sábado, 8 de noviembre de 2025

POEMAS DE JOSÉ MANUEL ARANGO REVISITADO


[Un mordisco de hielo entre el bochorno de la tarde, un viento frío,]

 

 

Un mordisco de hielo entre el bochorno de la tarde, un viento frío,

y la sombra de alguien otro nos acompaña.

 

 

Alguien que habla al lado nuestro, que va al lado nuestro.

 

 

 

por encima del muro el higuerillo asoma sus hojas granates.

 

 

 

Vamos unidos en el andar, muy próximos.

La voz es tranquila, dice de cosas familiares.

 

 

 

Junto al muro que guarda un solar viejo el vagabundo orina.

 

 

 

Nos une el ritmo del paso

como el movimiento del amor une a los amantes.

 

Una brusca racha de viento nos llena la boca de polvo.

 

Ahora la voz es queda. Habla con palabras oídas en la infancia.

 

Las monedas, ya tibias, tintinean en la mano del mendigo.

 

Palabras que mamamos con la leche, visiones que hacen parte ya de nosotros.

 

Es alguien que va al lado nuestro, casi nuestra sombra, no le vemos el rostro.

 

 

[Detrás de la ventana oscurece.]

 

 

 

Detrás de la ventana oscurece.

El libro cae abierto dorso arriba como una tortuga.

 

 

 

Afuera están las calles olorosas a sudor y a frutas podridas,

las calles del crepúsculo,

y lejos, en el flanco de la montaña, ralos pinares.

 

Miras. El cigarrillo cuelga del labio.

El saco cuelga del respaldo de la silla.

 

 

 

A la puerta de la pensión ríe ya la prostituta de cara pintada

y la hoja de guayacán, a sus pies, es un poco de polvo amarillo.

 

 

 

Pide el don de ver las calles, la vida, sin indiferencia y sin amargura.

El anochecer atestado de maldiciones y de sueños

y al pervertido pobre que corre tras su amor barato.

 

 

Detrás de la ventana habrá anochecido dentro de poco

y entonces, en vez de las calles y los techos, verás allí tu cara.

 

 

[“Vendados y desnudos…”]

 

 

 

“Vendados y desnudos, fueron pateados en el vientre y los testículos, y colgados de las manos atadas a la espalda. Les enterraron agujas bajo las uñas. Les metieron palos y tubos por la boca. Los sometieron a simulacros de fusilamiento. Los privaron de alimentos y de sueño, obligándolos a permanecer de pie día y noche, desnudos. Les aplicaron choques eléctricos. Los sumergieron en charcos de agua helada”.

 

 

 

Y el remedo, obsceno, de la caricia:

 

“Me agarraban los senos y los torcían y jalaban como si quisieran arrancármelos”. (Obdulia Prada de Torres, con cédula de ciudadanía número 20.299.097, de Bogotá.)

 

 

Y el remedo siniestro de la cópula:

 

“Otra vez me obligaron a punta de golpes con un fusil a abrir las piernas a tal grado que sentí descuartizarme”.

 

 

 

Es como si se aborreciera la vida.

 

 

[Al saber los nombres de las cosas,]

 

 

Al saber los nombres de las cosas,

dice Helen Keller, la niña sordiciega,

“se afirmaba mi parentesco con el resto del mundo”.

Antes de la palabra

no había nada en ella. “No había

—dice—

ternura

ni sentimientos profundos”.

 

 

Artes y mañas de la noche

 

 

 

1

 

 

 

Le conoce las manos atarantadas:

qué busca cuando busca en ella, qué

se le ha perdido pues en ella,

desde cuándo

 

 

 

El durmiente de cara de ahogado,

de rasgos movedizos

desfigurados a través del agua,

quebrados como el remo que se quiebra en el agua.

 

Y tienta la costilla, pasa

la yema por el cuello, hunde

con la uña la vena palpitante.

 

 

Podría degollarlo

sacando su cuchillo del seno,

tocando apenas con la punta

la vena palpitante.

 

2

 

 

¡Que cante y baile!

Después,

cuando agotado de bailar,

borracho y ronco de cantar,

no sepa ya de sí

y lo achique la inocencia del sueño,

ella sabrá llevarlo

de la mano como a un niño,

desnudarlo como a un niño,

encubrirlo,

ahijarlo.

 

 

Una ventana frente al baldío

 

1

 

 

O quedarse mirando a la niña idiota.

Por esta calle lateral, casi sola,

una calle donde los peatones ralean,

a esta hora ociosa de la tarde.

 

Está siempre a su ventana que da frente al baldío,

las palmas lisas, blancas contra el vidrio,

los ojos turbios—

 

Y no puede preguntarse qué mira, qué saluda

con esa retahíla de griticos salvajes,

qué ve—

 

¿Un retazo de cielo ya oscuro en la vidriera?

¿La pareja de perros que copulan en la calle?

 

 

2

 

 

 

Todo la atrapa: el vuelo de una mosca,

los pasos del transeúnte que llega.

Los ojos se le pegan a las cosas con fijeza cósmica.

Todo es para ella como un éxtasis.

 

Con su cara regordeta de angelito deforme,

con sus manos regordetas, infantiles,

de arrugas como brazaletes en las muñecas,

tampoco la niña idiota es una respuesta.

 

3

 

De tanto en tanto mueve la cabeza:

a un lado y a otro, arriba y abajo.

Pero no como quien dice no,

ni como quien dice sí.

Es más bien una suerte de vaivén mecánico:

la cabeza oscila

de hombro a hombro como un péndulo.

 

4

 

Tal vez baila.

¿Quién podría asegurar que ese tosco meneo no sea un baile?

Y yo quiero saber si baila, es ya una pregunta obsesiva.

Cuando hace días que no paso por su calle,

algo me tira, me llama.

