viernes, 25 de septiembre de 2015

POEMAS DE TRISTAN CORBIÉRE



Tristan Corbière murió de tuberculosis (“ríes amarillo y toses: sin duda / escupiendo un viejo amor malsano”) y en el más absoluto anonimato antes de cumplir los 30. Diez años después, por obra y gracia de Verlaine, era ya un poeta maldito.
De su vida se sabe bien poco, y quizá no haga falta más que estos tres adjetivos que le dedica el autor dePoemas saturnianos – “bretón, marino y perfecto desdeñoso“- para formarse una idea.
De su obra, provocativa e ingeniosa, desmitificadora y sarcástica, se han editado varias antologías. Sus poemas, de los que el publicado hoy es un buen ejemplo, son una mezcla de caricatura de sí mismo y desdén hacia el mundo exterior. Como dice en una estrofa de Epitafio, otro de sus composiciones más típicamente self-deprecation:


PARIA
¡Que se las arreglen con las repúblicas,
hombres libres! -Picota al cuello-

¡Que pueblen sus nidos domésticos..!
-Yo soy el frágil cuclillo.
-Yo- corazón eunuco, desprovisto
de todo éxtasis y vibración…
¿Qué me canta su libertad,
a mí? Siempre solo. Siempre libre.
-Mi patria… está en el mundo;
y, puesto que el planeta es redondo,
No temo ver el fin…
Mi patria está donde yo la planto…
Tierra o mar, ella está bajo mi planta
de mis pues –cuando estoy de pie.
-Cuando estoy acostado: mi patria
es el lecho sólo y moribundo
sobre el que quiero forzar en mis brazos
mi otra mitad, como yo sin alma;
y mi otra mitad: es una mujer…
Una mujer que no poseo.
-Mi ideal: es un sueño
hueco; mi horizonte –lo imprevisto-
y la nostalgia me roe…
De un país que yo no he visto.
Mi bandera sobre mí ondea,
tiene al cielo por corona:
es la brisa en mi cabellos…
Y sin importar la lengua;
puedo sufrir una arenga;
y callarme si así quiero.
Mi pensamiento es aliento yermo:
es el aire. Por doquier el aire es mío.
Y mi palabra es el eco vacío
que nada dice –y nada más.
Mi pasado: es lo que olvido.
Lo único que me ata
es mi mano en mi otra mano.
Mi recuerdo –Nada- es mi huella.
Mi presente, es todo lo que pasa.
Mi futuro –mañana… mañana.
No conozco a mi semejante;
yo soy lo que me hago.
-El yo humano es detestable…
-Ni me amo ni me odio.
-¡Venga! La vida es una joven
que por placer me ha cogido…
El mío, es: reducir a harapos,
y prostituirla sin deseo.
-¿Los dioses?… –Por casualidad nací;
tal vez algunos existan –por azar…
Ellos, si desean conocerme,
me hallarán en cualquier parte.
Donde yo muera: mi patria
se abrirá bien, sin suplicarlo,
suficiente para mi mortaja…
¿Y para qué una mortaja…?
Ya que mi patria está en la tierra

mis huesos allí se irán solos…

AL ETERNO SEÑORA


Ideal maniquí, comodín del señuelo,

¡Eterno femenino!… plancha tus pañoletas:
Siéntate en mis rodillas cuando lo ordene y dime
Qué artimañas usáis, ángeles degradados.

Sé perversa y alégranos la hora desdichada,

Piafa con pie ligero los senderos abruptos.
¡Arde, ídolo puro! ¡y ríe! ¡y canta! ¡y llora,
Querida! ¡Y de amor muere!… en los ratos perdidos.
¡Ninfa de mármol! ¡vamos! sé soñadora ¡y frívola!
Amante, ¡carne mía! hazte virgen, lasciva…
Feroz y santa y torpe, buscando un corazón…
Sé la hembra del hombre, mujer, sirve de Musa
Cuando el poeta brama ¡en Alma, Espada y Llama!
Y después –cuando ronque– ¡besa a tu Vencedor! 

