SIETE PECECITOS DE ANÍS PARA RECUPERAR LA INFANCIA
Primer pececito
MARIANA
Mi
única certeza es mi origen, recuerdo claramente las tardes lluviosas, caminando
entre los charcos, salpicando y jugando con mis amigos de la cuadra.
Nací
en una casa cómoda, sin mucho lujo, pero muy amorosa, de mi padre apenas tengo
noticias, muchos saben quién es, pero yo lo tengo apenas como un recuerdo
lejano, enquistado en mis primeros días.
De
mi madre he recibido apenas un trato justo, algo así como instintivo y despojado
de un amor real, lo percibo más bien como esa obligatoria sonrisa de un pueblo
amenazado, pero sé que se preocupa, siempre trata de proporcionarme lo mejor,
aunque no siempre sea así, yo le sonrío, y le doy mi bendición a su esfuerzo.
Con
el paso del tiempo, muchas preguntas me asaltaban, pero no confiaba realmente
en nadie, mi madre apenas una presencia que se dibujaba en mis recuerdos.
Con
el paso del tiempo, dejé de ser la niña de mi madre, no entendía por qué mi
madre había puesto distancia afectiva conmigo, con el paso del tiempo, ella me
presentó a un señor de su misma edad
Segundo pececito
DON JOAQUÍN
Llevo cerca de 15 años en este barrio, me
considero uno de los fundadores, la primera tienda de variedades ha sido la
mía, yo he visto como este barrio ha sido levantado, desde el momento en que
los dueños del terreno iniciaron la venta de lotes, hasta el momento en que
vendieron los primeros propietarios sus casas, y empezó a llegar gente nueva.
He
visto crecer a estos jóvenes, desde bebés, conocí a sus madres, las vi llegar
en las mañanas a comprar lo del desayuno, y los vi crecer entre juegos y
griteríos en las calles, este siempre ha sido un barrio sin dificultades, la
gente no es adinerada, pero se vive cómodamente estos jóvenes han crecido bajo
mis ojos, todos han venido a comprar los dulces que vendo, y en general todos
vienen a comprar lo que las familias les mandan.
A la
madre de Mariana la conocí, cuando llegó con sus padres, era una chica de 12 años,
blanca y con ojos muy alegres, al poco tiempo de haber llegado al barrio, se le
empezó a notar su embarazo, y como era normal, fue la comidilla de los
habitantes por un tiempo. Al nacer Mariana, como una de las primeras
originarias del barrio, fue un acontecimiento total, todos querían verla, era
una bebé muy pequeña, blanca igual que la madre… y pues no sabemos en realidad
que tan parecida era a su padre… hasta ahora esto es un misterio, la madre ha
guardado con celo este secreto, y pese a las muchas historias tejidas alrededor
del padre real de Mariana, nadie sabe con certeza quién es; ni se atreven a
hacer cábalas al respecto.
Tercer pececito
MAGDALENA
Llegué
a este barrio, a la edad de 12 años, el cambio fue drástico, pues tuve que
dejar amigos, cambiar de colegio, y dejar a todos mis amigos de infancia
Al
llegar a este barrio, todo fue una crisis, primero intentar adaptarme a este
nuevo lugar, pese a la alegría que me causaba estar en una casa propia, y no
pagar renta, y lo que esto permitió que siguiera estudiando en un colegio
cercano… pero no fui feliz totalmente, al llegar al nuevo colegio me sentía muy
sola, además las chicas ya tenían sus grupos, y yo estaba sola. Poco a poco y
con mucha dificultad me fui acoplando, conseguí nuevas amigas, pronto era parte
de aquel bullicio escolar, me hice dos buenas amigas Martha y Catalina, con
ellas inicié una amistad que aun hoy subsiste
Del
padre de Mariana es realmente poco lo que recuerdo, fue uno de esos amores
fugaces, lo conocí en una fiesta, era primo de Catalina, este era un muchacho
delgado, de facciones crudas, y angulosas, mayor que yo un par de años no más,
pero con una vida muy agitada, hijo de una pareja de desplazados por la
violencia del llano, se vinieron a vivir a la capital, sin nada, apenas unos
cuantos trebejos y una cama rechinante; en primer momento, habitaron uno de los
hoteles del centro, que lo pagaba el gobierno, allí duraron cerca de seis
meses, luego, con ayuda de otra institución nacional tomaron en arriendo un
apartamento pequeño cerca del colegio donde estudiaba, siempre pensé que él
Olegario estaba enamorado de Catalina, siempre nos esperaba a la salida del
colegio, nos invitaba a un helado y no lo veíamos hasta la tarde siguiente. Así
lo conocí, pero la verdad nunca me entusiasmó, era muy callado, y con la mirada
penetrante.
