viernes, 29 de julio de 2016

Poemas de Rafael del Castillo Matamoros



(Tunja, 1962)






CANCIÓN


Todos los días se parte
Todos los días se deja atrás un muelle
Una casa desde cuya puerta se te dice
Adiós
Y acaso se te quiera unos instantes.

Todas las noches alguien te recuerda
Y baja por la escalera de su corazón
Hasta la hoguera que encendió
Contigo. 

Poemas del libro inédito (en 1995...) La palabra encendida.





Un signo

Camino por el campo de la batalla
buscando entre los escombros
un indicio de vida
una palabra extraviada en el aire
el zumbido de una mosca…
Tal un animal hambriento
Escarbo la tierra ansiosamente
en pos de un trozo de vida que llevarme a la boca
de un signo que saborear acuclillado
entre las piedras

Animal de baldío

Entre piedras sin gracia
entre piedras que nunca han sido pulsadas por la mano
de Dios
junto a matojos
al pie de los más infelices brotes vegetales
el animal de baldío
se detiene un instante a ver el sol
a beber un poco de agua estancada
a mirar al trasluz
su propio corazón...
Abandonado
o solo
el animal de baldío,
ese bastardo del tedio
y de la muerte,
bordea una lata de cerveza,
escucha el eco de la risa de los hombres...

Vuelo de palabras

Qué dirán los pájaros de los cantos de los hombres
No del terrible ruido que hacen los motores de sus máquinas
Ni de los gritos de quienes han sido atacados por una
voraz enfermedad y no se resignan a abandonar un
mundo que ayer no más maldecían una y otra vez:
Qué dirán los pájaros
Cuando parados sobre las ramas de los árboles
O sobre los cables del alumbrado
Se nos quedan mirando
De repente absolutamente silenciosos...
Cuando se agitan inquietos
En sus palcos
Mientras afinamos acuciosos las palabras:
Qué dirán los pájaros del canto de los hombres

Abolengo

Del polvo
de las cenizas turbias
de los huesos roídos por el tiempo
de la carne que se deslíe mordida por los venenos de la tierra
de esos versos que desmenuza Dios
yo vengo

Canción nocturna


                  La casa es, más aún que paisaje, un estado del alma
                                                          Gastón Bachelard

I

Mi casa está en la infancia
en ese barrio viejo
y no la encuentro.
Nadie me toma de la mano
o me dice
mírala
aquí está    
Aquí ha estado siempre


II

En las noches de soledad y de embriaguez
me pierdo
como un niño
en la ciudad

Cuando a la madrugada
escuches a un borracho llamar a sus hermanos
no te inquietes
soy yo
buscando la casa de mis padres,
el corazón en bicicleta,
el corazón jugando entre recuerdos y fantasmas
a la lumbre amorosa del alcohol


III

Todas las noches llueve sobre mi casa
allá e n la infancia
y yo me asomo a la ventana:
un ebrio canta en la calle como un loco
el poema de amor del extraviado.
Mi madre
al descubrir quién es aquel que canta,
me abraza y llora
en silencio
allá en la infancia…

Cóctel


Como el cantante de una orquesta pobre
que achispado y alegre
quiere mezclarse con los dueños de la fiesta
bailar
reír con ellos
y es rechazado fríamente con un
“Usted a lo que vino fue a cantar”

Así el poeta en la fiesta del mundo

                                Para mis anfitriones pasados y futuros,
                                a manera de desagravio




Recreo


El olor de aquellos libros que en la infancia
guardábamos en un pupitre oscuro
entre cáscaras de naranja
y lápices quebrados
ha vuelto a mí
y ha revoloteado sobre mi mesa de trabajo
como un avión de papel que planease
en el aula
en la infancia
como una travesura


Épica


El poeta construye su casa con palabras
como el soldado que al regreso de la guerra
halla su patria devastada y
desnudo el torso
escribe el verso rudo
que la ha de proteger
ya para siempre
del sol
y de la lluvia…

Un verso
en el que los sueños sonarán a leña en el hogar
darán calor
y ganas de cerrar por un rato los ojos
mientras la casa crece
mientras crece el poema…

En el camino


…Casa en las que la pobreza se acomoda
plácida
en lo oscuro
como ese perro viejo que se sabe bien querido por sus amos
Casa por las que deambula mi corazón
sostenido en la niebla que a estas horas se arrastra soñolienta por los cuartos

Cuatro paredes estrictamente hechas a mano
entre las que renquea silencioso el abuelo calor
mientras brillan
sutiles
las más humildes luces de los hombres:
un trozo de carbón encendido
una lámpara vieja
la siempre fiel vela de cera
o la voz de alguien
que canta
entredormido
en el cuarto de atrás

Casa
en las que la pobreza
es ese perro viejo
que al escuchar las voces de los hombres
mueve con languidez la cola
hasta quedar dormido

Anfitrión          


No puedo huir de mis amigos
a toda hora entran en mi casa
y no hay rincón en ella
del que no puede aparecer alguno
de improviso

Beben de mi licor,
ríen a carcajadas
critican
sin miramiento alguno
el menor de mis gestos
mi forma de vestir
de llevarme la comida a la boca

Conocen
como el Que Más
los agujeros de mis calcetines
los agujeros de mis frases
los agujeros de mi corazón

Mis amigos auscultan con minucia mis papeles
leen los borradores de mi vida
saben lo que olvido
lo que quiero olvidar
mis pequeñas miserias

Y
sin embargo
¿A dónde diablos más podríamos acudir a estas horas del mundo
si no es a casa del amigo?
me repito con la cabeza entre las manos
mientras escucho llamar con insistencia a mi puerta…

Quiero guardar silencio
como si no hubiese nadie aquí
pero alguien se levanta detrás mío
 dar la bienvenida a los que llegan
todos queriendo hablar
todos hablando
todos
con ganas de cantar…

Y ésta es su voz

Otra despedida


         La mitad de mis amigos ha muerto.
         Te haré unos nuevos, dijo la tierra.
         No, grité. Devuélvemelos tal y como eran,
         con sus fallas y todo…
                                                  Derek Walcott

Dije dos
tres palabras
mías, parecidas a mí
y acusaron de ellas a mi amigo.

Tropecé contra el mundo, caí
y en mi caída
eché abajo
unas figuras votivas
ciertos objetos sagrados para la religión de los días que corren
fue mi tropiezo,
propio de mí, grotesco, a mi medida y
sin embargo
los sacerdotes señalaron a mi amigo.

Mi amigo está cansado a estas alturas
No quiere que lo nombre ya en mis versos
Quiere que calle, que me quede quieto
Quiere que muera
pero como es mi amigo no lo dice
ni se atreve siquiera a pensarlo
y sin embargo cuánto no daría
por tomar otra vez
el sol del equilibrio
por abrazar hoy
nuevamente
a todos
así a los que me quieren
como a los que odian…




Mística  

                     
   Asumo el misticismo en cuanto no concibo el paraíso sobre la tierra
                                                                                                             Leonard Cohen

Porque la luz no ha estado de mi parte
he debido encender
mis propios fuegos
Porque el sol es muy pálido en mi calle
olvido pronunciarlo en mis poemas
Porque el amor me quiere lejos suyo
le pongo zancadilla y
lo poseo
en hoteles de paso
a horas
hábiles
Se dice que en mis versos todo es
ayes
todo lamentaciones y reproches,
regodeo en lo oscuro, vértigos y
caídas
Se dice
y yo lo sé
pero qué hago
yo no voy a mentir por complacer
a todos los que piensan
que el dolor
es cosa de mal gusto y destemplada
o tema de ignorantes
y de ebrios
Qué puedo yo decirle a los felices
como no sea pedirles que no lean
poemas que sean malos para el alma
o para la salud o la etiqueta
Qué puedo yo decirle a los felices
Yo no sé lo que saben
no sé de dónde vienen
sus certezas
no puedo ser feliz
no tengo tiempo
para tomarle el pulso a la belleza
soy el que soy
en eso está el problema:
A veces me enamoro de mi mismo
y hay días en los que me odio sin remedio
y quisiera ser otro
uno cualquiera
el primero en pasar
o en alejarse…
En ocasiones
y casi sin pensarlo
lo he logrado:
Se me ha visto cantar
en ese trance.

EL CADÁVER


I

Ella
abre todas las ventanas de la casa
para poder escuchar cuando menos el llanto de las calles:
Herido mortalmente por el llanto de las calles
guardo mis orejas en el bolsillo de la camisa
y así camino como un sonámbulo por los pasillos y los cuartos de la casa.

II

Yo muero dolorosamente en cada despedida
pero ella necesita tocar con sus dos manos cuanto existe
y hace maletas
y emprende largos viajes
de los que regresa cargada de rumores
de voces extranjeras
y nostalgias
que va colgando en todas las paredes
que guarda entre sus libros y
sus cofres

III

Pienso
que tal vez
sin darme cuenta
estoy preso en uno de los cofres de la casa
que soy algo más de lo que guarda como recuerdo de sus viajes
algo que saca de cuando en cuando de su encierro
algo que mira
que acaricia como a un gato
algo que un día se perderá entre tantas cajas
entre tantos papeles
entre tantos objetos que el olvido va adoptando
entre tanto cadáver.

LA PIEDRA ANHELA


I

La piedra anhela, fría, sin inmutarse
anhela:
un hoyuelo por el que pudiese salir
toda la pus vegetal que lleva dentro;
una palabra creciendo a su lado
como un arbusto negro, estéril
pequeño aún para darle sombra
al más infeliz animal que pasase por el lugar
grave de muerte o de silencio;
un caballo que con su casco herrado
la quebrase en dos mitades
y así su corazón pudiese
recibir la luz sobre los párpados

II

Allí sentada
habrá visto pasar hombres desnudos
hablando como locos con sus sombras o con mujeres muertas
o fantasmas
Allí en silencio
habrá también sostenido el peso de algún cuerpo cansado
herido quizás por la llovizna
y de seguro
habrá sacado a relucir pujando
todo el calor que le dejase el sol de la mañana

La piedra habla
basta que alguien esté lo suficientemente solo y caído y cansado
o a punto de saltar desde una arista del tiempo
para que una piedra abra la boca
o roce con ternura
esa cabeza.

La piedra anhela levantarse
cantar
alzar el vuelo como un verso...



SEPULTUREROS


Enterramos botones
piedrecillas
pedazos de papel
Biblias rotas
naufragios

Vamos a campo abierto
con todos nuestros muertos en el pecho
con todos nuestros muertos enterrados en el pecho
un niño acuclillado contra un árbol
sepulta cosas muertas en su corazón
mientras el viento le acaricia enternecido la cabeza

Alguien
bajo el silencio
respira hondo
nos mira
y entona una canción:

Todos gritamos desde el fondo de su pecho

A Janis Joplin


PALABRAS PARA MI AMIGO MUERTO


Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros.


Vicente Aleixandre



Para Julio Daniel Chaparro (1962-1991)


Periodista colombiano asesinado por una bala perdida




Una voz para cantar dormido
un verso sobre el cual repose
el que murió temprano
sin que la poesía pudiera
hacer una casa a la medida de su corazón


Una voz que corra como un beso de agua
sobre los labios resecos

de los que ven a la muerte merodear
y están cansados
muy cansados
para por lo menos intentar
espantarla con un gesto

Sea mi verso
el cuchillo de luz que en una noche oscura
empuñe el más débil de los hombres
a fin de atravesar con bien
el callejón de la tristeza:

Una voz
el eco de una voz
la palabra del hombre.


Canción nocturna 


La casa es, más aún que paisaje, un estado del alma Gastón Bachelard

Mi casa está en la infancia

en ese barrio viejo 
y no la encuentro. 
Nadie me toma de la mano 
o me dice 
mírala aquí está aquí ha estado siempre. 


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