[Un mordisco de hielo entre el bochorno de la tarde, un viento frío,]
Un mordisco de hielo entre el bochorno de la tarde, un
viento frío,
y la sombra de alguien otro nos acompaña.
Alguien que habla al lado nuestro, que va al lado
nuestro.
por encima del muro el higuerillo asoma sus hojas
granates.
Vamos unidos en el andar, muy próximos.
La voz es tranquila, dice de cosas familiares.
Junto al muro que guarda un solar viejo el vagabundo
orina.
Nos une el ritmo del paso
como el movimiento del amor une a los amantes.
Una brusca racha de viento nos llena la boca de polvo.
Ahora la voz es queda. Habla con palabras oídas en la
infancia.
Las monedas, ya tibias, tintinean en la mano del
mendigo.
Palabras que mamamos con la leche, visiones que hacen
parte ya de nosotros.
Es alguien que va al lado nuestro, casi nuestra sombra,
no le vemos el rostro.
[Detrás de la ventana oscurece.]
Detrás de la ventana oscurece.
El libro cae abierto dorso arriba como una tortuga.
Afuera están las calles olorosas a sudor y a frutas
podridas,
las calles del crepúsculo,
y lejos, en el flanco de la montaña, ralos pinares.
Miras. El cigarrillo cuelga del labio.
El saco cuelga del respaldo de la silla.
A la puerta de la pensión ríe ya la prostituta de cara
pintada
y la hoja de guayacán, a sus pies, es un poco de polvo
amarillo.
Pide el don de ver las calles, la vida, sin
indiferencia y sin amargura.
El anochecer atestado de maldiciones y de sueños
y al pervertido pobre que corre tras su amor barato.
Detrás de la ventana habrá anochecido dentro de poco
y entonces, en vez de las calles y los techos, verás
allí tu cara.
[“Vendados y desnudos…”]
“Vendados y desnudos, fueron pateados en el vientre y
los testículos, y colgados de las manos atadas a la espalda. Les enterraron
agujas bajo las uñas. Les metieron palos y tubos por la boca. Los sometieron a
simulacros de fusilamiento. Los privaron de alimentos y de sueño, obligándolos
a permanecer de pie día y noche, desnudos. Les aplicaron choques eléctricos.
Los sumergieron en charcos de agua helada”.
Y el remedo, obsceno, de la caricia:
“Me agarraban los senos y los torcían y jalaban como si
quisieran arrancármelos”. (Obdulia Prada de Torres, con cédula de ciudadanía
número 20.299.097, de Bogotá.)
Y el remedo siniestro de la cópula:
“Otra vez me obligaron a punta de golpes con un fusil a
abrir las piernas a tal grado que sentí descuartizarme”.
Es como si se aborreciera la vida.
[Al saber los nombres de las cosas,]
Al saber los nombres de las cosas,
dice Helen Keller, la niña sordiciega,
“se afirmaba mi parentesco con el resto del mundo”.
Antes de la palabra
no había nada en ella. “No había
—dice—
ternura
ni sentimientos profundos”.
Artes y mañas de la noche
1
Le conoce las manos atarantadas:
qué busca cuando busca en ella, qué
se le ha perdido pues en ella,
desde cuándo
El durmiente de cara de ahogado,
de rasgos movedizos
desfigurados a través del agua,
quebrados como el remo que se quiebra en el agua.
Y tienta la costilla, pasa
la yema por el cuello, hunde
con la uña la vena palpitante.
Podría degollarlo
sacando su cuchillo del seno,
tocando apenas con la punta
la vena palpitante.
2
¡Que cante y baile!
Después,
cuando agotado de bailar,
borracho y ronco de cantar,
no sepa ya de sí
y lo achique la inocencia del sueño,
ella sabrá llevarlo
de la mano como a un niño,
desnudarlo como a un niño,
encubrirlo,
ahijarlo.
Una ventana frente al baldío
1
O quedarse mirando a la niña idiota.
Por esta calle lateral, casi sola,
una calle donde los peatones ralean,
a esta hora ociosa de la tarde.
Está siempre a su ventana que da frente al baldío,
las palmas lisas, blancas contra el vidrio,
los ojos turbios—
Y no puede preguntarse qué mira, qué saluda
con esa retahíla de griticos salvajes,
qué ve—
¿Un retazo de cielo ya oscuro en la vidriera?
¿La pareja de perros que copulan en la calle?
2
Todo la atrapa: el vuelo de una mosca,
los pasos del transeúnte que llega.
Los ojos se le pegan a las cosas con fijeza cósmica.
Todo es para ella como un éxtasis.
Con su cara regordeta de angelito deforme,
con sus manos regordetas, infantiles,
de arrugas como brazaletes en las muñecas,
tampoco la niña idiota es una respuesta.
3
De tanto en tanto mueve la cabeza:
a un lado y a otro, arriba y abajo.
Pero no como quien dice no,
ni como quien dice sí.
Es más bien una suerte de vaivén mecánico:
la cabeza oscila
de hombro a hombro como un péndulo.
4
Tal vez baila.
¿Quién podría asegurar que ese tosco meneo no sea un
baile?
Y yo quiero saber si baila, es ya una pregunta
obsesiva.
Cuando hace días que no paso por su calle,
algo me tira, me llama.
Como ella por el vuelo de la mosca,
yo estoy fascinado por ella.
5
Si uno se acerca a la ventana,
si se asoma, poniéndose en puntillas,
ve que ni siquiera despega los pies del suelo.
Es un movimiento muy torpe,
demasiado pesado para ser un baile.
6
Y sin embargo tal vez sea un baile.
La cabeza mueve, arrastra en su vaivén el cuerpo.
Así me digo
y con un gesto de la mano me despido de la niña idiota.
Un hilo de baba le cuelga por el mentón abajo.
Tomado de:
La Diosa Negra
Todos estos días lo ha acompañado el gesto de la
muchacha
El gesto prendado en un rincón del parque
Y se ha demorado en él y se ha nutrido de él
La muchacha quizás sin saber que alguien otro la veía
O tal vez sabiendo y gozándose de ser vista por alguien
otro
Se levanta la falda y deja el muslo al descubierto
Y coge la mano de su amigo y la lleva para que palpe
Todos esos días ha sentido en las yemas la piel de un
muslo de muchacha
Y ha visto una y otra vez la bella asechanza de aquel
gesto
Y el brillo en los ojos del que la vida toca para
usarlo
O para herirlo
Para perderlo
CANTIGA DE AMIGO
Y tras la incertidumbre de un instante
frente al desconocido
que luego por virtud del gesto recordado
vuelve a ser el amigo que después de la lluvia
llama a la puerta
lo ayudamos a desnudarse
colgamos sus ropas a secar junto al fuego
y oímos el relato de su viaje
reconociéndonos en sus maneras
de náufrago
ESCRITURA
la noche, como animal
dejó su vaho en mi ventana
por entre las agujas del frío
miro los árboles
y en el empañado cristal
con el índice, escribo
esta efímera palabra
como para cruzar un río
me desnudo junto a su cuerpo
riesgoso
como un río en la noche
HÖLDERLIN
Quizá la locura
es el castigo
para el que viola un recinto secreto
y mira los ojos de un animal
terrible
la casa que reduce la noche a límites
y la hace llevadera
cuando el ruido de una bestia en el sueño
o las palabras que sin sentido
despiertan con todo ese extraño temor
surgen como restos de una oscura lengua
que desvela el origen y la amenaza
el techo que cubría un fuego manso
arderá
y entonces nada habrá seguro
y será necesario de nuevo cavar
hacer
VISITA
si en mitad de la noche
nos despierta un olor de incendio
y abrimos la ventana y entre los árboles
hechos de dura sombra está sólo
el aroma de las frutas en sazón
qué más sino la dolorosa alegría
de que nos hayan visitado una vez
los rojos querubines de fuego.
LA FURIOSA ALEGRÍA
Con qué furiosa alegría
estalla la rosa,
sola en la punta de su vara
junto al muro,
y amarilla, ¡amarilla!,
rodeada de una penumbra
malva-
Qué gozo ebrio
hay en el paso de la desconocida
que cruza el puente
con el viento en la cara
el pelo en el viento,
y la sonrisa delicadamente
feroz-
ELLA
De qué manera silenciosa
trabaja.
Sin dejarse oír,
como si fuera
-lo mismo que una bailarina-
en puntas de pies.
sin dejarse ver,
como si no fuera.
Ella,
la que poco a poco lo ensordece,
la que imperceptiblemente lo ciega,
la que, delicadamente,
le tuerce los huesos.
REGALO
1
Aquel que esperaba y esperaba
pero no sabía lo que esperaba
y era la muerte
2
Porque en fin viene el tiempo con un palo
y le muele los huesos.
A saber: con el tiempo y un palito,
con el tiempo y un palo llegará
a saber,
a saber.
3
Un escorpión en lugar de un huevo:
También, a su modo,
un regalo apreciable.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/Antologia/jose-manuel.html
Hay gentes que llegan pisando duro
Hay gentes que llegan pisando duro
que gritan y ordenan
que se sienten en este mundo como en su casa
Gentes que todo lo consideran suyo
que quiebran y arrancan
que ni siquiera agradecen el aire
Y no les duele un hueso no dudan
ni sienten un temor van erguidos
y hasta se tutean con la muerte
Yo no sé francamente cómo hacen
cómo no entienden
Tomado de:
https://isaiaspenag.blogspot.com/2009/03/un-poema-de-jose-manuel-arango.html
XVIII
Píntate los senos
de achiote y negro
nos amaremos en el mediodía amarillo
como en un desierto
en la raya del alba
como en la frontera de dos reinos
Muchacha
Me dan una fruta
me dicen: cierra los ojos y muerde
y cuando abro los ojos
en la fruta mordida se menea el gusano
pero todo es un juego cosa de risa
Grammatici certant
El nosotros
lo saben los gramáticos
es un curioso pronombre
Quiere decir tú y yo
sin él
y también él y yo
sin ti
y también él y yo
contigo y contra el resto
En todo caso excluye siempre a alguien
De esta parte nosotros
de la otra los otros que nosotros
Una
larga conversación
Cada noche
converso con mi padre
Después de su muerte
nos hemos hecho amigos
Tomado de:
https://legadoantioquia.wordpress.com/2011/07/28/jose-manuel-arango/

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