sábado, 20 de febrero de 2021

POEMAS DE MANUEL PACHECO

(19 de diciembre de 1920, Olivenza / 13 de marzo de 1998, Badajoz, España)


POEMA PARA UN AÑO QUE SE VA

 

Salgo a volar mis sienes por el campo

y camino como un dedo entallado por un hierro de invierno.

En el árbol del sol tiendo la juncia de mis ojos,

tiendo a secar las páginas de mis pupilas clavadas en la lluvia de los números,

tiendo a secar la ropa de mis huesos y el pájaro de paja de mi alma.

Los poetas de América me mandan un pedazo de mar,

los poemas son nubes-mariposas, o peñascos de humo, o ramajes

de ortigas de muchachas violadas, o niños hambrientos con los

vientres hinchados, o mujeres preñadas con lámparas de lepra en las entrañas.

En una larga caña un muchacho llevaba de bandera

una serpiente de agua.

Un hombre arranca olivos

y una nube gris cubre el árbol del sol,

y baja el invierno con su golpe de maza para romper la nuca de los pobres.

Huele a salas de fiestas lejanas,

huele a “feliz” como una campanada de ceniza de sol en los ojos de un ciego,

huele a obrero español en Alemania,

a pieles de suburbios

y a canciones de lata.

La tradición es una caja llena de polvo oscuro de carcomas pegadas,

los agujeros suenan a reliquias,

tienen saliva azul de estampa,

árbol de Navidad de millonario,

sonidos de campanas.

Suena un tractor tosiendo debajo del veneno del crepúsculo.

Por el monte de pinos baja lenta la escarcha.

 

 

LAS MOSCAS

 

El esputo de Enero con sus patas de escarcha

golpeaba la espalda del poeta

y en el sucio cristal de la ventana

las moscas gordas resbalaban

como golpes de humo de alquitrán

y el invierno movía sus salivas de gripe

y el ojo del poeta miraba el halo oscuro de las moscas,

sus páginas de ojos de cadáveres,

sus ojeras de otoño supurando el azúcar de la muerte.

Sonaban a latidos de niños sin cabezas,

a gemidos de pieles quemadas,

a párpados de ciegos golpeando el cristal de la niebla.

¿De dónde en el invierno, en la ventana sucia de un archivo,

pegadas al cristal como espectros de manchas atómicas,

aparecían como gotas de agua las sombras de las moscas?

¿De qué gusano oculto de un planeta invisible nacieron sus latidos?

¿No vendrán las moscas a comerse el cadáver de la Tierra?

El Poeta esperaba la invasión de las moscas.

 

 

LAS CUCARACHAS

 

Las cucarachas están sonando.

En los ojos del insomnio las cucarachas babean

sus cuerpos charolados.

Parecen uñas de hombres enterrados vivos,

parecen negros relámpagos.

Oigo los cubos de la noche.

Alguien escarba y araña en las dormidas cosas de la noche.

No invento nada. Nadie está inventando.

Suena en la casa vieja caer pelusas de azul cascarillado

y la mujer inválida llora y llora clavada en su sillón

con un dolor terrible en el vientre y en el ano.

La hija de la mujer que llora está clavada en la cruz de la madre,

en la cruz del polvo,

en la cruz cotidiana de las escupideras.

El poeta toca la realidad como si fuera un clavo

y las cucarachas como teclas de un piano mudo

suben y suben sus flemas de asco.

Las cucarachas vienen de los agujeros del carbón,

la carbonera está abajo y se matan a cientos y nacen

como huevos de gusanos.

Suena la música de jazz,

suenan y resuenan las cucarachas huyendo de los zapatos.

Las cucarachas están lloviendo, corriendo y arañando

las mejillas de la noche.

La casa vieja está llorando.

 

 

INSERVIBLE

 

Para curar el cáncer

no sirven las libélulas.

Para curar la muerte

no sirve el cementerio.

Nacer tampoco sirve

para curar la vida.

Tomado de:

https://diazmartinez.wordpress.com/2009/04/08/manuel-pacheco-poemas/

 

El sol nuestro de cada día

El sol nuestro de cada día

que no se nuble hoy

y que brille más que nunca

para que canten los pájaros del cielo,

los pájaros de la mujer

y los pájaros del hombre;

para que calienten los harapos

de ese pobre de pedir limosna,

los pies de ese niño descalzo

y los pechos de esa muchacha.

El sol nuestro de cada día

que no se nuble hoy

para que se calienten

las manos de todos los hombres

y no se muerdan en el odio del frío

en las noches sombrías de las guerras.

El sol nuestro de cada día

que no se apague nunca.

