domingo, 16 de noviembre de 2025

POEMAS DE ALBERTO GIRRI - SIEMPRE POR DESCUBRIR -



Andrómeda

 

La Andrómeda del Tiempo, impar en la belleza y el agravio,

sobre este rudo peñasco ahora escruta largamente hacia uno

y otro brazo de la costa,

su flor, su porción de vida, condenada a ser alimento del dragón.

Muchos golpes y venenos la tentaron y acecharon una vez;

pero desde Occidente oye ahora el rugir de una bestia

más salvaje que las demás, más desenfrenada

en sus daños, más inicua y más obscena.

 

¿Es que su Perseo se demora y la libra a sus vehemencias?

Pero él, hollando por un tiempo el aire suave como una almohada,

suspende sobre ella que se diría abandonada, sus pensamientos,

 

mientras, desgarrada hasta la angustia, su paciencia

crece, luego consigue desarmarla, y nadie lo sospecha

con los arneses y hierros de la Gorgona, correas y dientes.

 

De "Obra poética IV"

 

 

La sombra

 

De algún modo soy tu cuerpo,

Me designo en él, me quema

En la mentira útil como un remo,

En la desgracia y la amorosa lucha

Abriendo los huecos de su máscara.

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo,

Cuando la rica, inexplicable sangre,

Transcurre en medio de representaciones.

Y lo seré hasta que cenizas

Acaricien tu prestada, última parcela.

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo,

La opresión que difunde me sostiene,

Y no en otro descienden las palabras,

Urde la disculpa el vejado sermón

Por nuestras pasadas facciones.

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo

Y si en atención a su dañina mengua

Me cuido bien de mirarlo como esencia,

¿Con qué prodigio, incisivo milagro,

Percibiré tu pasión cuando lo excluya?

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

 

De "Obra poética IV"

 

 

Pascal

 

Casi ninguna verdad,

el vacío

para sentirte seguro

contra la historia,

apóstata

por aconsejar la inconstancia,

la fatiga extrema,

la tempestad,

aunque los hombres no las amen,

por juzgarnos míseros

y tener tan alta idea de ti

que no quieres

compartir nuestras debilidades,

por ser tú mismo endeble

y admirar las moscas,

extrañas potencias

que ganan todas las batallas,

perturban el alma,

y devoran el resto,

por sustraerte al destino común

asomándote al abismo,

tu abismo, a tu izquierda,

y orar con un largo grito de terror,

por cerrarte a la caridad

mientras velas, implacable,

y exiges

que en esa Agonía

que durará hasta el fin del mundo

nadie se duerma,

por haberte ofrecido a Dios

tras anunciar que en todas partes

la naturaleza señala a un Dios perdido.

 

Casi ninguna verdad,

el vacío

y el morir solos

debajo de un poco de tierra.

Tuviste razón,

qué necios son estos discursos.

 

 

Puertas adentro

 

Como Blake con el tigre,

en tu gato no atiendes

a uñas, lengua áspera,

poblados pelos largos,

estrías blancas,

c lo que provocas desde confusa

f hermandad, la pretensión

de que en su vigor está el tuyo,

y de acercarle

elusivos discursos, soliloquios

para un no favorable

ni adverso ánimo,

sin cooperar, sin airadamente

estirarse indicando que apenas

cerraste postigos, cortinas,

él ya captó,

tu agitar antipatías, infatuaciones,

prontuarios de la menuda hojarasca

que en la sagacidad animal

pudiera disolverse,

apremio

por alguien que se mantiene

atado a su especie,

alcanzar

el par donde apoyarte, tu correspondiente;

como Blake y el tigre,

Poe y el cuervo,

Basho y la rana,

recluyéndote a pedir

el benigno, consolador ajuste

de tu aliento, fatigoso golpe, desazón,

y la prescindencia del libre, que no juzga.

Tomado de:

http://amediavoz.com/girri.htm

 

 

EL ENGAÑADO

 

 

Cuando el encelado amante,

tras la seducción, los ruegos

y promesas dulcemente patéticas,

afronta por primera vez la victoria,

cree buscar el absoluto

y no advierte cómo se despoja de la gracia

en la irreemplazable, grave cópula.

 

Ni siquiera la duración del momento

es cosa que recuerde bien,

porque su memoria sólo guarda con cuidado

lo que él es y acepta en el impulso.

Primero, un ansioso, falso apremio

desafiando al tiempo mortal,

a la pesadilla vergonzosa del futuro;

después de la inacción triste y absorta,

algo como un resentimiento

hacia los afortunados que esquivaron el engaño,

un darse cuenta que el salir de sí mismo

para verse vivir en otro rostro

no es comunión, es desunión,

es abandonar en mezcla insípida

lo distinto que persiste en cada cual.

Y al terminar la pugna,

devorada ya la imitación que busca,

vuelve a estar en el sitio de partida,

y solo.

 

(de "El tiempo que destruye", 1950)

 

EN LA LETRA, AMBIGUA SELVA

 

 

 

1

 

El ritmo de lo escrito

es el ritmo del que escribe,

y el texto, el poema,

en parte mecanismo verbal,

en parte sistema de correspondencias,

es con el mundo una sola entidad.

 

2

 

La forma equivale

a convicción interna,

y la letra la emplea con vistas

a proveer al mundo de significados,

y aun para el Significado,

y aun para subyugarlo

con el prejuicio de que la palabra

traduce y vierte lo ideado.

