martes, 15 de abril de 2025

POEMAS DE CÉSAR VALLEJO –RECORDANDO SU MUERTE-



PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.

Me moriré en París -y no me corro-

tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso

estos versos, los húmeros me he puesto

a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,

con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban

todos sin que él les haga nada;

le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos

los días jueves y los huesos húmeros,

la soledad, la lluvia, los caminos...

 

 

ESPERGESIA

Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,

que soy malo; y no saben

del diciembre de ese enero.

Pues yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío

en mi aire metafísico

que nadie ha de palpar:

el claustro de un silencio

que habló a flor de fuego.

Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...

Bueno. Y que no me vaya

sin llevar diciembres,

sin dejar eneros.

Pues yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,

que mastico... Y no saben

por qué en mi verso chirrían,

oscuro sinsabor de féretro,

luyidos vientos

desenroscados de la Esfinge

preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben

que la luz es tísica,

y la Sombra gorda...

Y no saben que el Misterio sintetiza...

que él es la joroba

musical y triste que a distancia denuncia

el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo,

grave.

 

 

EL PAN NUESTRO

Para Alejandro Gamboa

Se bebe el desayuno... Húmeda tierra

de cementerio huele a sangre amada.

Ciudad de invierno... La mordaz cruzada

de una carreta que arrastrar parece

una emoción de ayuno encadenada!

Se quisiera tocar todas las puertas,

y preguntar por no sé quién; y luego

ver a los pobres, y, llorando quedos,

dar pedacitos de pan fresco a todos.

Y saquear a los ricos sus viñedos

con las dos manos santas

que a un golpe de luz

volaron desclavadas de la Cruz!

Pestaña matinal, no os levantéis!

El pan nuestro de cada día dánoslo,

Señor. . .

Todos mis huesos son ajenos;

yo tal vez los robé!

Yo vine a darme lo que acaso estuvo

asignado para otro;

y pienso que, si no hubiera nacido,

otro pobre tomara este café!

Yo soy un mal ladrón. . . A dónde iré

Y en esta hora fría, en que la tierra

trasciende a polvo humano y es tan triste,

quisiera yo tocar todas las puertas,

y suplicar a no sé quién, perdón,

y hacerle pedacitos de pan fresco

aquí, en el horno de mi corazón . . .

 

 

DESNUDO EN BARRO

Como horribles batracios a la atmósfera,

suben visajes lúgubres al labio.

Por el Sahara azul de la Substancia

camina un verso gris, un dromedario.

Fosforece un mohín de sueños crueles.

Y el ciego que murió lleno de voces

de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,

al crudísimo día de ser hombre.

Las. Horas van febriles, y en los ángulos

abortan rubios siglos de ventura.

Quién tira tanto el hilo; quién descuelga

sin piedad nuestros nervios,

cordeles ya gastados, a la tumba?

Amor! Y tú también. Pedradas negras

se engendran en tu máscara y la rompen.

La tumba es todavía

un sexo de mujer que atrae al hombre!

 

 

CAPITULACIÓN

Anoche, unos abriles granas capitularon

ante mis mayos desarmados de juventud;

los marfiles histéricos de su beso me hallaron

muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.

Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron

una tarde amaranto que dije un canto a sus

cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron

las dos lenguas de sus senos abrasadas de sed.

Pobre trigueña aquella; pobres sus armas; pobres

sus velas cremas que iban al tope en las salobres

espumas de un marmuerto. Vencedora y vencida,

se quedó pensativa y ojerosa y granate.

Yo me partí de aurora. Y desde aquel combate,

de noche entran dos sierpes esclavas a mi vida.

 

 

LÍNEAS

Cada cinta de fuego

que, en busca del Amor,

arrojo y vibra en rosas lamentables,

me da a luz el sepelio de una víspera.

Yo no sé si el redoble en que lo busco,

será jadear de roca,

o perenne nacer de corazón.

Hay tendida hacia el fondo de los seres,

un eje ultranervioso, honda plomada.

La hebra del destino!

Amor desviará tal ley de vida,

hacia la voz del Hombre;

y nos dará la libertad suprema

en transubstanciación azul, virtuosa,

contra lo ciego y lo fatal..

Que en cada cifra lata,.

recluso en albas frágiles,

el Jesús aún mejor de otra gran Yema!

Y después... La otra línea...

Un Bautista que aguaita, aguaita, aguaita...

Y, cabalgando en intangible curva,

un pie bañado en púrpura.

 

 

AMOR PROHIBIDO

Subes centelleante de labios y ojeras!

