jueves, 6 de agosto de 2020

POEMAS DE JULIO J. CASAL

ÁRBOL

 

Árbol, yo ya sabia que eras hermano mío.

Hacia los cielos vamos en claro florecer.,.

Y tus ramas audaces, hallaron el rocío

en el cristal y el ámbar, luz de mi amanecer…

¡Árbol, yo ya sabia que eras hermano mío!

 

En ti hay, a momentos, más pájaros que hojas

Y eres en primavera mágico surtidor.

Y en mí, ¡qué profusión de rosas, blancas, rojas,

Y qué acento en mi lírico manantial interior!

 

Los dos brindamos, árbol, savia joven y nueva.

Y por nosotros corre un idéntico río

de emoción, y sabemos en las nieves de prueba

aguardar libremente el calor de otro estío.

 

Hacia lo azul, el mismo impulso azul nos lleva…

Árbol, yo ya sabía que eras hermano mío.

Tomado de:

https://arboldepoesia.wordpress.com/2013/09/30/arbol-julio-j-casal/

MIRO RODAR LAS HORAS. ..

 

 

Miro rodar las horas, tranquilas y serenas,

con la mirada quieta, cansada, distraída,

y doblo los caminos amargos de la vida

hastiado de las flores y de las cosas buenas.

 

Pasan en caravana las dichas y las penas,

la tristeza que viene y la que ha tiempo es ida.

 

El alma ensueña todo, después todo lo olvida

y pasan los recuerdos como sombras ajenas.

 

Sin evocar su imagen, a veces llega inquieta,

despertando mis sueños lejanos de poeta,

mis rimas, las primeras, sutiles, venturosas.

 

Un aleteo cubre la noche del engaño.

 

Luego, la indiferencia y el triste desengaño

de comprender la vida y el fondo de las cosas.

 

De: “REGRETS”, 1910.

 

 

AMO. . .

Amo en las tardes de oro, cuando cruzo

no importa qué sendero,

escuchar el plañir de unas campanas

místicas, a lo lejos.

 

 

 

Embriagarme a la sombra

de algún dulce recuerdo,

perderme entre mí mismo

deletreando un misterio.

 

Vivir lo que no existe,

lo que al ser malo es bueno,

y saborear el libro

de todos los secretos.

 

Cantar interiormente.

 

Hallar del otro lado del camino

algún viajero

 

cuya mano, dijese adiós de prisa

y se perdiese luego.

 

Sorprender bien de cerca

el murmullo de un beso

la flor desvanecida

escapándose el céfiro.

 

Y al fin para gustar de esta existencia

lo más dulce y más bello,

poner el corazón en el latido

musical del silencio.

 

De: “ALLA LEJOS”, 1912.

 

PREFIERO. . .

 

Prefiero el sobrio pensar

a la fatua maravilla.. .

 

Las espumas de la orilla

no forman el hondo mar.

 

 

 

Misterioso, suave o rudo

amo lo oculto en un ser.

 

Me emociona en la mujer

más que la seda, el desnudo.

 

Sufro lo cierto, que al fin

esa es la mejor mentira.

 

¿Oué fuera sin voz la lira

y sin flores el jardín?

 

La sombra en su negro rol

Por eso sólo me exalta

vela siempre alguna falta,

en esta vida, tan triste

o alegre, aquello que viste

la pincelada del sol.

 

De “Cielos y llanuras", 1914

 

EL POETA DE LA ALDEA:

 

Un soñador de quince a veinte años,

que tiene el corazón de penas lleno,

sin haberse embriagado en el veneno

de la experiencia y de los desengaños.

 

Sueña un cielo de rimas caprichosas

e, ignorante del mundo y de la vida,

sabe vivir de la ilusión perdida

y analizar el fondo de las cosas.

 

Y ha recorrido todo lo que existe

con el vuelo atrevido e imaginario

de ese pájaro azul que hay en la idea,

 

sin ir más lejos de la sombra triste

que proyecta el vetusto campanario

de su tranquila y apacible aldea.

 

De: “Cielos y llanuras”, 1914.

 

EL AFILADOR (Fragmento)

 

Viene con su carro viejo. . . ¿sin duda

ignoráis la historia del afilador?

el alma de tibios afectos desnuda

de sus claros valles un día emigró.

 

América sabe ser hospitalaria.

