martes, 8 de septiembre de 2015

POEMAS DE ALDO PELLEGRINI


Aldo Pellegrini


La mujer transparente

Tu voz era una bebida que yo sorbía silencioso
ante las miradas asombradas
un pájaro de luz
salió de tu cuerpo transparente
pájaro de luz
instante que revolotea
a una velocidad vertiginosa
atravesando calles y calles
persiguen tu cuerpo que huye
¿cuándo podrás alejar a la jauría enloquecida?
desamparada
te has destrozado al caer
los restos de tu cuerpo se arrastran por todos los rincones
del mundo
ah un día renacerás tú
la transparente
única, inconfundible
levemente inclinada , nunca caída
rodeada de impenetrable silencio
avanzando tu pie frágil entre la vacilante monotonía
ah un día renacerá tu risa
tu risa de pájaro transparente
tu risa herida.


LA VALIJA DE FUEGO



Que se viva, sueñe o hable

que se busque o se den las gracias

nada evita que en lo más oculto

existan pequeñas deliciosas inmundicias

siempre lugares secretos objetos invisibles, lo despreciable que se ama

borra de café, polvos, gargajos, legaña, insectos, mugre

un mondadientes usado, pústulas

flujos, náuseas, fetidez, diarreas

la embriaguez que vomita

la cómica felicidad con caries dental y callos

oh nada de esto aterroriza a los ociosos

ni a los comediantes que hacen prudentes imitaciones de la vida

agua de rosas, betún y baba

las cucarachas nos persiguen de noche y las moscas de día

todo encerrado en la famosa valija de fuego

rodeada de admirables burbujas de aire irrespirable.



Meditemos en la valija de fuego

se la usa en los infiernos despiadados

contra la nieve, contra el lirismo, contra el odio de los amigos

sólo fracasa con el frío de la muerte

busquemos en nuestra valija de fuego las suculentas podredumbres

para mezclarlas con los sombríos deseos celestes.


Retornemos a la valija de fuego

a la valija de fuego de

a la valija de fuego de madre que da a luz en el instante imprevisto

y más tarde, cuando el niño se pierde y reclama a su madre, todos lo recriminan duramente, y se da el caso de algunos que –en el colmo de la exasperación– cortan los extremos de los tiernos dedos infantiles y cometen otros actos de piadosa crueldad: el amor a la humanidad, frente al cual el amor de madre debe reservarse para la valija de fuego.


Retornemos al canto de fuego repleto de los cuchicheos de los sabios que abrazan llenos de pasión a las prostitutas

Y de los sabios que simulan dormir

Y de aquellos que mastican mañana tarde y noche

Y piensan al compás de las mandíbulas

(delicioso juego de las mandíbulas que ocultan todos los otros juegos).


Retornemos al sollozo de fuego del niño

el niño que llora perdido en la calle

y le preguntan: “¿No buscas, hermoso niño, a tu madre?”

y contesta: “No, busco a mi padre el sabio, en el interior de la ballena

atravesado por relámpagos que parecen hormigas

devorado por hormigas que parecen catedrales.”

oh hermoso niño, te llevaré a tu cálida cuna atravesando los siglos

y mediante la ciencia de los puntapiés

te arrancaré de tu sueño

para ir al encuentro de la sabiduría parricida

allí donde Edipo y sus hijos bailan cabeza abajo.


Retornemos al canto de hielo de los santos en cuclillas, saludando respetuosamente a las cadenciosas fricciones eléctricas

las chispas eléctricas surgidas del roce de vírgenes satinadas

al compás de la inocencia que circula por las vetustas morales

el canto de hielo, el canto que congela

a las viejas cotorras que penetran contoneándose en su túnel de olvido

donde padres feroces arrasan los castillos de hadas

para arrebatar su botín de pieles y tortugas

donde harapos de piedras cuelgan del vientre de Dios

y multitud de arqueólogos se agitan incansablemente

masticando la felpa gris-perla de los pensamientos vegetales.


Retornemos a la vida fugaz del hombre inventor del fuego de la melancolía

los argumentos de la muerte se encierran también en la valija de fuego

cuando los generosos, los justos, los tenebrosos, los tristes

arrojan su timidez bastarda

y hacen explotar los vientres estériles

con filtros mágicos

con invenciones saturadas de dulzura que oprimen el pecho, sobre el cual caen mechones de cabellos negativos desde la indescriptible altura de las ideas

inconmovibles ante toda humana razón

torrentes de lágrimas deshaciendo las inexpertas rocas del egoísmo

y todos se van

y queda un gran vacío circular

¿y a quién llama entonces al niño?

a su madre, la portadora de la valija de fuego, la primera y última

la que muestra su perenne sonrisa triunfal

la que siempre retorna

la que afronta los inmensos peligros de la moralidad

la que vibra henchida de la más pura sabiduría zoológica.


Retornemos al niño que busca juguetes multiangulares

en el centro de espacios extinguidos

a la vera de noches emboscadas, arrastrando pesadillas bituminosas

alimentado con leche de perras violadas

para alcanzar así la madurez de la inocencia

ése es el hijo terrible, el hijo impródigo, el hijo no deseado

que recorre el hilo de las conversaciones hasta hacer estallar su sensatez

que incendia las posiciones correctas de los visitantes ocasionales

audaz explorador de selvas de cacahuetes.


Retornemos a la valija de fuego de nada

donde se consumen los sensibles al fuego del tedio moral

donde se amontonan los triunfadores despanzurrados

retornemos al fuego de alejarnos

al fuego de acercarnos

mientras Dios camina incansablemente a tu lado por toda la eternidad

sin pensar en ti

heroicamente solo

humanamente solo

marchando sobre arenas siderales

donde mundos exasperados se desheredan alternativamente.


He aquí el gran espectáculo que la valija de fuego no puede contener

el espectáculo de la soledad de Dios y de su hijo el hombre

solos en la multiplicidad de lo creado

en la infinita multiplicidad

todos heroicamente solos

dios y los hombres

irritantemente heroicos.


Simulando una sonrisa

recoge tu valija de fuego extinguido

tu valija de noche abandonada por sus fantasmas

juguete inolvidable

revelador del gran secreto

con los argumentos de la muerte se puede triunfar en la vida.




HORIZONTE LÍQUIDO



Con paso tranquilo

los transeúntes avanzan hasta el umbral de las

pupilas

amantes negros

ahuyentan a los perros enfurecidos

es la hecatombe de la lujuria

que se agita detrás de los rostros demudados

con paso tranquilo

amantes policromos se cruzan en la alameda de la

angustia

en su alcándara

el espectador perfecto estudia impasible las señales

de vértigo

el fuego latente de las vírgenes

el semblante inmaculado de las puertas

una voz se entreabre para mostrar su oscuro deseo

el amante negro sube las escaleras arrebatado por

la danza frenética

las ventanas se cierran

silencio de la noche de la carne

los desconocidos se estrechan la mano

una conversación interminable descansa en el

extremo límite de la sombra

desde la fría pupila los gimnastas ruedan por las

escaleras destrozadas

¿cómo llegar hasta lo que de ti no se ve?

¿cómo hacer brotar el deseo ardiente de tu carne

entreabierta?

a sus pies

los perros enfurecidos ladran

ojos implacables

en ellos se pierde el lenguaje de los deseos

el ahorcado se balancea al eco de los ladridos

buenas noches

todo termina

los perros aterrados huyen del horizonte ardiente y

líquido

palidece el vigor

de los brazos ávidos

una noche tranquila para el desconocido que se

aleja

una noche de olvido negro.

Alguien que despierta

Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.

Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo

 




En voz baja


En voz muy baja
para poder atravesar la fragilidad de tu sueño
te haré la revelación de las formas
te contaré la belleza
de lo que nunca se vive
las maravillas que nacen imprevistas de la intensidad
del ardor
te enseñaré a caminar con firmeza en la oscuridad
a iluminar la noche con los deseos
a investigar el secreto inmortal
las aventuras galantes alineadas por orden
cronológico
de la vigilia
las borrará el sueño que busca la mujer que todos
rechazan
la mujer que enciende su espíritu caída en las
maravillas del amor
Yo
despierto
predico la absurda técnica de la irresolución
inmóvil
en voz muy baja
te revelo
que el mundo es una graciosa mentira inventada por el
buen humor de los mártires.




He encontrado el secreto de tus ojos

Mírame
busco en el fondo del pozo la cantárida dorada
y para salvar a la noche asesino a los noctámbulos
mírame hasta el agotamiento de las fuentes
donde el temblor se deshace
en la inmovilidad de tus ojos
¿desde qué día señalado por la ausencia de horas
has dejado de creer en la noche?
el amor es una forma de la maduración de los ríos
es un pasatiempo vertiginoso al borde del abismo
y tú has comenzado a caminar por la cuerda de mis sueños
a embellecer la muerte de los pasos.

Para que sólo tu luz me ilumine
ordena que hoy sea el último día
ordena que se derrumben las alturas
arranca la blanca mancha del sol
de otros ojos extraños que pasan.

Mírame
mírame en la luz de un universo sin mundos
en la luz de esa aurora feroz
mírame con tus dientes
y a través de la espuma
de océanos interminables que nos acechan.




