jueves, 18 de febrero de 2021

POEMAS DE RUFINO BLANCO FOMBONA

(Caracas, Venezuela, 17 de junio de 1874-Buenos Aires, Argentina, 16 de octubre de 1944)


El Ferrocarril

 

Ay! Mi pobre vecina!

Cual te clava su espina

el dolor; ¡Cuál te mina!

 

Toses, blanca viajera;

y tu cara de cera

es gentil calavera.

¿Dónde vas a curarte?

¿Quién tu pena comparte?

 

Interesas al arte,

por el duelo que arrojas

de tus ojos de hojas

en que anidas congojas;

por tus besos, no dados,

tus amores, soñados,

y tus días contados;

por tus facciones,

adorables creaciones

de un pintor e visiones.

 

(Blanco-Fombona, R. 1901. Enero, 1: 15)


Adiós Regina Szymonska.

 

Tuerces rumbo - el tren arranca,

viajadora

hija de la estepa blanca…

Adiós, señora.

 

Exotismo deliciosos

tienen tus ojos cambiantes,

- grandes turquesas que brillan

como si fuesen diamantes -

En tus ojos cantan rimas

y paisajes de bohemia;

hay montañas… y en las cimas,

como lluvia de algodones,

se distingue un blanco vuelo

de ilusiones.

 

Tuerces rumbo - ya vas lejos…

Tu blancura se destaca

entre los campos bermejos.

Adiós, polaca.

 

(Blanco-Fombona, R. 1901. Julio, 15: 448)

 

Al Partir

 

Estreché sus quince años

besé la boca de flor

y los cabellos castaños

junto al viejo mar cantor.

- Piensa, amada, en el amante,

no me quieras olvidar…

y cayó una estrella errante

en la copa azul del mar.

 

(Blanco-Fombona, R. 1901. Agosto, 1: 481)

 

 

1902

 

Lo Que Dice La Musa

 

No profanes el misterio de las cosas,

el misterio de las cosas de ilusión;

y consagra a las penumbras y a las rosas

medio abiertas y a los besos, tu canción.

 

Ciñe gasas a tu amada colombina

Tú no sabes la adorable turbación

de una blanca, no discreta muselina,

o de un pliegue sin plegarse de linón.

 

Oye el canto de ternura que la brisa

se acompaña con el arpa del ombú;

mira el beso como besa la sonrisa

en la noche del galante rendez - vous.

 

Curiosea los estuches; la novela

olvidada junto al guante y al corsé;

las persianas; y al discípulos que vela

y medita bajo el rayo del quinqué.

 

Y ama el verso de sollozos penetrantes;

ama el verso de perfume de azahar;

como el cielo, copa llena de diamantes,

copa llena de zafiros, como el mar.

 

(Blanco-Fombona, R. 1902. Enero, 1: 481)

 

La Vida

I

Leo en mi libro. Es ya media noche

El pelo de mía amada

es un chorro de libras esterlinas

y surje (SIC) su cabeza de las blancas

coberturas del lecho

como el dibujo de un pintor de hadas.

Me dicen “es un perro”, o bien: “te adora”.

 

Hoy nos hemos reído a carcajadas.

Los amigos me envidian

mi casita, mi ocio, la muchacha,

mi juventud y la sonrisa eterna…

Mi sonrisa es mi fuerza y es mi máscara.

Ya soy feliz. Y bien! Esto es horrible.

Suspiro por mis noches angustiadas,

por mi vida haraposa de bohemio,

por mis noches sin cama,

por mi cruel desolación de huérfano,

por mi vida de huérfano y de patria.

 

A qué vencí? Por qué librar las rudas,

las tremendas batallas

por la vida y el éxito y el nombre?

Para qué la ascensión de las montañas?

Si esta noche de súbito

a mí viniera una hada

y me dijese:

- Escúchame, poeta;

traigo para tus sienes esta rama

de florido laurel; traigo esta púrpura

para cubrir de púrpura tu espalda;

para tu bolsa un vellocino de oro,

y esta rubia gentil para tu cama -

 

Al hada bienhechora

le daría las gracias,

y a trueque de eso dones

le pediría:

- Hada

ponme en el brazo, músculos,

y ambición en el alma.

 

II

 

Sentado a mi balcón miro las nubes

errantes. Caravanas

de sueños y ambiciones,

por mi cerebro pasan.

Mi querida se acerca, y dulcemente

apóyase en mi espalda.

