ÁRBOL
Árbol, yo ya sabia que eras hermano mío.
Hacia los cielos vamos en claro florecer.,.
Y tus ramas audaces, hallaron el rocío
en el cristal y el ámbar, luz de mi amanecer…
¡Árbol, yo ya sabia que eras hermano mío!
En ti hay, a momentos, más pájaros que hojas
Y eres en primavera mágico surtidor.
Y en mí, ¡qué profusión de rosas, blancas, rojas,
Y qué acento en mi lírico manantial interior!
Los dos brindamos, árbol, savia joven y nueva.
Y por nosotros corre un idéntico río
de emoción, y sabemos en las nieves de prueba
aguardar libremente el calor de otro estío.
Hacia lo azul, el mismo impulso azul nos lleva…
Árbol, yo ya sabía que eras hermano mío.
Tomado de:
https://arboldepoesia.wordpress.com/2013/09/30/arbol-julio-j-casal/
MIRO RODAR LAS HORAS. ..
Miro rodar las horas, tranquilas y serenas,
con la mirada quieta, cansada, distraída,
y doblo los caminos amargos de la vida
hastiado de las flores y de las cosas buenas.
Pasan en caravana las dichas y las penas,
la tristeza que viene y la que ha tiempo es ida.
El alma ensueña todo, después todo lo olvida
y pasan los recuerdos como sombras ajenas.
Sin evocar su imagen, a veces llega inquieta,
despertando mis sueños lejanos de poeta,
mis rimas, las primeras, sutiles, venturosas.
Un aleteo cubre la noche del engaño.
Luego, la indiferencia y el triste desengaño
de comprender la vida y el fondo de las cosas.
De: “REGRETS”, 1910.
AMO. . .
Amo en las tardes de oro, cuando cruzo
no importa qué sendero,
escuchar el plañir de unas campanas
místicas, a lo lejos.
Embriagarme a la sombra
de algún dulce recuerdo,
perderme entre mí mismo
deletreando un misterio.
Vivir lo que no existe,
lo que al ser malo es bueno,
y saborear el libro
de todos los secretos.
Cantar interiormente.
Hallar del otro lado del camino
algún viajero
cuya mano, dijese adiós de prisa
y se perdiese luego.
Sorprender bien de cerca
el murmullo de un beso
la flor desvanecida
escapándose el céfiro.
Y al fin para gustar de esta existencia
lo más dulce y más bello,
poner el corazón en el latido
musical del silencio.
De: “ALLA LEJOS”, 1912.
PREFIERO. . .
Prefiero el sobrio pensar
a la fatua maravilla.. .
Las espumas de la orilla
no forman el hondo mar.
Misterioso, suave o rudo
amo lo oculto en un ser.
Me emociona en la mujer
más que la seda, el desnudo.
Sufro lo cierto, que al fin
esa es la mejor mentira.
¿Oué fuera sin voz la lira
y sin flores el jardín?
La sombra en su negro rol
Por eso sólo me exalta
vela siempre alguna falta,
en esta vida, tan triste
o alegre, aquello que viste
la pincelada del sol.
De “Cielos y llanuras", 1914
EL POETA DE LA ALDEA:
Un soñador de quince a veinte años,
que tiene el corazón de penas lleno,
sin haberse embriagado en el veneno
de la experiencia y de los desengaños.
Sueña un cielo de rimas caprichosas
e, ignorante del mundo y de la vida,
sabe vivir de la ilusión perdida
y analizar el fondo de las cosas.
Y ha recorrido todo lo que existe
con el vuelo atrevido e imaginario
de ese pájaro azul que hay en la idea,
sin ir más lejos de la sombra triste
que proyecta el vetusto campanario
de su tranquila y apacible aldea.
De: “Cielos y llanuras”, 1914.
EL AFILADOR (Fragmento)
Viene con su carro viejo. . . ¿sin duda
ignoráis la historia del afilador?
el alma de tibios afectos desnuda
de sus claros valles un día emigró.
