Delirio del incrédulo
Bajo la flor, la
rama;
sobre la flor, la estrella;
bajo la estrella, el viento.
¿Y más allá?
Más allá, ¿no recuerdas? , sólo la nada.
La nada, óyelo bien, mi alma:
duérmete, aduérmete en la nada.
[Si pudiera, pero hundirme...]
Ceniza de aquel
fuego, oquedad,
agua espesa y amarga:
el llanto hecho sudor;
la sangre que, en su huida, se lleva la palabra.
Y la carga vacía de un corazón sin marcha.
¿De verdad es que no hay nada? Hay la nada.
Y que no lo recuerdes. [Era tu gloria.]
Más allá del
recuerdo, en el olvido, escucha
en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma dentro,
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.
Mas no puedo.
Ojos y oídos son ventanas.
Perdido entre mí mismo, no puedo buscar nada;
no llego hasta la nada.
Roma. Enero, 1950. Hotel d'lnghilterra
El agua ensimismada
Para Edison Simons
El agua ensimismada
piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte,
ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?
El mármol fue ave alguna vez;
el oro, llama;
el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?
¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te miras, ¿qué queda?
1950. Roma (antes de abril) .
Albergo d'lnghilterra.
La Pièce, 2 de febrero de 1978
Muchas gracias
Muchas gracias;
muchas, muchas gracias.
Qué va. Está muy bien.
Dispénseme, señora.
No hay de qué.
Está completo, pero está muy bien.
Un farsante, un cuentista,
un enterao
-la Place de l'Alma-, un cualquiera,
me da igual.
Cuando usted quiera.
Ah, señora, ¡si usted supiese!
Está bien.
Aquellos buenos tiempos...
Mas París es París, y está muy bien.
Aunque no lo comprendo.
L'Étoile, Notre-Dame, Les Champs,
se sabe, ¿por qué no?
Encuentro, encontraré, ¿encontré
ya?
Entonces, apresúrese, vaya.
¿Por qué no?
Traducción de Mª Victoria Atencia
Pámpano, rosa, las eras...
(Ed. Jesús Moreno)
Pámpano, rosa, las eras
las navas
Altura carrascal
cántaro, hombre, las eras
ladera, azul, la quebrada
cabrerizo, gris, las breñas
la enramada
y el molino
y a mí qué, de qué te quejas
taciturno. Horado [...]
siempre, jamás, nunca
amor, ausencia
Silencio. Ya no más
qué lejos
Pan: cántaro, hogaza
no vuelvas.
Muerto y yerto. Calcinado
ardiente y feliz, las arenas
Juntas,
secano
huidas barbecho,
quietud, [...]
cuita, faenar, gozo, siesta
llanto, amor, serranía
aire. Amanecidos
soledad, angustia, calma
sonrisa. ¿Por qué no?
reja
colibrí y mes de mayo
siempreviva, candela
enlucida, cal, claveles
rosa y tomillo [ ...]
acacias entre dos luces
enterrarme mecida, vega
cantueso,
humilde, brega
di que sí y será. Alondra, paloma
risa. ¿ Qué esperas?
No [ ...]
Ensimismado y amargo
España, amarilla; [ ...]
desconocido y [ ...]
confuso, [ ...] pelea
tártagos humillada y
sin ventana
somorujos ya acabó.
Desvívete
somormujos
(*) No te mueras
Resucita
y agoniza
No te detengas. Sierpe. Sirena.
¿Para qué? ¿No ves?
No quiero: quería. Sueño
La sombra Ancestro. Fiera
de la
Corneja
No vuelvas
ojos, manos, atropello
helada,
acecho, qué pena
entregas
extranjería [ ...] [ ...] [ ...]
embelesos
Madrugada embebiendo. Pecado
Culpa. No
vuelvas
No vuelvas. No [ ...] cuitas
las candelas sudores Amor
Antes de
Nada
morir
No vuelvas
quisiera
Nadie esta Nada
transverberación
Estrellas Alba
y Ángel
¡La Virgen! Luna, El Mar
o
La luz
substancia
Paraíso. Entrañas Madre
herida. Pero
La Alba
esencia No
vuelvas
huesos
médula
deshechos
al cabo de tantas penas
qué vida
Virgen. Paloma. Pureza(**)
Taciturno [ ...] nada
protestante. Rienda
suelta
caridad
locura viviente
obediencia
Libertad.
No: admirar
¿Por qué no me
entiendes? ¡Señor!
(*) Jesús Moreno añade aquí a mano en mi ejemplar este
somormujos" en corrección -supongo- del "somorujos"
de la línea anterior, que no tacha sin embargo. Ignoro,
pues, si María escribió las dos cosas. Para esa y otras cuestiones
sería preciso disponer de su facsímil. (Nota de María
Victoria Atencia)
(**) Advierte Jesús Moreno que aquí se lee claramente.
bajo una tachadura. (Nota de María Victoria Atencia)
Tomado de:
http://amediavoz.com/zambrano.htm
NI BRISA
Ni brisa ni sombra.
¿Por qué, muerte, así te escondes?
Sal, salte, sácate de tu abismo,
escápate tú, ¿quién te retiene?
¿Por qué no borras con tu mirada el universo?
