martes, 6 de diciembre de 2016

POEMAS DE FERREIRA GULLAR

Resultado de imagen para FERREIRA GULLAR
(10 de septiembre de 1930, São Luís, Maranhão, Brasil -  4 de diciembre de 2016)

Una sonrisa


Cuando
con mis manos de fogonazo
te enciendo y en rosa
                        abajo
                        te despetalás
cuando
          con mi antorcha ardiente y ciega
penetro la noche de tu flor que exhala
orina
y miel
          ¿que busco yo con toda esa asesina
furia de macho?
                       ¿que busco yo
                                          en fuego
                       aquí abajo?
                       sino cojer con la repentina
                       mano del delirio
                       otra flor: ¿la de la sonrisa
                       que en lo alto tu rostro ilumina?

Canción para no morir


Cuando te vayas,
muchacha blanca, como la nieve,
llevame.
Si acaso no podés
cargarme de la mano,
niña blanca de nieve,
llevame en el corazón.
Si en el corazón no podés
acaso llevarme,
muchacha de sueño y de nieve,
llevame en tu recuerdo.
Y si allí tampoco podés
por tanta cosa que lleves
conmovida en tu pensamiento
niña blanca de nieve
llevame en el olvido.

Paseo en Lima


Bajo este árbol
siento en la cara el calor
de sus flores coloradas( como
si dentro de un relámpago
        Podían ser de trapo
estas flores, podía
ser de tela este
                      fulgor vegetal-
que es la misma materia de la flor,
         de la palabra
y de la alegría en el corazón del hombre.

La traducción es 


una parte de mí 
está todo el mundo; 
otra parte es nadie: 
fondo sin fondo. 

Una parte de mí 
es multitud: 
otra de extrañeza 
y soledad. 

Una parte de mí 
pesa reflexiona; 
en otros lugares 
delirios. 

Una parte de mi 
almuerzo y la cena; 
otra parte 
se sorprende. 

Una parte de mí 
es permanente; 
otra parte 
se conoce de repente. 

Una parte de mí 
sólo es el vértigo; 
en otras partes, 
el lenguaje. 

Traducir una parte 
en la otra parte 
- que es una cuestión 
de vida o muerte - 
será el arte?


"Dos y dos son cuatro" 


Al igual que dos y dos son cuatro 
Sé que la vida vale la pena 
Mientras que el pan es caro 
y poca libertad 
A medida que sus ojos son claros 
y su piel, oscuro 
como el océano azul 
y la laguna, tranquila 

como un tiempo de alegría 
detrás de terror me hace señas 
y la noche lleva a cabo 
en su regazo amaryllis 

- yo sé que dos y dos son cuatro 
saber que la vida vale la pena 
, incluso si el pan es caro 
libertad y poco.


Perplejidades 



la parte más efímera 
de mí 
es esta toma de conciencia de que existo 
y todo lo que hay en ella 
's raro! 
y más extraño 
aún 
me es a conocerla 
y saber 
que esta conciencia dura menos 
que un mechón de mi cabello 
y más extraño aún 
para saber que 
es que 
mientras que me dura se da 
el universo de lentejuelas infinita 
de trillones y trillones de la estrella 
de las cuales una algunos de ellos 
se puede ver 
que brilla en el pasado, presente




No-cosa 




lo que el poeta quiere decir 
el discurso no es hasta 
y decir que es saber 
lo que no sabemos. 

Una fruta una flor 
un olor que Relume ... 
Cómo saber el sabor, 
el flash de su perfume? 

A medida que finalmente se traduce 
la lógica de escuchar 
lo que la cosa es algo 
que no tiene sentido? 

Las características del lenguaje 
de conceptos, nombres 
, pero el sabor de la fruta 
sólo se sabe que comer 

sólo conocen el cuerpo de 
los assimilas sabor 
y que la boca es parte 
de la saliva y los brotes 

que invaden todo 
este mar el oleaje 
y la sumerge habla 
y reduce un ruido, 

un tumulto de voces 
goces de espasmos, 
vertiginosas y completos 
como son los orgasmos 

Sin embargo, el poeta 
desafía lo imposible 
y tratar el poema 
decir lo indecible: 

subvierte la sintaxis 
del habla implosionan, se atreven 
a inculcar en el idioma 
de la densidad cosa 

sin permitir, sin embargo, 
pierden la transparencia 
como la cosa ë cerrado 
a la conciencia humana. 

