jueves, 17 de enero de 2019

POEMAS DE OSVALDO LAMBORGHINI

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(12 de abril de 1940, Buenos Aires, Argentina - 18 de noviembre de 1985, Barcelona, España)

EL GAYO FANÉ

El gayo Fané
en la madrugada:
visto en la madrugada
por la fiera del tiempo que
lo chifla.
La fiera del tiempo
chifla al gayo Fané
y la hace ver:
la Belleza cascajo. Teñida.
la Belleza chueca. la Belleza
dos cuartas. picoteada.
cachivache.
La Belleza percha. des-
cangayada. la Belleza
nuez: bajo. deshecha.
El gayo Fané
en la madrugada
chiflado por la
fiera del tiempo
se ve:
un mendigo
un desplumado
un ruin
un de rodillas.
El chiflido
de la fiera del tiempo
en la madrugada. el chiflido
que hace ver. que chifla.
El suicidio
del gayo Fané:
chiflado.


VINCENT

–en camino: el dibujo del sendero bordeado de espinas.
me he dicho: ¡surgirás!: garabateo. ¿estéril?
la Naturaleza se resiste. espinas del sendero. la
Naturaleza
con tenacidad: hay que reducirla: captarla. una lucha. las
líneas principales. me he dicho: ¡surgirás todavía! ¡parirás!
¡de la miseria parirás! ¿jamás?: me he dicho: de
las energías de la miseria. ¡surgirás! ¿no? ¿lo lograrás?: de
la energía que las espinas. la
Naturaleza: hay que poner un poco del alma humana
allí. la
Naturaleza: se resiste. espinas. una lucha. una
tenacidad. con tenacidad: es necesaria. mano
firme. el lápiz más dócil. un poco. ahora. más de acuerdo.
garabateo. me digo: ¡hay que poder!. el estudio
constante. el estudio cuidadoso. el estudio repetido. el
dibujo: una lucha tenaz. con
el tronco tenaz del esqueleto tenaz: una lucha. con
la cabeza tenaz del esqueleto tenaz: una lucha. con
las piernas. con la pelvis tenaz. una lucha. ahora: poco
a poco. más
de acuerdo. en camino. el
camino es: estrecho. la puerta es: estrecha. la Naturaleza: se
resiste. ¡hay que reducirla! ¡hay que captarla! hay
leyes: ¡aprendo a ver las líneas principales! me he dicho:
¡hay que poder!. me he dicho: ¡no te dejes despistar!: las
líneas. las principales. buscar. buscar. ahora el lápiz más de
acuerdo. más y más. ese sauce. me digo: concéntrate
en ese árbol. me digo: ¡atención! me digo: no
te dejes despistar: ¡es un ser vivo! me digo: ¡hay
que poner un poco del alma humana allí!: esa herida.


LA ESPADA, EL BÁCULO

I
lo que vencida por la edad: la espada.
lo que se queja: el báculo más corvo y menos. lo que
la sombra hurta. los ojos
que no hallan.
el recuerdo menos. la espada
menos.
II
por quien caduca ya: más corvo y.
lo que no halla
en qué. la espada menos fuerte. lo quejoso del báculo.
lo que la muerte desmorona: ojos.
III
recuerdo de la muerte: los arroyos
del yelo. lo que la sombra. los despojos. el
yelo en que los ojos. el monte. la espada. ya:
de yelo.
IV
lo que la sombra hurtó: la luz.
la espada de la luz. lo más del báculo.
los muros fuertes. la edad por quien:
la valentía.
V
el sol bebía: los arroyos. los ganados ya
desmoronados. el yelo de los ojos. del báculo. el yelo
del monte. de la sombra.
V
mas de esotra parte: gloriosamente
médulas ardiendo. gloriosamente venas.
gloriosamente cuerpo desatado. polvo y
ceniza: gloriosamente ardiendo.
VI
de esotra: un Dios-Toda-Llama
que ama nadando
enamorado. un Dios-Ama
que ardiendo: con médulas. con venas. con humor: el
respeto perdido a ley severa. la llama
que nada. un Dios-Ama nadando enamorado
en Agua Fría. Un Dios Todo que es Cuerpo
Enamorado.
VII
mas no de estotra parte: ley severa
que puede:
cerrar los ojos.
VIII
mas de esotra parte en la ribera:
Llama que nada y Nada
en Agua Fría: tendrá sentido.
memoria Nada ardiendo desatada: tendrá sentido.
Cuerpo en llama que sabe
nadar Nada en Agua Fría: tendrá sentido.
polvo-Nada: ceniza-Nada ardiendo: tendrá sentido.
Dios-Ama que nada
y llama Nada:
tendrá sentido.