¿Por qué no deshaces las piedras
con tu sombra, con tu muerte, sólo con tu sombra,
con tu mano desnuda,
con tu rostro de estatua,
desnuda presencia a quien nada resiste?
Enseña, muestra tu cara a los mundos,
que ya no haya espacio,
ni cielos, ni viento, ni palabras.
Quiero hundirme en el silencio.
LA MIRADA
Sólo cuando la mirada se abre al par de lo visible se hace
una aurora. Y se detiene entonces, aunque no perdure y sólo sea fugitivamente,
sin apenas duración, pues que crea así el instante. El instante que es al par
indeleblemente uno y duradero. La unidad, pues, entre el instante fugitivo e
inasible y lo que perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose.
Inasible. El instante que ya no está bajo la amenaza de
ser cosa ni concepto. Guardado, escondido en su oscuridad, en la oscuridad
propia, puede llegar a ser concepción, el instante de concebir, no siempre
inadvertido.
Y así, la mirada, recogida en su oscuridad
paradójicamente, saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, “a la
imagen y semejanza”, una especie de, circulación. La mirada recorre, abre el
círculo de la aurora que sólo se dio en un punto, que se muestra como un foco,
el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que constituye su gloria inalterable.
ANTES DE LA OCULTACIÓN
Comencé a cantar entre dientes por obedecer en la
oscuridad absoluta que no había hasta entonces conocido, la vieja canción del
agua todavía no nacida, confundida con el gemido de la que nace; el gemido de
la madre que da a luz una y otra vez para acabar de nacer ella misma,
entremezclado con el vagido de lo que nace, la vida parturiente. Me sentí
acunada por este lloro que era también canto tan de lejos y en mí, porque nunca
nada era mío del todo. ¿No tendría yo dueño tampoco?
La música no tiene dueño, pues los que van a ella no la
poseen nunca. Han sido por ella primero poseídos, después iniciados. Yo no
sabía que una persona pudiera ser así, al modo de la música, que posee porque
penetra mientras se desprende de su fuente, también en una herida. Se abre la
música sólo en algunos lugares inesperadamente, cuando errante el alma sola, se
siente desfallecer sin dueño. En esta soledad nadie aparece, nadie aparecía
cuando me asenté en mi soledad última; el amado sin nombre siquiera. Alguien me
había enamorado allá en la noche, en una noche sola, en una única noche hasta
el alba. Nunca más apareció. Ya nadie más pudo encontrarme.
Tomado de:
https://poemas.yavendras.com/maria-zambrano/
Pensador del aura
Nacer sin pasado, sin nada previo
a que referirse, y poder entonces verlo todo,
sentirlo, como deben sentir la aurora
las hojas que reciben el rocío;
abrir los ojos a la luz sonriendo;
bendecir la mañana, el alma,
la vida recibida, la vida ¡qué hermosura!
No siendo nada o apenas nada
por qué no sonreír al universo,
al día que avanza, aceptar el tiempo
como un regalo espléndido,
un regalo de un Dios que nos sabe,
que nuestro secreto, nuestra inanidad
y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser...
...Y como estoy
libre de ese ser,
que creía tener, viviré simplemente,
soltaré esa imagen que tenía de mí misma,
puesto que a nada corresponde y todas,
cualquier obligación,
de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.
Tomado de:
https://www.poeticous.com/zambrano?locale=es
Habla una piedra
«Poesía es reintegración, reconciliación, abrazo que
cierra en unidad al ser humano con el ensueño de donde saliera, borrando las distancias.»
MZ
«Habla una piedra»
Porque he sido mirada,
porque fui tomada, poseída
cesé de vivir.
Hechizada, sólo soy un soporte,
mas nada me sostiene.
Aquí, siempre
súbdita del espacio.
¿Adónde estás, ¡ah!,
mirada que me fascinaste?
¿Me necesitabas para ser tu sombra?
Poseedora, tan frágil
que necesitas hechizar
para erigirte.
Tú, la que naciste asustada,
la inválida,
me amaste para caerte en mí.
El amor que nombras,
dime, ¿es eso?
Era yo luz, reflejo,
¿y tú? Di,
¿no podías
revelarme tu ser?
Pero no; yo soy tu ser,
Yo, tu soporte.
Yo, sepultura de mi aliento
y prueba de tu no-ser.
Estás ahora lejos.
Andas, pordiosera, en busca de alimentos.
Hechizas almas, gestos del Señor.
Nuevos compañeros, ya invisibles,
vendrán a buscarme.
No, caerán, solamente esos
caerán para que tú erijas,
te levantes.
Tú vendrás a buscarme,
tú, ya sin conocerme, sin saber.
Pero yo sé. Yo sé nada.
Yo soy memoria
acusadora, delatora nada,
resistente memoria,
adversaria.
Yo, peso de tu historia.
Yo, también tu calma.
Yo, el lugar manejable
y el hostil no que se te opone.
¿Podrás?
Soy también, tu calumnia,
tu mentira ya arrojada,
y no me temas.
Me nombras: materia.
Nada más.
Pero vuelves enajenada,
cómplice, vencida.
Ignorante tú, la sabia.
Tomado de:
https://trianarts.com/maria-zambrano-habla-una-piedra/#sthash.wItBGHBh.dpbs
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