 

Su caballera se impregnó en el baño

de un olor de campiña. Me dan ganas de beber le

de beber leche, de domar un potro,

de atravesar un río… Nuestra charla

se inicia con un beso. Ella confía

en mis puños. Hablamos del mañana.

 

¡Cómo es hermoso el gesto del que lucha!

Y el lauro del que triunfa ¡Cómo ata!

 

(Blanco-Fombona, R. 1902. Julio, 15: 440)

 

1906

 

De La Mazmorra

A Gómez Carrillo.

 

Mi convenio es ruda inharmonía

que en la copa del sauce y del maría,

los pájaros censuran con su canto.

Cómo! El viento en cadenas? En quebranto

el espíritu fuerte? Las prisiones

son para el siervo a bravos infanzones,

hombres de presa y corazón de llamas,

la trompeta gloriosa de cien Famas

y el campo azul y las empresas nobles.

Al celemín los granos; no los robles.

Pesarme ! ¿Quién? ¿Por qué? Jesús lo dijo:

“No Juzguéis” Y será grano de mijo

mi corazón, que vil ventorrillero

diga: “ podrido está”; y al basurero?

La justicia es absurda; la justicia

es el triunfo del miedo y la estulticia:

sobre la indomitez y la osadía.

Ruja el león, antes que arribe el día,

en que talen pastores la montaña.

La pavura, que habita la cabaña,

teme a la fiera de doradas crines.

Y alevora en su miedo y en su saña,

piensa trocar los bosques en jardines.

 

(Blanco-Fombona, R. 1906. Junio, 1)

 

La Visión Desde El Jardín Y Dentro Del Alma

 

¿Cómo pudo pasar? ¿Es un recuerdo;

un sueño, una ilusión?. Pero ¡ay! En vano

hilaciones quiméricas - me pierdo

en desflecar las brumas con la mano.

 

La vi del mirador; y ya fue esclava

mi paz . Y la visión junto a la puerta

del jardín se detuvo. Penetraba

no en el jardín, sino en mi alma abierta.

 

¡Oh, clara noche azul, rubia de estrellas!

Oh, jardincito de gladiolas rojas,

arena blanca de imprimir sus huellas

la viera Diana, entre las verdes hojas!

 

¿Fue un bien? ¿ Acaso un mal? Sentí que dijo

elocuentes la sangre de mis venas

cuando me vio meditabundo, rijo:

“cómo es dulce el tañer de las avenas,

la flor de lujo, el vino y el vinagre,

y de las horas ignorar la huida…

echa una brasa más a tu deseo

riega de amor el árbol de la vida”.

(Blanco-Fombona, R. 1906. Julio, 1)

 

A La Novia Por Venir

A M . Fredirid Raisin.

 

Oh, tú flor de esperanza

tú, la que has de venir para la alianza!

¿Qué tardas? ¿Dónde estás? ¿Cómo no vienes?

Ay, blanquearán los rizos de mis sienes

Y ya no podrá ser. Te busco cerca,

lejos, al norte, al sur. Dime ¿Qué alberca

refleja el par de soles de tu cara?

Iré a su fondo aunque en el fondo ahogara

con mi vida el futuro de sonrisas.

 

Piensa en las frescas y traidoras brisas

que pueden inducirme a yerro, cuando

un nombre que no el tuyo susurrando

me enamore de un nombre que no el tuyo.

En la noche de abril radia el cocuyo;

¿No florecen los campos? Es la hora.

 

Los cielos pintan la rosada aurora.

Mira el volar del polen y del beso:

Aquí te aguardo, orillas del Permeso,

Cantando una canción. La sangre apremia.

Ven azucena, Rosa, Juana, Eufemia.

Advierte que futuros paladines,

hombres de presa y canto, no malsines,

aguardan en el tiempo y en la nada

el caer de mi orgullo a tu mirada.

 

(Blanco-Fombona, R. 1906. Julio, 1)

 

La Guerra A Muerte 1813

 

La patria en cruz y con las venas rotas,

cintila, salpicada de rubíes

las campañas son todas de alelíes

bermejos, y de grana las garzotas.

 

¿No parecen millares de patriotas

en los dientes de hispanos jabalíes?

¿No exponen las cabezas carmesíes

palpitantes, en bárbaras picotas?

 

Y sucedió un fenómeno celeste

la aurora despuntó por el Oeste

Bolívar en los Andes parecía;

Y tempestad de purpurinas olas

en la tumba rodearon aquel día

ochocientos cabezas españolas.