Se
me antojaba frío y muy calculador, un joven de esos hechos por la rudeza del
medio, y los avatares de la calle, pero aun así tenía el encanto de quienes
actúan con nobleza, y buen corazón, no siempre se puede juzgar exclusivamente
por los actos inmediatos; en aras de la justicia es bueno ver el contexto de
los hechos para no acabar sin fundamento el buen nombre de alguien. Poco a poco
nos fuimos acercando, para mí no era del todo indiferente, pero tampoco me
ofrecía lo que de momento necesitaba, así que lo dejé correr por un buen
tiempo.
No
fue hasta los primeros días de diciembre, cuando más agitada estaba la calle, y
todo el barrio sucumbía ante los festivos preparativos para la navidad y el año
nuevo, cuando empezó a frecuentar el barrio.
Cuarto pececito
OLEGARIO Y MAGDALENA
Las
primeras fiestas se dieron en medio de la novena de navidad organizada por los
vecinos del barrio, cuando llegó Olegario, me pareció un ser muy dulce, no como
esas personas a las que la vida curte hasta hacerlas insensibles; a mi parecer,
a él la vida lo había afectado de una manera diferente, dotándolo de un
carácter casi maternal, y sus ojos brillaban cuando nuestras miradas se
cruzaban. Así pasamos de mirada en mirada y de baile a baile por casi dos
semanas, cada vez me sentía más cercana a él, pero no fue hasta terminadas las
festividades de año nuevo, cuando decidió pedirme que empezáramos a construir
una relación, esto fue sorprendente, pues siempre pensé que sus intenciones
eran con Catalina, pero bueno, así fuera mi amiga, yo sin oponer mayor
resistencia me abandone a mi suerte en sus brazos, algo en mi despertaba por
esos días, me sentí extrañamente adulta, y por eso tal vez, fue que en una de
sus visitas a mi casa, sucumbí de manera deliciosa a sus humanos y delicados
apetitos. No es que fuera mi primer amor, ni mucho menos mi primer hombre, pero
en mi despertó un fuego desconocido hasta entonces… las visitas se hicieron
frecuentes, pero sin levantar sospechas en mi familia, yo buscaba siempre la
manera de que él se escabullera en mi casa como un gato travieso, y retozábamos
tardes enteras vigilados tan solo por el sol de la tarde y mis muñecas…
recuerdo de la etapa de la vida que iba abandonando.
Quinto pececito
MARIANA ANUNCIA SU
LLEGADA
Lo
que menos me imaginaba, y no por ignorancia, sino por mi manera infantil de
llegar a este momento de la vida, se anunció, con una fuerte gripe a inicios
del mes de marzo, lo que en un principio fue un resfriado de lo más normal y
vulgar, se me fue convirtiendo en un pequeño infierno, no solo tenía un
irrefrenable flujo nasal, sino un malestar en todo mi sistema óseo, me dolían
hasta las uñas, y mi apetito sufría una serie de desajustes, primero empecé a
tomarle aversión a los ajos, la cebolla y los huevos cocidos, luego sin ningún
problema empecé a devolver algunas de las comidas del día.
Primero
el malestar me impidió seguir estudiando normalmente, luego mi familia me envió
al médico general, y ellos afirmaron que mi enfermedad era de las más
normales…. Y comunes hoy en día.
No
podía creerlo, y aunque era totalmente consciente de lo que hacía, no podía dar
crédito a mi suerte, o mejor infortunio… pues he visto a tantas compañeras
llevar una vida totalmente normal, con sus parejas de novios, que nunca imaginé
que de todas fuera yo quien en estos momentos esperaba un hijo… lo tomé con
calma, pues nada podía hacer ya, aunque mi familia se reunió, y me dieron
varias opciones, más por miedo, que por un falso moralismo decidí no abortar, y
tener a mi hijo, pese a lo que eso significaba en mi vida como estudiante y en
mi ser juvenil.
Decidí
que aunque mi familia se opusiera, y todos lo vieran como un fracaso, iba a
tener a mi criatura e iba a hacer lo posible por hacer mi vida normal; aunque
los malestares se acrecentaron durante los primeros días, calculo que pasadas
unas cuatro semanas, ya podía dominar plenamente mi cuerpo, pese a tener
enfrente una gigantesca panza que a mi parecer en cualquier instante
estallaría… este pensamiento me aterraba, pero la vida siguió su cauce normal,
yo aprendí a caminar con mi nuevo cuerpo, apenas unas pequeñas molestias, dolor
en los senos, en las caderas, y la espalda, pues mi punto de equilibrio se
había trastocado por el embarazo, Olegario, siguió visitándome, no desperdiciaba
oportunidad para alagarme, era extraño, su pasión fue la misma, de no ser por
mi panza se diría que aun seguíamos jugando, pero me sentía feliz, nunca pensé
que él fuera dedicado, pero me demostró una pasión, y un fervor, que los meses
fueron pasando y ni cuenta me di… éramos dos pequeños jugando, nunca me propuso
vivir juntos, y mi familia tampoco apuraba ese paso, seguía siendo su pequeña,
las molestias de los primeros días, dieron paso a una suerte de tregua entre mi
familia y Olegario, yo me sentía a gusto, pese a que ganaba peso de forma
acelerada, mis pómulos se inflaron, mis senos, y mis piernas, casi no dormía, y
cuando lo hacía mejor era en las tardes con Olegario, mi familia estaba
pendiente de todo, las primeras mudas, los nombres etc., etc., yo que era quien
llevaba ese ser, no estaba tan preocupada, Olegario organizó un fondo, en donde
iba poniendo dinero, para los gastos del bebé, yo estaba con seguridad social a
cargo de mi padre, así que los gastos del parto, y la recuperación no tenían lío
alguno.
