TAN LEJOS DE LOS DIOSES
El hombre, tan omnívoro y callado,
metiéndose en la ropa, atravesando
hileras de botones que se abren
o patíbulos, puertas o tristezas,
bajando en ascensores al invierno,
bostezando, subiendo a colectivos
que pegan coletazos de colores
en todas las esquinas, detestando,
viajando entre sus prójimos lejanos,
tan frágil, vertical, embotellado,
tan buscador, tan lejos de los dioses,
trasnochado mamífero embustero
que emana de la boca de los subtes,
que fuma, tan mendigo del asombro,
tan rey cuando le lustran los zapatos,
tan peatonal y bípedo sin cielo,
regresando con tráfico en las venas,
cautivo en geometrías y bullicio,
soñando alcantarillas, despertando.
Tan asfáltico, el hombre, tan urbano.
LA ESPERA
El tiempo se ha trabado en la herrumbre de mi
espera.
La vertical del sol
sin una sola sombra.
Las ansias en el toro que no embiste:
las cuatro patas negras
clavadas en la arena.
Los siglos que ya lleva
sin parpadear la esfinge.
El David sepultado en la cantera
esperando que llegue Miguel Angel.
Calma chicha en un lago de la puna,
el indio masca coca allí en la proa,
la vela desmayada cuelga inerte,
el agua como un vidrio.
Los soldados aqueos respirando
en lo oscuro del vientre del caballo.
El áspero silencio que da el disco
cuando va a comenzar la sinfonía.
Sombreros en el aire.
Un picaporte inmóvil.
El invierno goteando en el pasillo.
El tiempo de las grutas y los zapatos huecos.
Los gestos detenidos en los cuadros.
Y esperarte en esta mesa yerma,
esperar a que se abra aquella puerta
para que entres y gire el engranaje
y entonces sople el viento, embista el toro,
recobren el aliento las estatuas,
y en los cuadros la vida continúe
y caigan los sombreros
y la lluvia,
y el tiempo se destrabe con su música.
PABLO PICASSO
bebo mi sangre y pinto
pero antes bebo mi sangre
roja como la sangre de los toros
como la sangre de las pálidas doncellas
baba roja el cielo rojo
la sangre de los toros de mi sangre
las doncellas de mi sangre
la roja sangre entre los muslos
de la doncella violada por el toro
babeada por el toro
la baba del recuerdo de la doncella
la baba roja todo me bebo
la doncella velando al toro muerto
la doncella galopando sobre el toro
el toro bebiendo de la melena
de la doncella dormida
el sueño rojo el poema rojo todo me bebo
baja por la garganta
el toro con sombra de doncella
la doncella con sombra de toro
soy toro
doncella
sombra de la sangre de la doncella del toro
una doncella negra un toro pálido
sombra roja que me bebo
el toro pariendo una doncella
la doncella devorándose al toro
una doncella atorada en la garganta
un toro adoncellado en la sangre todo me bebo
todo
doncella y toro y pinto
después pinto
cesa la copa la sangre
doncella con menstruaciones de toro
toro con cornadas de doncella
las dos cosas en mí
doncella y toro
DESDE EL CAFÉ
Revuelvo mi café
y le doy fuerza al día con lentas espirales.
Se echan a andar las horas
desde ese sol formado en el impulso.
Gira la espuma tibia del alba de las calles,
gira el amplio fragor en la mañana,
doblan los colectivos de colores
que viajan hacia el centro
del negro remolino,
rodean el azúcar y las plazas,
toman la curva, suben las mujeres
con sus ojos enormes y se bajan
perdiéndose en la rueda de los vientos.
Se desenrosca así la madrugada,
desde la taza arranca
para mezclar las vidas,
los pálidos oficios que pesan en las manos
por la ciudad redonda, gira y gira
y la espiral se expande
desde el café, la luz del movimiento
que enreda la jornada
da vueltas alejando la sombra de la tierra,
hace rodar los astros,
un gesto circular
que inicia la torsión del universo,
revolver el café, dar cuerda a la galaxia.
¿Acaso la cuchara de Dios indiferente
gira en el zumo oscuro del espacio?
Tomado de:
https://pedromairal.com/tigre-como-los-pajaros-2/
CUANDO LA LENGUA ECLIPSA
Cuando la lengua eclipsa este presente,
cuando cubre las cosas
con un color grisáceo y nominal,
hay un ácido al fondo de la experiencia fresca,
porque es aquí y ahora pero en el verbo rancio,
en la estructura fúnebre del habla.