Lo que el poeta es 
más de lo menciona 
es para hacer que se vea 
pura - y lo encendió. 

Todo tiene peso: 
una noche en su centro. 
El poema es algo 
que no tiene nada en el interior, 

excepto el eco 
de una voz inexacta 
no quiere borrar 
- esta voz que somos. 


Los latinoamericanos 


somos todos hermanos 
, pero no porque tenemos 
la misma madre y el mismo padre, 
que son la misma pareja 
que nos traiciona. Todos somos hermanos 
no se dividen, porque 
el mismo techo y la misma mesa: 
vislumbrado la misma espada 
sobre nuestra cabeza. 

Todos somos hermanos 
no porque tenemos 
el mismo brazo, mismo apellido: 
tenemos el mismo camino 
de la rabia y el hambre. Todos somos hermanos 
, no porque sea la misma sangre 
que el cuerpo toma: 
lo que es lo mismo es cierto 
para el cobertizo.


No hay vacantes


El precio de los frijoles 
No encaja en el poema. El precio 
arroz 
No encaja en el poema. 
No encajan en el gas poema 
encender el teléfono 
evasión de impuestos 
leche 
carne 
azúcar 
pan
el funcionario 
No encaja en el poema 
con sus salarios de hambre 
su vida cerrada 
archivos. 
Ya que no encaja en el poema 
el trabajador 
que esmerila el acero día 
y carbón 
en talleres oscuros
- Debido a que el poema, señores, 
está cerrado: 
"No hay vacantes"
Solo encaja en el poema 
el hombre sin el estómago 
mujer nube 
fruta sin precio
El poema, señores, 
no huelen mal 
u olores




subversivo

poesía 
Cuando llega 
Respeta nada.
Ni padre ni madre. 
Cuando se trata de 
Cualquiera de sus abismos
Sin darse cuenta de que el Estado y la Sociedad Civil 
Infringe el Código de Aguas 
relinchos
como perra 
nuevo 
En frente del palacio presidencial.
Y sólo después de 
Reconsidera: besos 
En los ojos que están mal pagados 
Acuna en sus brazos 
Los que tienen sed de felicidad 
Y la justicia.
Y promete encender el país.

Poema sucio(fragmentos)



                        opaco opaco
                        la opaca
                        mano del soplo
                        contra el muro
oscuro
                        menos menos
                        menos que oscuro
menos que blando y duro menos que foso y muro: menos que hoyo
                        oscuro
                        más que oscuro:
                        claro
¿como agua? ¿como pluma? Claro más que claro claro: alguna cosa
                        y el todo
                        (o casi)
un animal que el universo fabrica y viene soñando desde las entrañas
                        azul
                        era el gato
                        azul
                        era el gallo
                        azul
                        el caballo
                        azul
                        tu culo

tu encía igual a tu vulva que parecía sonreír entre las hojas de banana entre los olores de flor y cagada de puerco abierta como una boca del cuerpo (no como tu boca de palabras) como una entrada para
                        yo no sabía tú
                        no sabías
                        hacer girar la vida
                        con su montón de estrellas y océano
                        entrándonos en ti

                       
bella bella
más que bella
¿pero cuál era su nombre?
No era Helena ni Vera
ni Nara ni Gabriela
ni Teresa ni María
su nombre era…
Se perdió en la carne fría
perdido en la confusión de tanta noche y tanto día
perdido en la profusión de las cosas acontecidas
                        constelaciones de alfabetos
                        noches escritas con gis
                        pastillas de cumpleaños
                        domingos de fútbol
                        entierros corsarios comicios
                        ruleta billar baraja
cambió de cara y cabellos cambió de ojos y rizos  cambió de casa
y de tiempo: pero está conmigo está
                        perdido conmigo
                        tu nombre
                        en alguna gaveta


¿Qué importa un nombre en este momento al anochecer en São Luis
de Maranhão a la mesa del comedor bajo una luz de fiebre entre hermanos
y padres dentro de un enigma?
                                                           Pero qué importa un nombre
debajo de este techo de tejas mugrientas vigas a la vista entre
sillas y mesa entre una vitrina y un armario delante de
tenedores y cuchillos y platos de vajillas ya quebradas
                        un plato de vajilla ordinaria no dura tanto
                        y los cuchillos se pierden y los tenedores
                        se pierden por la vida caen
                        por las fallas del entablado y van a convivir con ratones
y cucarachas o se oxidan en el jardín olvidados entre los pies de la cidrera
y las gruesas orejas de menta
                        cuánta cosa que se pierde
                        en esta vida
                        Como se perdió de lo que ellos hablaban allí
                        masticando
                        mezclando frijoles con harina y pedazos de carne asada
y la tos de la tía en el cuarto
y el resplandor del sol muriendo en la barda frente a nuestra
ventana
                        tan reales que
                        se apagaron para siempre
                                                                       ¿O no?


No sé de qué tejido está hecha esta carne y este vértigo
que me arrastra por avenidas y vaginas entre olores a gas
y orina que consumen mi cuerpo-antorcha sin flama
            o dentro de un autobús
            o en la barriga de un Boeing 707 sobre el Atlántico
sobre el arco iris
            perfectamente afuera
            del rigor cronológico
            soñando
Tenedores oxidados cuchillos desafilados sillas perforadas mesas gastadas
mostradores piedras de la Calle de la Alegría bordes de casas
cubiertas de lodo muros de musgos palabras dichas en la mesa
del comedor,

            vuelas conmigo
            sobre continentes y mares
Y también te arrastras conmigo
por los túneles de noches clandestinas
            bajo el cielo constelado del país
            entre fulgor y lepra
debajo de pañuelos de lodo y de terror
            te escapas conmigo, viejas mesas,
armarios obsoletos gavetas perfumadas de pasado,
            doblas conmigo las esquinas del susto
            y esperas esperas
que venga el día
            ¿y después de tanto
            qué importa un nombre?
Te cubro de flor, pequeña, y te doy todos los nombres del mundo:
            te nombro aurora
            te nombro agua
te descubro en las piedras coloreadas en las artistas de cine
            en las apariciones del sueño
            – ¡Y esta mujer que tose dentro de la casa!

Como si no bastara el poco dinero, la lámpara flaca,
el perfume ordinario, el amor escaso, las goteras en el invierno.
Y las hormigas brotando por millones negras a chorros
dentro de la pared (como si aquello fuera la esencia de la casa)
Y todos buscaban
            en una sonrisa en un gesto
            en las conversaciones de esquina
            en el coito de pie en la calzada oscura del Cuartel
            en el adulterio
            en el robo
            en el desciframiento del enigma

– ¿Qué hago entre cosas?
            – ¿De qué me defiendo?
En una maceta del jardín de tierra negra crecían plantas y rosas
            (¿Cómo puede el perfume
            así nacer?)
Del lodo en los bordes de las calles, del agua residual crecían
brotes de tomate
de las orillas de las casas sobre las tejas crecían hierbas
            más verdes que la esperanza
            (o el fuego
            de tus ojos)
era la vida que explotaba por todas las grietas de la ciudad
                                                                                                          bajo las sombras de la guerra:
                        la gestapo la wehrmacht ref feb el blitzkrieg catalinas  ataques de torpedo la quinta columna los fascistas los nazis los comunistas el reportero eso la discusión en la plaza el queroseno el jabón de andiroba  el mercado negro el racionamiento el apagón las montañas de metales viejos el italiano asesinado en la P Praça João Lisboa el olor a pólvora los cañones alemanes tronando en las noches de tempestad por encima de nuestra casa. Stalingrado resiste.

Por mi padre que contrabandeaba cigarros, por mi primo que organizaba rifas, por el tío que robaba estaño al ferrocarril, por su Neco que hacia puros ordinarios, por el sargento Gonzaga que tomaba tiquira  como miel de abeja y trepaba con la ventana abierta,
                        por mi carnero manso
                        por mi ciudad azul
                        por el Brasil, salve, salve,
            Stalingrado resiste.
            En cada mañana nueva
            en las ventanas en las esquinas en los titulares de los diarios


Pero la poesía aun no existía.
            Plantas. Animales. Olores. Ropas
            Ojos. Brazos. Senos. Bocas.
            Vitral verde, jazmín.
            Bicicleta el domingo.
            Papagayos de papel.
            concierto en la plaza.
            Luto.
            Hombre muerto en el mercado
            sangre humana en las legumbres.
            Mundo sin voz, cosa opaca.


