ELOGIO DE LA DISTANCIA
En el manantial de tus ojos
viven las redes de los pescadores del Mar Extravío.
En el manantial de tus ojos
mantiene el mar su promesa.
Aquí arrojo,
corazón que moró entre los hombres,
de mí los vestidos y el brillo de un juramento:
Más negro en lo negro, estoy más desnudo.
Sólo desavenido soy fiel.
Yo soy tú cuando yo soy yo.
En el manantial de tus ojos
surco y sueño pillaje.
Una red atrapó una red:
nos separamos abrazados.
En el manantial de tus ojos
un ahorcado estrangula la cuerda.
LOS CÁNTAROS
En las largas mesas del tiempo
beben a raudales los cántaros de Dios.
Beben hasta vaciar los ojos de los que ven y los ojos de los
ciegos,
los corazones de las sombras vigentes,
la mejilla hueca del crepúsculo.
Son los bebedores más violentos:
llevan a la boca lo vacío como lo lleno
y no desbordan la espuma como tú o yo.
JUGANDO CON HACHAS
Siete horas de la noche, siete años de vigilia:
jugando con hachas,
yaces a la sombra de cadáveres erguidos
—¡oh, árboles, que tú no talas! —,
de cabecera la pompa de lo enmudecido,
la minucia de las palabras a los pies,
yaces y juegas con las hachas —
y al final reluces como ellas.
CON LLAVE CAMBIANTE
Con llave cambiante
tú abres la casa en la cual
la nieve oscila de lo silenciado.
Según la sangre que te mane
de ojo, boca u oído,
tu llave cambia.
Si cambia tu llave, cambia la palabra,
a la que le está permitido oscilar con los copos.
Según el viento que a empujones te aparta,
se amontona la nieve en torno a la palabra.
CENOTAFIO
Disemina tus flores, forastero, disemínalas en paz:
déjalas caer a lo hondo,
a las espinas.
Quien aquí debía yacer, ese yace
en ninguna parte. Pero a su lado yace el mundo.
El mundo, que abrió su ojo
ante tantas gasas.
Pero él, porque tuvo algún vislumbre, se alió
al partido de los ciegos:
anduvo y espigó demasiado:
espigó el aroma —
y los que vieron esto no le perdonaron.
Entonces fue y se bebió una rara gota:
el mar.
Los peces —
¿se unieron los peces a él?
ARGUMENTUM E SILENTIO
Para René Char
Colocada en la cadena
entre oro y olvido:
la noche.
Cogerla quisieron ambos,
a los dos les dio licencia.
Deposita,
ahora deposita tú también lo que quiere despuntar junto a los
días:
la palabra sobrevolada de estrellas,
la rociada de mar.
A cada uno la palabra,
a cada uno la palabra que lo cantó,
cuando la jauría le saltaba por la espalda —
a cada uno la palabra que lo cantó y quedó empedernida.
A ella, a la noche,
la sobrevolada de estrellas, la rociada de mar,
a ella la silenciada,
de la que no manó la sangre, cuando el venenoso diente
de las sílabas se clavó.
A ella la palabra silenciada.
En contra de las otras, que pronto,
que, rodeadas obscenamente por oídos de desuello,
también escalan el tiempo y los tiempos,
da testimonio al final,
al final, cuando sólo repican las cadenas,
da testimonio de ella, que yace allí
entre oro y olvido,
ambos hermanados desde siempre —
¿Pues dónde
clarea, dime, si no es donde ella,
que en la región aluvial de sus lágrimas
les muestra a los soles que descienden
una y otra vez la cosecha?
CON CARTA Y RELOJ
Cera
para sellar lo no escrito,
que tu nombre
adivinó,
que cifra
tu nombre.
¿Ya vienes, oscilante luz?
Dedos, de cera también,
ceñidos por
ajenos, dolientes anillos.
Derretidas las yemas.
¿Vienes, oscilante luz?
Vacías de tiempo las celdillas
del reloj, nupciales las mil
abejas, prontas al viaje.
Ven, oscilante luz.
TENEBRAE
Cerca estamos, Señor,
cerca y aferrables.
Aferrados ya, Señor,
en crispado entrevero, como si
el cuerpo de cada uno de nosotros
fuese tu cuerpo, Señor.
Ora, Señor,
ora hacia nosotros,
estamos cerca.
Ladeados por la ráfaga fuimos,
fuimos, a inclinarnos sobre
la cuenca y el lago primordial.
Al abrevadero fuimos, Señor.
Fue sangre, fue,
lo que derramaste, Señor.
Brillaba.
Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.
