viernes, 25 de abril de 2025

POEMAS DE PEDRO MAIRAL


TAN LEJOS DE LOS DIOSES

 

El hombre, tan omnívoro y callado,

metiéndose en la ropa, atravesando

hileras de botones que se abren

o patíbulos, puertas o tristezas,

bajando en ascensores al invierno,

bostezando, subiendo a colectivos

que pegan coletazos de colores

en todas las esquinas, detestando,

viajando entre sus prójimos lejanos,

tan frágil, vertical, embotellado,

tan buscador, tan lejos de los dioses,

trasnochado mamífero embustero

que emana de la boca de los subtes,

que fuma, tan mendigo del asombro,

tan rey cuando le lustran los zapatos,

tan peatonal y bípedo sin cielo,

regresando con tráfico en las venas,

cautivo en geometrías y bullicio,

soñando alcantarillas, despertando.

Tan asfáltico, el hombre, tan urbano.

 

 

LA ESPERA

 

El tiempo se ha trabado en la herrumbre de mi espera.

La vertical del sol

sin una sola sombra.

Las ansias en el toro que no embiste:

las cuatro patas negras

clavadas en la arena.

Los siglos que ya lleva

sin parpadear la esfinge.

El David sepultado en la cantera

esperando que llegue Miguel Angel.

Calma chicha en un lago de la puna,

el indio masca coca allí en la proa,

la vela desmayada cuelga inerte,

el agua como un vidrio.

Los soldados aqueos respirando

en lo oscuro del vientre del caballo.

El áspero silencio que da el disco

cuando va a comenzar la sinfonía.

Sombreros en el aire.

Un picaporte inmóvil.

El invierno goteando en el pasillo.

El tiempo de las grutas y los zapatos huecos.

Los gestos detenidos en los cuadros.

Y esperarte en esta mesa yerma,

esperar a que se abra aquella puerta

para que entres y gire el engranaje

y entonces sople el viento, embista el toro,

recobren el aliento las estatuas,

y en los cuadros la vida continúe

y caigan los sombreros

y la lluvia,

y el tiempo se destrabe con su música.

 

 

PABLO PICASSO

 

bebo mi sangre y pinto

pero antes bebo mi sangre

roja como la sangre de los toros

como la sangre de las pálidas doncellas

baba roja el cielo rojo

la sangre de los toros de mi sangre

las doncellas de mi sangre

la roja sangre entre los muslos

de la doncella violada por el toro

babeada por el toro

la baba del recuerdo de la doncella

la baba roja todo me bebo

la doncella velando al toro muerto

la doncella galopando sobre el toro

el toro bebiendo de la melena

de la doncella dormida

el sueño rojo el poema rojo todo me bebo

baja por la garganta

el toro con sombra de doncella

la doncella con sombra de toro

soy toro

doncella

sombra de la sangre de la doncella del toro

una doncella negra un toro pálido

sombra roja que me bebo

el toro pariendo una doncella

la doncella devorándose al toro

una doncella atorada en la garganta

un toro adoncellado en la sangre todo me bebo

todo

doncella y toro y pinto

después pinto

cesa la copa la sangre

doncella con menstruaciones de toro

toro con cornadas de doncella

las dos cosas en mí

doncella y toro

 

 

DESDE EL CAFÉ

 

Revuelvo mi café

y le doy fuerza al día con lentas espirales.

Se echan a andar las horas

desde ese sol formado en el impulso.

Gira la espuma tibia del alba de las calles,

gira el amplio fragor en la mañana,

doblan los colectivos de colores

que viajan hacia el centro

del negro remolino,

rodean el azúcar y las plazas,

toman la curva, suben las mujeres

con sus ojos enormes y se bajan

perdiéndose en la rueda de los vientos.

Se desenrosca así la madrugada,

desde la taza arranca

para mezclar las vidas,

los pálidos oficios que pesan en las manos

por la ciudad redonda, gira y gira

y la espiral se expande

desde el café, la luz del movimiento

que enreda la jornada

da vueltas alejando la sombra de la tierra,

hace rodar los astros,

un gesto circular

que inicia la torsión del universo,

revolver el café, dar cuerda a la galaxia.

¿Acaso la cuchara de Dios indiferente

gira en el zumo oscuro del espacio?

Tomado de:

https://pedromairal.com/tigre-como-los-pajaros-2/

 

 

CUANDO LA LENGUA ECLIPSA

 

Cuando la lengua eclipsa este presente,

cuando cubre las cosas

con un color grisáceo y nominal,

hay un ácido al fondo de la experiencia fresca,

porque es aquí y ahora pero en el verbo rancio,

en la estructura fúnebre del habla.