Ni Bilac ni Raimundo. ¿Tuba de alto clangor o lira sencilla?
Ni tuba ni lira griega. Después sube: habla humana, voz de gente, barullo oscuro del cuerpo, entrecortado de relámpagos.
                        Del cuerpo. ¿Pero qué es el cuerpo?
                        Mi cuerpo está hecho de carne y de hueso.
            Ese hueso que no veo, maxilares, costillas,
            flexible armazón que me sustenta en el espacio
                        que no me deja  abatir como un saco
                        vacío
            que guarda toda las vísceras
                                                           funcionando  
como retortas y tubos
creando la sangre que crea la carne y el pensamiento
            y las palabras
            y las mentiras
y los cariños más dulces más crápulas
            más sentidos
para explotar como una galaxia
            de leche
            en el centro de tus muslos en el fondo
            de tu noche ávida
olores de ombligo y de vagina
            graves olores indescifrables
            como símbolos
            del cuerpo
de tu cuerpo de mi cuerpo
cuerpo
que puede un sable rasgar
            un pedazo de vidrio
            una navaja
mi cuerpo lleno de sangre
            que lo irriga como a un continente
            o un jardín
            circulando por mis brazos
            por mis dedos
            mientras discuto camino
            recuerdo rememoro
mi sangre hecha de gases que aspiro
                        de los cielos de la ciudad extranjera
                        con la ayuda de los plátanos
y que puede – por un descuido – evaporarse por mi
pulso
            abierto

                                               […]

            En una cosa que se pudre
— tomemos un antiguo ejemplo:
                                                           una pera –
            el tiempo
            no escurre ni grita,
                                               mejor
                        se ahonda en su propio abismo,
                                                                                  se pierde
                        en su propio vértigo,
                                                           aunque tan lento
                        que en lugar de transformarse en luz se transforma en
                        oscuridad:
                                               el pudrimiento de una cosa
                                               es de hecho la fabricación
                                               de una noche:
                                                                                  sea esa cosa
                                               una pera en un plato sea
                                               un río en un barrio obrero


                        Es por ello que en la Baixinha
hay dos noches metidas una en la otra: la noche
sub-urbana (sin agua
                        entubada) que se disipa con el sol
                                                           y la noche sub-humana
                                                           de la lodo
                                                           que permanece
                                                           a lo largo del día
                                                           extendida
como sebo
                                                           por kilómetros del manglar
                                                           la noche alta
                                                           del sueño (cuando
                                                           los obreros sueñan)
                                                           y la noche baja
                                                           del lodo debajo
                                                           de la casa


una noche metida en la otra
como la lengua en la boca
yo diría
como una gaveta de armario
metida en el armario (aunque
debajo: el miembro en la vagina)
o como ropas negras
sin uso dentro de la gaveta
o como una cosa sucia
(una culpa)
dentro de una persona
en fin, como
una gaveta de lama
dentro de un armario de lodo,
                                               así,
tal vez fuera la noche en la Baixinha
princesa negra y coronada
pudriéndose en los manglares
Aunque para definir bien esa noche
de la Baixinha
                                   no debe separarse
de la gente que vive allí
                                               — porque la noche no es
nada más
la conspiración de las cosas –
ni separarla de la fábrica
de hilos y paño rayado
(del cual los hombres hacen pantalones)
donde aquella gente trabaja,
ni del salario mínimo
que aquella gente recibe,
ni separar la fábrica
de lodo de la fábrica
de hilos
ni el hilo
del aliento
envenenado en la lama
que de heder tantos años
ya es parte de aquella gente
                                               (como
el olor de un animal puede ser parte
de otro animal)
                                   y a tal punto
que ninguno de ellos consigue
recordar alguna flor que no tenga
aquella acidez de lama
(y no obstante
se aman)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario