domingo, 2 de noviembre de 2025

POEMAS DE ENRIQUE BANCHS - DESDE ARGENTINA - MODERNISMO


 La urna: 1

I

 

Entra la aurora en el jardín; despierta

los cálices rosados; pasa el viento

y aviva en el hogar la llama muerta,

cae una estrella y raya el firmamento;

 

canta el grillo en el quicio de una puerta

y el que pasa detiénese un momento,

suena un clamor en la mansión desierta

y le responde el eco soñoliento;

 

y si en el césped ha dormido un hombre

la huella de su cuerpo se adivina,

hasta un mármol que tenga escrito un nombre

 

llama al Recuerdo que sobre él se inclina...

Sólo mi amor estéril y escondido

Cestas de regalo

vive sin hacer señas ni hacer ruido

 

II

 

También el subterráneo manantial

en su lecho de jaspe prisionero,

sufre, pero después rompe el venero

gorjeando ante la lumbre celestial;

 

recata un terciopelo funeral

el rostro rosa de la aurora, pero

también la aurora al fin rasga el severo

luto nocturno y ríe en el zorzal;

 

mucho tiempo en el surco está dormido

en laborioso sueño el útil grano,

y engarza al fin la espiga en el verano;

 

también mi amor estéril y escondido,

se levanta en su noble estampa humana

de pie sobre la estrofa castellana.

 

 

La urna: 59 Hospitalario y fiel en su reflejo

Hospitalario y fiel en su reflejo

donde a ser apariencia se acostumbra

el material vivir, está el espejo

como un claro de luna en la penumbra.

 

Pompa le da en las noches la flotante

claridad de la lámpara, y tristeza

la rosa que en el vaso agonizante

también en él inclina la cabeza.

 

Si hace doble al dolor, también repite

las cosas que me son jardín del alma.

Y acaso espera que algún día habite

 

en la ilusión de su azulada calma

el Huésped que le deje reflejadas

frentes juntas y manos enlazadas.

 

 

 

La urna: 2

Hermosa es la sidérea compañía

de siete estrellas en la oscura frente

del universo... Pero está vacía

la sombra que la octava hermana ausente.

 

¿Qué ignoto espacio su fulgor rocía

desde una eternidad, sola y silente?,

¿qué destino, a ella sola desprendía

como una flor del grupo refulgente?

 

El aderezo de las siete estrellas

es bello y como lágrimas son ellas...

pero pienso en la otra: ¡en la que falta!...

 

Veré más rostros y pasión más alta,

pero con fiel angustia, solamente

pensaré en esa que perdí, ¡la ausente!

 

 

 

La urna: 9

                    I

 

Nunca como esta noche de verano

de gran silencio melodiosa y pura

he sentido la lánguida dulzura,

la irrealidad, de mi pasión que en vano

 

confieso al alma de la noche oscura.

Bien sé que espero en algo muy lejano,

algo que no se toca con la mano,

que no se puede ver ni se figura;

 

algo como plegaria de intangible

boca, pero plegaria imperceptible;

un suspiro del viento, acaso una

 

música de violines escondidos;

una vaga mujer cuyos vestidos

ondulan en el claro de la luna.

 

 

 

La urna: 4

Como es de amantes necesaria usanza

huir la compañía y el ruido,

vagaba en sitio solo y escondido

como en floresta umbría un ciervo herido.

 

Y a fe, que aunque cansado de esperanza,

pedía al bosquecillo remembranza

y en cada cosa suya semejanza

con el ser que me olvida y que no olvido.

 

Cantar a alegres pájaros oía

y en el canto su voz no conocía;

miré al cielo de un suave azul y perla

 

y no encontré la triste y doble estrella

de sus ojos... y entonces para verla,

cerré los míos y me hallé con ella.

 

 

 

La urna: 19

Hay quien pide razón porque no llevo

el diapasón del general clamor,

y porque no resumo en verso nuevo

no mi vario dolor, sino el Dolor.

 

Siento como a torrente la conciencia

múltiple; siento a todos que soportan,

dalmática de plomo, la existencia...

Pero las multitudes ¿qué me importan?

 

¿Qué me importan las negras muchedumbres,

el tropel de las leyes y costumbres

y el gran rumor de mar de todo el mundo?

 

Pues mi motivo eterno soy yo mismo;

y ciego y hosco, escucha mi egoísmo

la sola voz de un pecho gemebundo.

 

 

 

La urna: 14

                      IV

 

Cantaba: “Salud, día del verano

diáfano, salud mies erguida y río

lleno de cisnes, y salud, hermano

cuyo labio es corola con rocío;

 

álamo ceniciento en el camino,

novia en cuyo mirar tan dulce y vago

copiado parecía mi destino,

como refleja blanca vela el lago” ...

 

Dijo así la ilusión sobre aquel muerto.

Y alma, tú suspiraste: “el Hado quiera

que se alce un canto en mi quietud postrera.

 

Y se prolongue mi poema y yerto

lo que amé rememore, en la canción

del Grillo, lira de resurrección.

 

 

 

La urna: 10

                    II

 

¿Entonces sigue mi infeliz suspiro

superviviente luz de estrella ausente,

o los mirajes de mi propia frente

como el viajero del desierto miro?

 

¿Es una de esas formas que un abrazo

ilusorio nos dan sólo en el sueño,

sombra que nunca me tendrá por dueño

será la gloria acaso?

 

¡Nunca! Mi corazón inconsolado

bien sabe que ha pasado por su lado.

