De los que murieron en los Termópilas
De los que en muerte generosa y clara
en los altos Termópilas cayeron,
y venturosa suerte así tuvieron,
se venera el sepulcro como un ara.
No le oscurecerá la edad avara
que todo lo consume; y los que fueron
capaces de un tal hecho, y tal pudieron,
gozan una alabanza eterna y rara.
La religiosa tumba do hora posa
de estos varones ínclitos la llama,
que en lúgubre silencio y paz reposa,
a una jamás perecedera fama
elevará la Grecia gloriosa
do quier que el nombre de la patria se ama.
De cuatro cosas
Es excelente cosa
tener salud robusta y deliciosa;
y tener lo segundo
buen natural es lo mejor del mundo;
ser rico, lo tercero,
sin conseguir con fraudes el dinero;
lo cuarto, sin testigos
pasar la pubertad con los amigos.
De la muerte
Las fuerzas humanales
son débiles y flacas.
Vano y ligero el pensamiento suyo,
y en una corta vida
el hombre sufre males sin medida.
A todos igualmente
la misma muerte alcanza;
nadie rehúye su furor sañudo,
y el malo, como el bueno,
es fuerza que desciendan a su seno.
Epitafio a una mujer casada
Aquí la descendencia está encerrada
de aquel que en Grecia entre los de Hipia todos
se señaló con alma aventajada.
Que nunca supo usar de altivos modos
con el padre, el marido, los hermanos,
los hijos, ni los próximos tiranos.
II. Para unas armas colgadas en el templo de Minerva
Estos arcos de guerras, ociosos,
de Minerva en el templo colocados,
visto se han varias veces, vigorosos
con sangre de los persas mancillados.
De los persas, que siempre en sus fogosos
mortíferos caballos cabalgados,
en las peleas de los hombres fieros
entran, do suenan llantos lastimeros.
III. Para la estatua de un atleta
Yo, Aristodamas, valeroso atleta,
fui en Nemea dos veces coronado;
en Olimpia logré gloria completa,
y también en el Istmo celebrado;
y no tanto vencí con fuerza extraña
como con el ardid, el arte y maña.
IV. Para un puente
Id al templo de Ceres, sacerdotes,
sin temor de las aguas invernales,
pues ya Jenocles Lidio ha construido
puente sobre estos rápidos raudales.
V. Acción de gracias a Venus
A estos se les mandó que fervorosos
a Venus invocasen en sus ruegos,
ofreciéndole votos religiosos
por los valientes ciudadanos griegos,
porque no quiso que la ciudad clara
el persa sagitífero tomara.
VI. Para la imagen de un atleta
En esta imagen mira y reconoce
al vencedor Teócrito en Olimpia,
que, cuando joven, en la lucha y carro
tuvo una soberana maestría.
Hermoso siempre, aun cuando vigoroso,
en la áspera lucha se ejercita,
que de sus padres la ciudad adorna (1)
con la corona a su valor debida.
(1) En los Juegos Olímpicos se proclamaba el
nombre del vencedor, de su padre y de su patria.
VII. Epitafio para un cazador
¡Oh, Licas, cazador de fama honrosa!
Las fieras tiemblan al fijar su planta
en tu sepulcro, y el Pelión y el Osa,
y el Citerón (1), do crece hierba tanta,
a las tiernas ovejas saludable,
conocen tu valor inimitable.
(1) Pelión y Osa, montes de Tesalia; y
Citerón, monte de Beocia.
VIII. Del beber (1)
Cuando el Bóreas veloz ligeramente,
viniendo de los tracios, el costado
cubrió del alto Olimpo preeminente
fatigando a cualquier desabrigado,
la vida nos volvió benignamente.
Mas quiero yo que agora derramado
temple mi taza: que es un hecho fiero
dar el vino caliente al compañero.
(1) Compuso de repente Simónides este
epigrama con ocasión de hallarse en un día caloroso de verano con otros amigos,
a los cuales les sirvieron vino enfriado y a él no.
IX. De un retrato
El amor que me tenía
Praxíteles expresó:
por la imagen le pintó
que en su corazón sentía.
Y Frinés en el momento
de mi cuadro el precio dio.
Y así a mi retrato yo
arrojo flechas sin cuento.
X. De la mujer
No puede el hombre gozar
una cosa más hermosa
que la mujer, ni una cosa
peor puede disfrutar.
XI. De los atenienses
Grande luz amaneció
a los atenienses cuando
Harmodio, a Hiparco matando,
a Aristogitón siguió.
XII. A Sófocles
A ti, Sófocles amado,
de los poetas honor,
una uva con rigor
te dio fin desventurado.
XIII. De un cuadro
Ifión, de Corinto, fue
quien esta imagen pintó,
que en sus obras caminó
de buena fama en buen pie,
pues las obras del pintor,
de la misma gloria y maña
que al artífice acompaña,
sacan no pequeño honor.
XIV. De la bacante de Escopas
¿Quién es esta que está aquí?
La bacante. ¿Quién tan bien
la adornó? Escopas. ¿Y quién
de furor la llenó así
y la puso cual se ve?
¿Baco o Escopas? Escopas fue.
Tomado de:
https://academialatin.com/literatura-griega/poemas-simonides-ceos/
2 (9D)
De los humanos pequeño es el poder,
e inútiles los propósitos y cuitas.
En la breve vida hay pena tras pena.
Y la muerte ineluctable siempre espera.
Porque igual porción de ella reciben
los valerosos y quien es cobarde.
3 (6D)
Siendo humano, jamás digas qué va a pasar mañana,
ni, al ver a alguien dichoso, por cuánto tiempo lo será.
Porque ni el moverse de la mosca de finas alas
es tan rápido.
5 (7D)
Pues ni siquiera aquellos que antes hubo
y fueron héroes, hijos de los dioses
soberanos, a su vejez llegaron
tras vivir sin pesar, sin riesgo ni ruina.
Tomado de:
https://hectorcastilla.wordpress.com/2017/01/03/simonides-de-ceos/

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