LOS ENFERMEROS, QUE SABEN.

dicen que son irresistibles.
¡Tantas veces han perdido
la cabeza (y el puesto)
por ellas!
—Y también los médicos.
Quiebra en el cotidiano manejo profesional:
hay “algo” en el olor de las locas,
en el vaho que se desprende de sus cuerpos.
Locas: Ellas,
con “algo” en la carne y en el olor de la carne
que ni la electricidad puede arrancarlo,
ni las palabras.
Las palabras son el último intento
antes de la perdición definitiva.
La que entra en el consultorio delirando
se lleva a otro atrapado en sus respuestas.
Las vidas “arruinadas”, ojo,
no merecen elogio ni elegía
ni melancólica
oda postrera.
En el momento la loca habló
y en el otro vino el vértigo.
La encuesta previa para el levante de este
remedo de poema (¡y el tiempo vino!)
llevó a la puerta oclusa del ex doctor Groshen,
el expulsado de los cuerpos de salud.
“Me seducían invariablemente”, dijo,
con los dedos manchados,
“y después me abandonaban a mi suerte”.
—Por una loca hija de puta o puta... —comentamos
“¡No!”, él cortó la frase.
Suerte: Expulsión, él: el expulsado.
La medicina no lo necesita
ya más
y tampoco, tampoco es preciso
a las palabras placentas de las locas:
por un cuerpo que pierden
encuentran toda una academia para ejercer.
¿Cómo decirlo?
¿Quién ejerce y a quién ejerce?
La puerta se abre y los razonamientos
de Groshen exdóctor se evaporan
“¡Me quemó los sesos!”
Hay una mujer con la mirada perdida
y vaga sonrisa
que llama desde el umbral.
El olor llega hasta aquí
hasta la noche del blanco castillo,
o sombras débiles. Hasta el órdago
de las curaciones.
Me estaré
me pregunté
volviendo “loca”.
Oleré, acaso,
de esa manera y con ese
perfume y dardo de que hablé.
Groshen me ruega
un poco de amor:
“¡Un poco de amor!”
O que le dirija, en última instancia,
la palabra
llegaste ¿estás contento Groshen?
los berbiqüines de Dios están aquí
y guirnaldas
en una cantidad tal
y de gran preciosura
que ninguna boca sola
podría proferirlas
se pierde todo temor a estafa aquí
hay joyas brillando y jodas perennes
hay un grano de anís
orgullo de la placenta
hay un pliego y lápiz
japonés
o leeré
reclinado sobre la solución adivinanza
o el invento de otra en su
insoluble reemplazo que
que, inmensamente castillejo corresponde
a hidalgojo
inmensamente
y el que tiene
¿con qué me hueles?
¿la nariz el culo o la boca?

SORÉ, RESORÉ


I

Hay que cuidar la relación del doble con el cuerpo.
Tantos, por perder el doble
sin nada se quedaron, como la intención
de decir, o con esa intención.
Precisamente y vaga,
que nada hubiera fuera de eso,
de ese ras ras:
quitado el doble nada.
¿Caminaría yo por esas arenas de ardor?
Si no supiera de antemano
que hay una boca y que hay un jarro.
Esperando. Indiferentes. A quien llegue
o se eluda ad hoc. Señalando.
Señalando su distancia. Indiferencia,
fuera de todo teatro
acrado.
¿Caminaría yo?
Por esas arenas de ardor.
Hay que cuidar, es preciso.
Que el doble (él)
a cada rato venga con su certificado de presencia.
¡Yo he conocido mujeres
ya entontecidas de parir!
Cuidar incluso que esté en el ahijuna, en breve.
Sin desesperaciones por el gasto,
hasta cuidar incluso el gesto:
el terror nace, pare cuando se pega un salto violento
hacia atrás y él, doble, no está
(¡oh, te quiero ver!).
En Roma,
en el templete circular de Hermes Chano,
adoraban el ovo de la magnolia
el bien rallado sobre un vientre de mujer.
El doble (él) era un rayo de luz sangre,
púrpura se decía: “Un rayo luz
púrpura sangre”. Generalmente,
las máscaras consiguientes se ausentaban
para que él, doble, produjera intente
su laxo andar sobre la cal del muro.
Y sólo sobre la cal.
Y sólo sobre la cal.
Sobre la magra película cal.
Caminaba y acre,
y las máscaras yacían, pero no donde yo yazgo
sino refundidas como yo
sin el salto prudencial del rasgo
y en tanto el pincel, el pincel,
untado de azul
traza un color.
¿Caminaría yo por un César que me descabezara?
Se entiende que el rayo se efuminaba
tras la cal, sobre la cal
mas sin tallar el muro
ni atraparse para efigie del clam.
Yo lo he visto entre clavos de orgasmo.
Olor. Investidura.

II

Soré y Resoré, divinidades clancas de la llanura,
como vientos opuestos o en otro decir, encontrados,
otrora se posesionaban por entero de la atmósfera
y le imprimían su cadencia
(que ellas también como tejer
por tejer su brisa se les daba:
alguna vez la palabra erradicar).
Eran, Soré y Resoré, divinidades. Allá, oh allá,
como una sola copla andaban
gratoneando casi en un plano de delito,
entre ellas remirándose.
Y poseían el rallo.
Orei, no cabe la nostalgia.
Pero entonces cabe y entonces, vamos,
qué duda cabe.
Es un hueco en la esfera no del entendimiento.
Es un hueco.
Orei haría
haría,
falta toda una ciencia de suplir
que no tenemos, o tengamos. O un arte,
que tenemos, o.
Yo no he adivinado aún,
al menos,
las estatuas de Soré y Resoré,
Orei:
de la llanura clancas divinidades.
Están con sus compadres, los ecos.
Viven la vida intensa y eterna de las ratas
pero en una esfera externa donde la caña,
la pulpa misma del concepto
vanamente tratado de omitir,
nubla la mirada y añuda
a cada griego con su sabra
—no saber, ¡tan caray!—
y a cada orador con algo, con un halo.
Orei, ¿adivinar las estatuas,
los erigidos monumentos?
Pero dónde y cómo, mi amigo (sin nostalgia).
¡Si ésta es una llanura de lo más llana!
Si es el mesmo concepto desenrollado
como un despliego de la pulpa mesma
sin ninguna clase de prominencias.
Oh no, Orei:
“Naides es más que naides”.
Y nada se avizora,
a fuer de un comentario de barbijo.
Ni siquiera la llanura llana.
Idolillos que se van contaminados
y cunde el escenario
Y ahora el viento
Y ahora un dibujo guanaco
Para escupir la cara
Y ahora un heraldo mensajero amante enviado
a la ciudad de los patentes muros
(más paja aún que adobes),
descubre que soy nadie y no naides
o menos ni menos que naides.
Así andaba la cosa en el momento de poner
cuando al fin comprendía a mis compadres.
Estaba el hombre tras la reja del bar
con la tranquila copa en la mano.
Bebía seguramente su caña o su durazno y acrado
se partía en el lacre de un envío seguro,
seguro sin reenvío posible:
pero él era, o al menos estaba.
Y en la esfera no del entendimiento,
sin recordar bien (y menos pensar)
me acerqué con paso calmo,
intentando a lo sumo yo
entrenarme en los andares laxos:
ver y a ver
si podía revertirme, con un movimiento inverso,
en la misma condición del rallo.
Gritó
“¡Rayo!” acentuándolo. Y fuese
fuese redundante tras la bruma de la caña
(jamás he visto tan tranquilos pasos),
o disimulado por la sombra mal habida del durazno.
Y ésta es la reja del entrechocar:
lo mesmo.

YO ME REFIERO


(no soy el Regente / de Taller / pues /
lo importante, y potente / en este fiero /
y perdulario / Psicopathos de enfermero /
con bajo Fondo Social, que no es /
la Comedia del arte Literario. / Y así
como el Vestuario / incluye en su catálogo /
el hábito Desnudo / oh una Lucerna bajo el lago /
al vuelo solo aludo / inocente /
(pero ya sabe) /pluma con fecha infechable /
¿QUE sentencia el cuerpo del ave? /
sin acento, como quien
y a nada /en otra Estela / —igual va a Bruselas— /
-Para” escribe en la portada / “Paul Verlaine” /
((Mea lago —ya lo ven— en mi mal gusto— P.C. a mi peluca
de pocas pelas — y a miasma / objeto, que se derrumba con mi
busto —

OTRA

Otra, tal vez, otra rima:
Dala a la pérdida por perdida.
Un ladrido al que no hay
perro que lo exprima.
En la boca chula de Adonai
así se llamaba la vida:
—“Mal que no se halla contra”—
No le tengas, gas, grima
a la gloria roja
del homicida:
de su matriz se la despoja
más la crin (lacrima) de una potra.
La grima íntima intimida
y sin música sonroja.

EL JUKY

Le tengo terror a los demonios
quiero decir a los domingos
¡Querida!
La delicia se transformó en pura delicadeza
y la voluptuosidad: pudor.
A la gacela le crecieron alas.
Moteada de almíbar para las noches
¡Dulzura!
en las horas matinales o medios días
se sala: igual al hornero, a Lugones,
limpia su casita.
¡Muñeca!
Es bueno irse a un país donde hay muchos troncos
y donde la “o” es un círculo, letra alguna,
pero
¡Piba!
si esos témpanos hablaran
esta pampa te diría
¡Otro hombre!
Y seguramente voy a matarlo con tus propias manos.

***

Y sin embargo soy Edipo
Un Edipo que besa los pies de su madre ahorcada
Que se cuelga de sus piernas para detener el bamboleo de ese cuerpo
Que cuelga de una cuerda
Y arrodillado
Lengüetea Lame
Con su única lengua
Lenguaje posible
La vagina todavía tibia de su madre ahorcada
en el momento crucial.
***
Ligeras ganas de introducir pasmado
el remanido pene en la pátina vagina
y adorar luego la bóveda celeste.
Venían los griegos, esos niños inocentes de la peste.
Encendían el fuego y escupían las espinas,
no en un cuarto de hotel, no en éste,
que a manzana huele y a pornoshow deshabitado
por la más linda, por ella,
por la más bella,
por la más trina,
por la joya:
Helena, Helena de Troya,
Madre de Dios y bailarina.

El éxtasis y la dosis y la rima
y una clase de zorrino ensimismado
que igual tendré que dar mañana a pesar del pico.
Me gustaría ser judío
y mañero y transexual como el Espíritu,
y no este zorzal, este aeda marcado,
que huele a horror aunque se disfrace de Cupido.


ACEITE DE COLZA

Jeta morada, culo verde.
¿Cómo dice el corazón,
esto dicho en Val, Valverde?
¡Ostias! Estamos en España:
           España, la imbécil.
Ahora, sólo poemas divertidos,
sólo el ridículo
―después de la terrorífica
           pérdida de la lengua.
España:
España, la imbécil.
¿ostras?
¿vosotras? (¿vos, ostras?)
En catalunya Trancat en lugar de Cerrado:
Closed, please, Closed y
dn’t cry for me Argentina (?)
           (debe haber algo peor ―todavía―
que ser un canalla
y, encima, boludo)
inteligente: poco
El océano Atlántico es una inmensidad irreversible
No harán jamás un mundo estos pueblitos
[…]
España es una mentira, no un mito.
España es vil, como toda desgracia.
[…]
De los sueños
De la mitad del mundo.
De Viena invadida por los Nazis
y de Buenos Aires:
Buenos Aires.
España aquí. Es aquí:
la nostalgia del significante.
CANTAR DE LAS GREDAS EN LOS OJOS 
Porque resulta difícil sin guantes blancos
levantarse en medio de la noche
entre las oscuridades y las albas
y desnudamente romper un espejo
Hasta el derroche cualquiera está dispuesto
a pagar rescate por su doble
incautado en ese silencio y esa noche
donde lo contado y lo sonante duermen
¡Pulidos versos... /
¡Ahípero si pudiéramos librarnos
de estas paradojas en falsete
(de esta extrema y dura aun en bosque ausente)
como el nombrado rescate en secuestro equivalente
¡y librarnos sí y formalmente
de ese amaneramiento!
¿Por qué no somos sencillos
por qué no somos transparentes
por qué no somos puros y buenos
como el pueblo
como las buenas gentes?
Una ¿moralidad creciente ha invadido nuestra obra
así como una pringada o deleitable huella de leche
mancha nuestra alcoba
donde se supone una tabla sin ley entre la hiedra
y una enredadera
que como esa huella láctea acontece gredas
aun con las extremas precauciones
aun con las más duras.

Ya nada distinguimos con tal de distinguirnos
y desleídos en estos andares mixtos
¿no habremos perdido para siempre
al Jesús al Cristo?

Buscamos un punto con su brillo
el entrecruzado mármol
carnal seductor y reluciente
y para construirlo nada sobra
y nada tampoco es suficiente.

