jueves, 4 de diciembre de 2025

POEMAS DE ROBERTO APPRATTO - IN MEMORIAM DESDE URUGUAY -


ESCRIBIR PARA ALGUIEN

 

1

 

 

Hace ya muchos años, cuando estaba en tercero,

empezó Literatura. Quiero decir que ahí empecé a leer

cosas como estas:

 

 

Cumplíase la voluntad de Zeus

La marquesa alegre llegará al boscaje

Si no, sospecharé que me pusiste

De su dueña tal vez olvidada

 

Más adelante

 

El triste canto entona, el triste canto

Hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse

Era del año la estación florida

Más de setenta años hace

Hablar y llorar me verás al mismo tiempo

 

 

Que a mí llaman Lázaro de Tormes

 

Eran textos incomprensibles, que nada tenían que ver

Con Patoruzito o Agatha Christie o Batman

 

 

 

Te saludo, redomita singular

 

La Natura es un templo donde vivos pilares/ Dejan salir a veces tal cual palabra oscura

Ser o no ser, he aquí el problema

 

De a poco fui entrando en el juego: así que los textos literarios como

de los sos ojos, tan fuertemientre llorando

quién hubiera tal ventura/junto a las aguas del mar

se le secó el celebro de manera

 

 

 

eran así

 

 

Cerrar podrá mis ojos la postrera

Está en peligro mi vida por un pensamiento loco

La del alba sería

 

Al principio versos aislados

 

He almorzado solo ahora

¿Y cuándo parte?

A Caracé el cacique

 

Y cesó de respirar

 

Que me quedaban dando vueltas,

se me iban mezclando en la cabeza como un gran poema

que había que entender:

 

Quiero expresar mi angustia en versos que abolida

Se amellará con este trabajito

Ojos de perro y corazón de ciervo

 

Ya viene la golondrina

 

O si no

 

Yo tenía un facón con S

Entonces pudo en mí más que el dolor el hambre

Me propuse ser feliz

 

Iba leyendo una frase tras otra a lo largo de los años

Y tenían una sonoridad particular, un modo de nombrar el mundo

 

De algo más vaca que cordero

Y vio Dios que era bueno

Corrientes aguas, puras, cristalinas

Hasta verte, rancho pobre

 

Y me llegó el momento de dar clase y estudiar todo de nuevo

Y como mareado repetía

 

Con los ojos cerrados, en la noche otoñal

Adiós las mutuas manos y las sienes

Mal año para el lazarillo de Tormes

 

Hoy he yacido junto a una joven pura

Las decentes casas con balconcito

El aire se serena/ y viste de hermosura y luz no usadas,

 

No sabía que estaba cada vez más cerca:

 

Siempre me fue caro este monte solitario

Los muertos pesan más que los vivos

Hace mucho tiempo leía yo un cuento en una sala antigua

 

Todos los poemas de amor son ridículos

 

Liceo por liceo iba leyendo en voz alta, como si ese sonido

Pasara a ser el de mi propia vida

 

Al despertar Gregorio Samsa una mañana,

Al principio el señor Villari no dejaba la casa

Yo tengo más recuerdos que si hubiera mil años

 

Lóbrega rosa que tu almizcle efluvias

 

Al entrar dejaba el libro en el escritorio

para después sostenerlo, como me habían enseñado

y leer, bien parado en el centro del salón

 

Lo demás era muerte y solo muerte

Y así lo hizo durante cuarenta días

No tenía mujer ni rancho/ a más era resertor

 

Para calmarme escribía en el pizarrón Kafka

Simbolismo

Samuel Beckett

 

Y leía, sin dejar de caminar por el salón,

 

Yo muero extrañamente

Junto a los ríos de Babilonia

 

Ya que no nos dan té, hagamos al menos un poco de filosofía

 

Allí donde tal vez vendimia y ara

 

Juro que no recuerdo ni su nombre/ mas moriré llamándola María

 

Y después de dar clase me quedaba pensando

qué hacer con todo eso y repetía

 

El otro día fue para Emma una jornada fúnebre

 

Y ese malentendido será nuestra ruina

 

Sus ojos en mí como dos perros en un patio ajeno

 

Como si las palabras dijeran además otra cosa

Que tenía que seguir escuchando

 

 