SONETO A SIR BOB

Perro de mujer ligera, braco inglés pura sangre.
Hermoso perro, al verte besuquear a tu dueña,
A pesar mío gruño –¿por qué? – No sabes nada…
¡Ah! Es que yo –lo ves– no acaricio jamás,
No soy un perro hermoso, y… carezco de dueña.
–¡Bob! ¡Bob!– ¡Oh! 
¡Nombre altivo hasta aullar de alegría!…
Si me llamase Bob… ¡Lo pronuncia tan bien!…
Mas no soy pura sangre. –Por falta de pericia,
Me han hecho también braco… cruzado de cristiano.
¡Oh Bob! Nos cambiaremos en la metempsicosis:
Toma tú mi soneto, yo cascabel y cinta;
Tú mi piel, yo tu pelo –con pulgas o sin ellas…
Y yo seré sir Bob –¡Su amor único y fiel!
Yo morderé a los gozques, ¡ella me morderá!
Y llevaré Su nombre grabado en el collar. 
                                                               British channel. -15 de mayo.

A UNA CAMARADA

¿Qué estás buscando en mí, mujer tres veces ninfa ?…
¡Y yo que te creía una niña tan buena!
–¿El amor?… –Adelante: ¡busca, coge, saquea!
¡Quererme tú también!… ¡yo que te tanto te amé!

¡Oh, sí, te quise como… el lagarto que muda
Quiere al rayo de sol que caldea su sueño!…
Entre tú y yo el amor parece alicaído:
–¡Eh! ¡Delante de mí que se aparte mi sol!

Este amor que es el mío, no quiere que lo quieran;
Mendigo, tiene miedo de que alguien lo escuche…
Es un pobre andrajoso, es, en fin, un bohemio
Que sólo se alimenta de ayuno y libertad.

¿Acaso menudencia, bibelot o capricho?…
Es posible: él es raro –y es su único bien–
Pero un bibelot roto, se puede reparar;
¡En cambio él, despegado, ningún valor tendrá!…

¡Vete, no derribemos la puerta entreabierta
Hacia un paraíso fatigado en exceso
!Guardémosle a la verde manzana de otros tiempos
Su piel, bajo el disfraz de fruta prohibida.

¿Pero qué nos hicimos el uno al otro, dime?…
–No nos hicimos nada… –Quizá sea por eso;
–¿Quién fue el que comenzó? –Yo no, ¡soy un bendito
!Más tarde, quién dirá: ¡Ya se acabó! –eso es todo.

Los dos, sin duda… –Y tú puedes estar segura
De que soy todavía el más equivocado:
Ya que si, por error, o por casualidad
No me engañases tú… yo me habría engañado.

A esto lo llamaremos: una amistad tranquila;
Puesto que el amor quiere decir su último adiós.
No confiemos mucho, oh cara malquerida…
–¡Son siempre demasiado ciertas esas mentiras!…

Podríamos, al menos, dejar de maldecirnos
–Si te parece bien– diez minutos después.
Morir de esto sería para caerse de risa…
¡Ah, tu risa tan tierna, la que yo tanto amé! 

POBRE MUCHACHO

El, que altivo silbaba su tonada en falsete,
Se humillaba ante mí: lo veía buscar…
No encontrar…, me gustaba percibir la torpeza
De este héroe que no supo descubrir que me amaba.
Sobre su corazón tempestuoso alcéCabrillas. Él miraba… ¿Eso lo consumía?
¡Qué instrumento tan reacio a dejarse pulsar,
Un poeta!… Y pulsé. Yo pulsé y me gustaba.

¿Ha muerto?… Era un muchacho, por lo demás curioso.
¿Tomó excesivamente en serio su papel?
Sin decírmelo… al menos. –Porque ha muerto, ¿de qué?…
¿Acaso se dejó vaciar de poesía?…
¿Moriría de tisis, de beber o de chic?
O quizás, finalmente: de nada…          
                                      O bien de Mí.


Se mató por ardor o murió por pereza.
Si vivió, fue por olvido; he aquí lo que dejó.
Su única queja fue el no ser su amante.
No nació para ninguna meta,
siempre fue empujado por el viento –en contra-,
y fue las sombras de un ragut,
mezcla adúltera de todo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario