabros; romance de
agonía.
ANTIGÜEDAD
¡Oh los gozos profundos, los
inviolados gozos,
agua de soledad
que guardan los caminos!
Alma,
corazón,
danza
en los anillos
del
día que llega,
danza
en sus huertos,
goza
de sus vinos.
Las albas nuevas
rompiendo límites mojan la nada;
cantan los puentes en el
universo.
En las albas más nuevas humedezco
mis ojos;
¡en los soles más nuevos
humedezco mi boca!
Suenan
los vientos
las
zarabandas
de
sus tambores
ásperos,
fuertes,
libres,
salvajes
y
puros.
El alma del mundo es como un
pájaro herido
que sangra en el amar.
Antiguedad del mundo, desolación
del mundo;
¡Danza en mi corazón la más roja
lujuria,
la más roja alegría,
la más roja esperanza!
¡Danza las danzas
más sueltas y alocadas!
Sálvate, mundo mío,
desatando infinitos.
Apaga tus fríos
y enciende tus arenas
en la primavera
y en el sol.
Pon en mi soledad los pies
ligeros
de tus dichas.
Gira tus estaciones
sobre las nuevas eras.
Iniciadas en angustias, en dolor
y en espanto
abro mis manos rojas de semillas.
¡Puedo ser un gran sueño, puedo
ser el gran sueño
de una raza!
Oh música sagrada: sobre los
nuevos puentes
danza tus retornos.
GABÁN
Soy una alforja
de lluvias.
Mi corazón regó en las primaveras
sementeras de espacio;
por ello mi cabeza
es una gorra remendada y parda
(genialidad)
o, un gabán raído,
pues he amado.
El pienso de mis días
desparramé en las sendas;
rompí todas las tejas
de los pesebres
humanos.
De mal en peor
tildaron mi locura;
merma mi audacia,
enflaquecen mis manos dadivosas
como las mulas viejas.
¡El gabán de mi ser se va
pudriendo!
LA ÉGLOGA PROFANA
Una granja soleada. Labriegos y
cantos.
Las callejas,
banderizadas
de chicuelos reidores,
se enloquecen y disparan
de mercado a la taberna;
de una esquina a otra esquina.
Se prolongan y agachan.
Danzan
hasta el medio día;
luego abren sus bocas,
se tragan el sol;
y estiran sus brazos
tatuados de cosas
y se duermen dulcemente.
LA ALDEHUELA DE VUELTA Y MEDIA
El blusón descolorido
del gran viento
aligera a las campanas
del convento de sus pájaros de
bronce,
que se desgañitan en un débil
llanto.
Toses desesperadas
y gritos arqueados en las
chimeneas.
¡Está la aldehuela de vuelta y
media!
(Puede que el heno se pierda
sacando la lengua de sus
chirigotas
a los pobrecitos labriegos).
Gimen los mesones
un Dios mío.
¡Máscaras en la luz más intensa y
más
sorda!
Agrios soplos de la locura.
PARAGUAYA
Por las arenas rojas
se arrastraba tu olor a monte
como una sombra verde.
Se anaranjaba el bronce
enloquecido
de tu cuerpo ágil
en las manos del sol.
Reíamos de gozo.
Mordí tu piel más lisa que los
vientos.
Tus ojos
desparramaron las semillas
negras de tus miradas.
Todos los trópicos
se hicieron jugos en tu boca.
¡Los cantos de las selvas
guardáronse en tus
formas!
CENA
Cenas de mi soledad en hosco
abatimiento;
eterna como Dios, profunda de
universo,
¡He sido el más ausente: el
juntador de formas!
Cenas de mi soledad...
El sudario más frío es uno mismo.
¡Buscar y qué buscar!
¿Encrucijadas puras donde
zapatean los truenos
en un constante mediodía?
Cenas de mi soledad en hosco
abatimiento.
Pan y sal. Lamentos.
Piernas que saltan; salidas del
cortejo;
vacilación de luz que viene
abajo.
¡Extremaunción de un armonioso
herrero!
Ir; pero no ir nunca;
en algodón de olvido sumir todos
mis días.
Anuncios que se deslizan;
canción de gallos en la mañana
azul de mi esperanza
continuación de tiempos
fundamentados en dolor.
Fui un desaparecido, el más
ausente:
el juntador de formas.
Amanecer desentonado...
MEDIODIA
El sol
hace un motín sangriento.
Paisaje apisonado.
Luces malavenidas.
Paladeos chispeantes del arroyo.
Tierras blandas de lluvias
perfumadas
en que cavan las luces como
perros.
Sosiego de mediodía.
Guía de carreteras bifurcadas.
Surcos. Plantíos.
Distancias.
Todas las heredades
interrumpidas,
como en un paradero
definitivo.
Se enclavan en el sosiego los
blancos, verdes, malvas,
del suave caserío.
Distiéndese el paisaje
martirizado de luz.
Una horda de árboles dispara
sus flechas de bramidos
contra el sol-agujero
concluso,
desolación iluminada.
Perspectivas insospechadas
que lame el horizonte
sensualmente.
El silencio le ha puesto al
viento
un candado de horas.
Bocas temblonas
del río.
Señorea la luz del mediodía.
PAN NEGRO
Dedos sarmentosos,
helados y duros
del invierno!
La aldehuela
es como una rama seca.
Los mesones, las callejas,
padecen torpeza.
¡Mastican tan lentamente
las campanas!
Intimidad enfermiza
de los silencios.
Cuando llueve,
la aldehuela es un pan negro
mojado
¡Dedos sarmentosos,
helados y duros
del invierno!
Poema VI
Ha caído mi voz, mi última voz,
que aún guarda
mi nombre.
Mi voz: Pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas. Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
Mi voz: Pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas. Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
Poema VII
Roe mi frente dura
el lobo de la media noche.
Una escondida estrella arrima su sosiego.
Entre todos los soles ya se me canta aceite de
júbilos.
Siento en mis manos venir la estrella de la mañana.
Cópula
¡Nos unió la mañana con sus
risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
desnudos -rojo bronce.
El olor de la luz era sagrado:
música de horizontes,
espacio de paisajes –
rojo y bronce –
ruido de melodías,
himno de soles,
eternidad
y abismo de la dicha
en la alegría loca de los vientos.
Canciones de naranjos
en la piedad de los caminos
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!
Dicha de los abrazos y los besos;
toda la gloria de la vida
en nuestros pechos
jadeantes y ligeros;
nuestros cuerpos: auroras y ponientes
en la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo está en nuestra boca!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
desnudos -rojo bronce.
El olor de la luz era sagrado:
música de horizontes,
espacio de paisajes –
rojo y bronce –
ruido de melodías,
himno de soles,
eternidad
y abismo de la dicha
en la alegría loca de los vientos.
Canciones de naranjos
en la piedad de los caminos
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!
Dicha de los abrazos y los besos;
toda la gloria de la vida
en nuestros pechos
jadeantes y ligeros;
nuestros cuerpos: auroras y ponientes
en la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo está en nuestra boca!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario