La gran ciudad
La diosa gran ciudad nos escupió
a este desordenado mar de piedra.
Tragamos su aliento,
pero luego nos abandonó.
La puta gran ciudad nos hizo un guiño con el ojo,
entre sus brazos suaves y perecederos
renqueamos de placer y pesar
y no quisimos compasión alguna.
La madre gran ciudad es dulce y clemente con
nosotros
y cuando estamos vacíos y fatigados
nos toma en su regazo gris.
¡Y el viento silbará eternamente sobre nosotros!
Afuera
La ventana nos hace decir "afuera"
pues nosotros mismos estamos dentro.
Con pavor se habrá de preguntar hacia afuera,
porque allá se encuentra el viento.
Los faroles se han alzado
un centenar de negras noches
y tarde, poco después de las diez,
cuando unos quieren dormir,
la calle se torna de una clara palidez
y en silencio se distingue de entre un torrente
de suspiros de roca y cristal.
Ahora nuestra sangre es
la que fluye con estrépito,
el viento detiene su paso al bailar,
a veces permanece quieto
como si estuviese escuchando.
Y por mucho tiempo los faroles
nos acompañan a través de los sueños.
En la ventana de una taberna a la orilla del lago
Steinhuder
(De camino a casa en 1945)
Lentas se cierran las flores del manzano
al canto nocturno de la dulce garganta del pájaro.
Las ranas se apiñan al pie de la pasarela.
Una abeja arrulla al día con su zumbido,
sólo mi alma sigue en camino.
La calle anhela la ciudad próxima
donde de noche la vida continúa resplandeciendo,
pues allí hay todavía corazones latiendo.
Aquel que aún no tenga un hogar,
cuando lo asalte la noche,
seguirá preguntando:
¿Por qué las flores no están tristes?
¿Por qué los pájaros nunca lloran?
¿y si acaso también la luna estará fatigada?
Y entonces en medio del silencio el viento
se compadecerá de él,
hasta que entre sus sueños se olvide del mundo.
Sueño de faroles
Cuando muera
quisiera ser por lo menos
un farol que esté ante tu puerta
para cubrir de luz
la pálida noche.
O en el puerto,
donde los grandes barcos duermen
y las jovencitas se ríen,
haría de guardia
en un estrecho y sucio canal,
y al caminante solitario guiñaría un ojo.
En una calle angosta
quisiera estar colgado
frente a una taberna
como farol de hojalata rojo
y oscilar entre los pensamientos
al viento nocturno
con sus cantos.
O ser uno al que un niño
de ojos desorbitados enciende
al descubrir asustado
que se encuentra solo y el viento
grita a través de las ventilas
mientras afuera los sueños deambulan.
Sí, quisiera ser por lo menos
cuando muera
un farol
que solitario por la noche,
cuando todo en el mundo esté durmiendo,
converse con la luna,
por supuesto de tú.
La luna miente
(Moabit)
La luna pinta un dibujo grotesco en el muro.
¿Grotesco? Un cuadrado claro, algo torcido,
trazado con un montón
de oscuras y delgadas líneas.
¿Una red de pescar? ¿Una tela de araña?
¡Pero, ay!, mis pestañas tiemblan
si levanto los ojos hacia la ventana:
¡Está enrejada!
Tomado de:
https://www.uam.mx/difusion/revista/feb2001/corchado.html
De entonces sólo hay una cosa que hacer.
Tú. Hombre en la máquina y el hombre en el taller.
Si te ordenan mañana que dejes de hacer pipas de agua y cocinas en macetas - y
empieces a hacer cascos y ametralladoras, entonces sólo hay una cosa que hacer:
Di NO.
Tú. Chica detrás del mostrador y chica en la
oficina. Si te ordenan mañana que llene granadas de mano y montes alcances en
rifles de francotirador, entonces sólo hay una cosa que hacer:
Di NO.
Tú. Dueño de la fábrica. Si te ordenan mañana,
para vender polvo de pistola en lugar de talco en polvo y cacao, entonces sólo
hay una cosa que hacer:
Di NO.
Tú. Investigador en el laboratorio. Si te ordenan
mañana, para inventar una nueva muerte para acabar con la vida vieja, entonces
sólo hay una cosa que hacer:
Di NO.
Tú. Poeta en tu habitación. Si te ordenan mañana
no cantar canciones de amor, sino canciones de odio, entonces sólo hay una cosa
que hacer:
Di NO.
Tomado de:
https://i12bent.tumblr.com/post/110540215/you-man-at-the-machine-and-man-in-the-workshop

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