martes, 3 de octubre de 2023

POEMAS DE ELENA MARTÍN VIVALDI


La lluvia en el insomnio

A Antonio Carvajal

 

Llueves, la noche, llueves reclamando

mi atención, la mirada,

mi entrega a tu constante, entrañada,

pasión.

Llueves y llueves, lluvia de la noche,

lluvia que te proclamas vencedora

de la estrella más alta,

que pregonas, abates el silencio,

repitiendo tu nombre y tu destino

de palabra insaciable.

Llueves y llueves más,

cuelgas tus hilos

de un cielo recobrado

en tu sombra y acento.

Llueve tu acompasado ritmo sobre el tejado,

el árbol,

por las ramas,

la tierra,

en la carne,

en la ausencia.

Iluminas la noche y la oscureces.

Hablas y dices tu húmeda pregunta

al que insomne te espía.

Pero yo no respondo.

¿Qué me tiene

la frente dolorida, y sin espejos

donde encontrar el corredor que lleve

hasta el hondo lugar que se extiende en lo oscuro,

revelador de un sueño?

¿Por qué tu voz no es hoy

brillante azul,

liviana,

alegre, triste,

desvelada, mía?

 

¿Por qué no es puente, aroma

trayéndome el asombro de tus manos?

 

¿Por qué me dejas sola, con mis ojos

ciegos a la verdad que tú le siembras

a corazón sencillo,

al hombre que te escucha sintiéndose más tierra,

más árbol, más deseo,

más rama, más raíz

y más humano?

Déjame de tu nombre la inquietud,

guardada en el temblor de tu insistencia.

Que mañana la encuentre,

cuando el sueño

haya borrado este desasimiento,

y amanezca yo en ti,

ya luz y llama.

 


Primera palabra

Primer día.

Primera palabra.

Atrás quedó el dolor, su mano alzada

que golpeó en el rostro del ensueño,

buscando las raíces, el germen de ilusiones

crecido en esta tierra dura y seca

de la carne cansada.

Pero sus dedos torpes no han podido

romper esta corteza improbable y rebelde,

su pujanza de espera.

Primer día.

Primera palabra.

La lucha empieza ahora

con un rubor de llama.

 

Detrás del dolor brilla

la rama verde y tallo.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/elena-martin-vivaldi/

 

 

Destino

 

Entre ti, soledad, me busco y muero,        

en ti, mi soledad, mi vida sigo,             

vencida por tus brazos voy contigo            

y allí te aguardo donde ya no quiero.         

 

Desde siempre en mi calle yo te espero,           

y amante de mis noches te persigo,            

si alguna vez, dolida, te maldigo,         

desde tu ausencia, triste, desespero.         

 

Me diste la esperanza de tenerte         

en mi dolor. Guiada por tu mano         

subí los escalones de la muerte.          

 

Aquí donde a tu sombra soy crecida,         

el tiempo, tuyo y mío, va cercano,       

dejándome la sangre ya cumplida.

 

 

Amarillos

 

 

I

 

Qué plenitud dorada hay en tu copa,         

árbol, cuando te espero          

en la mañana azul de cielo frío.            

Cuántos agostos largos, y qué intensos             

te han cubierto, doliente, de amarillos.             

 

 

II

 

Toda la tarde se encendía              

dorada y bella, porque Dios lo quiso.         

Toda mi alma era un murmullo           

de ocasos, impaciente de amarillo.             

 

 

III

 

Serena de amarillos tengo el alma.             

Yo no lo sé. ¿Serena?       

Parece que entre el oro de sus ramas        

algo verde me encienda.        

Algo verde, impaciente, me socava.            

Dios bendiga su brecha.         

Por este hueco fértil de mis ansias             

un cielo retrasado me desvela.            

Ay, mi esperanza, amor, voz que no existe,              

tú, mi siempre amarillo.         

Hazte un sol de crepúsculos, ardiente:              

ponte verde, amarillo.

Tomado de:

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poetas-del-novecientos-entre-el-modernismo-y-la-vanguardia-antologiatomo-ii-de-guillermo-de-torre-a-ramon-gaya--0/html/000de8d0-82b2-11df-acc7-002185ce6064_19.html

 

 

PRIMERA PALABRA

 

Primer día.

Primera palabra.

Atrás quedó el dolor, su mano alzada

que golpeó en el rostro del ensueño,

buscando las raíces, el germen de ilusiones

crecido en esta tierra dura y seca

de la carne cansada.

Pero sus dedos torpes no han podido

romper esta corteza improbable y rebelde,

su pujanza de espera.

Primer día.

Primera palabra.

La lucha empieza ahora

con un rubor de llama.

 

Detrás del dolor brilla

la rama verde y tallo.