La fronda del verano, el aire inédito
atraviesan el viejo pulmón occidental.
La vida inaugurada,
el sol contemporáneo vistos siempre
con el anteojo fijo, mortal, judeocristiano;
o el transcurrir adánico, las moscas,
todo cautivo en este latín erosionado.
El colibrí veloz entorpecido
por este carromato colonial
que rueda lentamente en sus vocales,
esta siesta sintáctica en el polvo del aire
castellano.
El cansancio de la filología
espanta la inocencia de esta luz,
agrava los objetos, va imponiendo
la herencia de las manos sobre el tacto,
el andamiaje helénico a los vientos,
fuerza a la sangre a andar en su adjetivo,
a la noche a estrellarse acordemente
con su cosmogonía.
Cayendo como un párpado, el imperio
cae en la voz, ahora, mientras digo
la arena de la piedra de mi nombre.
UN DURAZNO
Morder el verano,
morder el sol entero
por 1,80 el kilo.
Este durazno recién llegado a casa
fue apenas sueño de árbol escondido
alentado por el fertilizante,
después fue flor y fruto verde solo
protegido de plagas y de heladas
por cinco pesticidas,
engordado por lluvias y riego por goteo,
cosechado por Pablo Luis Ojeda
oriundo de Río Negro
que tumba en un colchón de gomaespuma
su cuerpo dolorido cada noche.
Cargado en un camión que avanza bajo el cielo
maduró este durazno con el viaje,
después llegó al mercado,
atravesó las mafias,
fue a parar a una cámara de frío
que le fijó el color
y lo detuvo durante cuatro meses
cerca de San Cristóbal
hasta que lo compró Supermercados Disco,
y lo llevó a la sucursal 14
sector verdulería de autoservice
donde yo lo elegí, lo embolsé, lo hice pesar
lo tiré en el carrito
al lado del pan Fargo, las pechugas,
junto al Skip Intelligent y el queso,
lo llevé hasta la caja, le leyeron
su código de barras,
lo pagué, lo reembolsé con nailon,
lo traje caminando hasta mi casa
cruzando la avenida,
bordeando el hospital,
entre ciegos, cirujas, policías,
lo subí en ascensor
y llegó a la mesada de mármol sin golpearse.
Entonces lo libré de las dos bolsas,
le lavé el pesticida en la canilla,
le lavé todo el cansancio del camión, el humo,
la noche de las manos de Pablo Luis Ojeda,
le saqué la etiqueta de la marca
y lo mordí con ganas de matarlo,
lo asesiné con dientes, mandíbulas y lengua
y a pesar de la química, de la distancia muerta,
a pesar de la larga cadena intermediaria,
me encontré allá en el fondo de su sueño amarillo
con esa flor primera que perfumaba el viento.
PELUQUERÍA
En la luz del espejo
le están cortando el pelo al que yo soy.
La gran tijera que recorta el día
roza la yugular, roza la nuca
con el frío metálico de un arma;
y el que yo soy me mira porque sabe,
porque tiene al revés el corazón.
La voz del locutor
anuncia una jugada peligrosa,
el peluquero mira a la pantalla,
(su equipo va perdiendo)
me hace una pregunta,
yo me miro decir que no me gusta el fútbol,
miro cómo me crecen las orejas
y en el humor helado, la tijera
me susurra su tajo.
LA MARIPOSA
En la ropa colgada, en el yuyal,
atrás de los galpones y la siesta
vuela una mariposa de sangre.
A pique las cigarras
desploman todo el sol dentro un balde.
Sólo la mariposa
escapa a lo monótono que cae.
En el calor volteado
sólo su brillo flota.
Un latido posado sobre un pasto,
las alas encendidas en el aire,
en torno a la humildad de las gallinas,
arriba en el verano,
abajo en la extensión de la culebra,
la brasa de sus solamente alas
circunda las camisas.
Con liviandad de soplo
vuela la mariposa en el cansancio,
vuela con su color de sangre que aliviana
el sueño de las sábanas mojadas.
Todo cae en la siesta.
Salvo la mariposa.