Ojos y boca están tan abiertos y vacíos, Señor.
Hemos bebido, Señor.
La sangre y la imagen que había en la sangre, Señor.
Ora, Señor.
Estamos cerca.
CON VINO Y PERDICIÓN, con
los dos sedimentos:
yo cabalgué a través de la nieve, me oyes,
cabalgué a Dios en la distancia — en la cercanía, cantaba él,
era
nuestra última cabalgata sobre
las hordas de los hombres.
Se agazapaban, al
oírnos por encima de ellos,
escribían, tergiversaban nuestros relinchos
en una de sus
lenguas pobladas de imágenes.
SALMO
Nadie nos amasará otra vez de tierra y de limo,
nadie soplará palabra a nuestro polvo.
Nadie.
Alabado seas tú, Nadie.
Por amor a ti queremos
florecer.
En contra
de ti.
Una nada
éramos, somos, seguiremos
siendo, en flor:
la rosa de nada, de
nadie.
Con
el buril diáfano de alma,
el estambre desolado de cielo,
la roja corona
de la palabra de púrpura que cantamos
sobre, oh sobre
la espina.
RADIX, MATRIX
Como se le habla a la piedra, como
tú,
venida a mí desde el abismo, hermanada desde una patria,
lanzada hasta aquí, tú,
tú que de lo antaño,
tú en la nada de una noche,
tú que en la ni-noche me sales al encuentro, tú,
ni-tú —:
Entonces, cuando yo no estaba,
entonces, cuando tú medías a
zancadas el campo, sola:
¿Quién,
quién era, aquella
raza, asesinada, aquella raza
erigida negra en el cielo:
verga y testículo —?
(Raíz.
Raíz de Abraham. Raíz de Jessé. Raíz de
nadie — oh
nuestra.)
Sí,
como se le habla a la piedra, como
tú palpas con mis manos allá
y en la nada, así es
lo que es aquí:
también este
suelo fructífero se abre,
este
precipicio
es una de las coronas que
crecen silvestres.
TODO EN UNO
Trece de februario. Despertado schibboleth
en la boca del corazón. Contigo,
Peuple
de Paris. No pasarán.
Corderillo a la izquierda: él, Abadías,
el anciano de Huesca, vino con los perros
por el campo, en el exilio
irguióse blanca una nube
de humana hidalguía, él nos
habló en la mano la palabra que requeríamos, era
castellano de pastores, allí,
en la gélida luz del crucero “Aurora”:
la mano fraterna, haciendo señas con la
venda retirada de los ojos grandes
como palabra — Petropol, la
ciudad migratoria de los inolvidados,
te era toscana también, de corazón.
Friede den H¸tten!
Tomado de:
https://www.philosophia.cl/biblioteca/celan/poemas.pdf
Bisiestos siglos...
Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips
El poema-menorá de Berlín,
(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),
estaciones de lectura en la palabra tardía,
puntas de llamas vigilantes
en el cielo,
perfil de crestas bajo el fuego
sensaciones, tejidas
por la helada,
arranque en frío-
con hemoglobina.
De "Compulsión de luz" 1970
Versión de José Ángel Valente
Tomado de:
http://amediavoz.com/celan.htm
Canción a una dama en la sombra
Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,
¿Quién saldrá ganando?
¿Quién saldrá perdiendo?
¿Quién se asomará a la ventana?
¿Quién pronunciará primero su nombre?
Alguien que es portador de mis cabellos.
Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.
Los lleva así por vanidad.
Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
No pronunciará su nombre.
Es alguien que está en posesión de mis ojos.
Los tiene desde que se cierran los portones.
Los lleva en los dedos, como anillos.
Los lleva como añicos de fruición y zafiro:
era ya mi hermano en otoño;
y ya cuenta los días y las noches.
Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el último.
Es alguien que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.
Ese no saldrá ganando.
Saldrá perdiendo.
Se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el primero.
Será decapitado con los tulipanes.
Traducción de Felipe Boso
Con todos los pensamientos me fui
Con todos los pensamientos me fui
fuera del mundo: allí estabas tú,
mi sosegada, mi abierta, y-
nos recibiste.
¿Quién
dice que se nos murió todo
cuando se nos quebraron los ojos?
Todo despertó, todo comenzó.
Grande vino un sol flotando, radiantes
se le enfrentaron alma y alma, claras,
imperiosas le presilenciaron
su órbita.
Suave
se abrió tu seno, silente
subió un aliento al éter,
y lo que se hizo nube ¿no era,
no era forma y a partir de nosotros,
no era
tanto así como un nombre?
Traducción de José Luis Reina Palazón
Tomado de:

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