(4 de octubre de 1906 - 10 de noviembre de 1955, Montevideo, Uruguay)
Lo que fue
Vienes por un camino
que mi memoria sabe,
y me detengo entonces
indagándote el rostro.
Mas ¡ah!, ya no es posible
siquiera, no es posible
detenerte un instante.
Todo está muerto, y muerto
el tiempo en que ha vivido.
Yo mismo temo, a veces,
que nada haya existido;
que mi memoria mienta,
que cada vez y siempre
–puesto que yo he cambiado–
cambie, lo que he perdido.
Luna
Tan perfecta y blanca.
¡Tan alta!
Tan lejana y blanca.
Lejos de la muerte,
y de la vida lejos.
Lejos de los llantos.
De las risas, lejos.
¡Tanto!
No sabe esta luna
cómo todo es triste.
Cómo es bello el mundo
y la misma muerte acaso,
acaso, es volver sin irse.
Sola arriba, sola.
Tan perfecta y blanca.
¡Tan alta!
¡Tan lejos de todo!
Nada arriba, nada.
Ella sola y nada.
Ahora
Dame tu mano y vamos
entre la tarde, tristes,
a recordar los días
que se fueron.
Aquella mi pobre casa
donde en dura pobreza
debimos la dulzura,
aquélla ya no existe.
Eras alegre entonces
y a veces eras triste.
Mas, dame tu mano ahora,
oh, amor, dame tu mano y vamos
a recordar siquiera,
lo que ya no existe.
Apunte
Cantan allá abajo.
Unos muchachos cantan
mientras la Luna arriba,
como una blanca flor nocturna
derrama su esplendor sobre la Tierra.
Cantan allá abajo
y el canto sube.
Entre la noche sube
como un rezo.
Juventud
Era alegre la tarde
y alegre era la risa.
Todo era alegre y bueno
y arriba estaba el cielo.
Oscuro a veces, pálido a veces,
ausente a veces, estaba el cielo.
Mas era azul y blanco y bueno.
Y era el cielo.
La moneda
Mira cómo los niños,
en un aire y tiempo de otro tiempo,
ríen.
Cómo en su inocencia,
la Tierra es inocente
y es inocente el hombre.
Míralos cómo al descubrir la muerte
mueren, y ya definitivamente
ya sus ojos y dientes
comienzan a crecer junto a las horas
Deja que ellos guarden sin saberlo,
el secreto último de su inocencia
nuestro último sueño, ya olvidado.
Cuando todo termine,
deja que un niño lleve
nuestra única y última
moneda.
Momentos
A Domingo Luis Bordoli
I
Canta tu canto
liso y llano.
Canta tu caracol de mar
junto al oído.
Canta tu amor, tu desamor
y olvido.
II
Hoy domingo de mañana,
cielo, sol,
vuelan campanas,
vuela mi corazón
en la mañana.
III
Con esto tan poco
que te han dado,
sé feliz.
¡Oh! desgraciado.
IV
Era la soledad
y un mar y un cielo,
un irse abajo, arriba,
un viento sin caminos.
Era la soledad
y un mar y un cielo,
debatiéndose.
V
Niña –pájaro– asustado
¿qué cosa golpeaba tu corazón,
que una tarde de julio o júbilo
sentí en mi mano?
La poesía, dije,
el amor...
Niña –pájaro– asustado
¿qué cosa golpeaba tu corazón?
VI
Amigo,
después de todo y tanto,
bien está todo como está.
Id como hasta ahora,
apenas triste, y solo
con tu canto.
VII
Con verde lengua
y labios de alba espuma,
ríe el mar sobre la playa.
Y sin embargo,
¡Cuántos muertos guarda!
VIII
Despierto en la alta noche
los gallos cantan,
y un aire inocente
baña a la tierra.
Es triste y no es triste
sentir entonces, que todo acaba
o que de nuevo empieza.
Regreso
A Mario Arregui
Allí golpea lejos sobre el mar la lluvia.
Desde siempre y siempre.
Desde quién sabe qué oscuro designio,
allí golpea y golpea la lluvia sobre el mar.
¡Oh! inmemorial paisaje.
Monstruo paciente y solitario,
mar amargo, agua última
donde un hombre y su miedo
huyen, beben y vuelven
en secreto y solos.
Cuando de allí se vuelve
nada alcanza en la Tierra y todo es triste.
Sin embargo, con urgencias de ahogado
uno pregunta y llama, y otros nos oyen;
porque es preciso juntos, enterrar la muerte.
Y aunque llueve también sobre la Tierra
y sobre los campos y ciudades llueve,
lejos quedó lo que no tiene nombre
y alguien con visceral memoria
se rescata y vive.
Entonces, sí, qué alegría, sentir que estamos vivos,
ir por las calles con cantos de borracho
y sobre tantas cosas inefables y tristes,
poder de nuevo y otra vez, recuperar los días.
Así de oscuro, de embebido o muerto,
un hombre lleva su alegría por la tierra.
Tomado de:
SOBRE LOS MUROS
Hoy subo veinte cometas.
¡Sobre los muros
veinte cometas!
…………………..
Debajo de un muro triste
estaba mi corazón.
Como un avaro oculto contando su dinero,
estaba mi corazón.
¿Cómo un avaro o como un prisionero?
Ah…
¡Júbilo marinero!
no más muro carcelero
ni corazón prisionero.
Ya sobre los viejos muros,
está mi corazón.
Y sobre el muro que el hombre
puso al hombre
está mi corazón.
Sube mi corazón, cometa mía.
Roja lágrima mía, encendida en el día
y en día latiendo amaneceres.
¡Sube! Mi corazón…!
Tomado de:
Fuera locura pero hoy lo haría:
Atar un moño azul en cada árbol.
Ir con mi corazón de calle a calle.
Decirle a todos que les quiero mucho.
Subir a los pretiles,
gritarles que les quiero.
Fuera locura,
pero hoy lo haría.
Decidme hermanos
en qué caminos
y en qué tiempos,
podré llamaros sin angustias
y sin miedos,
de pie en la tarde
ya limpio y sin recelos,
ya hermanos siempre
sin ligazón de miedos.
Oh, calles de los pueblos
¡Oh! calles de los pobres.
Duermevela la calle.
En una escoba vieja
cabalga mi memoria
y alcanza su madeja:
Desde una esquina,
velo María tu sueño.
En blancas sábanas
tú viajas viaje sereno,
niña de cuerpo moreno.
¡Qué delicado mensaje
y qué rúbrica, tu pelo!
Quiero pensarlo y no quiero.
Tú duermes toda la noche.
Yo toda la noche velo.
Oración a la desesperanza
Noche sin luna
y yo aquí.
Ni velamen ni vientos,
ovillado en la noche
interrogante signo sin frase.
Y este dolor
sin raigambre en las cosas
–fantasma sin memoria–
¿vino de un mundo donde no hay ojos,
que velen a la muerte?
Quiero solamente,
en bautismos de alegría y de dolor,
apretarme a la Tierra
bajo el ala quebrada del desvelo.
Tomado de:
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