SUPERMARKET SPRING
ella duerme profunda, embarazada
vinculada a los ciclos naturales
a los astros del nacimiento eterno
gira en la luz nocturna de la fertilidad
flota en el mundo, etc
yo no puedo dormir tan planetariamente
tan cíclico y preñado
tan alumbrado y hermoso
tan plácido y redondo
yo soy el expulsado
silencioso en la sombra artificial
en la mediocridad de los productos
los impuestos sanguíneos
la angustia existencial del noticiero
medio enfermo sin perro y sin hermano
deambulo por la casa voy al baño
certifico mi insomnio en el espejo
giro solo en el plano de tres ambientes amplios
con balcón a la calle y lavadero
me siento en la penumbra
entre las lucecitas que titilan
mensajes ceros verdes luces rojas
a.m. stand-by power
una constelación
mis electrodomésticas estrellas
mi primavera de supermercado
mi infancia de ascensor
no crezco no muero
no tengo luz adentro
no voy a ningún lado
respiro en el sonido de la noche
rodeado de taxistas floristas policías
kiosqueros vendedores ambulantes
mozos repartidores carteristas
todos los expulsados a la acidez nocturna
la avenida vacía
la masculinidad y sus desiertos
LA AURORITA
Invierno en la avenida Juan B. Justo
y el viejo pedaleando en la Aurorita
rosada de la nena.
Un pullover y otro y camiseta,
la campera del Shopping Abasto está muy cara,
la motito alemana está muy cara,
la bici con seis cambios japonesa
también y las monedas
no son para ir en micro
sino para el puchero y al destino
hay que llegar igual.
Si caminando es lejos
entonces en la bici rosada de la nena.
Después de veinte años de baulera
vuelve a salir al viento.
Las ruedas chiquititas recién resucitadas.
No hay más vueltas manzana por el barrio,
no hay más chocolatines los domingos,
ahora no es juguete sino tracción a sangre,
segunda vida útil de transporte,
reciclado biciclo, tempranito,
la aurora de otros tiempos,
la infancia convertida en desencanto,
la nena limpia baños en Miami
y el padre, el inmigrante,
pelado y jubilado,
trepado a la Aurorita,
se aleja pedaleando.
Tomado de:
https://pedromairal.blogspot.com/2006/06/8-poemas-de-consumidor-final.html
Aguas vivas
En la fila del banco
para atenuar la espera y el silencio,
los clientes miramos el fondo azul del mar
por un televisor colgado al techo:
es un documental sobre aguas vivas,
medusas de gelatina
bailando en el cobalto de las profundidades,
los violáceos tentáculos ardientes
flameando como crines en el sueño,
traslúcidas se mueven en conjunto,
se expanden y contraen
en su elegante nado,
se dejan arrastrar por las corrientes.
Es su turno, señora,
le digo y me arrepiento
porque ella justo estaba sonriendo,
mirando la pantalla.
Con un solo tirón
la traje desde el fondo del océano
hasta la tierra firme y sus impuestos,
la devolví a sí misma
con su pañuelo verde en la cabeza,
la devolví a su edad, su guerra contra el tiempo,
su maquillaje espeso y pantalones.
De vuelta en el oxígeno vigente
la señora se acerca hasta la caja
y olvidada de las profundidades,
paga las aguas muertas y argentinas
con fondos personales.
La fauna embalsamada
¿esto es un poema?
¿estar a oscuras sin dormir
puede ser un poema?
¿si no hay nada
puede haber un poema?
¿si digo que respiro en este cubo negro,
no es algo ya? ¿no es demasiado?
¿no es mucho más que esto en realidad?
busco un silencio quieto entre paredes
una sola palabra de penumbra
cualquiera menos noche
porque noche está solo permitida
a los poetas cósmicos
yo me refiero a este apagón del verbo
la boca ciega en la sombra de este miércoles
yo fui —yo quise ser— poeta natural, poeta cósmico
pero soy un poeta de edificio
poeta de ascensor
y no quiero dormir
quiero estar acostado sin luz en las palabras
por ejemplo:
¿adónde están las manos
de esta pregunta?
¿cómo es un poema en un departamento a oscuras?
yo que llamaba mulata, yegua de tinta a la noche
¿adónde voy a ir?
¿qué voy a hacer con mi fauna embalsamada
a las doce menos cuarto sin imagen
a tientas por el verbo del piso seis sin sueño?
vendo o alquilo mi fiel cosmogonía,
cambio sistema solar
por dos palabras ciertas
que consigan decir toda mi sombra.
Tomado de:
https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2019/11/three-poems-pedro-mairal/

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