Por tus venas subo, como un can herido

que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!

Mi beso es la punta chispeante del cuerno

del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu es el horópter que pasa

puro en su blasfemia!

El corazón que engendra al cerebro

que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.

Platónico estambre

que existe en el cáliz donde tu alma existe!

Algún penitente silencio siniestro?

Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!

. . . Y saber que donde no hay un Padrenuestro,

el Amor es un Cristo pecador!

 

 

LA CENA MISERABLE

Hasta cuándo estaremos esperando lo que

no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos

nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo

la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones

por haber padecido!...

Ya nos hemos sentado

mucho a la mesa, con la amargura de un niño

que a media noche, llora de hambre, desvelado...

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde

de una mañana eterna, desayunados todos!

Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde

yo nunca dije que me trajeran.

De codos

todo bañado en llanto, repito cabizbajo

y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,

y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara

de amarga esencia humana, la tumba...

Y menos sabe

ese oscuro hasta cuándo la cena durará!

 

 

ENCAJES DE FIEBRE

Por los cuadros de santos en el muro colgados

mis pupilas, arrastran un layl de anochecer;

y en un temblor de fiebre, con los brazos cruzados,

mi ser recibe vaga visita del Noser;

Una mosca llorona en los muebles cansados

yo no sé qué leyenda fatal quiere verter

una ilusión de Orientes que fugan asaltados;

un nido azul de alondras que mueren al nacer.

 

 

PAGANA

Ir muriendo y cantando. Y bautizar la sombra

con sangre babilónica de noble gladiador.

Y rubricar los cuneiformes de la áurea alfombra

con la pluma del ruiseñor y la tinta azul del dolor.

¿La Vida? Hembra proteica. Contemplarla asustada

escaparse en sus velos, infiel, falsa Judith;

verla desde la herida, y asirla en la mirada,

incrustando un capricho de cera en un rubí.

Mosto de Babilonia, Holofernes, sin tropas,.

en el árbol cristiano yo colgué mi nidal;

la viña redentora negó amor a mis copas;

Judith, la vida aleve, sesgó su cuerpo hostial.

Tal un festín pagano. Y amarla hasta en la muerte,

mientras las venas siembran rojas perlas de mal;

y así volverse al polvo, conquistador sin suerte,

dejando miles de ojos de sangre en el puñal.

 

 

CAPITULACIÓN

Anoche, unos abriles granas capitularon

ante mis mayos desarmados de juventud;

los marfiles histéricos de su beso me hallaron

muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.

Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron

una tarde amaranto que dije un canto a sus

cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron

las dos lenguas de sus senos abrasadas de sed.

Pobre trigueña aquella; pobres sus armas; pobres

sus velas cremas que iban al tope en las salobres

espumas de un marmuerto. Vencedora y vencida,

se quedó pensativa y ojerosa y granate.

Yo me partí de aurora. Y desde aquel combate,

de noche entran dos sierpes esclavas a mi vida.

 

 

EL POETA A SU AMADA

Amada, en esta noche tú te has sacrificado

sobre los dos maderos curvados de mi beso;

y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,

y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.

En esta noche rara que tanto me has mirado,

la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso

En esta noche de setiembre se ha oficiado

mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;

se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;

y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;

ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura

los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

 

 

LOS ANILLOS FATIGADOS

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,

y hay ganas de morir, combatido por dos

aguas encontradas que jamás han de istmarse.

Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,

que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,

suicida!

Hay ganas de. . . no tener ganas. Señor;

a ti yo te señalo con el dedo deicida:

hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,

curvado en tiempo, se repite, y pasa, pasa

a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando, las sienes tocan su lúgubre. tambor,

cuando me duele el sueño grabado en un puñal,

hay ganas de quedarse plantado en este verso!

 

 

LA COPA NEGRA

La noche es una copa de mal. Un silbo agudo

del guardia la atraviesa, cual vibrante alfiler.

Oye, tú, mujerzuela, ¿cómo, si ya te fuiste,

la onda aún es negra y me hace aún arder?

La Tierra tiene bordes de féretro en la sombra.

Oye, tú, mujerzuela, no vayas a volver.

A carne nada, nada

en la copa de sombra que me hace aún doler;

mi carne nada en ella,

como en un pantanoso corazón de mujer.

Ascua astral... He sentido

secos roces de arcilla

sobre mi loto diáfano caer.

Ah, mujer! Por ti existe

la carne hecha de instinto. Ah mujer!

