miércoles, 19 de noviembre de 2025

POEMAS DE SHARON OLDS - DESDE ESTADOS UNIDOS ROMPE LA POESÍA -

 


NOCHE DE DOMINGO EN LA CIUDAD

 

Cogidos de la mano, yacemos en la cama,

con nuestras largas piernas cruzadas como alas

dobladas, nuestros largos pies tocando el

umbrío pie de la cama, tallado como una lápida

con uvas. Tienes el cabello encrespado, oscuro

como el nogal, rizado como los zarcillos de

parras. Tu mano derecha reposa en mi

mano derecha. Mi mano izquierda en la tuya.

Con los brazos enlazados como patinadores, yacemos

bajo el cuadro de tierra cultivada: la maleza

oscura y nublada como el humo, los árboles

elevando sus cenicientos esqueletos de pez,

y en el centro, encima nuestro,

el estanque en calma

silencioso como si fuera eterno.

 

 

EL OBJETO DE AMOR

 

El amor inventa un cuerpo que no es objeto,

una polla que no es cosa, un pecho tan

personal como un amante.

El noble animalito de los sexos

que preferiríamos morir antes que devorar.

 

Estoy despojando de la palabra amor al objeto,

al cuerpo astral como comida

que resplandece en el plato.

 

Estoy despojando de la palabra amor al muchacho

de piel penetrada por la luz

y de cabello rojo como un bistec en llamas.

Cuando se asoma por la ventana como helado que se funde

de la boca me gotea sal ardiendo.

Estoy despojando de la palabra amor a ese

deseo de morder.

 

Estudiamos todos al objeto, acechando el momento

en que una persona se transforma en cosa.

Llegamos hasta la cámara oscura y vemos a la mujer

convertirse de pronto en objeto, con una exacta dosis de

sangre brotando de su boca.

 

El amor no cree en estos objetos -es capaz de seguir a una mujer

hasta la muerte y declarar

que sigue siendo la misma.

Estoy despojando de la palabra amor a los tragones

y poniéndola en la boca de muerta

como la cabeza de un gallo de pelea, para que cual soplo vuelva a ella la vida.

 

«Ahora yo estoy aquí fuera

contigo, contra el fragmento del silencio

que se ha roto».

 

Satán dice (1980), Sharon Olds.

 

 

LA COVERSACIÓN

 

Al mediodía en la cuadrada y oscura habitación de madera

la madre mantuvo una conversación con su hija.

La grosería no podía seguir, la maldad con su hermanito, el egoísmo.

La persona de ocho años estaba sentada en la cama

en el rincón del cuarto, los iris oscuros como

unas últimas gotas de algo, su rostro

fijo derritiéndose, ruborizándose,

destellos de plata en los ojos como remotas

masas de agua entrevistas a través del bosque.

Aguantó y aguantó hasta estallar, gritando

¡odio ser una persona!, zambulléndose

en la madre

como si lo hiciera

en

un profundo estanque- pero no puede nadar,

la niña no puede nadar.

Tomado de:

https://vomiteunconejito.wordpress.com/2021/08/14/poemas-de-sharon-olds/

 

 

Acusación de oficiales de alto rango

 

En el zaguán arriba de del hueco de las escaleras

mi hermana y yo nos encontrábamos de noche,

ojos y pelo oscuro, los cuerpos

como gemelos en la oscuridad. No hablábamos

de los dos que nos habían llevado allí, como generales,

por sus propios motivos. Nos sentábamos compañeras

en la guerra fría, su cuerpo vivo la prueba de

mi cuerpo vivo, de espaldas al leve

cráter de obús de las escaleras, por donde

tendríamos que bajar, sin saber

más que loque habíamos aprendido allí,

así que ahora

cuando pienso en mi hermana, las suturas

y las marcas de las golpizas de su doctor esposo,

y las cicatrices de las operaciones, siento la

ira de un soldado parado sobre el cuerpo de

alguien a quien mandaron al frente de batalla

sin entrenamiento

ni arma.

 

 

Madre primeriza

 

Una semana después de que naciera nuestra hija,

me arrinconaste en la habitación de huéspedes

y nos hundimos en la cama.

Me besaste y me besaste, mi leche desató su

nudo corredizo y caliente a través de mis pezones,

empapó mi blusa. Toda la semana había olido a leche,

leche fresca, agria. Empecé a latir:

mi sexo había sido desgarrado como un trapo

por la corona de su cabeza, me habían cortado con un cuchillo

y cosido, los puntos tiraban de la piel—

y la primera vez que te rompen, no sabes

que vas a cicatrizar, mejor que antes.