 

La fronda del verano, el aire inédito

atraviesan el viejo pulmón occidental.

La vida inaugurada,

el sol contemporáneo vistos siempre

con el anteojo fijo, mortal, judeocristiano;

o el transcurrir adánico, las moscas,

todo cautivo en este latín erosionado.

El colibrí veloz entorpecido

por este carromato colonial

que rueda lentamente en sus vocales,

esta siesta sintáctica en el polvo del aire castellano.

 

El cansancio de la filología

espanta la inocencia de esta luz,

agrava los objetos, va imponiendo

la herencia de las manos sobre el tacto,

el andamiaje helénico a los vientos,

fuerza a la sangre a andar en su adjetivo,

a la noche a estrellarse acordemente

con su cosmogonía.

 

Cayendo como un párpado, el imperio

cae en la voz, ahora, mientras digo

la arena de la piedra de mi nombre.

 

 

UN DURAZNO

 

Morder el verano,

morder el sol entero

por 1,80 el kilo.

Este durazno recién llegado a casa

fue apenas sueño de árbol escondido

alentado por el fertilizante,

después fue flor y fruto verde solo

protegido de plagas y de heladas

por cinco pesticidas,

engordado por lluvias y riego por goteo,

cosechado por Pablo Luis Ojeda

oriundo de Río Negro

que tumba en un colchón de gomaespuma

su cuerpo dolorido cada noche.

Cargado en un camión que avanza bajo el cielo

maduró este durazno con el viaje,

después llegó al mercado,

atravesó las mafias,

fue a parar a una cámara de frío

que le fijó el color

y lo detuvo durante cuatro meses

cerca de San Cristóbal

hasta que lo compró Supermercados Disco,

y lo llevó a la sucursal 14

sector verdulería de autoservice

donde yo lo elegí, lo embolsé, lo hice pesar

lo tiré en el carrito

al lado del pan Fargo, las pechugas,

junto al Skip Intelligent y el queso,

lo llevé hasta la caja, le leyeron

su código de barras,

lo pagué, lo reembolsé con nailon,

lo traje caminando hasta mi casa

cruzando la avenida,

bordeando el hospital,

entre ciegos, cirujas, policías,

lo subí en ascensor

y llegó a la mesada de mármol sin golpearse.

Entonces lo libré de las dos bolsas,

le lavé el pesticida en la canilla,

le lavé todo el cansancio del camión, el humo,

la noche de las manos de Pablo Luis Ojeda,

le saqué la etiqueta de la marca

y lo mordí con ganas de matarlo,

lo asesiné con dientes, mandíbulas y lengua

y a pesar de la química, de la distancia muerta,

a pesar de la larga cadena intermediaria,

me encontré allá en el fondo de su sueño amarillo

con esa flor primera que perfumaba el viento.

 

 

PELUQUERÍA

 

En la luz del espejo

le están cortando el pelo al que yo soy.

La gran tijera que recorta el día

roza la yugular, roza la nuca

con el frío metálico de un arma;

y el que yo soy me mira porque sabe,

porque tiene al revés el corazón.

La voz del locutor

anuncia una jugada peligrosa,

el peluquero mira a la pantalla,

(su equipo va perdiendo)

me hace una pregunta,

yo me miro decir que no me gusta el fútbol,

miro cómo me crecen las orejas

y en el humor helado, la tijera

me susurra su tajo.

 

 

LA MARIPOSA

 

En la ropa colgada, en el yuyal,

atrás de los galpones y la siesta

vuela una mariposa de sangre.

A pique las cigarras

desploman todo el sol dentro un balde.

Sólo la mariposa

escapa a lo monótono que cae.

En el calor volteado

sólo su brillo flota.

Un latido posado sobre un pasto,

las alas encendidas en el aire,

en torno a la humildad de las gallinas,

arriba en el verano,

abajo en la extensión de la culebra,

la brasa de sus solamente alas

circunda las camisas.

Con liviandad de soplo

vuela la mariposa en el cansancio,

vuela con su color de sangre que aliviana

el sueño de las sábanas mojadas.

Todo cae en la siesta.

Salvo la mariposa.