 

Ella simboliza para el labrador

toda la dulzura de una plegaria

y un hogar cubierto de paz y de sol. . .

 

Partieron en busca de otros horizontes.

Y hoy que la locura de viajar pasó,

sueñan en los buenos y nativos montes,

jugueteando en ellos la imaginación. . .

 

Retornar desean al pueblo, mas nunca

pensará en regresos el afilador.

 

Dice que ya tiene la experiencia trunca

y que en sus montañas a nadie dejó.

 

Huraño el semblante la mirada hosca,

parece sumido siempre en un dolor. . .

Mientras rueda el carro de madera tosca

murmura entre dientes no se que oración.

 

En su historia debe vivir un misterio,

pues causa al mirarlo vaga confusión,

que contrasta el aire taciturno y serio

con el ya gastado traje de color. ..

 

¿Es un noble arruinado? Lleva el porte

y el ándar majestuoso de un señor

habituado a los faustos de la Corte. . .

 

¿Ha manejado esclavos o la hoz?

 

Tiene cierto encanto la figura austera,.

quijotesca y triste del afilador,

cuando arrastra el viejo carro de madera

con un gesto lleno de resignación.

 

De: “Nuevos Horizontes”, 1916.

 

NOCHE DE REYES

 

Mañana, cuando despiertes,

¡ cuántas, cuántas ilusiones

se trocarán en muñecos,

en confituras y goces!

 

 

Los reyes magos llegaron

silenciosos esta noche,

y encontrando tus zapatos

dejaron tropas, tambores,

pianos, cornetas, figuras

y un cartucho de bombones.

 

 

Mañana, cuando despiertes,

 

¡cuántas, cuántas ilusiones!

 

No te querías dormir. ..

 

“No apagues la luz, que entonces

 

en la sombra no podré

 

ver como ofrecen sus dones.

 

Madre, cuando tú los veas

diles que yo quiero un coche,

un caballo... el cuento aquel

de la durmiente en el bosque. . .”

¡Pide, boquita de rosa,

todo lo que se te antoje!

 

¡Ay! más tarde, cuando seas,

hijo de mi alma, un hombre

y no te causen halago

ni juguetes ni bombones...

 

¡quién pudiera como hoy,

para evitarte dolores,

como lleno tus zapatos

llenar tus aspiraciones!

 

HIJO MIO . . .

 

Hijo mío, si acaso

 

necesitas mi apoyo,

 

pide sin titubear, que al ayudarte,

 

renacerá mi gozo.

 

Y si para que rías

 

es justo y forzoso

 

que sacrifique toda mi existencia. . .

 

¡pide luz de mis ojos!

 

 

De: “Huerto Maternal”, 1919.

 

 

DESPUES...

 

Después que yo me haya

 

ido aparentemente,

 

porque no se termina

 

del todo con la muerte,

 

búscame en las auroras, hijo mío,

 

y en los atardeceres. . .

 

Me encontrarás también entre los rayos

dorados de Selene

 

y allá en tu corazón, yo he de ser una

palpitación alegre. . .

 

Cuando en tu copa brille el dulce oro

de las dichosa mieles,

no importa que me olvides. . .

 

Y en tu egoísmo, bebe

a solas el licor

de todos los placeres.

 

Pero si sufres volaré hacia tí. . .

 

¡ Si yo habré de ser ese

pañuelo de ternura

que tus lágrimas seque!

 

En tu gozo tal vez no esté a tu lado,

pero ay ¡en el dolor yo estaré siempre!

 

De: “Huerto Maternal”, 1919.

 

PLEGARIA

 

Si antes de mi existir

y entrar en el dolor

del vivir

 

 

 

me hubieras permitido

ser lo que deseara,

yo habría de elegir,

 

Señor,

 

ser una fuente clara,

 

alguna nube, un nido,

 

un remanso, un oleaje

 

del mar, cualquier paisaje,

 

un árbol, un reflejo, un astro, ser

 

el misterioso y vago atardecer,

 

Esa fragante flor que pinta Abril,

o lo que lleva un miserable nombre

cual la oruga, el reptil.

 

¡Todo lo hubiera sido menos hombre!

 

 

De: “56 Poemas”, 1923.

Tomado de:

https://archive.org/stream/JulioJ.Casal1966Antologia/Julio%20J.%20Casal%20-%201966%20-%20Antologia_djvu.txt

 

 

 


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