domingo, 20 de septiembre de 2015

POEMAS DE AMILCAR OSORIO


Amílcar Osorio
Amílcar Osorio en plena juventud





Plegaria nuclear de un cocacolo

Señor que te tienes
que me tienes
que tienes la galaxia
que tienes el uranio.
Señor, yo no me tengo.
Señor que habitas el átomo más azul
el más extenso el más redondo
el bastante construido.
Estoy sentado en este bar
y bebo coca cola
para poder hablarte:
ya tengo mis blue-jeans
de azul como de rosa submarina
desteñidos como un lavadero
donde terneros asexuados lavan
monedas falsas de oro y condecoraciones.
Ya tengo mi correa del este o del oeste
mi correa con chapa de sol
a medio día a la orilla del río
prolongada como el camino lechoso
que pintaste con yeso
sobre las nalgas la espalda el muslo
o el pecho de la noche.
Ya tengo mis mocasines de sur o norte
desalmados inherentes
ya llevan 15 días finos
y ellos como una bomba de jabón
y estos largos como el estornudo
del fusil más ahumado.
No tengo un automóvil que brille mejor
que dos naranjas en el refrigerador
que ruede mejor que dos bolas de billar
sobre el cielo verde que habita cuatro patas
pero tengo mis huesos largos
forrados de músculo brillante
que hacen caminar
pero no tengo cómo poner el brazo
contra la espalda de una cocacola
pero no tengo cómo sentir
mientras voy por el camino
el caballo castaño que me rueda –cola-de caballo-.
yo no me soy
yo no me tengo
pero yo he oído que hieren las estrellas
con esquirlas de granadas radioactivas
y lloran sus pestañas y sus párpados
yo he visto que juegan con fósforos enormes
y encienden el tabaco estratosférico
el cigarrillo
la ionosfera
yo he visto que juegan un billar circunterrestre
y hacen carambola con vanadio
que ensaya un ritmo largo
- que aúlla un perro con antenas-
he sabido que los perros orinan
contra el eje de la tierra
que ladran radiaciones a millares
de nudos de cometas
yo no me tengo
yo no me soy.
Señor, yo te confieso que bailo rock and roll
que me baño desnudo y solo
que una vez he fumado marihuana.
Señor, sólo te pido cigarrillos extranjeros
que me conserves los blue-jeans desteñidos
los mocasines largos
la coca cola helada
que me dejes ir al cine porque no tengo automóvil
sólo te exijo: yo no soy ni pienso ser.
Tiéneme, señor, que habitas el átomo más azul
y más extenso
y más redondo.

STANZA

parece que ante fue un garaje a donde vinieran
los carros a dormitar, parece que antes fue una
floristería de flores venenosas y dispersas. Parece
que antes también fue una botica de cosméticos
o algo por el estilo.

pero, en realidad, fue la morada de algunos pétalos,
de palabras inciertas, regalos y amores indecisos
todos.

parece que ahora es algo así como un recuerdo,
como algo que se alquila o se venera.


CUERPO CELESTE


Con aplicación reverente
va fundando besos
por todo mi cuerpo:
aquí uno frio y rápido
como un Aldebarán apagado,
aquí uno más ardiente, Betelgeuse,
aquí un mordisco, aquí una luna,
aquí otro y otro aquí, asteroides,
aquí las Pléyades, y en el pecho
la vagante supernova,
una binaria azul en las caderas,
uno de cráteres abiertos en la boca,
cúmulos estelares en la frente,
hasta convertirme en la equivocada
constelación de la Medusa
fija en el firmamento de esta noche.


DEL LADO DE LOS SUEÑOS


esta noche, la noche ha pasado su buen rato
recorriendo las avenidas desoladas,
visitando el purulento río
que parte la ciudad como su tajo de podre:
incógnita e indiscreta ha subido
las turbias escaleras que conducen
a hoteles y residencias donde los pederastas
hacen el amor con los muchachos;
impúdica y con aire despreocupado
se ha ido por callejones de cuchillos,
por crudas luces que caen a las calles
como empujadas desde las cantinas
y los lupanares de gritos recedidos.

Esta noche, en tanto, yo me he ido yendo solo
por las encrucijadas del lado de los sueños,
alejado de los sobresaltos, por un mundo
muelle y quieto, cercano e impalpable,
por unos estanques de luz sin precedentes,
por unos giros desconocidos y vagos,
para caer, de súbito, al amanecer,
entre sus brazos de aurora boreal.


Morada


Para su casa ha estudiado los vientos
—que no los haya de amor
para que no los haya de pena:
que no los haya de pasión
para que nos los haya de las soledades.
¡Ah! los vientos de las soledades.
Por las cuatro puertas
ha tocado su trompeta
para renunciar al sonido de las aves,
a las proposiciones del paisaje,
a la voluptuosidad de la luz,
y se ha encerrado en su silva íntima
a tocar su flauta solo.
¡Ah! y ha cernido un azor en los pórticos
para guardar su dominio.
¡Ah! los vientos de la pena.

DEL LADO DE LOS SUEÑOS

Esta noche, la noche ha pasado su buen rato
recorriendo las avenidas desoladas,
visitando el purulento río
que parte la ciudad como su tajo de podre:
incógnita e indiscreta ha subido
las turbias escaleras que conducen
a hoteles y residencias donde los pederastas
hacen el amor con los muchachos;
impúdica y con aire despreocupado
se ha ido por callejones de cuchillos,
por crudas luces que caen a las calles
como empujadas desde las cantinas
y los lupanares de gritos recedidos.

Esta noche, en tanto, yo me he ido yendo solo
por las encrucijadas del lado de los sueños,
alejado de los sobresaltos, por un mundo
muelle y quieto, cercano e impalpable,
por unos estanques de luz sin precedentes,
por unos giros desconocidos y vagos,
para caer, de súbito, al amanecer,
entre sus brazos de aurora boreal.

FORMINX

Entre su cuerpo y el mío
es una luna su muerte.

EL TIEMPO DEL AMOR

Termina la fiesta
si apenas empieza.
Y se van ya
los amados que no llegan.
¡Faltan tanto!
Apenas mana el vino
vacías ya las copas,
vacías las botellas.
Los labios se entreabren
y ya se ha ido el beso.
El amor no es efímero,
es efímero el tiempo.

PASAJE

Una muchacha se inclina
sus senos inquietos
sus nalgas desiertas

el tren pasa exhibiendo
sus vagones de carga
la silueta de los hombres
en los techos veloces

recoge la muchacha
algo que ha dejado
caer involuntariamente
una semilla redonda
un anillo un frasco de perfume
las curvas de su cabellera

las barcas en la arena
mecidas por los muchachos
que saltan en los mástiles
el tren es un flautista
corriendo apresurado
a la caída de la tarde

las nubes se ven por la ventana
descansa sus nalgas la muchacha
-los médanos, las barcas-
en donde saltan los muchachos

yergue sus senos agitados
y respira el olor del tren
que viene con el viento vespertino.

SOLFATARA

Pulsa el corazón al templo
de los lampos rosados
que la insomne luz de neón
esparce por los muros del cuarto.

El amor de ese incendio
que incesante se agita
en el lugar callado, lejos.

Nuestros labios necrorosados
por los besos insistentes
que se alejan y se acercan
-no rosas sino grietas
de planetas en pavesas,
siderales fallas y perennes.


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