 

Crepúsculo otoñal

(Alcazaba de Badajoz)

 

Muere la tarde entristecida

Sobre los árboles marchitos

Y está el crepúsculo llorando

Con una pena de chiquillo.

 

Y está llorándome tu vida

Por este otoño que yo piso.

En los nidales del silencio

Me canta un pájaro amarillo.

 

Las piedras cuentan a la historia

El esqueleto de los siglos.

Mi corazón está en el agua

Con las palmeras del estío.

 

Tengo en la tarde tus ojeras

Y un libro abierto de suspiros

Y está llorándome tu vida

Por este otoño que yo piso.

Tomado de:

https://www.google.com/search?q=manuel+pacheco+poemas&rlz=1C1CHBF_esCO880CO880&oq=m&aqs=chrome.1.69i59j35i39j69i59j69i57j0i433j46i131i433j0i67i433j0l3.4368j0j15&sourceid=chrome&ie=UTF-8#

 

Poema para hablar con Béla Bartok

 

Quinto cuarteto

 

La ciudad levantaba su pupila de araña,

sus uñas de jabón,

su pulso de dinamo

y sus fríos muñones de asfalto.

La viola interrogaba los dientes del pasillo

y largas avenidas de sudor

deformaban sapatos encendidos.

 

Tú mirabas el nombre de la música.

Placas de rosas muertas iniciaban el arpa del crepúsculo

y em mansiones grises de la angustia

se quedaron tus manos detenidas.

 

Y dijeron los ángeles:

 

—No toques la blancura,

no cojas su jazmín que perfuma en la noche

el Emblema del Sueño;

escucha su figura de perfil de muchacha

y no levantes com tu rastra iimpura

los tantanes ahogados en el Nilo de Bach.

 

Los átomos lloraban soñándose em el alma a cristales

podridos,

y cogiste la sombra del piano

reflejando el azul de su quijada

sobre el espectro impuro de las Guerras.

 

Desde entonces sonaron tus violines a limón derretido,

y un pájaro de arena se detuco en tu frente,

y uma gruta de alambre te encerro la cabeza

llenándose los ojos de alaridos de tiza.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/espanha/manuel_pacheco.html

 

NOCTURNO EN ROJO MENOR  (2)

Un delirio de amapolas

sobre tu cuerpo cansado.

Por los filos de la noche

navega tu lecho intacto.

 

Tu piel de seda en olvido

pide el ansia de unas manos,

en tu soledad sin nadie

tu cuerpo se está quemando.

 

Tristeza de ser mujer

con cadenas en los brazos,

plumas en flor de mercurio

sin volar alto ni bajo.

 

Tu cuerpo de nieve azul

por tu frente dominado.

 

 

 

HAY QUE HACERLO ESPERANZA  (3)

La vida es una carga

y el sudor camellos

que ayudan a llevarla.

Hay butacas manchadas de espaldas

que no se doblan nunca

y se pudren de digestiones anchas.

Hay que decirle al hombre que camine,

que luche, que se haga.

Noches de tinta china

cayendo en las ciudades,

el emblema de la espiga

en horizontes de balas.

Si el niño nace barro

hay que hacerlo esperanza.

 

 

TODAVÍA  (4)

Todavía no se ha ido todo el humo,

todavía están las sombras

ocultando la libertad de España;

todavía está el hombre con sus naves

haciendo payasadas en el cielo

y el cáncer en la tierra

comiéndose a la gente.

 

Todavía el amor está dormido,

dormida la amapola, el alba y las palomas.

Todavía está el hombre jugando con los átomos

y envenenando el aire que respira.

Todavía se pudren los niños,

se matan los hombres

y la babosa del odio

mancha el campo del alma.

 

Todavía está Dios en las iglesias.

Todavía está todo todavía.

 

NOTAS

(1) El resto de sus poemarios aparecen en la bibliografía. Escribió además relatos (El huevo y otros relatos, Diario del otro loco y Diario de Laurentino Agapito Agaputa) y obras de teatro (El ángel y las cerillas). Su preocupación por los desheredados, su aprecio por los sentimientos humanos y su aversión contra la injusticia, lo hicieron un escritor muy apreciado y editado en buena parte del mundo.

 

(2) Poema de Ausencia de mis manos, con el que Pacheco dedica unos versos sensuales a su amiga Isabel Benedicto.

 

(3) Poema de Presencia mía en forma de arenga que anima a difundir la cultura entre los niños, para que aprendan a construirse un futuro esperanzador.

 

(4) Poema de Todavía está todo todavía, donde el autor se queja de que todo sigue igual: la falta de libertad, la violencia, la enfermedad, el desamor.

Tomado de:

http://extremaduraxxisiglosdepoesia.educarex.es/index.php/poesia-social

 

 

 

 

 

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