El
antepasado
antes
de llegar con
la
maledicencia
no
dicha aún.
La maledicencia
antes de traer su
hueso de eslabón
carbón de piedra
angular indócil
Fósil de verbo erguido
a pesar de su mortalidad
Mitad líquido duro
mitad la otra –
blanda por su madurez
Un pez lo subraya
Agaya de un colazo
impulsado por la alegría
de ser acuático—Ático
arriba la naturaleza
rodea a quien tiene a
su alcance—Lance de
puro cambio de golpe
sin aviso previo al
trueno—Bueno es
el rayo contiguo al
derrumbe—Zumbe
el ave del paraíso
en su viaje al
infierno– Tierno el
recién acontecido asombro
en la tierra lo es a simple
vista—Pista de más para
entender que ayer me vi
comiendo de frente al
único prójimo exacto a mí
Lamí mis dedos y tatué
sobre mis rodillas la gloria
de ser gemelas mis andanzas
Lanzas ecuestres trotan
para caer en el blanco que
las espera con el ojo inmóvil
No vil despoja de tal
instinto el ventarrón
que te arrastrará
al inframundo
Inmundo fuego blanco
no quema mengua
el cuerpo cual si fuera la materia
Feria de lo azul abismal
donde viven las ideas irreales
males acaso bienes
intensos del mismo
hálito y sus evoluciones
fulgurantes—Antes
del después el Diablo
da de sí
carbones azules.
Aventura del dedo gordo
[Fragmento]
Ahí
estás
en ellas
confundido
y eres breve
apagado
sin qué hacer
sin luz
ni habla
clara
para verse
y decir
¡oh!
cuelgo
apéndice
débil
¿algo más
para el hueco
los huecos
de mi nariz
y restantes?
No hay
dirección
rodear
la rama
nada más.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2011/08/3-poemas-de-raul-renan/
Soneto para rima izquierda
Carcomida pasión impuso
marino con la mar adentro,
salino el verso de su oleaje,
barco que en abordaja queda
parco, sin vigía, con el am-
barino timbre de sirena,
al tino con la que nos llama:
marco de trépido durmiente.
Iremos de la mano de Neptuno,
callado el tiempo, casi ronco el yodo.
Viremos contra el haz de la tormenta,
llamado que obedece porque abrasa.
Tiremos de los hilos horizontes,
flamado el sol, quemada la ceguera.
Soneto a la cáscara de la naranja
Para
Pierre Alechinsky
Cintillo amargo,
venda que envuelve
la sin embargo
dulce que absuelve
borla de azúcar.
Tantas mordidas
succionan su car-
ne de amor. Midas
cambia sus oros
por el de jugo
que arde en los coros
del limbo. ¿Plugo
a dios tesoros
como este yugo?
Soneto en tres términos
río
llora eterno
eterno llora río
río llora río eterno
eterno
llora río
río eterno eterno
llora llora llora río
río
eterno río
llora
llora
eterno llora
río
Soneto monorrimo
Escabullizo
erizo
se hizo
monoliso.
Así lo quiso:
rojizo
al rizo
coquetizo;
friso
inciso
y cacarizo,
y el viso
trizo
y circunciso
Soneto ruido
Zaz
Tan
Pan
Raz
Tras
Talán
Ran
Pas
Zum
Rin
Pum
Tilín
Cajum
Chin
Soneto Blas
Do
vas
Blas,
do.
No
das
más,
no.
Res
sos
vos.
Ves?
Res
Sos.
Cantos de musas
Los cantos que entonaban
las Musas con timbres de todas las gargantas, iban alados hacia los héroes que
blandían las espadas en defensa de su tierra. La cítara de Apolo no auxiliaba
en modo alguno a las voces, porque su música la inventaba para las mujeres que
desde sus aposentos tejían los dedos con muslos apretados. En el campo de
batalla los combatientes sentían concentradas sus fuerzas en el ángulo de las
piernas, e inspirados arremetían contra el enemigo.
Gloria gozosa
Criseida proclamó que
daría gloria gozosa a Agamenón y no odio sangriento, por lo cual la prefirió
abandonando a su legítima esposa; era superior en belleza, talento y habilidad.
Clitemnestra entendió que se refería al ejercicio del lecho; ofendida se refugió
en la poesía trágica de Esquilo donde fue más radiante su fama y perversa su
venganza.
Muerte por diluvio
Una ninfa tenía esculpido
en un brazo un eclipse de luna, y en el otro uno total de sol. Tierra recibió
el mensaje como propio, quejándose de ver menguadas las sombras de sus días y
la luz de sus noches. Este relato, similar a los que inventara Hipnos, lo
escuchó Aquiles de quien le enseñó el arte de la profecía: una encantadora
mujer que no ocultaba su virtud de hermosura ni sus labios de palabras
redondas. El discípulo tenía que mirar los signos para interpretar el alba
destinal. Aquiles se acercó a su mentora, le dijo en un oído una mentira
oscura, y en el otro una verdad. Ella argumentó tener el cuerpo adornado con
las tierras infinitas y los océanos embravecidos de la luna devorada. Aquiles
aceptó el engaño y tomó el cuerpo dispuesto a morir ahogado en un diluvio.