PÉRDIDA PÉRDIDA PÉRDIDA

 

Pérdida pérdida pérdida

La pérdida la más pérdida

No hay otra cosa que

Pérdida todo lo que puedo pensar

Es pérdida no admite traducción

Es pérdida no es la palabra pérdida

Es pérdida salgo a la calle

Y es pérdida prendo la luz del cuarto

Pérdida pienso un rato y es estrictamente

Pérdida fantaseo sobre el futuro pero en seguida

Es la pérdida no es más que pérdida

Lo que puedo hacer es pérdida lo que se me ocurre

Es pérdida si me lamento es en razón de

La pérdida todo lo demás se confronta

Con la pérdida si alguna vez hubo otra cosa

Hoy es la pérdida no es la imagen de la pérdida

Es la pérdida

No es una reflexión sobre el estado actual

Es la pérdida no es el deseo de otra cosa que pudiera

Eventualmente consolar sino

La pérdida la pérdida no es la debilidad que viene

Luego de la pérdida no hay luego de la pérdida

Es la pérdida

Acá la conciencia no juega no puede porque

Es la pérdida por lo tanto la pérdida

Hace ver la pérdida y sólo la pérdida

 

Si uno mira para ahí

 

 

UNA IMAGEN

 

Una imagen, firme, bien coloreada,

sostenida en sí misma desde un tiempo antes,

no sé cuánto. Una mujer sentada en el crepúsculo,

en un espacio interior, con los ojos cerrados, tal vez

ya dormida pero no tanto como para aflojar

la posición del brazo que sostiene la cabeza

para que no caiga. La otra mano

apoyada en el mantel, dedo por dedo.,

como si apretara su historia en silencio. Ahí

cada palabra cuenta. Está

en actitud de pensar, pero no preocupada,

más bien utilizando el tiempo a su favor.

Nadie puede venir a molestarla en ese trance,

porque no es sólo su trance sino la disponibilidad,

a un nivel que sólo un adulto puede comprender,

para estar en trance, sola. Es el acto de captar para sí

todos los momentos de distracción en uno.

La mujer seguramente no sabe, al menos del todo,

qué grado de perfección alcanza su silencio

ni qué profundidad, más allá de los límites del cuarto en que está,

puede ofrecer la contemplación de su cabeza. Al fin y al cabo,

es una superficie bien coloreada pero en matices oscuros,

sobre todo arriba, para que la luz se concentre en el blanco de su

/cuello

ampare el tiempo de reflexión en su historia. En eso estaba

un segundo antes de entrar y sentarse allí. Dejó la puerta

entreabierta por el apuro por llegar a esa habitación,

que no es la suya, para estar sola. Ella, sin duda,

es lo que se puede ver: una mujer entregada al matiz de la mirada

o absolutamente nada. Un episodio de la vida urbana

que la descripción no puede agotar, porque no es eso

lo que la tiene así. Toda su historia queda subsumida,

si ésa es la palabra, en lo que callaría si se le preguntara,

en cualquier tono, por su estado de ánimo. Lo que la superficie

/ revela

es eso: el universo se compone de los colores que ella vio

al entrar y sentarse, y que la ayudarían a pensar en su vida

sin una sola vibración. Es ese instante, antes de dormirse,

con la vigilia suspendida en la posición de sus manos,

lo que la descripción puede señalar sin hacer ruido. La mano

parece proteger, en un gesto de delicadeza, la plenitud del rostro

tal como está, incluso la semisonrisa con que se entrega al sueño:

los dedos doblados contra la sien no pueden evitar la inclinación

de la cabeza, y del cuerpo, hacia la comodidad de una idea de sí

/ misma

que buscó todo el día, deambulando por la casa. Está así,

por el momento. Nada asegura que el brazo no caerá en unos

/segundos

para revelarle, al despertar, otra cosa que aún no puede entender.

Todo lo que está a su lado –la puerta entreabierta, la fruta,

la botella, el tapiz doblado, la silla que la enfrenta, el cuadro

oscuro a sus espaldas- son signos de desasosiego,

del equilibrio precario en que está su vida a esta hora de la tarde.