 

3

 

Lenguaje y estilo

penosamente edifican jerarquías,

y al lograrlo

el mundo queda en suspenso, extático,

aunque luego el producto se descompone,

su linaje se vulgariza,

suena escarnecido y degradado

como fofa, mustia potencia,

y las líneas mejores, las ejemplares

y musicales tiradas, apenas si sobreviven

como detrás de un vidrio, burla y tedio,

¡oh pobre Olimpio!

 

 

4

 

¿Campos donde el que más despoja

es el que avanza?

¿Trampa y recompensa

para los que perseveran

enfermizamente atentos a apoderarse

de la utilidad atreviéndose

a lo banal absoluto de escribir

"Cierren esa puerta", o "Quisiera dormir"?

Cuanto trace la escritura

será interpretado, obtendrá respuesta,

como a los piadosos se les permite

orar según les plazca, convencidos

de que Dios escucha y lee

hasta las pisadas de una hormiga.

 

 

(de "En la letra, ambigua selva", 1972)

 

 

 

QUIEN HABLA NO ESTÁ MUERTO

 

 

Un curioso se interesa por la frase,

                                             Literalmente

Vertida del alemán, un verso.

                                   La aparta, la despliega

Sobre la mesa, bien manifiesta, intuyendo

Al margen de su obviedad el ánimo

De sustentar lo que se quiera

En cualquier circunstancia, aseverar

Monólogos o diálogos,

Desmentirlos;

                Fácil de ser memorizada

Como tersa y metálica variante

Del bíblico “Tienen la boca más no hablan”.

No le dura casi. De improviso

Es como golpeado, despertado,

La vecindad de otra lectura

Previniéndole que no existen

Verdades objetivas,

                        Y que si así no fuera

¿cómo, legitimarlas, a través de qué?;

y su inicial devoción, sumisión

A la frase, se tambalea,

Vacila hasta desleírse,

Escudriñándola de nuevo, extrañado,

Como un inquisidor, ensombrecido,

Recriminándole no haberle hecho entender

Que su corteza, irrefutable en lo exterior,

Tiene tan descorazonadores límites

                   (No,

“Quien habla no está muerto”,

                   Sino,

“Quien habla probablemente no está muerto”;

y desazonado, indispuesto

Consigo mismo, a sí mismo

Puesto bajo la acusación

De quimérico, crédulo,

                           De culpable ligereza

En entregarse a deducir

Que lo evidente es verdadero.

 

(de "Quien habla no está muerto", 1975)

Tomado de:

https://el-placard.blogspot.com/2011/02/poemas-de-alberto-girri.html

 

 

ANTE UN ESPEJO

 

Ya que aprendes los gestos de la emoción

y su vaguedad en medio de otros dones,

ya que recuerdas y en los que recuerdas

eres préstamo vil, sólo bruma y polvo,

ya que conspiras y saludas y te nutres,

y hace tiempo aceptaste lo que pronto,

pronto serás aunque tal mudanza no desees,

ya que prosperas en tu validez de hombre,

considerate asimismo vacante y condenado,

hasta que doblando la rodilla encuentres

la encerrada, maliciosa tórtola del corazón.

Al ceñir su cabeza estarás libre y apresado

advirtiendo milagros en cada una de tus partes,

y entonces, más que en la razón

preferirás vivir con un temblor,

o una cinta dormida en la muñeca.

 

 

GATO GRIS MUERTO

 

Brujos enseñaron que los gatos

pueden alojar almas humanas.

 

 

Figura empapada del asfalto o vuelto hacia las nubes,

eres el muerto más perfecto que yo he visto.

Pero cómo descubrir que la vigilia que te llega,

ya indiferente a cualquier invocación,

tu realidad verdadera de hijo del demonio,

de locatario esbelto de almas,

que estableció para tu antepasado africano

la voluntad miedosa de los clanes familiares

y confirmó la impar justicia de la magia.

Pronto vendrán hasta tu cuerpo abandonado

ladrones de velas,

y robarán las tibias, su recatada médula.

Porque es sabido que cuando tales huesos despierten

despertarán las almas en ellas internadas,

y en un pueblo lejano y caníbal,

hombres que trabajan y tienen amores, instantáneamente se convierten en

estatuas.

Brujos enseñaron que los gatos

pueden alojar almas humanas,

y arañar, si quieren, el corazón del huésped.

 

 

MENDIGOS

 

La imaginación se equivoca,

nos representa pasivos,

incorpóreos

como espectros de animales

acurrucados en establos,

y en rigor

lo que hacemos es adiestrarnos,

poner en juego tácticas

y pruebas para intimidar

con el principio de la bondad,

con las parábolas de la bondad,

con ese espurio lirismo del afligido,

y cuando harapientos, desdeñosos

de la insolación y de los inviernos

incitamos al amor,

a la obra de la limosna

como toque de amor,

por dentro juramos

que las cabezas gachas,

el pie vacilante,

la mano abierta,

son el ordinario disfraz

del golpe de vista del ratero,

del hacha del Verdugo entre los dientes.

 

 

SUICIDA

 

Alguien

que se dolió muchísimo

de haber conocido

la excitación de la impaciencia

consigo mismo,

que se arrojó una piedra

desalentado

por la sombra del cuerpo

y su dependencia,

que en la enfermedad incurable

y la derrota

pasó por alto, ignorándolo,

el acoso del destino

y esa nuestra manera

de librar los días

a lo decorativo

y el parloteo

del amante al amado,

del amigo

que se pega al amigo;

alguien

que librado de padecimientos

cae

y es sacado de la casa

entre parabienes,

y tú, silencio,

y las venas

ni frías ni calientes,

y su mano derecha

goteando.

Tomado de:

https://www.poesi.as/Alberto_Girri.htm

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