Si es verdad que los pavos reales
se amelonan en tapices que fingen el desierto
y que lo ficticio los enrosca en cierto punto
en que más hubieran querido haberse y muerto
también es cierto que la coyunda de rosales
— espinas solas
nada de corolas nada de pétalos —
yugula la garganta del galanteador incierto
que en vez de desatar lo verdadero

o convertir el sumiso indio en lirio de ande
cantó con mujeriles versos
esta mueca y esta intriga que se expande.
Las verdades legadas por El Muerto.
Pero claro:

nunca es bastante verde (la verdad) para un perverso.
En Kreslów hubo una vez un esbelto
oficial prusiano
que inducido por la fatalidad final del gentilicio
unas culpables hemorroides fue y contrajo
cuando en Europa ya brillaba
el tibio sol del pútrido armisticio.

También hubo un médico inglés del ochocientos
que se divertía curando los males inocentes de su pueblo
rural de campesinos inocentes
con el método de amputarle a sus pacientes
bajo cualquier excusa o pretexto ambos miembros.

Lo ahorcaron limpiamente
pero igual tuvo su tiempo
de esculpir una leyenda en los muros de la celda:
En mi aldea
por más que busquen en los rincones o en el dorso
puramente quedan
además de mi traducción de Medea
puras cabezas solamente y puros torsos.

Y hubo una señora detestable
criada en la ciudad de Buenos Aires
que contrajo el singular padecimiento
de creer que todos eran sabios alemanes (tales su padre)
y que a su propio bebito arrojó a un foso
por no responderle ni siquiera con un movimiento de los ojos
a una feliz y frase dicha
en el idioma de Goethe.

Le damos y le dimos mil vueltas a esta noria
porque formal y justamente
con nada tiene que ver la Historia.

Pero si es verdad que los idiotas
en sus babas reciben como un premio el rayado caramelo
y creen que eso así como se lame
y se ve y se come así también se toca
también puede pensarse en su lugar y por su puesto
tal como lo fijan estas mientes
en un verso ardiente del doble
posado en los dobles labios y ardientes
de un cristal de acento circunflejo

Con un entender el movimiento de los ojos
con un paso de lluvia y huella en el borde del foso
levantarse en oscilada vacilante noche
romper con guantes blancos un espejo

Contiene esta caja de madera tras su broche
los rubios cigarrillos del Esposo.
Contiene el porvenir en forma de estoque
contiene un estambre de plegaria
de ruego de mírame
no me toques.

Apetito y horror y raciones diarias
en una perpetua y trivial guerra de fronteras
si de perfil o de frente eras
porque si aquí vienen a plegar las almas nobles
también yo podría hincarme en mis clavijas
si entendiera la exacta diferencia
la sutil pero siempre fija
que media entre una montura de carnero
degollado en la guitarra misma que ensordecía sus balidos
y la pasta o ungüento carnal del Sol
asomado entre dos riscos.

Pero no.

Con la mano crispada en la pecera
y sin hacer caso
ni siquiera omiso
al trébol justo de los pasos
ni a los iris mudos y destellos coloridos
que a través del cristal me emiten estas bestias
ni paro la mano ni me alegro:

en medio de la noche me levanto
en la escarchada noche de los guantes negros.

Ninguno puede no obstante ninguno empero
reírse a sus ancas de los peces de colores.
Es necesario olvidar premuras y retrasar amores.
Es necesario posar el cigarrillo en el cenicero
e introducir la mano en la pecera.
        Serio
alimentar en diminuto el cristal vacío
pensando que no soy yo el que me río
ni el que secuestró a esta actual animalada cristalera
de un supuesto lecho natural Naturaleza.
Ese al menos es el criterio.

El tibio órgano que está es el único que reza
y si por supuesto y claro
mojada resulta la pupila del gemelo
bien que ella se abanica en sus burdelesy al amparo
de creer una sola letra del camelo.
Iris irísenle iris de arco
de un solo violín al pelo:
al introducir ella la mano en la pecera
juguetea con ardor
abre un campo del saber y un magisterio:
desabrocha este botón y demuestra
la existencia de un solo color de goce en la palestra
pero que todo el mundo limita al improperio.

Erguido y fálico en la satisfactoria crisis de esta mueca
hablábamos precisamente de este lado.
Hablábamos de un rosedal mojado
y de la distancia láctea de la rueca.
Entibiábamos con las palmas una espera
tejida con el hilo de cristal
y empuñada en la humedad de la pecera.
Esa cosa o ese animal
que siempre se oculta en la contera.


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