domingo, 20 de abril de 2025

POEMAS DE PAUL CELAN RECORDANDO EL DÍA DE SU MUERTE


ELOGIO DE LA DISTANCIA

En el manantial de tus ojos

viven las redes de los pescadores del Mar Extravío.

En el manantial de tus ojos

mantiene el mar su promesa.

Aquí arrojo,

corazón que moró entre los hombres,

de mí los vestidos y el brillo de un juramento:

Más negro en lo negro, estoy más desnudo.

Sólo desavenido soy fiel.

Yo soy tú cuando yo soy yo.

En el manantial de tus ojos

surco y sueño pillaje.

Una red atrapó una red:

nos separamos abrazados.

En el manantial de tus ojos

un ahorcado estrangula la cuerda.

 

 

LOS CÁNTAROS

En las largas mesas del tiempo

beben a raudales los cántaros de Dios.

Beben hasta vaciar los ojos de los que ven y los ojos de los ciegos,

los corazones de las sombras vigentes,

la mejilla hueca del crepúsculo.

Son los bebedores más violentos:

llevan a la boca lo vacío como lo lleno

y no desbordan la espuma como tú o yo.

 

 

JUGANDO CON HACHAS

Siete horas de la noche, siete años de vigilia:

jugando con hachas,

yaces a la sombra de cadáveres erguidos

—¡oh, árboles, que tú no talas! —,

de cabecera la pompa de lo enmudecido,

la minucia de las palabras a los pies,

yaces y juegas con las hachas —

y al final reluces como ellas.

 

 

CON LLAVE CAMBIANTE

Con llave cambiante

tú abres la casa en la cual

la nieve oscila de lo silenciado.

Según la sangre que te mane

de ojo, boca u oído,

tu llave cambia.

Si cambia tu llave, cambia la palabra,

a la que le está permitido oscilar con los copos.

Según el viento que a empujones te aparta,

se amontona la nieve en torno a la palabra.

 

 

CENOTAFIO

Disemina tus flores, forastero, disemínalas en paz:

déjalas caer a lo hondo,

a las espinas.

Quien aquí debía yacer, ese yace

en ninguna parte. Pero a su lado yace el mundo.

El mundo, que abrió su ojo

ante tantas gasas.

Pero él, porque tuvo algún vislumbre, se alió

al partido de los ciegos:

anduvo y espigó demasiado:

espigó el aroma —

y los que vieron esto no le perdonaron.

Entonces fue y se bebió una rara gota:

el mar.

Los peces —

¿se unieron los peces a él?

 

 

ARGUMENTUM E SILENTIO

 Para René Char

Colocada en la cadena

entre oro y olvido:

la noche.

Cogerla quisieron ambos,

a los dos les dio licencia.

Deposita,

ahora deposita tú también lo que quiere despuntar junto a los días:

la palabra sobrevolada de estrellas,

la rociada de mar.

A cada uno la palabra,

a cada uno la palabra que lo cantó,

cuando la jauría le saltaba por la espalda —

a cada uno la palabra que lo cantó y quedó empedernida.

A ella, a la noche,

la sobrevolada de estrellas, la rociada de mar,

a ella la silenciada,

de la que no manó la sangre, cuando el venenoso diente

de las sílabas se clavó.

A ella la palabra silenciada.

En contra de las otras, que pronto,

que, rodeadas obscenamente por oídos de desuello,

también escalan el tiempo y los tiempos,

da testimonio al final,

al final, cuando sólo repican las cadenas,

da testimonio de ella, que yace allí

entre oro y olvido,

ambos hermanados desde siempre —

¿Pues dónde

clarea, dime, si no es donde ella,

que en la región aluvial de sus lágrimas

les muestra a los soles que descienden

una y otra vez la cosecha?

 

 

CON CARTA Y RELOJ

Cera

para sellar lo no escrito,

que tu nombre

adivinó,

que cifra

tu nombre.

¿Ya vienes, oscilante luz?

Dedos, de cera también,

ceñidos por

ajenos, dolientes anillos.

Derretidas las yemas.

¿Vienes, oscilante luz?

Vacías de tiempo las celdillas

del reloj, nupciales las mil

abejas, prontas al viaje.

Ven, oscilante luz.

 

 

TENEBRAE

Cerca estamos, Señor,

cerca y aferrables.

Aferrados ya, Señor,

en crispado entrevero, como si

el cuerpo de cada uno de nosotros

fuese tu cuerpo, Señor.

Ora, Señor,

ora hacia nosotros,

estamos cerca.

Ladeados por la ráfaga fuimos,

fuimos, a inclinarnos sobre

la cuenca y el lago primordial.

Al abrevadero fuimos, Señor.

Fue sangre, fue,

lo que derramaste, Señor.

Brillaba.

Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.

Ojos y boca están tan abiertos y vacíos, Señor.

Hemos bebido, Señor.

La sangre y la imagen que había en la sangre, Señor.

Ora, Señor.

Estamos cerca.