Artes de la tentación
Junto con sus grandes
pupilas manchadas de humedad, encantó a Júpiter para distraerlo de las artes
tentadoras de diosas que le mandaban visiones desnudas y lúbricas. Liberado se
acostó con ella, pero el sueño hermano de la muerte se apoderó de su vigilia, metiendo
debajo de sus pestañas una vivencia imaginada con las dos mortales más bellas:
a Briseida la ciñó con sus piernas y a Helena la incrustó en su costado.
Júpiter dormido emitía risitas femeninas que sin tregua transformaban su rostro
de una mujer morena a una rubia.
Felis catutus
Permítaseme hablar de mi gato
antes que la rutina ecológica
lo extinga.
Es negro apanterado.
Se interna en la noche para llenar
los espacios de luz impertinentes
al sueño humano.
Camina entre sí y no
en el alambre curvo del silencio.
Ronronea a cambio de los mimos
que adiestro sobre su lomo.
Sube a la cómoda de la cama
para mirar mejor desde mis pesadillas.
(Debe erizar su espalda horrorizado).
Se encuclilla ante un plato para gruñir al día
se lo come con tripas, huesos y todo.
A veces lo atrapa en el vuelo
y hace de sus plumas un edredón sutil.
Corcovea enredando mis pasos con sus gracias
y yo caigo a sus devaneos con un manjar
en forma de alas de ratón.
Cuando reposa y me siente pasar
entorna lo amarillo de los ojos,
como guiña el escote una mujer.
Duerme arrebujado en su borla negra
con la cruz rosa de su hocico hacia arriba
para espantar la malignidad ambulante.
Discreto mira desde abajo el tráfago de casa:
los tropiezos y los sigilos.
Llegada la noche sale a pringar los muros
con los llantos previos
por el amor que vendrá.
Después regresa sin tacha de ruido
tal cual camina detrás de la sombra
a la que plantará susto de órdago.
En la libreta de los visitantes
de este mundo, quedará inscrito.
(Felis Catus. Mamífero, carnívoro, de la familia de los
Félidos.)
( )
2001
La ciudad se va se fue
llevándose mis días sueño
cual puse en ellos vida
que te vaya bien amor
en cruel infortunio adiós
Yo era igual que hoy era
pues no es lo mismo ser
que fui / tampoco como soy
seré en el deterioro que viene
Preparemos del alma las preguntas
y hagamos las valijas
en tempranas dádivas
colmadas en las manos
pues ya vacías la mejor
levantará los dedos: índice
y cordial santificados, y anular
y meñique al pulgar unidos
para cruzar la bendición
No toquen la campana
pues nadie volverá
si vio ya no verá
ciudad que fue temprana
ciudad enferma y sana.
( )
Malapata
(la caída del pie
en un paso mal dado)
Caminar organiza pie tras pie
la ruta de la especie…
una cuerda en el piso
es invisible y quien la pisa
y logra eslastizarla
puede morir de aire fulminante.
En pedazos queda, lejos de la cuerda,
un trozo aquí entero pataleando,
la mitad más allá sin el zapato
que salió volando
después de cometer traspié imaginario.
Juntarlas nuevamente
pataleantes en la cama,
otro asunto trasfondan
con otras dos ajenas.
(doncella en medio
piso al aire
ni quien diga,
esta pata es mía
a la hora
de estirar la andada)
dos a dos luchan
a pierna partida
como si alguna diera más de sí
para llegar primero
y no es manera
correr al aire cara al techo
es caminata ciega
y todo para qué,
para soñar que aquella
cuerda que impuso la caída
no fue de Orfeo
sino Morfeo núbil
el de la pierna suelta.
Coda renca
duerme la pata fea si entumida
sueña caliente víspera, denota
poca gracia como de hormiga rota,
del hervidero desunida
—fabulante figura
una y otra y otra dan confusa
pieza de pernil patidifusa
que sin moverse evoca la negrura-.
Pata de peso fino
sin roncura
no obstante que no apura
ni escaso ni abundoso vino
pues como sea es malo
para una pata que nació de palo.
( )
Letramantía
Abro la letra y veo
la araña de tinta que amenaza.
Sus fulgores me hacen su convicto.
Siento una muda claridad por dentro
mientras afuera la verdad engaña.
Resbalan en cascada letras muertas
por la conjura de los adjetivos. De nada
sirven los pronombres: marcas
de no sé qué materia articulada.
Sin el velo en la página del limbo
los verbos desternillan en tropel.
El libro donde pasto, no deplora
su tormento elevado en el atril.
Apasionadas sufren las rodillas caídas
de lo alto del nombre. Hombre y fervor.
Declinada virtud de la Letramantía
que a veces nos endulza con su palábrica
y otro nos amarga con la letra infame.
( )
Tomado de:
https://materialdelectura.unam.mx/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/373-207-raul-renan?start=7

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