Por eso ¡oh, negro cáliz! aun cuando ya te fuiste,

me ahogo con el polvo;

y piafan en mis carnes más ganas de beber!

 

 

ÁGAPE

Hoy no ha venido nadie a preguntar;

ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio

en tan alegre procesión de luces.

Perdóname, Señor: qué poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan

sin preguntarme ni pedirme nada.

Y no sé qué se olvidan y se queda

mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,

y me da ganas de gritar a todos:

Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,

yo no sé con qué puertas dan a un rostro,

y algo ajeno se toma el alma mía.

Hoy no ha venido nadie;

y hoy he muerto qué poco en esta tarde!

 

 

LA VOZ DEL ESPEJO

Así pasa la vida, como raro espejismo.

La rosa azul que alumbra y da el ser al cardo!

junto al dogma del fardo

matador, el sofisma del Bien y, la Razón!

Se ha cogido, al acaso, lo que rozó la mano;

los perfumes volaron, y entre ellos se ha sentido

el moho que a mitad de la ruta ha crecido

en el manzano seco de la muerta Ilusión.

Así pasa la vida,

con cánticos aleves de agostada bacante.

Yo voy todo azorado, adelante. . ., adelante,

rezongando mi marcha funeral.

Van al pie de brahmánicos elefantes reales,

y al sórdido abejeo de un hervor mercurial

parejas que alzan brindis esculpidos en roca

y olvidados crepúsculos una cruz en la boca.

Así pasa la vida, vasta orquesta de Esfinges

que arrojan al vacío su marcha funeral.

Tomado de:

https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_V/VALLEJO/COMPLETA.pdf&ved=2ahUKEwiH8fH9wNqMAxUyRjABHTMTJzcQFnoECHkQAQ&usg=AOvVaw3FEB5BCYvQSs0YtPrMWhth

 

 

Absoluta

 

Color de ropa antigua. Un julio a sombra,

y un agosto recién segado. Y una

mano de agua que injertó en el pino

resinoso de un tedio malas frutas.

 

Ahora que has anclado, oscura ropa,

tornas rociada de un suntuoso olor

a tiempo, a abreviación... Y he cantado

el proclive festín que se volcó.

 

Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte,

contra el límite, contra lo que acaba?

¡Ay, la llaga en color de ropa antigua,

cómo se entreabre y huele a miel quemada!

 

¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno

por todos!

¡Amor contra el espacio y contra el tiempo!

Un latido único de corazón;

un solo ritmo: ¡Dios!

 

Y al encogerse de hombros los linderos

en un bronco desdén irreductible,

hay un riego de sierpes

en la doncella plenitud del 1.

¡Una arruga, una sombra!

 

 

Altura y pelos

 

¿Quién no tiene su vestido azul?

¿Quién no almuerza y no toma el tranvía,

con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo?

¡Yo que tan sólo he nacido!

¡Yo que tan sólo he nacido!

 

¿Quién no escribe una carta?

¿Quién no habla de un asunto muy importante,

muriendo de costumbre y llorando de oído?

¡Yo que solamente he nacido!

¡Yo que solamente he nacido!

 

¿Quién no se llama Carlos o cualquier otra cosa?

¿Quién al gato no dice gato gato?

¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!

¡Ay! ¡yo que sólo he nacido solamente!

 

 

¡Cuídate, España, de tu propia España!

 

¡Cuídate, España, de tu propia España!

¡Cuídate de la hoz sin el martillo,

cuídate del martillo sin la hoz!

¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,

del verdugo a pesar suyo

y del indiferente a pesar suyo!

¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,

negárate tres veces,

y del que te negó, después, tres veces!

¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,

y de las tibias sin las calaveras!

¡Cuídate de los nuevos poderosos!

¡Cuídate del que come tus cadáveres,

del que devora muertos a tus vivos!

¡Cuídate del leal ciento por ciento!

¡Cuídate del cielo más acá del aire

y cuídate del aire más allá del cielo!

¡Cuídate de los que te aman!

¡Cuídate de tus héroes!

¡Cuídate de tus muertos!

¡Cuídate de la República!

¡Cuídate del futuro!...

 

 

Avestruz

 

Melancolía, saca tu dulce pico ya;

no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.

Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales

la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!

 

No acabes el maná de mujer que ha bajado;

yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,

mañana que no tenga yo a quién volver los ojos,

cuando abra su gran O de burla el ataúd.

 

Mi corazón es tiesto regado de amargura;

hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él...

Melancolía, deja de secarme la vida,

y desnuda tu labio de mujer...!

Tomado de:

http://amediavoz.com/vallejo.htm

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