(19 de abril de 1926, Buttle, Gotland, Suecia - 5 de mayo de 1977, Estocolmo, Suecia)
AUTOBIOGRAFÍA
(RESPUESTA A FERLINGHETTI)(1963)
Llevo una vida tranquila
todos los días en el 83 A de la Calle de la Reina.
Les soplo la nariz a mis pibes y lustro pisos
y ollas de cobre
y cocino papas y salchichas.
Llevo una vida tranquila
cerca del subte
soy una sueca
era una chica sueca
leí el libro médico debajo de la frazada
y fui miembro de la Liga Juvenil
Bautista.
Soñaba con cantar en el coro
y acompañada por una guitarra
bajo las llamas de las velas.
Soñé con cantar
con la guitarra en la fiesta de Lucia
y tenía dos discos de Alice Babs
y una campera, con cierre.
Trabajé en un café
con espejos y cerveza
y un cuchitril para cerdos en el patio.
Todavía puedo percibir el olor de las ratas
y del helado de frambuesa, y del queso
del dueño que era también un catador de leches.
Yo era una mocosa típica.
Cavaba túneles bajo la nieve.
Me sentaba bajo un manzano cuando nevaba
esperando el Día del Juicio Final.
Me vi atrapada en una choza de migrantes
a la vuelta de mi Liga Juvenil.
Tomé un curso de taquigrafía por correspondencia
y garabatié las chicas de tapa del block.
Estuve en un auto lleno de nieve
Levantando refugiados bálticos.
Hombres con los pulmones apelmazados
rogando agua.
Una mujer con un ojo colgando
como un huevo sangriento en su mejilla.
He visto niños silenciosos
en multitudes hambrientas
desde las profundidades de un asiento de cine.
Los he visto.
Soy una madre.
Estuve ahí.
Pero no sufrí
lo suficiente.
Soy una sueca.
Tengo una tarjeta de seguro de salud.
Lloro en mi cuarto.
He de morir de cáncer.
Soy formada por las circunstancias.
Conduzco una guerra conmigo misma
por ser una mujer rechazada.
¡Y tengo ciertos planes!
Tengo una hija
que debería tener un futuro.
Puede que me compre una parcela en el cementerio.
Soy tan sólo temporariamente
un utensillo usable de la casa.
Nunca cumplo una promesa.
Veo una expectativa
en mi aniñado espejo
como si tuviese que conseguir un árbol de Navidad.
Llevo una vida tranquila
en el 83 de la Calle de la Reina
a través del jardín cada día
mirando las paredes.
Pienso en mi hermana
que cuidadosamente teje manoplas para ollas en crochet
del cerebro a cuerda
de mi cuñado.
Pienso en mi hermano
que es un caníbal.
Frío mis bifes.
Lavo mis manos.
He oído el solitario llamado
de los medio-devorados en lo escabroso.
Soy la mujer.
Yo era ella.
Pero no sufrí
lo suficiente.
Me fui adentro y cerré mi puerta
me senté en mi silla confortable.
Visito las tiendas formales
donde compro mis estériles
apuntalamientos de propiedad.
He escrito poemas con pensadas
pausas y puntuaciones.
Convierto mis panes en piedras.
Me siento como si tuviese una mano atada tras mi espalda.
Me siento como si tuviese una piel muda
ajustada sobre mi cara
y fantaseo acerca de un pequeño cuchillo
entre mis dientes.
He sentido
cómo yo vomitaba mi garganta
y cómo mi lengua también se deslizaba hacia afuera
un inusable trapo de piel.
¿Dónde hallo un instrumento
para todo mi aire encerrado?
Soy un zapato sucio
en una calle demasiado atestada.
Soy un perro sin amo
repleto de persistente amor
entre indiferentes zapatos sucios.
Veo una semejanza entre yo
y las papas.
He sentido lo podrido desde adentro
en la lluvia de otoño.
He escuchado a parejas de casados
en sus colchones de goma espuma a medida
quejarse acerca de perdidas excitaciones.
Entiendo su disgusto.
He sentido caricias
pegarse como chicle.
Dormito junto a mi pequeña pileta de lona.
Espero
junto a las madres aburridas.
Y observo a sus maridos
llegando en sus VW's
sobre sus gastadas cubiertas.
Usan brillosas camisas de nylon
y pequeños almohadones de cuero detrás.
Tienen cronómetros a prueba-de-idiotas
y aspectos llenos de carne muerta
y yo lo siento
en mi propia carcomida cara.
Llevo una vida tranquila
leyendo homenajes a la existencia
por alguien que no ha sufrido lo suficiente.
Mastico mis propias bromas.
Lucho con mi dura piel.
Yo era el patito feo
que nunca se transformó en cisne.
¿Tenía yo un par de alas entonces?
Siento los efectos secundarios de las quemazones.
Acaricio mi pobre joroba.
Trato de encontrar mi pequeño cuchillo
hace mucho tiempo arruinado por el óxido
y aplastado por pies en el pasto amarillo.
LA CUESTIÓN MATRIMONIAL
Ser esclava de Hombre Blanco.
Hombre Blanco ser benévolo a veces, sí, sí
pasa el aspirador y juega a la baraja
con los niños los días de Fiesta.
Hombre Blanco no tolerar descuidos
y blasfemar con palabras terribles
muchos días.
Hombre Blanco no tolerar descuidos.