 

(Blanco-Fombona, R. 1908. Mayo, 1: 235)

 

Bolívar En Los Andes 1819

 

En más e una ocasión marchó Bolívar por los Andes, hazaña semejante a la de Aníbal, sin parecer atribuirle mayor importancia.

Carlyle.

Dardea sus agujas de oro la mañana

y los Andes erigen sus agujas de hielo;

avanza la columna bajo el oro del cielo

por la nieve que, heridas, pincelaron de grana.

 

Ventisqueros y páramos cruzó la caravana,

de jinetes e infantes quedó esterado el suelo;

y de mañana y tarde y medio día un vuelo

de cuervos, sigue el rumbo de la hueste serrana.

 

La ventisca emparama; el sol quema. La tropa,

en angustias el alma y en hilachas la ropa,

divisa un horizonte de montañas de nieve.

Y el desconsuelo postra la exhausta caravana.

 

Pero Bolívar habla. Su arenga lucia y breve

anuncia la victoria de Boyacá, cercana.

 

(Blanco-Fombona, R. 1908. Mayo, 1: 235)

 

 

Bolívar En El Chimborazo 1825

 

El español mismo, a pesar de su sed de guerra y de oro, olvida a Pizarro para aplaudir a Bolívar. Lord Byron.

Ya el grupo de victorias

de Atlántico a Pacífico,

bate las alas de carmín;

y el grupo de Naciones,

en un valor magnífico,

sigue el Egregio Paladín.

 

Mar Caribe, Orinoco,

Amazonas de mito,

Ecuador flamante y azur,

vieron pasar el Héroe,

que ansioso de infinito

su caballo endereza al Sur.

 

Un cóndor de los Andes

desde cumbre sin nombre,

oyó tropel en su confín.

- ¿Quién osaba? Se tuvo.

Reconocía al hombre.

De Carabobo y de Junín.

 

Y cuando el Chimborazo

prepotente y erguido,

bañado en célico esplendor,

miró al Emulo en torno

dio un tremendo regido…

Rugía de envidia y dolor.

 

(Blanco-Fombona, R. 1908. Mayo, 1: 235)

 

Elegía Del Retorno

Caracas, agosto 1908

 

Aquí estoy ya. Diviso del cuartucho

la vieja tapia del jardín frontero,

concertante de pájaros escucho

que celebran la vuelta del viajero.

Los “pensamientos” anhelados miran

con sus ojos violados y doncellos;

repican las campánulas; y estiran

las azucenas los nevados cuellos.

-¡Cómo te fue? - pregunta la rampante

trinitaria, y la tímida violeta,

y el chorro de la fuente y la silbante

brisa. Todos cuestionan al poeta.

 

Y yo a mi vez pregunto: la rosada

y divina figura, en dónde, en dónde está?

Por qué no cruza el carmen la hamadriada?

El escaño vacío me responde.

Balancea su esbelta aristocracia

el sauce melancólico y silente,

cierra su verde parasol la acacia

y se cubre de lágrimas la fuente.

 

(Blanco-Fombona, R. 1908. Agosto, 15)

 

Canciones De Holanda

 

El sueño del agua

El agua se torna risueña

al soplo de un aura de amor,

y rompe en espumas, y sueña

galanas praderas en flor;

EL castaño y el chopo floridos

al beso amoroso de abril,

y llenos de cantos y nidos;

el sol en el campo gentil.

 

Y amante pareja: la niña

más rubia que espiga de mies,

luz, flor de amena campiña -

el mozo, un Don Juan holandés.

La verde llanura, el molino;

los bueyes cansados de aras;

y en ancas e un potro argentino;

un ave que rompe a cantar.

 

El agua en el tiempo de frío

apura su copa de hiel

y sueña un paisaje de estío

del gran Salomón Ruysdael.

 

(Blanco-Fombona, R. 1908. Octubre, 15: 594)

 

Juramento De Bolívar En Montesacro

 

I

 

Oh, la estación florida! Ya la tierra de Europa

empapada de sangre y de recuerdos, copa

de lágrimas, esponja de amargura sonríe.

La primavera triunfa. La campaña se engríe.

Suceden el aroma y el canto a los dolores,

por donde quiera pájaros, por donde quiera flores.

 

II

 

Dos peregrinos cruzan los desiertos caminos:

¿A dónde se endereza el par de peregrinos?

Atrás quedó la Francia, resonante de gloria.

Que, a triunfo por jornadas, de victoria en victoria,

recorrió el continente: París, tierra encantada,

patria de la hermosura, ciudad de cuentos de hada,

Dijon la pintoresca, de campos labrantíos;

como fluvial paréntesis, Lyon, entre dos ríos,

y Chambery la blanca, por el amor famosa.

 

Atrás quedan la Suiza y sus lagos de rosa

y de azur, sus montañas de florida leyenda,

donde vibra en los aires una flecha tremenda.

 

III

 

Los viajadores cruzan los alpestres senderos,

a pie, bordón en mano: ¿Quiénes son los romeros?

Un anciano y un joven: águila y aguilucho:

el viejo mucho sabe, el joven sueña mucho.

Y al transitar senderos de tortuoso meandro

aquél nuevo Aristóteles y el futuro Alejandro,

la brisa de los Alpes, con gracia femenina,

mezcla cabellos blancos con cabellos de endrina,

 

IV

 

Recorren Brescia, Cremona, Milán, Padua, Verona,

la lírica Venecia y la adriática Ancona,

y la ciudad de fuerza y hermosura triunfante

cuyo nombre es más bello que un tercero de Dante,

Caminan y caminan. Una mañana adusta,

de neblina, llegaron a una ciudad vetusta,

de elefanciacos muros y vigas con carcoma.

 

V

 

La villa dormitaba, perezosa, en sus ruinas.

Al histórico amparo de sus siete colinas,

De entre las piedras grises brotaba esplendorosa

la belleza de mármol de alguna blanca Diosa,

de una Efigie (SIC) cristiana, de un Efebo gentil,

centenario, y más fresco que una rosa de Abril.

En la mitad de Roma, gloriosamente feo,

alzaba su esqueleto de piedra, el coliseo;

y la niebla, trocada por Febo en Chal de Oro,

caía con la gracia de un manto sobre el foro,

 

VI

 

Los viajantes corrieron hacia el Monte Sagrado

en donde Graco venga al pueblo despojado;

y el Héroe adolescente, sobre la sacra loma,

por los recuerdos clásicos, a la vista de Roma,

juró el viejo filósofo cortar la garra ibérica,

y conquistar un día la libertad de América.

 

París 1908 (Blanco-Fombona, R. 1908. Noviembre, 1: 621)

 

Invitación Al Amor

Caracas, XI-1908.

 

¿Qué has vertido en mi alma? No es tristeza

ni placer, ni dolor, ni poesía;

una gorjeante fuente de terneza,

mitad amor, mitad melancolía.

 

Un malestar que de tus ojos fluye

y en mi alma romántica espejea:

un ala de quimera cuando huye,

un rayito de sol cuando alborea.

 

Si está en tu mano el meditar, sé buena

arranca esa maleza de dolor,

y que surge la dicha de la pena

como una mariposa de una flor.

 

Como Jesús, amor, da vista al ciego,

voz a los mudos, piernas a los cojos

y hace vibrar un misterio fuego

en los dormitorios e ignorantes ojos.

 

Como el Rey Midas, el amor convierte

en oro y hermosura lo que toca,

Moisés, azota el berrocal inerte,

y surjen (SIC) manantiales de la roca.

 

No pierdas tus abriles: que florezcan

es una gracia de jardín mirífico,

petunias, rosas y azahares crezcan

en tu desierto corazón magnífico.

 

Tu corazón era un erial; vivías

no entre rosas de amor, sino entre topos.

Estabas en tinieblas. No sabías

todo el poder de tus divinos ojos.

 

Abre el alma al amor, porque mañana

será muy tarde; y triste, arrepentida,

habrás visto pasar, cual sombra vana

lo único bueno y dulce de la vida.

 

Rufino Blanco – Fombona . (Blanco-Fombona, R. 1908. Diciembre, 1: 680)

Tomado de:

http://liduvinacarrera.blogspot.com/2011/03/rufino-blanco-fombona-un-lugar.html

 

Cosas del café

 

 

La noche era de bruma. Triste, fría

invitaba la noche a la melancolía.

Yo, sin saber por qué, me entristecía.

Una joven pareja, a mi espalda, reñía...

Rompieron. Y rompieron sin la cortesanía

de fingirse un momento de odio,- o melancolía.

Yo, sin saber por qué, me entristecía.

Tomado de:

http://www.ellugareno.com/2019/07/cosas-del-cafe-un-poema-de-rufino.html

 

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