martes, 5 de marzo de 2019

POEMAS DE FRANCISCO MADARIAGA


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(Argentina, 1927 - 2000)


REHÉN DE LA COLINA


Oh candoroso embriagado entre loros,
entre isletas subiendo hasta el nivel de la
colina,
canta en tu boca el canto ardiente de otra boca,
y cuando la sangre sube hasta tus ojos es
porque están quebradas todas las fulguraciones
del sollozo en tu pecho.
Canta, viejo rehén de la colina.
Arde, candoroso de alcohol, que con palmas
salvajes tienes hijos que retornan al viento,
al gemido del clima ene l olor áspero y cruel de
las arañas del estero,
en aquel paisaje de cristal desprendido del fuego.

2

Asombra al mundo en un paisaje de enero,
oh demente,
oh luz de la humedad.
Ah colgado sediento de unos ojos,
duerme, duerme, bajo la luz del padre al otro
extremo del poder y la delicadeza.
En tus ojos la berlina del viaje amarillo arde
helada.
Beso tras beso el pasajero toca la raya de ácido
caliente del retorno.
Sé piadoso con el otro límite de tu fragilidad,
padre aletargado por el sol,
presión de la locura de una tierra suspendida en
la tela del agua y del fuego.



APARICIONES


El agua exorbitante está en mi boca.


No quisiera despertar nunca de la extrema
delicadeza que hierve en los depósitos de los grandes
inviernos.


Potrillos de oro sanguíneo y asombrado. Más altos
que el invierno.


Un día llueve, y al siguiente, el invierno luminoso
es cálido. ¿La lluvia? Tétrica, pero rica, no pervertida.


Este invierno he descubierto que hay palmeras
celestes. Extrañas. con una ferocidad solar y lunar.
Y sin nombre.


El perfume del mar vuela sobre las Estaciones:
¡temperaturas para toda la vida!


El mar, mi gran linterna de esmeralda.


Esas palmeras engarzadas, esas palmeras hechas
joyas entre sí.


Las lejanías de cristal: entre los brazos de la vida.


El sol te sangrará, esbelta caridad del Infierno.


El clima me domina, el clima me domina. Por el
clima creo en le agua.


Oh coraje y transparencia y peso y brutalidad
celeste del invierno en enero.
Cómo se descuelgan los monos para crecer y beber en
el color sagrado del estero, mientras duermo mi
sueño brillante,
cautivo del estero.


ARTE NATAL


1Valientero para el sol, ¿eh?

Ahora rime y recueste el agua sobre el agua,
doble el pecho y anídelo,
resuelle con su injerto de rayos en la trompa,
vea clarito sus ánimas que corren con serpientes
quemándole los pelos.
Recoja del alba todo lo cuajado-violeta en su
memoria y acuéstese, como si oliera al tigre que
ha de cederle su agua, su floresta de invierno, su
cazadora extraña.

Por fin sentirá que el Fin tiene la boca blanca.
2
El vientre-fuego de la doncella bruja
y el colmo del color:
los labios del verano guaraní.



ARTE POÉTICA


¿Es otra la alegría?
Por las veredas ardientes de pronto me estremezco
de mi armonía en este instante.
¿Qué atentado lúgubre arroja al equilibrio de su
claro destino?
¿Qué mecánica de orden inclemente y perfecto sonido,
qué irrupción metálica de golpe nos devuelve
a la sombra de las canallas herencias de sol negro?
Tiembla al asilo de la vida.
Virtuoso bebedor del agua del diamante, tiéndete
a bramar contra el enorme globo rojo de la idea.
Ese tambor de sangre es tu país.


CANCIÓN DE TIGRES

(1968)

A Gaspar


El bosque ha llegado
y la sombra del mar ha llegado,
vámonos, tigre ámbar, hacia el
mono ermitaño que canta entre
las gallinetas de todos los
colores.
2
Todos vamos a desaparecer,
flecha ámbar,
flecha de corazón,
pero es necesario llevar la misión
cumplida:
ser criollos hasta La Última Coronación
de la hermandad.

CANCIONES PARA D. H. LAWRENCE

¿Te acuerdas, Lawrence,
cuando volvíamos del tropear
salvaje en el alba paulatina?
Mi caballo era de oro sanguíneo,
el tuyo, rojo y negro,
parecía tapado con tu poncho de
México.
Y éramos amigos,
y éramos ligeros
costeadores de celestes lagunas
amarillas,
Lawrence, ¡dos bandoleros!...

Antes de dormir, nadábamos.

2

Lawrence, por ti bebo
este vino de abril
en cuerno de tropero:
Mi padre con los gauchos
bebía en él la caña del
Paraguay
rociada por el fuego,
y yo dormía envuelto
con el poncho del gaucho
Teólindo- lucero

3

Lawrence, mi caballo no ha
muerto.
Sale a verte del fondo de un
pantano
con restos de canoas
dispersos por el pecho,
hoy que en su gala arde aún el
fuego de fogatas
de los cazadores del fondo del
invierno.
(�Aguatrino�, 1976)

CARTA DE ENERO

Tengo ganas de leer algo hoy.
Me sangra la poesía por la boca.

Yo era un estudiante y me adoraba la Naturaleza,
pero estaba olvidado,
me hería la plenitud del Universo,
y ahora te sacudo a ti, monte de cabellos rojos,
tierras paradas en aguardiente correntino,
grandes balsas de agua alojadas en la boca.

El pavor es celeste, el líquido terreno es fuego,
los pavos reales han sido capados por el sol,
y yo ando por la siesta:
provocador de las grandes fuentes sombrías,
alojado en la voluntad animal.
2
¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?
El mar es un cantor inseparable

Pero tú tienes también llamaradas acuáticas,
Tierra,
¡Acuarelas para quién sabe qué candor!

Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,
pero tengo coraje
y ese nativo puro que arroja los paisajes por
la nariz.
Tengo un collar para todo lo que arde.
3

¿El alba guaraní gime en mi memoria?
¡Oh francés degollado por las aguas!
en las ex -bocas de las puntas celestes del
paisaje desprendido.

Sin duda nadie cuida de mi memoria,
ni le selecciona parajes ardientes.
Nadie utiliza mi falta de elegancia
cuando expiro con la leche de las frondas
sedientas.

Yo no quiero cantar países natales,
sino medallas de carne de sol,
telas de la naturaleza,
conciertos de las tumbas salvajes,
hijas de la ternura natural.



CARTA DE ENERO

Tengo ganas de leer algo hoy.
Me sangra la poesía por la boca.

Yo era un estudiante y me adoraba la Naturaleza,
pero estaba olvidado,
me hería la plenitud del Universo,
y ahora te sacudo a ti, monte de cabellos rojos,
tierras paradas en aguardiente correntino,
grandes balsas de agua alojadas en la boca.

El pavor es celeste, el líquido terreno es fuego,
los pavos reales han sido capados por el sol,
y yo ando por la siesta:
provocador de las grandes fuentes sombrías,
alojado en la voluntad animal.

2

¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?
El mar es un cantor inseparable

Pero tú tienes también llamaradas acuáticas,
Tierra,
¡Acuarelas para quién sabe qué candor!

Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,
pero tengo coraje
y ese nativo puro que arroja los paisajes por
la nariz.
Tengo un collar para todo lo que arde.

3

¿El alba guaraní gime en mi memoria?
¡Oh francés degollado por las aguas!
en las ex -bocas de las puntas celestes del
paisaje desprendido.

Sin duda nadie cuida de mi memoria,
ni le selecciona parajes ardientes.
Nadie utiliza mi falta de elegancia
cuando expiro con la leche de las frondas
sedientas.

Yo no quiero cantar países natales,
sino medallas de carne de sol,
telas de la naturaleza,
conciertos de las tumbas salvajes,
hijas de la ternura natural.

CEMENTERIO AMARILLO AL BORDE DEL AGUA

Mientras cantas con la trompeta ronca de las inemociones
cargadas de las lágrimas del paisaje desenvuelto
por los trenes de los reyes guiados por los ríos,
aquí el velo de sangre duerme sobre los arenales
seguros de encantar a un cuerpo joven y caliente
junto al rumoreo nocturno de los caballos y las
fiestas cercanas a la orilla de la luna caída entre
las humillaciones más populares cercando el
camposanto de los hombres del hambre donde se
recomponen las más raídas y coléricas apariciones
-sin espacio- a ras de luna de ras y de agua
detenida en el milagro del terror —sin amor- todo
todo roído como antes de andrajos desafíos ojos
hambrientos amarillos de asesinatos no —modernos
no- contemporáneos a ras a ras de agua podrida
en su pureza.
Sin embargo, yo estoy dormido como un indio que no
ha perdido el desierto.
¿Estoy moderno?
¿Estoy por irme adónde?
¿Oh, por abandonar la comarca e internamente en el
mar?
¿O sólo al borde del mar?