Horizonte líquido 


Con paso tranquilo
los transeúntes avanzan hasta el umbral de las
pupilas
amantes negros
ahuyentan a los perros enfurecidos
es la hecatombe de la lujuria
que se agita detrás de los rostros demudados
con paso tranquilo
amantes policromos se cruzan en la alameda de la
angustia
en su alcándara
el espectador perfecto estudia impasible las señales
de vértigo
el fuego latente de las vírgenes
el semblante inmaculado de las puertas
una voz se entreabre para mostrar su oscuro deseo
el amante negro sube las escaleras arrebatado por
la danza frenética
las ventanas se cierran
silencio de la noche de la carne
los desconocidos se estrechan la mano
una conversación interminable descansa en el
extremo límite de la sombra
desde la fría pupila los gimnastas ruedan por las
escaleras destrozadas
¿cómo llegar hasta lo que de ti no se ve?
¿cómo hacer brotar el deseo ardiente de tu carne
entreabierta?
a sus pies
los perros enfurecidos ladran
ojos implacables
en ellos se pierde el lenguaje de los deseos
el ahorcado se balancea al eco de los ladridos
buenas noches
todo termina
los perros aterrados huyen del horizonte ardiente y
líquido
palidece el vigor
de los brazos ávidos
una noche tranquila para el desconocido que se
aleja
una noche de olvido negro.




La casa


La casa
es una sombra del vértigo
que agita las manos de los moradores de la espera
un único juguete
la máscara
delante del gato inexplicable
el ente que detiene las horas
la apacible inexistencia de la noche del tiempo
vive la multitud en uno
¿a quién puede sorprender
el gato inmóvil que contempla la espera?
las sombras cubren el muro de la pequeña ausencia
no existe la multitud no existe uno
sólo las manos que se sumergen cada vez más en la sombra
para beber con extraña avidez el cálido licor nocturno
¿a quién puede sorprender
la visita de la pequeña ausencia envuelta en su repetido vértigo?
la única vigilia de la máscara
que despierta a los ausentes
que detiene la hora del gato inexplicable
un rayo de luz
hace más profundas las sombras
la casa
cesa de girar
la inmovilidad se arranca la máscara.




La certidumbre de existir


Si
lo he visto todo
todo lo que no existe destruir lo que existe
la espera arrasa la tierra como un nuevo diluvio
el día sangra
unos ojos azules recogen el viento para mirar
y olas enloquecidas llegan hasta la orilla del país silencioso
donde los hombres sin memoria
se afanan por perderlo todo

En una calle de apretado silencio transcurre el asombro
todo retrocede hasta un limite inalcanzable para el deseo

pero tu y yo existimos

tu cuerpo y el mío se adelantan y aproximan
y aunque nunca se toquen aunque un inmenso vacío los
separe
tu y yo existimos




La fiesta de las arañas


¿Ah sí, te has despertado?
una mañana prodigiosa abre de par en par las ventanas
el último árbol de la noche ha dejado una huella
sobre la piel de tu frente.

Sí, te has despertado
agitando tu manto de telarañas de sueño
ahuyentaste el tropel de ratas ciegas
que te roían dormida.

Ya estás despierta, ¿adonde vas ahora?
abandonas tu riqueza nocturna por el gran vacío del día
y con la pálida debilidad construyes tu marcha sin objeto.

Ya estás despierta, subamos
por la angosta escalera hasta el confín del tiempo
para sorprender allí a los minutos perdidos
fugados de la vida.

No
un brusco desaliento te detiene
frente al espacio sin cielo donde nieblas aterradas
con inexplicable dulzura
transforman en viento a los que avanzan.

Algas marinas de la esperanza
horas inútiles se ocultan tras la puerta dorada
las palabras se encadenan a un profundo secreto
el diamante del desaliento brilla hacia adentro
los que se atreven a sonreír pierden su lugar en el mundo.

¿Adonde vas sin mí? buscas tu fiesta única
tu borrachera de signos y cataratas
tu jaula de libertad
donde amigos desconocidos beben tus gestos líquidos
y el veneno te mira con ojos fosforescentes.
Prepárate para tu fiesta
la fiesta de las manos que se resquebrajan
la fiesta del sudor de los crujidos
allí donde el letargo de tu carne
se precipita en una oscura danza.

Tu fiesta es la fiesta de las arañas
que devoran ferozmente tu riqueza nocturna
para alimentar su miseria inagotable
allí sumergida en un olvido sin límites
comprarás motivos para tu risa
comprarás estruendo para llenar tu silencio



La mujer transparente


Tu voz era una bebida que yo sorbía silencioso
ante las miradas asombradas
un pájaro de luz
salió de tu cuerpo transparente
pájaro de luz
instante que revolotea
a una velocidad vertiginosa
atravesando calles y calles
persiguen tu cuerpo que huye
¿cuándo podrás alejar a la jauría enloquecida?
desamparada
te has destrozado al caer
los restos de tu cuerpo se arrastran por todos los rincones
del mundo
ah un día renacerás tú
la transparente
única, inconfundible
levemente inclinada , nunca caída
rodeada de impenetrable silencio
avanzando tu pie frágil entre la vacilante monotonía
ah un día renacerá tu risa
tu risa de pájaro transparente
tu risa herida.

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