Me acosté con miedo y sangre y leche

mientras me besabas y me besabas, tus labios calientes,

hinchados como los de un adolescente, tu sexo grande y seco,

todo tú tan tierno, te inclinaste sobre mí,

sobre el nido de puntadas, sobre

lo rajado y desgarrado, con la paciencia de alguien que

encuentra un animal herido en el bosque

y se queda con él, a su lado

hasta que vuelva a estar entero, hasta que pueda correr de nuevo.

 

 

Estudio Bíblico: 71 a.C.

 

Después de derrotar a la armada de Espartaco

Marco Licinio Craso

crucificó 6000 hombres.

Eso dicen los documentos,

como si hubiera clavado los 18.000

clavos él mismo. Me pregunto cómo

se sintió, ese día, si salió a la intemperie

entre ellos, si caminó por esos bosques

humanos. Creo que se quedó en su tienda

y bebió, y quizás copuló,

oyendo las canciones en su honor,

la sintonía de instrumentos de viento

que estaba haciendo él de una sola vez, elevado a la potencia de seis mil.

Y quizás se asomó, a veces,

para ver las filas de instrumentos,

su huerto, la tierra erizada con eso

como si un parche en su cerebro le picara

y ésta fuera su manera de rascarse

directamente. Quizás le dio placer,

y un sentido de equilibrio, como si hubiera sufrido,

y ahora encontrara una compensación,

y una voz. Hablo como un monstruo,

alguien que hoy en día ha pensado largamente

en Craso, en su éxtasis por no sentir nada

cuando otros sienten

tanto, su ardiente levedad de espíritu

por ser libre de caminar por ahí

mientras otros son crucificados sobre la tierra.

Puede haber sido el día más feliz

de su vida. Si se hubiera cortado

la mano con una copa de vino, dudo que hubiera

tomada conciencia de lo que estaba haciendo.

https://tierrapapel.wordpress.com/2017/01/26/sharon-olds-poemas-la-materia-de-este-mundo/

 

 

Ahogándose

 

Las madres están sentadas en la cocina, las últimas

horas de la tarde, la luz como resina

sólida en el agua junto a los tallos dorados,

el té como ámbar de bailarinas; se sumergen

en su lengua, charlan. Están siempre temiendo

lo peor para sus hijos; la grieta entre las tablas,

el clavo, el gancho, las escaleras al sótano,

toda la sangre de sus pequeños cuerpos –

Si mirás por la ventana mientras la oscuridad se ­filtra

y el cuarto es como una jarra amarilla,

hay un ángulo, hay un momento, en que se puede ver que cada

            madre

lleva una mujer colgada al cuello

arrastrándola– su propia madre que la agarra y la hunde

en la luz que se apaga.

 

de Satán dice (1980).

 

 

Es tarde

 

La bruma recorre el jardín

como el humo de una batalla.

Estoy tan cansada de las mujeres lavando los platos

y de cuán inteligentes son los hombres, y de cómo quiero

morder sus bocas y sentir sus pijas duras contra mí.

La bruma se mueve, sobre los arbustos

brillantes de hiedra venenosa y negros

frutos como piedras. Estoy cansada de los hijos.

Estoy cansada de lavar la ropa, quiero ser genial.

La niebla se extiende en silencio sobre la maleza.

Estamos sitiadas. La única forma de salir es a través

del fuego, y yo no acepto ni un solo pelo más

ninguna otra cabeza quemada.

 

de Satán dice (1980).

 

 

Locos

 

Yo dije que habíamos estado locos

el uno por el otro, pero tal vez mi ex y yo no estábamos

locos uno por el otro. Tal vez estábamos

cuerdos uno por el otro, como si nuestro deseo

no fuera ni siquiera personal–

era personal, pero eso apenas importaba, porque

parecía no haber ninguna otra mujer

ni hombre en el mundo. Quizá fue

un matrimonio arreglado, el aire y el agua

y la tierra nos habían concebido juntos – y el fuego,

un fuego de placer como una violencia

de ternura. Entrar juntos en esas bóvedas, como una

pareja solemne o jocosa con pasos

formales o con el pelo revuelto y a los gritos, se pareció a

los caminos de la tierra y la luna,

inevitables, e incluso, de algún modo,

tímidos– encerrados en una timidez juntos,

en igualdad de condiciones. Pero quizá yo

estaba loca por él – es verdad que veía

esa luz alrededor de su cabeza cuando yo llegaba tarde

a un restorán – oh por Dios,

estaba extasiada con él. Mientras tanto los planetas

se orbitaban los unos a los otros, la mañana y la noche

llegaban. Y quizá lo que él sintió por mí

fue incondicional, temporal,

afecto y con­fianza, sin romance,

pero con cariño – con cariño mortal. No hubo

tragedia, para nosotros, hubo

una comedia cautivante y terrible

revelada de a poco. Qué precisión se hubiera necesitado,

para que los cuerpos volaran a toda velocidad por

el cielo tanto tiempo sin lastimarse el uno al otro.

 

de Salto del ciervo (2012).

 

 

El gazal* del moretón

 

Ahora en mi cadera un óvalo negro-y-azul se ha vuelto azulvioleta

como tinta en la cáscara de un gran

corte, doloroso como mordida de amor, demasiado

grande como para venir de una boca humana. Me gusta,

mi adorno en la piel – marco de oro, color de la envidia

adentro un camafeo, con tintes violeta

sobre él, el picaporte que mordió deja un púrpura

oscuro con movimientos como las temerosas patas

de un ciempiés. Cuento los días que pasaron, y los que faltan

para que se vayan los colores podridos y después

de a poco desaparezcan. Algunas personas piensan que ya

debiera haber superado a mi ex – quizá

incluso yo misma pensé que lo superaría un poco más

para estos días. Quizá superé a medias a quien él

era, pero no a quien yo pensaba que era, y no superé

la herida, repentino golpe mortal

que parece venir de ningún sitio, pero que vino del núcleo

de nuestra vida compartida. Dormí ahora, Sharon,

dormí. Incluso mientras hablamos, el trabajo se está

haciendo, por dentro. Naciste para sanar.

Dormí y soñá – pero no con su regreso.

Ya que no lo lastima, herilo, en tu sueño.

 

de Salto del ciervo (2012).

 

*El gazal es un género lírico (forma poética) que consiste en coplas y estribillos, con cada línea compartiendo el mismo medidor. Es propio de las literaturas árabe, persa, turca y urdú.

Tomado de:

https://www.malonmalon.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=187:quiero-poemas-%C3%BAtiles-sharon-olds&catid=42&Itemid=316

 

 

odo

Nunca nos concibieron a la gran mayoría de nosotros.

Nunca nacimos muchos de nosotros;

vivimos en un océano particular por horas,

por semanas, con miembros que nos sobran o faltan,

o sosteniendo nuestras pobres y segundas cabezas,

que nos crecen del pecho, con las manos. Y muchos de nosotros,

mariscos de raíz, soñando algas,

caracoles marinos, somos sacrificados en los primeros meses.

Y algunos que nacieron viven unos minutos

y otros viven dos o tres veranos,

o cuatro, y cuando parten, todo

parte —la tierra, el firmamento—

y el amor permanece donde la nada es, y sale en busca.

 

De One Secret Thing [Algo secreto], 2012

 

 

 Oda a la mugre

Querida mugre, lamento mucho haberte ninguneado,

yo pensaba que eras sólo telón de fondo

de personajes principales —plantas,

animales y humanos animales.

Como si amara sólo a las estrellas

sin el cielo que les brindó un espacio

donde brillar. Sutil, variada,

sensitiva, tú eres la piel de nuestra tierra,

tú eres nuestra democracia. Cuando pude entender

que no te había reconocido como

mi prójima viviente, sentí vergüenza de mí misma,

es como si no hubiera distinguido

un personaje que parecía muy distinto a mí,

pero ahora nos veo por completo, hechos de

los mismos materiales básicos

—primos de esa inicial explosión de la nada—,

reunidos en nuestra ecuación compleja. Oh mugre,

ayúdanos a encontrar formas de servirle a tu vida,

tú que nos engendraste y diste de comer

y que al final habrás de recibirnos,

de girar con nosotros y temblar y estar en órbita.

 

De Odes [Odas], 2016

 

 

Soneto de la adicción

Prejuicio es adicción, y es

contagioso: los padres infectan a sus hijos

y es obsesiva la adicción, si un hombre

ve difícil mostrar amor al

hijo, podría deberse a que su padre

huyó con vida de ese pueblo donde

mataron a su padre

en un pogromo, el padre era modelo,

un hombre con terror.

Mas la adicción a ese silencio puede

curarse, como lo intentaron Carl y su hijo

con gran esfuerzo. Obreros de este mundo,

uníos, no tenemos ya nada que perder

salvo la muerte de la tierra.

 

Revista Poetry, abril de 2023

 

 

Hernán Bravo Varela

Poeta, ensayista y traductor

Tomado de:

https://cultura.nexos.com.mx/sharon-olds-cuatro-poemas/

 

 

EL VESTIDO AZUL

 

El primer noviembre después del divorcio

recibí un paquete de mi padre por mi cumpleaños; ninguna tarjeta, solo

una caja grande de Hink’s, la oscura

tienda almacén con un balcón y

una barandilla de caoba alrededor del balcón, podías

permanecer en pie y apretarte la frente contra ella

hasta casi sentir la densa veta

de madera, y observar hacia abajo

las filas y filas de camisolas,

enaguas, sujetadores, como si mirases

la vida interior de las mujeres. El paquete

procedía de allí, él se había aventurado en aquel lugar por mí

al igual que había entrado una vez en mi madre

para extraerme. Abrí el paquete; nunca

me regaló nada hasta ese día,

y allí me encontré un vestido azul con botones

azules como el pelaje de un pato azul pequeñito

disfrazado para adentrarse en el grisáceo azul del agua.

Me lo puse, un ajuste perfecto,

me gustó porque no resultaba provocativo, era solo un

vestido azul para una hija de 14 años, al igual

que el traje de Clark Kent era solo un sencillo traje de reportero,

sentí el tejido de algodón mercerizado Indian Head

contra la piel de la parte superior de mis brazos y en mi

espalda ancha y delgada, especialmente en la piel de mis

costillas bajo esos nuevos pechos que había

criado durante la noche como seísmos en conmemoración de su nombre.

Un año más tarde, durante una pelea sobre

lo horrible que había sido mi padre,

mi madre me dijo que él no había elegido el vestido,

que simplemente dijo que no comprase algo demasiado caro y luego

ni siquiera le envió el cheque para pagarlo,

esa clase de hombre era. Así que

nunca lo vestí delante de ella

pero cuando me marché al internado

allí lo vestía todo el tiempo,

gozaba de su tacto, solo

a veces dejaba caer que era un regalo de mi padre,

queriendo mostrar en aquellos días que tenía algo

fuera verdad o no, sin importarme demasiado, solo para

tener algo.

 

 

EL PENE DEL PAPA

 

Cuelga bajo la sotana, un badajo

delicado en el centro de una campana.

Se mueve cuando él se mueve, un pez fantasmagórico

en un halo de algas plateadas, el vello

balanceándose en la oscuridad y el calor; y por la noche,

mientras sus ojos duermen, se levanta

en alabanza a Dios.

 

 

EL ENFERMERO WHITMAN

 

Te mueves entre los catres de los soldados del mismo modo en que yo me muevo entre mis muertos,

sus cuerpos blancos dispuestos en hileras.

Bañas la frente, bañas el labio, la polla,

como yo toco a mi padre, como si la lengua

fuera una forma de vida.

Escribes cartas a sus hogares, yo escribo al dictado

de sus labios firmes de ensueño, de este chico

que yo amo como tú amas a tus chicos.

Mueren y todavía los sientes. El tiempo

se vuelve irrelevante para el amor,

para los masculinos cuerpos en camas.

Nos inclinamos sobre ellos, Walt, llevando su aliento

suave en nuestros rostros, limpiamos sus cejas combadas,

acariciamos hacia atrás el pelo negro carbón de la Unión.

Nos inclinamos, nuestros pechos puntiagudos

pesados como plomadas de leche fresca y esperma;

concebimos, Walt, con los hombres que amamos, así, ahora,

los traemos para que den fruto.

 

 

TRUCOS

 

Mi madre

la maga

puede hacer que

aparezcan óvulos en su mano.

 

Mis ovarios

aparecen en su mano, negros como higos

y arrugados como dedos el día de la colada.

 

Cierra la mano,

y cuando la abre

nada.

 

Saca pañuelos de seda de sus orejas

de todos los colores, joyas de su boca,

leche de sus pezones. Mi madre la maga

desnuda, en pie en el escenario blanco

saca sus trucos.

 

Se saca los ojos.

Los agujeros de las cuencas

se llenan de aceite que filtra

bourbon y heces.

De los agujeros de la nariz

saca pergaminos

y arden.

 

En la escena final

extrae lentamente a mi padre

de su coño, lo pone

en un sedoso sombrero de copa

y desaparece.

 

Digo que puede convertir cualquier cosa

en nada, es un agujero en el espacio,

es de las mejores, la mejor

maga. Todo esto

 

lo acabo de sacar de mi boca justo

ante tus ojos.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-ovulos-en-la-mano-de-sharon-olds/

 

 

PRIMERA RELACIÓN SEXUAL

 

 (para J.)

 

Sabía poco, y lo que sabía

no lo creía, me habían mentido

tantas veces, así que lo tomé tal como

vino, su cuerpo desnudo sobre la sábana,

los pelos pequeñitos y rizados de sus piernas como

carcasas doradas y finas, su sexo

cada vez más duro bajo mi palma

y sin embargo, no tan duro como una roca, el rostro empinado

hacia atrás, como aterrorizado, el sudor

que salía de los poros como senderos

rápidos de caracoles diminutos cuando las rodillas

se cerraban con pequeños golpecitos y bajo mi

mano él reunía y sacudía una verdadera

riada como leche de su cuerpo, lo

veo brillar en su tripa, todo lo

que me habían dicho y más, y me lo froté

en las manos como loción corporal, y firmé para siempre.

 

 

PRIMER AMOR

 

(para Averell)

 

Era domingo por la mañana, tenía el New York

Times desplegado en el suelo del dormitorio, la

tinta negra permanecía como plata oscura en el

reverso de mis manos, era primavera y tenía

el tragaluz de la ventana del cuarto abierto para

que entrase, incluso tenía la radio

encendida, estaba dejando que entrase del todo, las

vocecillas plateadas de la radio; incluso

me permití sentir que era Pascua, la

flor oscura de la vida abriéndose

de nuevo, su vida le había sido

devuelta otra vez, estaba enamorada y podía soportarlo, con las manos

manchadas de tinta, las noticias de la radio

llegaban a mis oídos, se había producido un accidente

y dijeron tu nombre, eras hijo del famoso y

dijeron tu nombre. Luego dijeron donde había

llevado a los heridos y a los muertos, y llamé al

hospital, recuerdo que me arrodillé junto

al teléfono de la entrada de la tercera planta de la residencia, las

escaleras escarpadas en descenso

junto a mí, hablé con un hombre

joven, un joven médico en la

sala de urgencias, mi oído abierto

presionaba el oscuro auricular, mi vida abierta

presionaba el universo, dije

¿Cuál de ellos ha muerto? Y dijo tu nombre,

él estaba allí en pie en la habitación contigo

y decía tu nombre. Recuerdo que apoyé

la frente contra los barrotes barnizados

del carril de la balaustrada y me sujeté

apretándolos como si quisiera

arrancarlos todos a la vez, cerrarlos como una puerta

oscura, cerrarme yo misma como una puerta

igual que habías sido tú encerrado, cerrado del todo, pero no pude

hacerlo, el dolor seguía avanzando a través de mí como

la vida, como el regalo de la vida.

 

 

ESTO

 

Quizá si no tuviera esto

yo misma me llamaría la hija de mi madre

o identificaría mi alma con el cuenco azul

colocado sobre la mesa, o con el muro de oro, o el campo.

Me llamaría a mí misma Cobb, Stuart, Torrance,

McLean, vestiría con tela escocesa todo el tiempo,

verde clan, rojo sangre,

línea fina de vena púrpura,

si no tuviera esto. O quizá me gustaría envolver mi vida

en la bandera, en las amplias franjas de sangre, en sus

estrellas como cuencos rotos sobre esa mesa,

o en la frente curva de mi padre como el cuenco de cereales

aquí sobre mis cejas, o en la vena mala de mi madre

que corre por el interior de la pierna

como un río subterráneo.

Pero tengo esto,

así que esto es lo que soy, este cuerpo

blanco como masa amarillenta barrida con harina seca

presionada contra su cuerpo. Soy estos pechos que se

aplastan junto a él como abatibles tazas

de viaje plateadas, comprimidas unas junto a otras,

y los pezones que flotan en el centro como frambuesas

duras a la luz del sol, ambos son

mi vida, el sexo oscuro que

lo acoge a él como cualquiera que en verano

abra su garganta a la manguera sujeta

en el borde caliente de un solar. No

me preguntes por mi país o quién era mi

padre o incluso a qué me dedico, si

quieres saber quién soy, soy esto, esto.

Tomado de:

https://hectorcastilla.wordpress.com/2018/02/11/sharon-olds/

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