Hombre Blanco no aguantar Comida frita.
Hombre Blanco no tolerar frase Tonta.
Hombre Blanco tener gran ataque de nervios
tropezar botas de los niños.
Ser esclava de Hombre Blanco.
Parir hijos de Otro Hombre.
Parir hijos de Hombre Blanco.
Hombre Blanco ocuparse de todo
mantener todos los niños.
Jamás poder pagar Gran Deuda
a Hombre Blanco.
Hombre Blanco ganar Dinero en su Trabajo.
Hombre Blanco comprar Cosas.
Hombre Blanco comprar esposa.
Esposa fregar platos.
Esposa lavar ropa sucia.
Esposa ocuparse basuras.
Ser esclava de Hombre Blanco.
¿Hombre Blanco pensar muchos Pensamientos volverse loco?
Ser esclava de Hombre Blanco.
¿Hombre Blanco emborracharse romper Cosas?
Ser esclava de Hombre Blanco.
¿Hombre Blanco cansarse viejos pechos viejo vientre?
¿Hombre blanco cansarse vieja esposa
mandarla al Infierno?
¿Hombre Blanco cansarse hijos de Otro Hombre?
Ser esclava de Hombre Blanco.
Arrastrarse de rodillas
mendigar
ser esclava de Hombre Blanco
De Husfrid, 1963
Poesía Sueca contemporánea
Ediciones Litoral/Unesco
UNA CARTA
¡Hasse!
¡Hans Evert!
¿Te acuerdas de
mí?
No fui tu primera chica
claro
pero tu fuiste
mi primer chico.
Ibas constantemente en la bici, una Rambler,
y llevabas la
gorra en la nuca
y yo iba en la
barra con mi abrigo rojo
y a veces en la
parrilla.
Una tarde nos caímos en la cuneta.
Qué canciones cantabas.
Ya entonces eran
viejas:
“A casa de mi chica
tarde o temprano
me lleva el
camino
a casa de mi
chica
que escribe
que me quiere”
aún oigo tu voz
con precisión:
azafrán y canela
y unos granos de mostaza
y tú desafinabas
un poquito en todos los tonos.
Tu hermana estaba gorda y se llamaba Jenny
Cuando empezamos tú tenías 17 años y yo —
no, no me atrevo
a decirlo.
Podrías acabar
en la cárcel.
Tú estabas siempre bronceado por el sol.
Luego llegó la movilización.
¿Recuerdas aquella cabaña de la orilla del lago azul
con el gallo y
el gato y los abedules?
Imagínate que viviésemos allí ahora.
Yo hubiese tenido un montón de críos
que se lavarían
en una palangana
en la cómoda
antes de ir a la
catequesis dominical.
Tu hermana, la gorda Jenny,
hubiese sido mi cuñada.
Pero no hubiese tenido suegra.
Tu padre la había matado de un tiro
y luego se había
cortado el cuello
con una navaja
de afeitar.
Una vez me enseñaste una foto de ellos.
A veces te emborrachabas un poco.
Entonces ponías
en el manillar
ramilletes de
jazmín
o ramitas de
peral en flor.
Una vez te lo hiciste
con otra chica.
Cuando enloqueció tu padre te escondiste en un
armario.
Él también había
pensado matar a tiros a los hijos.
Yo mentía todas las noches.
Nunca había mentido antes.
Cuando mentía hacía como
si yo no fuese
yo.
Simulaba que era un sueño.
Pretendía que ni siquiera era yo
la que soñaba.
Mi madre tenía un olor ligeramente acídulo.
Se le había
caído el pelo.
Ella lloraba
y yo también
lloraba convulsivamente
aunque sólo era un sueño,
y aunque tampoco
era yo la que soñaba.
Todos los días eran un solo sueño.
Una noche mi madre se sentó con abrigo y sombrero.
Imagínate que lo hubiesen hecho,
quiero decir si
me hubiesen echado de casa.
Imagínate, yo que
lloraba reclamando a mi madre
desesperadamente
cuando sólo llevaba una semana en casa de la prima Ruth.
Tú eras bueno con los niños.
Y no quiero
decir nada irónico.
Yo no era un
niño.
Tú eras muy bueno con los hijos del campesino.
Tú eras también
bueno con la vieja señora de la
limpieza.
La gente decía
que eras bueno con los hijos del
campesino
y con la vieja
señora.
“Un saludo con el viento quiero yo enviar
a mi padre y a
mi madre y la chica de mi lugar”
Cuando cantabas te subía y bajaba la nuez.
Tú padre llevaba mucho tiempo sin levantarse,
paralítico,
creo que a raíz
de un accidente.
Tu madre estaba muy guapa en la foto.
Luego estalló la guerra
y durante varios
años
no fui la chica
de nadie en particular.
Durante algunos años no mentí nunca.
Más adelante te hiciste de los de Pentecostés
y te casaste,
bastante rico
con una chica,
con finca, también de Pentecostés.
Te encontré una vez.
Le habías pedido perdón a Dios, dijiste.
Me sonó bastante
estúpido.
Sabía que me
deseabas.
¿Cuántos años puedes tener ahora?
¿45?
¿Sigues en la congregación redimido?
¿Crees que tu
padre estará en el infierno?
¿Hueles todavía un poco a caballo?
Aunque seguramente tendréis tractor.
Sonja Åkesson- Suecia
Traducción: Francisco J. Úriz
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