Como ella por el vuelo de la mosca,

yo estoy fascinado por ella.

 

5

 

Si uno se acerca a la ventana,

si se asoma, poniéndose en puntillas,

ve que ni siquiera despega los pies del suelo.

Es un movimiento muy torpe,

demasiado pesado para ser un baile.

 

6

 

Y sin embargo tal vez sea un baile.

La cabeza mueve, arrastra en su vaivén el cuerpo.

Así me digo

y con un gesto de la mano me despido de la niña idiota.

Un hilo de baba le cuelga por el mentón abajo.

Tomado de:

https://www.otroparamo.com/web/articulo.php?ed=26&ar=497#:~:text=%5BUn%20mordisco%20de,el%20ment%C3%B3n%20abajo.

 

 

La Diosa Negra

 

 

Todos estos días lo ha acompañado el gesto de la muchacha

El gesto prendado en un rincón del parque

Y se ha demorado en él y se ha nutrido de él

 

La muchacha quizás sin saber que alguien otro la veía

O tal vez sabiendo y gozándose de ser vista por alguien otro

Se levanta la falda y deja el muslo al descubierto

Y coge la mano de su amigo y la lleva para que palpe

 

Todos esos días ha sentido en las yemas la piel de un

muslo de muchacha

Y ha visto una y otra vez la bella asechanza de aquel gesto

Y el brillo en los ojos del que la vida toca para usarlo

O para herirlo

Para perderlo

 

 

CANTIGA DE AMIGO

 

Y tras la incertidumbre de un instante

frente al desconocido

que luego por virtud del gesto recordado

vuelve a ser el amigo que después de la lluvia

llama a la puerta

 

lo ayudamos a desnudarse

colgamos sus ropas a secar junto al fuego

 

y oímos el relato de su viaje

reconociéndonos en sus maneras

de náufrago

 

 

ESCRITURA

 

 

la noche, como animal

dejó su vaho en mi ventana

 

por entre las agujas del frío

miro los árboles

 

y en el empañado cristal

con el índice, escribo

esta efímera palabra

 

como para cruzar un río

me desnudo junto a su cuerpo

 

riesgoso

como un río en la noche

 

 

HÖLDERLIN

 

Quizá la locura

es el castigo

 

para el que viola un recinto secreto

 

y mira los ojos de un animal

terrible

 

la casa que reduce la noche a límites

y la hace llevadera

cuando el ruido de una bestia en el sueño

o las palabras que sin sentido

despiertan con todo ese extraño temor

surgen como restos de una oscura lengua

que desvela el origen y la amenaza

 

el techo que cubría un fuego manso

arderá

 

y entonces nada habrá seguro

y será necesario de nuevo cavar

hacer

 

 

VISITA

 

si en mitad de la noche

nos despierta un olor de incendio

 

y abrimos la ventana y entre los árboles

hechos de dura sombra está sólo

el aroma de las frutas en sazón

 

qué más sino la dolorosa alegría

de que nos hayan visitado una vez

los rojos querubines de fuego.

 

 

LA FURIOSA ALEGRÍA

 

Con qué furiosa alegría

estalla la rosa,

sola en la punta de su vara

junto al muro,

y amarilla, ¡amarilla!,

rodeada de una penumbra

malva-

 

Qué gozo ebrio

hay en el paso de la desconocida

que cruza el puente

con el viento en la cara

el pelo en el viento,

y la sonrisa delicadamente

feroz-

 

 

ELLA

 

De qué manera silenciosa

trabaja.

Sin dejarse oír,

como si fuera

-lo mismo que una bailarina-

en puntas de pies.

sin dejarse ver,

como si no fuera.

 

Ella,

la que poco a poco lo ensordece,

la que imperceptiblemente lo ciega,

la que, delicadamente,

le tuerce los huesos.

 

 

REGALO

 

1

Aquel que esperaba y esperaba

pero no sabía lo que esperaba

y era la muerte

 

 

2

Porque en fin viene el tiempo con un palo

y le muele los huesos.

A saber: con el tiempo y un palito,

con el tiempo y un palo llegará

a saber,

a saber.

 

 

3

Un escorpión en lugar de un huevo:

También, a su modo,

un regalo apreciable.

Tomado de:

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/Antologia/jose-manuel.html

 

 

Hay gentes que llegan pisando duro

 

Hay gentes que llegan pisando duro

que gritan y ordenan

que se sienten en este mundo como en su casa

 

Gentes que todo lo consideran suyo

que quiebran y arrancan

que ni siquiera agradecen el aire

 

Y no les duele un hueso no dudan

ni sienten un temor van erguidos

y hasta se tutean con la muerte

 

Yo no sé francamente cómo hacen

cómo no entienden

Tomado de:

https://isaiaspenag.blogspot.com/2009/03/un-poema-de-jose-manuel-arango.html

 

 

XVIII

 

Píntate los senos

de achiote y negro

 

nos amaremos en el mediodía amarillo

como en un desierto

 

en la raya del alba

como en la frontera de dos reinos

 

 

Muchacha

Me dan una fruta

me dicen: cierra los ojos y muerde

 

y cuando abro los ojos

en la fruta mordida se menea el gusano

 

pero todo es un juego cosa de risa

 

 

Grammatici certant

El nosotros

lo saben los gramáticos

es un curioso pronombre

Quiere decir tú y yo

sin él

y también él y yo

sin ti

y también él y yo

contigo y contra el resto

En todo caso excluye siempre a alguien

De esta parte nosotros

de la otra los otros que nosotros

 

 

Una larga conversación

 Cada noche converso con mi padre

Después de su muerte

nos hemos hecho amigos

Tomado de:

https://legadoantioquia.wordpress.com/2011/07/28/jose-manuel-arango/

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