jueves, 16 de junio de 2016

POEMAS DE RIGOBERTO PAREDES

(Honduras, 1948 - 2015)

Causa Común

Dormiremos

amor con los ojos abiertos 
hábiles
sin sosiego
arderán nuestros cuerpos
como una fresca llama
(como una fresca llama en la espesura) 
arderá igual la tierra
laboriosa 
despierta
inacabable
y el vasto resplandor
de seres y deberes
nos hará ver más claro
que la vida no es un sueño

Memoria del solo

¿En qué ajeno paraíso abandonaron

mi humeante corazón, quemado vivo, las mujeres que amé?
¿Bajo que cielorraso se desnudan
y muestran victoriosas el reino que perdí?
Yo, en cambio, nada guardo: ni dicha ni rencor.
Una a una me dieron la gloria merecida
y derrotado fui con sus mejores armas.
El amor es la única batalla
que se libra en igualdad de condiciones.
yo no pude escudarme, devolver las palabras
con la misma osadía, sin cuidar mis entrañas,
y los más leves golpes
me alcanzaron de lleno, a la altura del pecho.
Dado ahora a morir en cama extraña
(orgulloso de mí, en paz conmigo),
cierta gloria atesoro, ciertos nombres,
como el viejo guerrero que alivia sus heridas.


Mar adentro




      A Rafael Rivera                                      
                                                            
      Ya los barcos doblaron                                
      la esquina de las aguas                              
      que miramos unirse                                    
      el cielo arqueado y hondo.                            
      Apenas unas manchas se divisan,                      
      pero aquí, entre nosotros,                            
      presas del abandono,                                  
      manos y voces se alzan todavía amorosas.              
      Los viajeros, en proa, no verán hacia atrás.          
      Otro mundo despunta, otro mundo alto y fresco        
      en la cabeza de todos los viajeros.                  
      Noche y día ojearemos las crestas del aguaje.        
      Talvez el viento arrastre un olor, un silbido,        
      algo de cuanto asimos fuertemente a los pechos        
      que hoy vibran apartados.                            
      Cómo áspera maleza crece el mar en nosotros.          
      Su falso azul revienta en los peñascos                
      y sólo nos devuelve restos de lo perdido.            
      Igual,                                                
      la vida nos envía                                    
      sus rápidas señales,                                  
      a su paso,                                            
      muy lejos de esta orilla.                     


BELLEZA

Quién eres tú, belleza,

incierta, impura belleza.
Qué buscas dentro de mí, belleza.
O sólo quieres que te nombre, belleza,
como a toda belleza
impostora de mí, de ti, belleza.
Digo, quiénes seremos tú y yo, belleza
cuando ya no exista la belleza.


VUELTA

Mañana llegaré a tus ojos.

Mañana, dije, sin mirar tu rostro,
sin mirarnos de frente.
Pero viéndote, viéndonos
como antes nos mirábamos.
A ciegas llegaré,
como un Odiseo tejido y destejido
por tu desamor,
falsa Penélope,
Circe de mis cerdos.
lestrigona de este pecho enamorado.

CANSANCIO

Ya no quiero, no puedo

dar más de lo que tengo.
Mi corazón boquea como pez
en una nasa abandonada.
Así me veo frente a ti:
animal sudoroso, rendido
o poeta echado en sus laureles.
Y estoy cansado, muy cansado
de que no sea cierto.

POÉTIQUE
Lo adjetivo, Huidobro, es lo que mata,

así como la rosa florecida en el poema.
Yel poema no es llave;
cerrojo, cerradura, sí,
de la única puerta que lleva a la poesía.
¿Pequeño Dios?, si acaso tú, Vicente,
pese a tu pecado de originalidad.



Memento

Vencido,
te relames en los labios
un incierto dulzor,
los viejos sinsabores de otros cuerpos.
Nada tuyo queda, nada de cuanto diste
ha vuelto salvo ni recompensado.
El amor es así: gloriosa pérdida
de prendas y batallas,
o, a veces, solamente un injusto recuerdo,
cierto invicto deseo
que juraste guardar más allá de la muerte.

Alguna vez

Alguna vez
un cuerpo se tendió a nuestro lado
y se abrió, sin prudencia,
como una madrugada.
Le dimos cuanto quiso:
piel,
entrañas,
el lujo del amor,
las más hondas palabras.
Una mirada, un hálito, una brizna le dimos.
Alguna vez
un cuerpo se tendió a nuestro lado
y nos dejó
vacíos.

Estación perdida II

Cuanto amé
doy a cambio de la estación perdida.
Con paciente avaricia yo he guardado
dones, heridas, dichas, infortunios,
vanas prendas que el tiempo ha vuelto bellas.
Ahí están,
bajo palabras puestas
ante el límpido augur de la memoria.
El mundo en torno ha sido monótono, aparente,
sólo un confuso limbo de lejanas presencias,
una noria atascada, un áspero cansancio.
Pero amé,
colmando fui de amor pechos y labios
y nada más que cuanto amé queda.
Mas la vida vendrá
cuando en mí resplandezca la estación perdida.

Opus de amor

(en cuatro movimientos)
Convite
Una mujer no basta
para dar de vivir al solitario.
Un solo cuerpo no, una mujer no basta.
El solitario aguarda
en su lecho de rosas
a más de un corazón.
Una sola no basta
para dar de vivir al solitario.
Su cabeza se aqueja bajo sábanas
como animal rendido,
y los ojos del solitario no ven de lejos.
Acérquense las que quieran,
todas.

Post Mortem

No aplacaré con lágrimas
lo que arde en la punta de mi lengua.
De más está llorar
por quien vivió en la holganza,
dando palos a cambio de abrazos y de querencia.
Ahora, en esta hora de la verdad,
en que tus pompas
se estrenan en lo duro y pelado de la tierra,
todo cuanto luciste, ufano y altanero,
pesa más sobre ti
como una losa a imagen y medida de tus restos.
¿Qué otra suerte esperaba
quien en vida olvidó, a su debido tiempo,
que también el poder y sus deidades
pasto son de gusanos, hálito de la nada?
Un áspero hierbajo se abre paso por dentro,
te hiende la cabeza, el pecho, los muñones:
es el estrago tenaz de la venganza,
su lenta mordedura, la soga del rencor,
únicas prendas
que ostenta la oquedad de tu memoria.

Mester de huerfanía
¿A quién espero aún, a quien espero
cuando vuelvo mis ojos al claror de otros días?
En vano me deleita este sueño de abril,
el lúbrico artificio de sus nimbos.
A una beldad yo busco,
a una beldad perdida en otro tiempo, lejos,
dueña y señora de mi orfandad y de mis llagas.
A ella espero aún, a ella espero
como a la vida espera un condenado.


Memorial

uno 

vuelve al lugar donde dejó su vida
cuando todo tenía la misma edad del alba
deja caer sus pasos
sobre pasos que ya no nos resisten
mira el reloj del pueblo
y están las mismas horas que urgieron nuestra infancia
alguien nos besa dulce una mejilla
y en la otra sentimos los golpes del olvido
y no hay madre que diga te esperábamos siempre
ni padre que nos cobre a regaños la ausencia
en manso oleaje el tiempo nos devuelve al origen
está aquella la casa
la criatura llorando por bocado
y el patio con abuelos esperando la muerte a todas horas
uno vuelve y no hay perro que alegre su cola por nosotros
no hay quien diga siquiera es duro este lugar por qué
volviste
sólo antiguas preguntas y lo mismo terrible
la iglesia y sus mendigos
el espanto y sus jueces
el silencio y su estirpe faltándole el respeto a las estatuas 
(el mundo apenas nuestro qué jodida)
la rabia no es igual crece sin tregua
está fiera-en acecho
y por dentro nos dice
no es posible el perdón a estas alturas



JUEGO LIMPIO


Bájenlos
torre de la ESA.
Encóndanles
su musa.
Espanten
fantasmas SUS.
Abranles
Ojos Sus (SUS limpien Anteojos}
por lo Vean
Allá Más
de la página de la máquina,
del cargo.
No se Dejen.
En ellos Dejen Escribir
Poesía en vano,
y EN SUS lugar de Bellas dedicando
intenciones
exíjanles ellos actúa
aludiendo a Palabras del SUS.

