Invitación a la Masacre
Soy un genio. Nadie lo dude. En los 4
puntos cardinales la humanidad entonando cánticos de adoración delante de mis
altares. Pero los que me persiguen. Pero los que odian mi luz lo impiden.
Tienen miedo. Tiemblan. No quieren verse reducidos a la Nada de la cual son
hijos por el brillo con que desnudo su insignificancia.
Yo no entiendo lo que pasa. Mancho con
furia día y noche superficies blancas. Vuelco los huesos en lo que creo. Qué
más puedo hacer para que proclamen mi nombre a todos los rumbos. Es que no entienden
que soy verdaderamente un genio. Un Dios.
No. Es claro que no entienden. Son
inferiores. No pueden ascender hasta mí. Descender al abismo desde el que
arrojo alaridos de basura a sus rostros indiferentes. Huecos. Qué saben de esta
oscura luz. Del placer de sentir las bocas de los bichos carcomiendo despacio
los nervios. Los tendones. La médula. Qué saben del infierno y sus goces. De la
hermosura del mal y los sutiles ritos de la Peste. Exterminarlos sin
contemplaciones. Que no quede ni un idiota para seguir contando el cuento lleno
de furia y sonido de la vida.
Estoy herido. Piedad. Pido sólo un poco de
amor. De comprensión. Miren otra vez. Digan que son genialidades. No. No digan
que no. Es injusto. Vamos. Vamos. Sí. Sí. Así que definitivamente no. Fuera
antes de que llame a los criados y los haga echar a empujones. Antes de que los
entregue a mis verdugos para que aprendan a apreciar la excelsitud de la obra
que vomito sin descanso y que no cesará jamás de fluir. Nunca terminaré de
devolver el cadáver de Dios que me produjo una grave indigestión luego de
habérmelo almorzado.
Ser mayor que Satán. Soy la encarnación
más perfecta de la Peste. Atrás. Atrás. Paso a mí. Paso a Dios. Debo actuar
pronto. El bien aún mantiene sus castillos de azúcar y olvido sojuzgando el
mundo. Los hundiré. Los disolveré. Que se extienda victoriosa sobre la tierra
la única verdad. El Mal. No más barreras para la destrucción. Imperaré sobre
los campos arrasados. Sobre los cadáveres. Sobre los escombros que deje la
muerte. Muerte. Fiel compañera. Casta prostituta que todo introduces en tu sexo
ávido donde acaba el dolor. La ronda infinita. La incomunicación. La angustia.
Escupen sobre los cuadros que pinto. Se
ríen de las églogas fúnebres que escribo. Las obras van acumulándose en la
oscuridad de los cajones del escritorio. El terror me desmenuza en fragmentos
áridos que claman por la blandura del Sol. Se niegan a comprender. Me hacen a
un lado. Se ríen. Siempre se ríen palmeando los hombros sobradoramente. Yo no
hice nada. Que un ser humano sea superior no es motivo para perseguirlo sin
tregua. Por qué excluyen. Por qué esconden las claves. Por qué abofetean con el
vacío. No tengo la culpa que en las tramas de mi cuerpo corra sangre de
infinito. Mátenme. Viólenme. Hiéranme. Pero este silencio no. Esta sombra no.
Tomado de:
http://inmaculadadecepcion.blogspot.com/2006/01/marcelo-fox-invitacin-la-masacre.html
Mutilación
MU
Me corté los labios al afeitarme. La
sangre salía. Era dulce. Me gustaba. Después traté de que la pequeña herida se
cerrara. No lo conseguí. Dormí con un esparadrapo sobre la boca. A la madrugada
desperté.La almohada estaba manchada de rojo. Las sábanas. El piso. Miré un
espejo. Por la mejilla izquierda se extendían granulos escarlatas.
Un día u otro habría tenido que suceder.
Me lo habían avisado. Una cuestión genética, hereditaria, dijeron. Fui al
médico.
TI
-Por el momento la única forma de
salvación es que le amputemos la cabeza.
-Pero doctor.
- No se preocupe. La ciencia avanza. El
cerebro, los ojos y demás centros vitales le serán transplantados a la cavidad
abdominal.
LA
Ahora salgo aunque nada más que de noche,
cuando las gentes tienen menos oportunidad de distinguir que sobre mis hombros
hay solamente un masacote de yeso reproduciendo rasgos humanos. Desprendiéndome
la camisa puedo ver. Me alimento por el ombligo. Logro articular sonidos
mediante un aparato injertado un poco más arriba. Con algo también por el
estilo oigo.
Adaptarse. Resignarse. Una psicóloga me
ayuda a ello.
CIÓN
La cosa volvió a comenzar por un pié y una
mano del mismo lado. Del mismo lado izquierdo.
-Seguir amputando. No veo, no hay otra
salida
-Pero doctor.
-Cálmese, hombre, cálmese. Considere que
el problema técnico de amputar cuatro extremidades es mucho más simple que el
separar una cabeza del tronco y trasladar los órganos de los sentidos a…
-Comprendo, quiero comprender. Esta bien
…Lo que no entiendo es por qué las cuatro, mis cuatro extremidades deben ser…
-Bueno…Es que total tarde o temprano…En
fin. Usted sabe como son las cosas…Perdóneme, pero hay otros pacientes
que…Venga, salga por la puerta trasera.
Casi inmóvil. En un rincón. La psicóloga
me habla de los fines de la humanidad, de las consecuencias siempre funestas
del pesimismo. Me lee también a Parménides. Y me lo interpreta. Si el Ser está
inmóvil y el movimiento es mera apariencia, para qué preocuparse de mi
inmovilidad.
Los había oído nombrar a Freud, Marx,
Hegel, San Lactancio. Nietzche, antes de decidirse por Parménides como más
conveniente para mi caso.
Lo único que lamento es no poder
masturbarme. A veces trato de refregar el miembro contra las paredes. Sólo
consigo laceraciones. Les pedí que me castraran. Lo hicieron.
-Disculpen que les cause tantas molestias,
es que…
-No. No se preocupe. Nosotros estamos aquí
para ayudarlo.
He acabado siendo un cerebro que flota en
un líquido de no se que color. Sólo quedan conectados con el exterior mis
centros auditivos. Oigo una voz que repite los evangelios que hablan de la
fatuidad del mundo y la carne y de reinos infinitos.
Trato. Debo estar contento. Se ocupan de
mí hasta lo último.
En el lóbulo occipital ya empiezo a sentir
otra vez los síntomas conocidos. Pronto será el fin. Gracias por todo.
Tomado de:
https://www.taringa.net/+apuntes_y_monografias/marcelo-fox-hallazgo-en-el-olvido_1305bt
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