Al príncipe
Si vuelve el sol, si desciende la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una tarde de lluvia parece volver
de tiempos tan amados y nunca del todo poseídos,
ya no soy feliz al gozarlos o sufrirlos:
no siento ya, frente a mí, toda la vida…
Para ser poetas se necesita mucho tiempo:
horas y horas de soledad son necesarias
para formar algo que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para darle forma al caos.
Poco tiempo me queda: por culpa de la muerte
que me viene al encuentro en mi marchita juventud.
Mas por culpa también de nuestro mundo humano
que le quita el pan a los hombres y a los poetas la paz.
De La religión de mi tiempo
Reaparición poética de Roma
Dios, qué significa ese sudario silencioso
que ondula sobre el horizonte…
ese ventisquero de moho —rosa
de sangre aquí— desde las faldas de los montes
hasta las ciegas encrespaduras del mar…
aquella cabalgata de llamas sepultadas
en la niebla, que hace confundir el llano
que va de Vetralla a Circeo con un pantano
africano que exhala un anaranjado
mortal… Es velamen de bostezantes y sucias
brumas enroscadas en pálidas
venas, incendiadas líneas,
ganglios en llamas: allá donde los valles
del Apenino, entre diques de cielo,
desembocan en el Agro vaporoso
y en el mar: pero —casi arcas o espigas
en el mar, en el negro mar granuloso—
la Cerdeña o la Cataluña
ardiendo por siglos en un grandioso
incendio sobre el agua que las sueña
más que reflejarlas, resbalando,
parece que acabaron por lanzar toda
su madera aún ardiente, toda cándida
brasa de ciudad o cabaña devorada
por el fuego, hasta palidecer en estas landas
de nubes sobre el Lazio.
Pero ya todo es humo, y os asombraríais
si, dentro de los escombros del incendio,
oyéranse reclamos de frescos
niños desde los establos o magníficos
tañidos de campana retumbando de hacienda
en hacienda, por los abruptos atajos
desolados que se vislumbran desde la calle
Salaria —como suspendida en el cielo—
a lo largo de ese fuego melancólico
perdido en un gigantesco desmoronamiento.
Ahora su furia se desangra y palidece
infundiéndole mayores ansias al misterio
allá donde —bajo esas polvaredas
flameantes, casi un empíreo sudario—
empolla Roma sus barrios invisibles.
De La religión de mi tiempo
Plegaria escrita por encargo
Te escribe un hijo que frecuenta
la milésima clase de Primaria,
Querido Dios:
ha venido a vernos un tal señor Homais
diciendo que eras Tú.
Se lo creímos,
pero estaba entre nosotros un infeliz
que no hacía más que masturbarse,
día y noche, exhibiéndose incluso
frente a prostitutas e infantes; pues bien…
El señor Homais, querido Dios, te reproducía punto
por punto:
tenía un hermoso traje de lana obscura, chaleco,
una camisa de seda y corbata azul;
llegó de Lyon o de Colonia, no recuerdo bien
Y nos hablaba siempre del mañana
Pero entre nosotros estaba aquel idiota que nos decía
que Axel era tu verdadero nombre…
Todo esto en el Tiempo de los Tiempos
Querido Dios,
líbranos del pensamiento del mañana.
Es del mañana que Tú nos hablaste a través de Ms.
Homais.
Mas nosotros queremos vivir ahora como el idiota
degenerado
que seguía a su Axel
que era también el Diablo: era demasiado bello para
ser sólo Tú.
Vivía de sus rentas, pero no era previsor.
Era pobre, pero no era ahorrador.
Era puro como un ángel, pero no era decente.
Era infeliz y explotado, pero no tenía esperanza.
Querido Dios,
no habría idea del poder si no hubiera idea del mañana,
pero sin el mañana, no sólo la conciencia no tendría
justificación.
Querido Dios,
haz que vivamos como los pájaros del cielo y los lirios
del campo.
De Poemas por encargo
Carne y cielo
Oh, amor materno,
doliente, por los oros
de cuerpos invadidos
del secreto de regazos.
Amados movimientos
inconscientes del perfume
impúdico que ríe
en los miembros inocentes.
Pesados fulgores
de cabellos… crueles
negligencias de miradas…
atenciones infieles…
Enervado por llantos
tan suaves vuelvo a casa
con las carnes ardientes
de espléndidas sonrisas.
Y enloquezco en el corazón
nocturno de un día de trabajo
después de mil otras noches
con este impuro ardor.
De El ruiseñor de la iglesia católica
Tomado de:
Análisis tardío
Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia
enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto
pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.
Traducción de Hugo Beccacece
Cercana a los ojos y a los cabellos sueltos
Cercana a los ojos y a los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
absorta enrojeces mis papeles.
De adolescente ardía hasta el anochecer
junto a tu demacrada claridad, y eran extraños
los rumores del viento y el canto de los grillos solitarios.
Entonces en las estancias sin memoria
dormían los parientes, y mi hermano,
tras un delgado muro, estaba inmóvil.
Ahora tú, luz rojiza, no nos dices en dónde está
y, sin embargo, iluminas y suspira
el grillo en los campos desiertos;
mi madre se peina ante el espejo,
con un gesto tan antiguo como tu luz,
y piensa en aquel hijo ya sin vida.
David
Apoyado en el pozo, pobre joven,
vuelves hacia mí tu cabeza gentil,
con una risa grave en los ojos
Tú eres, David, como un toro en un día de abril,
que de la mano de un muchacho que ríe
va dulce a la muerte.
Traducción de Delfina Muschietti
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/5-poemas-pier-paolo-pasolini/
Danza de Narciso
Estoy negro de amor,
ni ruiseñor ni muchacho,
todo entero como una flor
deseando sin deseo.
Me he levantado entre las violetas
mientras aclaraba
cantando un canto olvidado
en la noche serena.
Me dije: «¡Narciso!»,
y un espíritu
con mi rostro
oscurecía la hierba
al claro de sus rizos.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina Muschietti
Danza de Narciso II
Yo soy una violeta y un aliso,
lo oscuro y lo pálido en la carne.
Espío con mi ojo alegre
el aliso de mi pecho amargo
y de mis rizos que brillan negligentes
en el sol de la orilla.
Yo soy una violeta y un aliso,
el negro y el rosa en la carne.
Y miro la violeta que resplandece
grave y tierna en el claro
de mi cara de terciopelo
bajo la sombra de una morera.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo seco y lo mórbido en la carne.
La violeta retuerce su luz
sobre los flancos duros del aliso,
y se reflejan en el humo azul
del agua de mi corazón avaro.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo frío y lo tibio en la carne.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina Muschietti
Ladrones
Una vez regresado a tu madre
¿sentirás todavía
sobre los labios
los besos que te he dado como un ladrón?
¡Ah, ladrones los dos!
¿No estaba oscuro en el prado?
¿No robábamos a los chopos
la sombra en tu bolsa?
Los conejos se han quedado
sin hierba esta tarde,
y tus labios robados
besan la primera estrella...
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina Muschietti
Muerte
Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz, tanto
como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad, y ahora
casi con otra alegría
lívida, árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia, de oscura
hambre, de ansia casi de criatura nueva.
De "La religione del mio tempo" 1961
Versión de Delfina Muschietti
Tomado de:
http://amediavoz.com/pasolini.htm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario