viernes, 29 de marzo de 2019

POEMAS DE ILSE AICHINGER


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(1 de noviembre de 1921, Viena, Austria - 11 de noviembre de 2016, Viena, Austria)


Respuesta invernal


El mundo es de la materia
que exige contemplación:
ya no quedan ojos
para ver los prados blancos
ni oídos para oír entre las ramas
el revolotear de los pájaros.
Abuela, ¿adónde se han ido tus labios
para saborear las hierbas
y quién nos huele el cielo hasta el final?
¿De quién son las mejillas que aún hoy
se desuellan en los muros del pueblo?
¿No es un bosque sombrío
este en el que hemos caído?
No, abuela, no es sombrío,
lo sé, he vivido mucho tiempo
con los niños en la linde
y tampoco es un bosque.

Ilse Aichinger (Viena, 1921), Consejo gratuito, Linteo, Ourense, 2011
Traducción de Rosa Marta Gómez Pato
Envío de Jonio González



DOMINGO POR LA MAÑANA


Amar a dios,
adorarlo
y sólo a él servir.
Descansando
de camino a las granjas
a la hora señalada
visto desde lejos
sobre la nieve.


MARIANNE


Me consuela
que en las noches doradas
duerma una niña,
que su aliento acaricie la herrería
y su sol se levante,
al alba,
con el gallo y las gallinas
sobre la hierba mojada.


FUERA DEL PAÍS


Libros de bibliotecas extrañas,
palomas fortalecidas.
Si dependiera de los lugares
que somos capaces
de abandonar,
con sus frambuesos,
con las telas
que ya se pliegan con el viento;
cambian silenciosos detrás de nosotros,
mientras nosotros permanecemos
en las cálidas espaldas
de los jardines, de piedra
o de arena.


Nota de la Redacción: agradecemos a Ediciones Linteo la gentileza por permitir la publicación de estos poemas del libro de Ilse Aichinger, Consejo gratuito (Linteo, 2011), en Ojos de Papel.

Detrás de la pared



Pendo como nieve de las ramas

hacia la primavera del valle;

cual frío manantial, derivo al viento,

húmeda caigo sobre las flores

como una gota

en torno a la cual ellas se pudren,

como en torno a un pantano.

Soy el pensar siempre en morir.





Vuelo, de no poder andar tranquila,

por seguros edificios de todos los cielos,

y derribo en derredor columnas y muros huecos.

Prevengo, de no poder dormir de noche,

a los otros con el remoto rumor del mar.

Trepo a la boca de las cascadas

y desde las cumbres desprendo estrepitosos cantos.





Hija soy del gran miedo universal,

que se cierne sobre la paz, sobre la dicha,

como campanadas en el avanzar del día,

como la guadaña en el campo maduro.





Soy el pensar siempre en morir.







Temprano mediodía



Callado verdece el tilo en el verano naciente,

muy lejos de las ciudades, rutila

la lúgubre luna del día. Es ya mediodía,

ya se agita el destello en la fuente,

ya se alza bajo astillas de vidrio

el ala ultrajada del ave de los cuentos,

y la mano deforme de lanzar la piedra

nos hunde la simiente que despierta.



Donde el cielo de Alemania ennegrece la tierra,

busca su ángel decapitado un sepulcro para el odio

y te sirve el corazón en un cuenco…



Un puñado de dolor se pierde en la colina.



Siete años después

te acuerdas de nuevo

en la fuente ante el portón;

no mires tan al fondo,

se te derramarían los ojos.



Siete años después

en una casa de muertos,

beben los verdugos de ayer

la jarra dorada hasta el fin.

Te hundirías con los ojos.



Es ya mediodía, en la ceniza

se doblega el hierro, en la espina

han izado la bandera, en la roca

de un sueño inmemorial sigue

forjado el águila.



Sólo la esperanza mastica cegada por la luz.



¡Záfale las ataduras,

tráela cuesta abajo, cúbrele

con la mano el ojo, que ninguna

sombra la chamusque!



Donde la tierra de Alemania ennegrece el cielo,

busca una nube palabras y colma el cráter

con silencio,

antes de que el verano la escuche en la llovizna.



Se va lo indecible, dicho en voz baja, sobre la tierra:

es ya mediodía.









Salmo



1

 ¡Calla conmigo, como callan las campanas!

En la placenta de los pavores

buscan nuevo sustento las sabandijas.

Visible pende, cada viernes santo, una mano

en el firmamento, dos dedos le faltan,

no puede jurar que todo,

todo no ha sido y que nada,

nada será. Se sumerge en un rojo de nubes,

aleja a los nuevos homicidas

y se marcha, libre.



De noche, en esta tierra,

asir la ventana, apartar las telas
y revelar el secreto de los enfermos,

una úlcera colmada de alimento, de dolores infinitos,

para todos los gustos.


Los carniceros, enguantados,

contienen el aliento a los expuestos,

la luna, en la puerta, cae al suelo,

deja las astillas ahí, el asa…


Todo estaba dispuesto para la extremaunción.

(No puede consumarse el sacramento.)


2



Cuán vano es todo.

Trae rodando una ciudad,

levántate del polvo de esta urbe,

asume un puesto

y disimula,

evita quedar al descubierto.



Desembarga las promesas

ante un espejo ciego en el aire,

ante una puerta cerrada en el viento.



Intransitados los caminos en el despeñadero del cielo.


3


Ojos quemados en este granero del sol, la tierra,

agobiados con la lluvia de todos los ojos,

y ahora enmarañados, tejidos

por las trágicas arañas

del presente…

 4



En la artesa de mi mudez,

deposita una palabra

y cría bosques a ambos lados

para que mi boca

yazca bien a la sombra.



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(poemas en el idioma original, alemán)

Tomado de: www.vallejoandcompany.com/tag/ilse-aichinger/

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