Quién sabe si entonces su mano izquierda no se cierra, irritada,

sobre la mesa, y aprieta un pliegue del mantel el tiempo necesario

para quebrar el orden que la luz le impone. Por ahora duerme,

y lo que vemos es exactamente lo mismo que ella ve,

esa posición del cuarto y de las cosas que se cristalizan para durar

mientras encuentra un sentido para el cuadro.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2020/06/70028/

 

 

 

Es la voz de tu conciencia

 

Es la voz de tu conciencia la que te habla

Y te dice: no has de sufrir.

Has de pensar en ti sobre todas las cosas,

Es decir en mí: sin distraerte

Con las ansiedades y los sentimientos de pérdida

Que te acechan a cada paso. Escucha:

Es la voz de tu conciencia la que te pide

Concentración y seriedad

Para pensar en tu vida.

Ésta es la voz de tu conciencia que te exige,

Desde ahora,

Escribir un poema por día.

Un poema.

No es una broma

Ni una exageración: un poema por día

Te ayudará a limpiar tu espíritu

Para no sufrir. Repito: no has de sufrir

Por los problemas amorosos, sino

Amar a ese poema que escribirás

Para no sufrir. La voz de tu conciencia

Vuelve a hablar: escúchame: no te pierdas

En los trajines del día. No duermas tanto.

No vayas al cine

Sólo para pasar el rato.

Debí haberte hablado antes. Debí

Haberte prevenido contra todo eso,

Pero esperaba que actuaras

Por ti mismo. De modo

Que me mantuve en silencio. Hoy,

Con una voz ronca, tal vez por desuso,

Pero fuerte,

He decidido hablar, y por eso me estás escuchando,

¿Me estás escuchando?

Hablo con una voz pausada, serena, para decirte

Que te quedes así,

Sentado, si es posible, en actitud de cumplir

Estrictamente mis palabras: es en presente,

Es en imperativo, que te digo que te concentres,

Que te mantengas alejado del alcohol

Y de las malas compañías; que estés solo,

Profundamente solo,

Aun en presencia de los otros,

Que no harán sino molestarte

Con textos imprecisos, torpes, mal puntuados,

La expresión indirecta y borrosa de sus almas;

La voz de tu conciencia te dice que no los escuches,

Que limpies tus oídos,

Que te pongas de una vez

A escribir el poema. Ése es el llamado.

El poema permanece en ti como una fuerza invisible,

El ritmo de un contrabajo que va y viene

Sobre las inclinaciones de tu espíritu, hasta el otro día,

En que escribirás otro poema,

Como se nunca hubieras escrito antes:

Con una pose ingenua ante la salida libre,

Indómita, de tus palabras. Yo las guiaré, yo,

La voz de tu conciencia, capaz de ver el dolor

Y la imperfección en lo que has hecho.

Me dirás que es tu vida, pero es también la mía;

Tengo derecho, por tanto, a decirte que te calles.

La voz de tu conciencia exige, perentoria,

El respeto del silencio,

Del ejercicio espiritual

De un poema por día, y lo seguirás aun cuando

Los demás te indiquen otro camino:

Serás un hombre si puedes desoírlos y hacer

Solamente lo que te estoy diciendo:

No pienses en otra cosa; sobre todo,

No pienses en eso. La voz de tu conciencia

Piensa por ti

para que no confundas el ritmo de tu vida

con el de tu corazón. Te lo dice, sólo por hoy,

esta voz, que advierte el desorden

en el uso inútil, operático,

de la fantasía, de la memoria,

de la ensoñación.

Deja que tu pasado,

a menudo abrumado por el dolor,

por la incertidumbre,

por la entrega absoluta a causas imposibles,

se evapore. Por eso te dice, una vez más,

la voz de tu conciencia que te quedes así, quieto,

y no sufras. Escribe tu poema, firme, sólido,

impasible, galvanizado en tu soledad, y estarás bien.

