sábado, 28 de octubre de 2023

POEMAS DE MARÍA GRANATA

 


Éxtasis

Lienzo embebido en ti

es ahora mi cuerpo,

del todo desasido

y sin otra envoltura que tu imagen.

En mí te llevo como si cargara

sobrecogida sangre.

Sales de ti

hacia el encuentro, génesis reciente,

y yo bebo y respiro

tu exhalación, la rama de tu gozo.

Allí donde se forma

el color de tus brazos enlazados

gira el anillo impar que me contiene.

Nadie me busque, nadie.

Soy tu vigilia,

me disuelvo, pequeña,

en la dulzura que tu pecho emana.

Soy tu sombra y la mía,

soy un desprendimiento de ti mismo.

Allí donde comienza

esa felicidad sufriente y bella,

voy a tu encuentro.

Me despojo de mí

con un sacudimiento

de aterrados manzanos.

Puedo en amor morir que seguiría

recorriendo la tierra con tus pasos,

en tus manos ahogada.

 

 

Perdurable verano

 

Siempre es verano en el entorno mío,

 

refulgente el calor, los frutos abiertos,

 

visible ya la herida

 

de su dulzor.

 

Viene hacia mí un horizonte dócil

 

trayéndome veranos por nacer

 

mientras voy recogiendo ávidamente

 

encandecidos trozos

 

de soles que cayeron,

 

diminutas hogueras

 

diseminadas en la vastedad

 

de una tierra que crece

 

porque el hombre camina sobre ella

 

recubriéndola toda con su historia

 

y su encandilamiento.

 

Siempre es verano dentro de mí,

 

también en el paisaje sin fijeza

 

que me contiene y va de un lado a otro

 

llevándome, llevándome,

 

como si fuera un agua

 

que, nítida, refleja

 

el agua verdadera que es el cielo.

 

¿Cuántos verano forman este estío

 

tan penetrante,

 

tan adentrado en cada posesión

 

de mis sentidos?

 

Llueve desde las vides,

 

desde estaciones sucumbidas

 

y rostros que ya fueron.

 

Arden los días,

 

huésped el sol, cósmica la casa.

 

 

Balada del pájaro helado.

Presentía que eras mi triste

corazón en el aire cantando,

y miraba tu vuelo apacible

a través del ocaso pintado.

 

Se difunde tu muerte en el viento,

tu mutismo violáceo se hiela,

y no sé si te llevo en mi seno

o has quedado tendido en la hierba.

 

Ya no habrás de cantar bajo el oro

que en los álamos bebe la noche,

y por eso se ahueca un sollozo

en tu nido redondo del bosque.

 

Mientras gime la hora amarilla

disminuyes en planos de fríos.

¡Ay, que nunca creí que cabía

un silencio de muerte en tu trino!

 

 

Muerte del adolescente

Iba a las densas viñas y volvía

con la sangre dorada.

Su voz en un sollozo no cabía,

ni en un pámpano seco su mirada.

Ni sabían sus manos

ser el lecho piadoso de la frente.

Iba a las aguas, iba a los manzanos,

y retornaba siempre adolescente

Veía en tardes rojas

estremecerse al árbol absoluto,

y al pájaro nacer entre las hojas

profundo de dulzura como un fruto.

 

Solamente esperaba

un nuevo paso unir al paso hecho,

y por la herida lateral del pecho

ninguna soledad lo transitaba.

Guardaba de su infancia.

 

como un sabor a plomo de soldado

y casi una fragancia

de llanto hacia una sien y otra desviado.

Por vez primera desde mi agrio puerto

sintió la lejanía

y le dolió todo ese mar desierto

como una lama fría.

 

Secas están las viñas. Salitrosas

las aguas. Carcomidos los manzanos.

La sombra de las cosas

tiene filos crecientes y cercanos.

 

Junto a un huerto sepulto en una duna

y en el umbral del hombre,

siente el adolescente que una a una

se disuelven las letras de su nombre.

 

Muerto ya está. Como la arena muerto.

Pero vivas las manos todavía.

¿Dónde las uvas de un racimo abierto

que aún las sentiría?

¿Y dónde alguna flor? ¿Dónde una aguja

de luz para sus ojos?

Antes que advierta el lienzo, antes que cruja

en sus huesos un hierro de cerrojos.

 

Un hueco más sobre la tierra, un hueco.

Pero una sombra menos contra el muro.

y un tallo verdiseco.

y un fruto desprendido y no maduro.

 

¡Ah, ya han muerto sus manos

y ya se hiela el aire que lo toca

! Echad su corazón a los manzanos

y a las viñas su boca.

 

¡Ah, con qué rebeldía

su perfil en el viento se deshace!

Al Oeste la noche, al Este el día.

Limitado ya está. ¿Qué cruz le nace

de pronto entre las manos?

Para un alba de cal que lo amordace

¿ha crecido ferviente de veranos?¡Qué muerto está! ... y ya lo recorría

el amor como una llamarada

cuando iba a las viñas y volvía

con la sangre dorada.

Tomado de:

https://es.scribd.com/document/392006656/Maria-Granata

 

 

Canto de inmenso amor

Sin ti dejo de ser. Mi forma cae

 sólo en el hueco de tu dulcedumbre.

 Me das haces de hogueras, me devuelves

 todo el sollozo de la adolescencia.

 Me anuncias remolinos

 de sueltas y crispadas nervaduras,

 y me rescatas de la muchedumbre.

 Te hallé primero en mí, luego en ti mismo.

 Vi evaporarse el cielo

 del paisaje que no te contenía.

 Entre espumas de lava

 quedó mi ser pasado

 en su rosada ciénaga.

 Un viejo olor a insomnio

 soltaban las pisadas y los muros,

 más allá de tu ámbito.

 ¿En dónde estabas, desbordando amante?

 ¿Dónde tu mano vívida esperaba

 disolverse en la mía?

 Desde todo temblor hacia ti voy,

 y en tu límite ardiente

 llora mi desnudez de árbol sudado.

Tomado de:

https://m.facebook.com/notes/fundaci%C3%B3n-argentina-para-la-poes%C3%ADa/poema-70-mar%C3%ADa-granata-buenos-aires-argentina-1920/542956462804983/?comment_id=542971942803435

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