 

 

SUPERMARKET SPRING

 

ella duerme profunda, embarazada

vinculada a los ciclos naturales

a los astros del nacimiento eterno

gira en la luz nocturna de la fertilidad

flota en el mundo, etc

yo no puedo dormir tan planetariamente

tan cíclico y preñado

tan alumbrado y hermoso

tan plácido y redondo

yo soy el expulsado

silencioso en la sombra artificial

en la mediocridad de los productos

los impuestos sanguíneos

la angustia existencial del noticiero

medio enfermo sin perro y sin hermano

deambulo por la casa voy al baño

certifico mi insomnio en el espejo

giro solo en el plano de tres ambientes amplios

con balcón a la calle y lavadero

me siento en la penumbra

entre las lucecitas que titilan

mensajes ceros verdes luces rojas

a.m. stand-by power

una constelación

mis electrodomésticas estrellas

mi primavera de supermercado

mi infancia de ascensor

no crezco no muero

no tengo luz adentro

no voy a ningún lado

respiro en el sonido de la noche

rodeado de taxistas floristas policías

kiosqueros vendedores ambulantes

mozos repartidores carteristas

todos los expulsados a la acidez nocturna

la avenida vacía

la masculinidad y sus desiertos

 

 

LA AURORITA

 

Invierno en la avenida Juan B. Justo

y el viejo pedaleando en la Aurorita

rosada de la nena.

Un pullover y otro y camiseta,

la campera del Shopping Abasto está muy cara,

la motito alemana está muy cara,

la bici con seis cambios japonesa

también y las monedas

no son para ir en micro

sino para el puchero y al destino

hay que llegar igual.

Si caminando es lejos

entonces en la bici rosada de la nena.

Después de veinte años de baulera

vuelve a salir al viento.

Las ruedas chiquititas recién resucitadas.

No hay más vueltas manzana por el barrio,

no hay más chocolatines los domingos,

ahora no es juguete sino tracción a sangre,

segunda vida útil de transporte,

reciclado biciclo, tempranito,

la aurora de otros tiempos,

la infancia convertida en desencanto,

la nena limpia baños en Miami

y el padre, el inmigrante,

pelado y jubilado,

trepado a la Aurorita,

se aleja pedaleando.

Tomado de:

https://pedromairal.blogspot.com/2006/06/8-poemas-de-consumidor-final.html

 

 

Aguas vivas

 

En la fila del banco

para atenuar la espera y el silencio,

los clientes miramos el fondo azul del mar

por un televisor colgado al techo:

es un documental sobre aguas vivas,

medusas de gelatina

bailando en el cobalto de las profundidades,

los violáceos tentáculos ardientes

flameando como crines en el sueño,

traslúcidas se mueven en conjunto,

se expanden y contraen

en su elegante nado,

se dejan arrastrar por las corrientes.

Es su turno, señora,

le digo y me arrepiento

porque ella justo estaba sonriendo,

mirando la pantalla.

Con un solo tirón

la traje desde el fondo del océano

hasta la tierra firme y sus impuestos,

la devolví a sí misma

con su pañuelo verde en la cabeza,

la devolví a su edad, su guerra contra el tiempo,

su maquillaje espeso y pantalones.

De vuelta en el oxígeno vigente

la señora se acerca hasta la caja

y olvidada de las profundidades,

paga las aguas muertas y argentinas

con fondos personales.

 

 

La fauna embalsamada

 

¿esto es un poema?

¿estar a oscuras sin dormir

puede ser un poema?

¿si no hay nada

puede haber un poema?

¿si digo que respiro en este cubo negro,

no es algo ya? ¿no es demasiado?

¿no es mucho más que esto en realidad?

busco un silencio quieto entre paredes

una sola palabra de penumbra

cualquiera menos noche

porque noche está solo permitida

a los poetas cósmicos

yo me refiero a este apagón del verbo

la boca ciega en la sombra de este miércoles

yo fui —yo quise ser— poeta natural, poeta cósmico

pero soy un poeta de edificio

poeta de ascensor

y no quiero dormir

quiero estar acostado sin luz en las palabras

por ejemplo:

¿adónde están las manos

de esta pregunta?

¿cómo es un poema en un departamento a oscuras?

yo que llamaba mulata, yegua de tinta a la noche

¿adónde voy a ir?

¿qué voy a hacer con mi fauna embalsamada

a las doce menos cuarto sin imagen

a tientas por el verbo del piso seis sin sueño?

vendo o alquilo mi fiel cosmogonía,

cambio sistema solar

por dos palabras ciertas

que consigan decir toda mi sombra.

Tomado de:

https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2019/11/three-poems-pedro-mairal/

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