Su presencia lo llena, como a copa

 

el óptimo elemento. Está en mi boca

su nombre que jamás se parte de ella...

¡Tú no eres irreal, aunque eres bella!

 

 

 

La urna: 62

La muy pobre fortuna que deploro

es de un valiente contendor esclava:

una felicidad pasada clava

en la desdicha actual su lanza de oro.

 

Me empaña con su gracia azul el lloro

la sonrisa que antaño contemplaba.

Poca es la saña de la suerte brava

cuando el recuerdo es el mejor tesoro.

 

¡Engañoso consuelo! porque en vano

piensa en el dulce hogar el que lejano

siente en comarca hostil, hostil el frío...

 

Mas cuando no recuerdo todo pierdo.

Yo soy lo que viví; y es el recuerdo

lo único que puedo llamar mío.

 

 

 

La urna: 86

¡Cuánto escribí!... Y sin embargo nada

ha dicho un poco, un poco de mi ser;

¡cuánto he deseado! y vedme: ¿qué deseada

cosa llegué a tener?

 

¡Cuánto lloré! mas ¿qué misterio es ese

que yo he sentido y para qué no sé?

Porque lo mismo estoy cual si no hubiese

llorado nunca. ¿Para qué lloré?...

 

¡Oh, noche! apaga como a un cirio mi alma.

No me dejes pensar, soñar, sentir,

no me digas que quise.

 

¡Oh, noche! envuelve con tu dulce calma

tanta inutilidad, tanto vivir

en vano, y lo que soy y lo hice...

 

 

 

La urna: 73

Solitario y doliente en noche clara

y misteriosa, —tú también misterio—,

paseaste en la actitud de quien soñara

las alamedas junto al cementerio.

 

¡Romántico a la antigua! que la moda

trueca la gran corbata acresponada

o el chaleco de pana y acomoda

la melena de intento descuidada:

 

cambia la barba, pero el pecho, ¿cuándo?...

Aunque en fúnebre copa no bebiste,

no por eso te sientes menos triste

 

y aún piensas que es amar llevar sangrando

el deseo de amar; y hosca la frente,

vas solitario, pálido, doliente.

 

 

 

La urna: 83

Contempla, vida, el daño que me has hecho,

como mirara el viento, —si pupilas

brillaran en sus alas intranquilas—,

la terraza de flores que ha deshecho.

 

¿Acaso piensas que es hazaña noble

encorvar la altivez en carne humana?

Es más fuerte que yo la flor temprana.

Firme monte no soy, ni viejo roble.

 

Mi larga humillación no me avergüenza,

ya que es honor que a diario me levanta

luchar contigo, aunque jamás te venza;

 

y tu rencor un verdadero signo

de que algo soy, puesto que clavas tanta

saeta de oro en este flanco indigno.

 

 

 

Balbuceo

Triste está la casa nuestra,

triste, desde que te has ido.

Todavía queda un poco

de tu calor en el nido.

 

Yo también estoy un poco

triste desde que te has ido;

pero sé que alguna tarde

llegarás de nuevo al nido.

 

¡Si supieras cuánto, cuánto

la casa y yo te queremos!

Algún día cuando vuelvas

verás cuánto te queremos.

 

Nunca podría decirte

todo lo que te queremos:

es como un montón de estrellas

todo lo que te queremos.

 

Si tú no volvieras nunca,

más vale que yo me muera...;

pero siento que no quieres,

no quieres que yo me muera.

 

Bien querida que te fuiste,

¿no es cierto que volverás?

para que no estemos tristes

¿no es cierto que volverás?

Tomado de:

https://www.poeticous.com/banchs?locale=en

 

 

Sombra

 

Si la muerte es final, total olvido,

el alma, en ese sueño no sentido,

nada es, pues no sabe que ha vivido;

nada, pues de sí misma está vacía.

 

O, acaso, sombra es de lo que ha sido,

y en vena vana hay eco de un latido

y oye caer en ilusorio oído

hojas secas de extinta melodía.

 

Sombra. Sombra de todo lo perdido,

reflejo que por siempre ha recogido

fugaz amor e instante de agonía,

y por siempre, en el Tiempo detenido,

sueña que es cierto su vivir mentido

porque espera la muerte todavía.

 

 

Simples palabras

 

No trabajes el verso

con amor prolongado.

Sea como paloma

que se va de la mano.

La dulce estrofa siempre

un poco de alma exhala

Más que gota de libro

sea gota de sangre.

Pero más a menudo

sea gota de alegría,

y próvida reparta

la cordial sonrisa.

Que no tenga en tu vida

mucha importancia el verso.

Tú que los haces sabes

que poco vale eso.

Haz como algunos hombres

que trabajan seis días

y los domingos podan

unas plantas queridas.

Trabaja tus seis días

y en la aurora de Dios

pódate el buen rosal

que está en tu corazón.

 

 

La Urna

 

*

 

La firme juventud del verso mío,

como hoy te habla te hablará mañana.

Pasa la bella edad, pero confío

a la estrofa tu bella edad lejana.

 

Y cuando la vejez tranquila y fría

del color virginal te haga una aureola,

no sabrá tu vejez mi estrofa sola,

y te hablará cual pude hablarte un día.

 

Y cuando pierdas la belleza, aquella

adolescente, el verso en que te llamo,

te seguirá diciendo que eres bella.

 

Cuando seas ceniza, amada mía,

mi verso todavía, todavía

te dirá que te amo.

Tomado de:

https://poemariosdelgrillofantasma.blogspot.com/2014/03/blog-post.html

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