Extraído de CUADERNC CARMIN poesía, n. 18, 2002. Revista multas dirigidos por Eduardo Dalter, Buenos Aires, Argentina.


COMO UNA elegía


Tiene Salón cañas mamá del ya, mal humor Y biznietos,
aumento mala tarde
confunde Días y se cierra,
habla sola,
oye menos
se le quema el arroz,
ve en el pecado anteojos ellos,
que se sabe de memoria les telenovelas,
Camina por las malas
venta y Solo a misa.

Señora
(Piedra viva
en la Mitad
del Camino de la Muerte)
yo la quiero una como quinceañera.

(Slow Fuego. Antología personal) 

ENTRE NOSOTROS


Debajo tu falda
si Extraños ruidos Oyen

algo Alli Se Mueve
Entre tus piernas
como la sombra en El Monte

Si ciertas ncluso las Señales de vida en Tus adentros
(conchas alga marina espuma Y MENSAJES náufragos seguras)

toda tierna herencia ESA de las mareas altas

ONU viento favorable
estorba el follaje secreto Tu Cuerpo
ya Veces pareciera
Hace Tiempo que buen
Los alrededores en tu cama
tengo la sana Intención
para aclarar dudas AES
Una Noche de éstos


 Daguerrotipo


siempre mirando abajo
como si algo buscaras (ciegamente)
tu espumosa cabeza a punto de caer
no toca fondo
y ondea memorable como en tus buenos tiempos
también tus manos
viejo algo buscaron
caricias bronca vainas quehaceres
siempre las vi lanzando la primera piedra
o haciéndose dos llamas cuando hablabas
ahora están allí
ajenas improbables otras manos
(ochentitantos años bien rentados
en lucha cuerpo a cuerpo con la vida
pienso que te moriste
ciudadano
porque ya no tenías otra cosa posible)
qué difícil es ya reconocerte
la memoria y sus aguas han gastado tu traje
tu abundante barriga
tus asuntos menores
de veras que no hay modo de saber dónde
aunque parezca que lo estás diciendo
un extraño paisaje asoma a tus espaldas
desperdicios de insectos
telarañas
cierto color sanguíneo
sobrevolando a solas tu inútil abolengo
la llovizna del tiempo azota tu mirada
y tu orgulloso porte va sabiendo
que también se envejece
en las fotografías.


Al héroe


para empezar
digamos que no luces tan bien en esa estatua
y da lástima verte a sol y agua
espada en mano
guerreando contra nadie
sitiado por la oscura maleza del vacío
tanta vuelta y revuelta
sudorosas distancias batalladas
todo el tiempo ganado en esos años
¿tan sólo para el manso latido de este bronce?
la realidad
(tu más cierto homenaje)
sobrevive
debajo de las patas de tu potro fantástico
bájate
descabalga esas alturas
dale historia y quehaceres a tu espada.


Los que se aman


3

ellos saben que el mundo es un fértil lugar recién hallado
un peaje cotidiano
un arduo impredecible golpeteo
una cuota de amor creciendo a penas
el roce de algún cuerpo semejante
que les da la noción de su esperanza

4

los que se aman
tienen algo en común
iguales nombres
señas de identidad
y direcciones
(café del italiano parque central amigos
esquinas avenidas de costumbre)
quiero decir la misma ciudad sencillamente

10

por eso
cada noche
antes de todo amor antes de todo
verifican su haber y sus deberes
preguntas
certidumbres
rasgaduras
ese alto diario impuesto de conciencia
que les toca pagar a sangre y fuego


Lectura de Vallejo


escribir
escribir aunque nos salga espuma
decir
decir muchísimo
desatollando sílabas palabras
hasta la empeñadura del grito necesario
mejor es algo así
antes que agitar la página
como una bandera blanca en plena guerra

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