Ahora, con un gesto desprendido y generoso,

Con una sonrisa de aceptación, sin otra cosa que tu propia fuerza,

Escribe lo que te dictaré: empieza así:

Tomado de:

https://campodemaniobras.blogspot.com/2024/05/roberto-appratto-es-la-voz-de-tu.html

 

 

1

 

en ese punto donde estaba el éxtasis está el cuerpo que veo

en movimiento hacia otros lados en presente.

las pequeñas historias que narra son situaciones en que hacía

lo que no puedo ver:  conversaciones, encuentros, viajes

que parece que hubieran durado más. entre una y otra cosa,

entre el pensamiento y las palabras, está el espacio del éxtasis

que se proyecta hasta un momento antes y cae ligeramente al suelo

sin hacer ruido. esa sabiduría que a veces le veo, cuando mira para otro lado,

está en el cuerpo, que era otro, pero no tanto. en la voz,  donde se palpan

las curvas del sentimiento al entrar y al salir de lugares invisibles

y aquí está, sin decir nada. ese misterio, igual, se ve:

el amor a lo que no se sabe limpia el espacio,

pasa la mano por la historia como si se pudiera. el éxtasis

no levanta la voz pero le suena en el cuerpo.

 

 

 

 2

 

Estábamos sentados en un jardín, a altas horas de la noche.

Estábamos pensando en el futuro, pero hablábamos de otra cosa.

Los árboles no se veían.

Sí se escuchaba el ruido de las olas, los grillos, el viento

que agitaba las ramas a unos metros.

En el futuro había otras imágenes que seguíamos mirando.

Lo que decíamos quedaba suspendido en el aire y caía

entre los gritos de un asado, quién sabe dónde.

Esas imágenes eran reproducciones de un deseo

que ya conocíamos. Escenas entrecortadas, sin sonido,

que pasaban por el paisaje de tanto en tanto

como una respiración de la charla.

Tomábamos la calma de la noche como una ocasión,

un corte en el espacio para que se metieran las ideas

a su debido tiempo. Estar en el jardín era el éxtasis

que nos hacía más sabios, como si hubiéramos llegado al punto

del agotamiento del mundo, en silencio y sin mirarnos

salvo para confirmar la revisión de nuestras vidas

a la luz de la noche. Como si fuéramos poetas

que trabajan sobre la nada, y cada sonido fuera una palabra

para designar otra cosa hundida en el fondo de la historia,

que en última instancia era un espacio,

el que teníamos después de todo. Cuando nos callamos

algo seguía hablando: no del fresco de la noche

ni del canto de un pájaro, ni de cómo iba a estar al otro día,

sino de eso que empezaba o terminaba ahí sin que pudiéramos nombrarlo.

 

 

 

3

 

Qué significa amar a esa mujer que está en las fotos.

Cientos de fotos en distintas posturas, gestos, actitudes,

colores, en un sillón, de espaldas en el agua, con otra ropa,

casi a oscuras, con calor, mirando. Distintos momentos

en que yo no estaba, ella sí. Amar eso es sentir nostalgia

de lo que no se tuvo, ganas de haber estado, al menos,

cerca o en la misma estación. No se puede. Sin embargo

voy igual,  a ver qué esconde

la identidad móvil de esas fotos, que se pierde sin saber

quién es, pero está, firme, aunque no se pueda tocar:

un aire, un modo, una respiración, una cualidad que no se dice

pero aguanta la mirada. Pierdo el aire cuando llego al punto

que se disuelve en los tiempos que esas imágenes casuales

dejan a la vista, como si nada.  Es la continuidad de eso

que está sin estar, lo que se mueve entre una foto y otra.

No es lo que se ve: es la naturaleza entera

que respira en el medio, el cuerpo suelto, el brillo

de los ojos donde yo no estaba.  Es la coincidencia,

en ese cuerpo, de varios modos de captar su historia

de un solo golpe, sin pensamiento que retenga

más allá del presente donde vibra.  Eso

es lo que no tengo por más que me quede

en silencio y me pregunte hasta dónde,

mientras miro.

 

 

4

 

Tengo para escribir cuatro poemas

Todos al mismo tiempo, material

Hay de sobra, puedo escribir más si quiero

Pero alcanzaría con cuatro: tomo aire

Y meto unas palabras en el primero,

Paro con ése y sigo así hasta el cuarto

Hasta que llego a una cantidad suficiente

De palabras en cada uno y termino,

No sé cómo pero termino más o menos a tiempo

Para dar una vuelta y decirme: tengo cuatro poemas,

Todos en un rato, y así día a día llego

A ciento veinte poemas por mes y a mil

Cuatrocientos cuarenta por año, lo cual

Está bien. Novelas

Serían un poco menos.

Tomado de:

https://elinfinitoviajar.blogspot.com/2017/03/roberto-appratto.html

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