 

 

DÍA 5

 

 

    Dame tu mentira, abril,

    venda mis ojos y enciende

    toda la luz de tu sol,

    y deja al alma que sueñe.

 

    Esconde tú mi verdad.

    No me la digas. Alegre

    abre tu puerta. Que yo

    por tu primavera entre.

 

    Sonrisa. Abril. Cielo azul.

    Con mis lágrimas, ya ausentes,

    deja tu rocío a la flor.

    ¡Y dile al viento que espere!

 

 

POR TU SILENCIO AZUL

 

Tú, luna, si me hablaras,

si debajo de tu corazón frío

tuvieras, libre, un alma.

 

Si dentro de tu silencio azul

palpitaran palabras encendidas,

a mi vencida sangre despertando.

 

Si tus pasos dejaran una senda

y un marcado camino

para escapar al mundo de lo incierto.

 

Ay, luna, si llegaras,

luz de errante desvelo,

hasta mi casa.

 

Si abrieras los balcones de la noche,

y entre escalas de aromas

tus manos me tendieras.

 

Si olvidando tu ciega indiferencia,

llenaras a mis ojos de esos verdes

paisajes, donde tienes

escondido el secreto de tu llama.

 

Ay, luna, siempre luna,

por tu ventura inmóvil,

inútilmente luna de mi llanto.

 

¡Si tu me oyeras, luna!

 

 

GINKGO BILOBA - ÁRBOL MILENARIO

 

Un árbol. Bien. Amarillo

de otoño. Y esplendoroso

se abre al cielo, codicioso

de más luz. Grita su brillo

hacia el jardín. Y sencillo,

libre, su color derrama

frente al azul. Como llama

crece, arde, se ilumina

su sangre antigua. Domina

todo el aire rama a rama.

Todo el aire, rama a rama,

se enciende por la amarilla

plenitud del árbol. Brilla

lo que, sólo azul, se inflama

de un fuego de oro: oriflama.

No bandera. Alegre fuente

de color: Clava ascendente

su áureo mástil hacia el cielo.

De tantos siglos su anhelo

nos alcanza. Luz de oriente.

Amarillo. Aún no imagina

el viento, la desbandada

de sus hojas, ya apagada

su claridad. Se avecina

la tarde gris. Ni adivina

su soledad, esa tristeza

de sus ramas.

                                          Fue certeza,

alegría – ¡otoño ! - . Faro

de abierta luz.

                                        Desamparo

después. ¿Dónde tu belleza?

 

 

LLUVIA CON VARIACIONES

 

 

A Juan de Loxa

 

 

    Y estoy triste también,

    "elenamente triste",

    con la lluvia, en la lluvia, por la lluvia,

    a través de, debajo de la lluvia.

    Mi tristeza no es de hilo blanco,

    ni de esa música (Radio. Noche. Nocturno),

    ni de saber que el tiempo

    bicéfalo, contando dobles horas,

    (el tiempo del reloj, y -yo te saludo Bergson-

    el tiempo tiempo)

    no es hora ya de juventud, de síes

    (¡ay, divino tesoro!)

    Sino tiempo del "no", del se acabó que es tarde,

    que nada hay ya que hacer...

    (La paz <#> de los sepulcros.

    Y que haya un muerto más que importa al mundo.)

 

 

    Pues sí, estoy triste. Triste.

    Cómo chorrea la lluvia en mi tristeza,

    goteando en mi paso impar y solitario.

    Cómo llora la lluvia por mis sienes,

    por mis manos, mis ojos y mis labios

    que fueran elegidos por los dioses

    para hazañas de vida

    y epopeyas de fiebre.

    Escogidas mis manos para alcanzar las cimas

    (mundo del tacto, cumbres de ternura),

    las palmas hacia arriba, suplicantes a un cielo.

 

 

    Preferidos mis ojos que alertaron distancias,

    profundidades, ríos, mares insospechados,

    ojos vigías de auroras, paraísos, crepúsculos,

    cauces del amarillo.

    Nombrados boca y labios,

    reductos del amor,

    a empresas de aventuras y audacias destinados.

 

 

    Todo desbaratado, reprimido,

    hechos pedazos, roto entre la lluvia.

    (Detritus y pavesas, cáscaras de ilusiones.)

    Nadie entiende este puzzle, este, dígase enredo.

    En el espejo turbio de la lluvia

    está todo, sangrante, reflejado.

 

 

    Es verdad que estoy triste.

    Elenísimamente desesperada y triste.

    (Pero tengo razón. Malhadada mi suerte.)

    Pero bendita lluvia,

    pues que puedo

    recordar esos versos

    de un poeta francés -por más señas romántico:

    Le seul bien qui me reste au monde

    est d´avoir quelquefois pleuré.

    Y TRISTESSE se titula, en realidad, el poema

Tomado de:

https://www.poetasandaluces.com/poema/1731/

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