 

 

CON VINO Y PERDICIÓN, con

los dos sedimentos:

yo cabalgué a través de la nieve, me oyes,

cabalgué a Dios en la distancia — en la cercanía, cantaba él,

era

nuestra última cabalgata sobre

las hordas de los hombres.

Se agazapaban, al

oírnos por encima de ellos,

escribían, tergiversaban nuestros relinchos

en una de sus

lenguas pobladas de imágenes.

 

 

SALMO

Nadie nos amasará otra vez de tierra y de limo,

nadie soplará palabra a nuestro polvo.

Nadie.

Alabado seas tú, Nadie.

Por amor a ti queremos

florecer.

En contra

de ti.

Una nada

éramos, somos, seguiremos

siendo, en flor:

la rosa de nada, de

nadie.

Con

el buril diáfano de alma,

el estambre desolado de cielo,

la roja corona

de la palabra de púrpura que cantamos

sobre, oh sobre

la espina.

 

 

RADIX, MATRIX

Como se le habla a la piedra, como

tú,

venida a mí desde el abismo, hermanada desde una patria,

lanzada hasta aquí, tú,

tú que de lo antaño,

tú en la nada de una noche,

tú que en la ni-noche me sales al encuentro, tú,

ni-tú —:

Entonces, cuando yo no estaba,

entonces, cuando tú medías a

zancadas el campo, sola:

¿Quién,

quién era, aquella

raza, asesinada, aquella raza

erigida negra en el cielo:

verga y testículo —?

(Raíz.

Raíz de Abraham. Raíz de Jessé. Raíz de

nadie — oh

nuestra.)

Sí,

como se le habla a la piedra, como

tú palpas con mis manos allá

y en la nada, así es

lo que es aquí:

también este

suelo fructífero se abre,

este

precipicio

es una de las coronas que

crecen silvestres.

 

 

TODO EN UNO

Trece de februario. Despertado schibboleth

en la boca del corazón. Contigo,

Peuple

de Paris. No pasarán.

Corderillo a la izquierda: él, Abadías,

el anciano de Huesca, vino con los perros

por el campo, en el exilio

irguióse blanca una nube

de humana hidalguía, él nos

habló en la mano la palabra que requeríamos, era

castellano de pastores, allí,

en la gélida luz del crucero “Aurora”:

la mano fraterna, haciendo señas con la

venda retirada de los ojos grandes

como palabra — Petropol, la

ciudad migratoria de los inolvidados,

te era toscana también, de corazón.

Friede den H¸tten!

Tomado de:

https://www.philosophia.cl/biblioteca/celan/poemas.pdf

 

 

Bisiestos siglos...

 

Bisiestos siglos, bisiestos

segundos bisiestos

nacimientos, novembreantes, bisiestas

muertes,

en automáticos panales archivados

bits

on chips

 

El poema-menorá de Berlín,

 

(¿inasilado, in-

archivado, in-

asistido? ¿En

vida?),

 

estaciones de lectura en la palabra tardía,

 

puntas de llamas vigilantes

en el cielo,

 

perfil de crestas bajo el fuego

 

sensaciones, tejidas

por la helada,

 

arranque en frío-

con hemoglobina.

 

De "Compulsión de luz" 1970

Versión de José Ángel Valente

Tomado de:

http://amediavoz.com/celan.htm

 

 

Canción a una dama en la sombra

 

Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,

¿Quién saldrá ganando?

¿Quién saldrá perdiendo?

¿Quién se asomará a la ventana?

¿Quién pronunciará primero su nombre?

 

Alguien que es portador de mis cabellos.

Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.

Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.

Los lleva así por vanidad.

 

Ese saldrá ganando.

No saldrá perdiendo.

No se asomará a la ventana.

No pronunciará su nombre.

 

Es alguien que está en posesión de mis ojos.

Los tiene desde que se cierran los portones.

Los lleva en los dedos, como anillos.

Los lleva como añicos de fruición y zafiro:

era ya mi hermano en otoño;

y ya cuenta los días y las noches.

 

Ese saldrá ganando.

No saldrá perdiendo.

No se asomará a la ventana.

Pronunciará su nombre el último.

 

Es alguien que tiene lo que dije.

Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.

Lo lleva como el reloj su peor hora.

Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.

 

Ese no saldrá ganando.

Saldrá perdiendo.

Se asomará a la ventana.

Pronunciará su nombre el primero.

 

Será decapitado con los tulipanes.

 

Traducción de Felipe Boso

 

 

Con todos los pensamientos me fui

 

Con todos los pensamientos me fui

fuera del mundo: allí estabas tú,

mi sosegada, mi abierta, y-

nos recibiste.

 

¿Quién

dice que se nos murió todo

cuando se nos quebraron los ojos?

Todo despertó, todo comenzó.

 

Grande vino un sol flotando, radiantes

se le enfrentaron alma y alma, claras,

imperiosas le presilenciaron

su órbita.

 

Suave

se abrió tu seno, silente

subió un aliento al éter,

y lo que se hizo nube ¿no era,

no era forma y a partir de nosotros,

no era

tanto así como un nombre?

 

Traducción de José Luis Reina Palazón

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-paul-celan/

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