CONTRAAMPARO

Está el hombre presente.
El filo de la medianoche.
La tormenta de la ex tormenta.
El cazador al viento.

Lo inmediato no aparece ni desaparece,
está desnudo en medio del contramparo,
la no-guarida de lo imperfecto
y el canto del azul zorzal.

La lluvia es agua de oro en lo inmediato
del corazón, el cosmos es el ensayo
primero y sangrante de lo infinito.

La sangre lava el azul imperfecto de la Tierra,
y vuelve todo a la morada de la alegría.

¿No me disculparé ante el tigre por este ensayo
filosófico?

La noche me ha colocado en un castillo en medio
del palmar de dios.

El alba es el encantamiento popular del planeta.
Buenas alba, dolor.

CORAZÓN NOCHE

Oh noche, yo te pregunto, noche modernísima, pero
ya sin hierro, sin cemento, malherida por el amo
de la prostitución y del trabajo, Oh noche no
cruel pero bella y alargada hija del sacrificio del
amor, Oh noche con corazón — noche de las noches
más reales recuperadas por el viento, yo te pregunto
(¡Oh rama: que se salve que se salve que se
salve!) noche de islas como postres de una
tiniebla entera.

(�Los terrores de la suerte�, 1967)

EL ASALTANTE VERANIEGO

Shas, shas, shas, ¡abrir el vientre de vuestros corresponsales!

Los miniaturistas cedían al alcohol sus pequeñas
desgracias.

Un olor a remolino de cloro y viento en forma de
dardo hacía huecos en la garganta.

¡Gangrenas infinitas para los comensales del salón
nacarado con tendencia hacia el oro!

El vapor descubierto ilumina la memoria y el ocio
encoleriza y purifica al asaltante veraniego que viaja
vestido de pana levemente mortuoria.

Adiós, adiós, indiecitos y monos, graznidos en los
lechos, obsequios de las desgracias; el viento roe el
aliento de las bestias y descubre a los pasajeros
enfermos el ocio blanco y sangrante de la tierra.

EL HECHIZO NATAL

¡Tu tren descarrilado entre las brujas!

Una estación pequeña te ofrece el hotel de sus ocios,
y tú para siempre entre las pócimas y los filtros.

Por eso te comprendo y me revuelco y me uno al
instante de un perfecto equilibrio; después puteo
y tambaleo y me lanzaría en un alambre-carril
lleno de asaltantes devorados por el sol.

Yo siento que en su caja de caudales está llorando un
pobre niño; el cálido doncel del absoluto, que
a los pobres animales y a los hombres a veces
paraliza en el claro de un bosque.

EL PARAÍSO DEL ESTERO

Me he descubierto en mi propio corazón,
tratando de envenenarme en las vastedades rosadas
de las aguas.
La serpiente era la principal belleza dominante
entre los colores de mi sangre.
La serpiente que ardía en el final de la frescura
de mi memoria, y copulaba con el tigre que
salía intacto de entre los juncos de oro.

Después de todo esto
¿comprenderéis que no pueda decretar definitivamente
ninguna Poética?

EL PUENTE PARA FLORENCIA

Todo se olvida.
El rumor es un puente.
El color es un puente.

La mirada de un ciervo que olfatea
un tesoro, es un puente,
y vuela con el ave que se aleja del
invierno natal.
Las comunicaciones estallan en fuego y
transparencia.
Sólo nos queda el puente del olor del
infinito,
la pasarela para el tigre de los sueños.

EL TREN MARÍTIMO

El horizonte con el astro volteado como un
viejo padrillo entre las rosas.
Mi piel de fantasma atormentado por tanta
madurez.
Mi sed de carozo astral donde desangran los
tesoros del mar y de la tierra.

PLAZA DE VIAJEROS



Y dominemos.
Las aventuras tiemblan junto a los
carruajes.
Enderecemos nuestras esclavas hacia el
candor.
Están apostadas como leves mujeres hienas
contra las ruedas de septiembre
y parecen estar corrompiendo el pudor de
un pasajero de alto rango,
un caballero blanco en sus anillos y en sus
ojos.

EL VIAJE DEL LOBO

Un lobo transporta un pedazo de amor muerto,
lleva en uno de sus ojos acostada también a la
amada.
¿Será porque cuando es tarde ella se pudre también
en la extático?
¿O porque el viaje es bellamente tierno en los ojos
del lobo?
Ah, lobo, sentado como un señor de ojos de fuego en
la berlina,
corrompe con tus pupilas la espalda jorobada del
postillón que babea.
Una bella santa y bárbara en la colina despide a una
idea,
con los caballos del recuerdo arranca hacia la
perfección de la tierra,
las ruedas giran dirigidas por la caridad de estos seres
de infierno.
Postillón, oh hermano de su casa, ah perro que boquea
la peste del desamor entre sollozos.
Ah lobo de pecho raso, dirígelos con la ternura de tus
dientes.
La criatura ha combatido todo el año con sus vestidos
que se pudren.

(�El pequeño patíbulo�, 1953)

FUERA DE HORARIO

Las máquinas del transporte automotor se
desnivelan en mi alma
y tú tienes que corromperlas con tu gracia.
Guitarrera dormida en los planteles junto a
mi ventana, acostúmbrate a que quiero
viajar siempre con el origen del amor
en mi pecho,
junto a la tolerable delicadeza terrestre de
los trenes.

LA BOCA DEL MUNDO

Las cosas tienen un mulato carnero que las araña y
las transforma.

Tienen un santo salido de un pantano que nos ahorca
en los amaneceres de la sed.

LA FANTASMA

Es el aire ferozmente acariciador, el aire de la
muerte.
¿Y la Poesía?
Pasa en un gran vagón que sale de los esteros.


Aparición duerme

El invierno es de fuego y alumbran las linternas
de Osa, las líneas del Diablo y el cuento de la
selva en los ojos rasgados de topacio de la bella
Aparición.

Yo he encontrado unos rastros del azar,
unos razgos luminosos y heridos,
fantasmas del poder y de la delicadeza.
Oh viajeros de la leyenda del amor,
yo canto mi canto para un rostro,
para un paso de luto solar,
para una ligereza de labios con el sol de la muerte.

(�El delito natal�, 1963)

LA LLEGADA DE UN JAGUAR A LA TRANQUERA

(1977)
Desciende, agua criolla.
Paraje, desciende, ¡pero muy bien montado!,
con apero del oro de las guerras
y los rodeos en llanuras gateadas.

Espartillo, áspera y delicada cabellera del
terror correntino,
canta tu canción de hada de llanura.
Desciende, palmeral del borde del estero,
para beber la luminaria caída de la tormenta
de la raza.

Entrégate, oh el antiguo, ex — guerrero, ahora
cuatrero, vengador de la estancia delicada,
solitaria en el llano del llanto, llano del
aguacero, y pon tu estribo de oro y de reserva
para bajar a beber miel y estero:
Que ha llegado un jaguar a la tranquera.

(Inéditos, 1975-1977)

LA SELVA LIVIANA

e se ahoga en la
catarata de las hojas.
Al fondo de la selva liviana y los cocoteros
se hunde el nivel del llanto,
el peso entero de los sueños
Peso entero del saco de perfume de la gracia,
estoy entre la espada del paisaje y el
ladrillo caliente del olvido,
viajando con un ardor de joya y sangre.
Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva fiesta.


2

A paladas silbatos.
El tren se encierra en sí al borde de los
esteros nocturnos.
Su polvo ciudadano tiene miedo a la gran
humedad de la tierra,
al aire cálidamente eléctrico,
a los cisnes del negro vapor nocturno de la
herida del mundo.

3

La imaginación arde envuelta en las ruedas
de un tren desorientado.
Bananas y bananas caen al aire.
Una mujer desnuda una escopeta en un templo,
roe lentamente en el anillo de su corazón.
Frutera de la desgracia, frutera del destino.


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