América sabe ser hospitalaria.
Ella simboliza para el labrador
toda la dulzura de una plegaria
y un hogar cubierto de paz y de sol. . .
Partieron en busca de otros horizontes.
Y hoy que la locura de viajar pasó,
sueñan en los buenos y nativos montes,
jugueteando en ellos la imaginación. . .
Retornar desean al pueblo, mas nunca
pensará en regresos el afilador.
Dice que ya tiene la experiencia trunca
y que en sus montañas a nadie dejó.
Huraño el semblante la mirada hosca,
parece sumido siempre en un dolor. . .
Mientras rueda el carro de madera tosca
murmura entre dientes no se que oración.
En su historia debe vivir un misterio,
pues causa al mirarlo vaga confusión,
que contrasta el aire taciturno y serio
con el ya gastado traje de color. ..
¿Es un noble arruinado? Lleva el porte
y el ándar majestuoso de un señor
habituado a los faustos de la Corte. . .
¿Ha manejado esclavos o la hoz?
Tiene cierto encanto la figura austera,.
quijotesca y triste del afilador,
cuando arrastra el viejo carro de madera
con un gesto lleno de resignación.
De: “Nuevos Horizontes”, 1916.
NOCHE DE REYES
Mañana, cuando despiertes,
¡ cuántas, cuántas ilusiones
se trocarán en muñecos,
en confituras y goces!
Los reyes magos llegaron
silenciosos esta noche,
y encontrando tus zapatos
dejaron tropas, tambores,
pianos, cornetas, figuras
y un cartucho de bombones.
Mañana, cuando despiertes,
¡cuántas, cuántas ilusiones!
No te querías dormir. ..
“No apagues la luz, que entonces
en la sombra no podré
ver como ofrecen sus dones.
Madre, cuando tú los veas
diles que yo quiero un coche,
un caballo... el cuento aquel
de la durmiente en el bosque. . .”
¡Pide, boquita de rosa,
todo lo que se te antoje!
¡Ay! más tarde, cuando seas,
hijo de mi alma, un hombre
y no te causen halago
ni juguetes ni bombones...
¡quién pudiera como hoy,
para evitarte dolores,
como lleno tus zapatos
llenar tus aspiraciones!
HIJO MIO . . .
Hijo mío, si acaso
necesitas mi apoyo,
pide sin titubear, que al ayudarte,
renacerá mi gozo.
Y si para que rías
es justo y forzoso
que sacrifique toda mi existencia. . .
¡pide luz de mis ojos!
De: “Huerto Maternal”, 1919.
DESPUES...
Después que yo me haya
ido aparentemente,
porque no se termina
del todo con la muerte,
búscame en las auroras, hijo mío,
y en los atardeceres. . .
Me encontrarás también entre los rayos
dorados de Selene
y allá en tu corazón, yo he de ser una
palpitación alegre. . .
Cuando en tu copa brille el dulce oro
de las dichosa mieles,
no importa que me olvides. . .
Y en tu egoísmo, bebe
a solas el licor
de todos los placeres.
Pero si sufres volaré hacia tí. . .
¡ Si yo habré de ser ese
pañuelo de ternura
que tus lágrimas seque!
En tu gozo tal vez no esté a tu lado,
pero ay ¡en el dolor yo estaré siempre!
De: “Huerto Maternal”, 1919.
PLEGARIA
Si antes de mi existir
y entrar en el dolor
del vivir
me hubieras permitido
ser lo que deseara,
yo habría de elegir,
Señor,
ser una fuente clara,
alguna nube, un nido,
un remanso, un oleaje
del mar, cualquier paisaje,
un árbol, un reflejo, un astro, ser
el misterioso y vago atardecer,
Esa fragante flor que pinta Abril,
o lo que lleva un miserable nombre
cual la oruga, el reptil.
¡Todo lo hubiera sido menos hombre!
De: “56 Poemas”, 1923.
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