Sexto pececito
LLEGA MARIANA
El día 19 de septiembre, en medio de las
celebraciones del día del amor y la amistad en Colombia, el equivalente al San
Valentín del 14 de febrero de los otros países, en medio de un almuerzo
organizado por mi familia: unas terribles punzadas empezaron a trastornar mi
día, primero pensé que eran fruto de algún malestar común, pero a medida que el
día corría, estas se tornaron más fuertes y seguidas, al punto que luego de las
3 de la tarde, ya no podía ni respirar, mi madre quien tenía experiencia, pues
yo no había tenido hijos, le dijo a Olegario que alistara todo, los carnets del
seguro, las mudas del bebé y otras cosas personales mías.
El
taxi llegó a casa sobre las 3.30, y de inmediato nos enrumbamos al hospital anteriormente
designado por el seguro. Tan pronto arribamos, unas pequeñas diligencias y me
pasaron a la sala de partos, el trabajo, no duró más de veinte minutos, y me
anunciaron que había tenido una niña, es un momento emocionante, no me pareció
grave aquel asunto, y más bien salí bien librada y sin consecuencias. De esto
ya han pasado 15 años, con el correr del tiempo, y por múltiples altercados con
mi familia y con la de Olegario, este se alejó de nosotras, y se marchó al
ejército, según dijo, para ayudarnos… no sé donde quedaron sus sentimientos, su
valor, y su amor. Son catorce años sin verlo, de vez en cuando envía a través
de su madre algún dinero, nada oficial; decidí entonces sacarlo de nuestra
vida, no fue difícil, pues Mariana como se llama nuestra hija, no recuerda nada
de él apenas lo vio siendo un bebé de un mes.
Nosotras
hemos salido adelante, no sin problemas, en una sociedad machista, y de doble
moral es difícil salir adelante dos mujeres, sin embargo la he sacado adelante,
ella poco o nada sabe de su padre o familia, siempre ha estado conmigo. Y yo no
me he comprometido con nadie más… eso sí, he puesto bastante atención a su
formación, ha estudiado, y siempre le recuerdo los cuidados que ha de tener con
los muchachos. Al parecer ha hecho caso y hasta ahora sigue sola.
Séptimo
pececito
CIRCULO VICIOSO
NARRADOR
Es
complejo entender la dinámica de la vida, pues viene de tiempo a repetirse
historias:
Estaba
llegando a casa, luego de mercar, cuando entré en el negocio de don Joaquín,
pedí una cerveza fría, mientras me deleitaba con su amargo sabor, cuando entró
Mariana, ella hace un par de meses es madre de una hermosa bebé, eso se me hizo
extraño, no es que no sepa como vienen al mundo los niños, sino porque esta
chica realmente se veía juiciosa, tuvo que ser muy muy cuidadosa con quien
salía para no permitir sospechas de Magdalena o su familia, el caso es que ella
se dio mañas para convertirse en madre. Me tomaba gustoso mi cerveza fría,
cuando Mariana entró, con toda la altivez de sus 16 años, enfundada en un jean
juvenil, y una camiseta negra de Iron Maiden.
-Miró
de frente a don Joaquín y dijo:
-Me
vende por favor tres pañales, dos shampoos de sábila, un rinse.
-Claroo
mi niña, -le respondió don Joaquín-
Acto
seguido don Joaquín se dirigió a la vitrina y extrajo los productos y se los
entregó a la joven.
-Gracias
don Joaquín –replico Mariana- ¿cuanto le debo?
-$4.500
-Gracias,
mire el billete – Mariana le alargó un billete de $5.000-
¡Perfecto!,
respondió don Joaquín,- le sobran $500- le indico el tendero,
Una
sonrisa se dibujó en el rostro de Mariana, y entonces dijo en voz alta:
¿Podría
completarme el cambio con pececitos de anís?
Niños…
al fin niños… pensó don Joaquín mientras entregaba los 7 pececitos de anís.
Mariana
salto como una chiquilla en tanto devoraba los pececitos de anís, e izaba como
bandera los pañales de su hija.
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