domingo, 3 de septiembre de 2023

POEMAS DE FRANCISCO CERVANTES VIDAL


Aquí principio

 

 

 

Narro esta historia para escarmiento propio,

 

yo, conocedor de mi paso escurridizo,

 

de mi memoria pantanosa,

 

del álgido transcurrir que nos agota.

 

Amo la niebla a la que me arrojo

 

y en la que me sumerjo.

 

Sin embargo, aclarar es justo

 

que soy un poco menos rencoroso de lo que deseara,

 

que todo lo adelgaza el uso,

 

aun lo menos manifiesto.

 

Breve soy, sin pecados ni arrepentimientos,

 

con todas las dudas habidas y por haber

 

en mi mente que espera la muerte de un instante

 

porque también es de esperar en un instante la propia muerte.

 

Ah, también nuestra muerte es ajena,

 

es nuestra sólo para que nos consolemos.

 

Narro esta historia para escarmiento propio,

 

yo, conocedor de mi paso escurridizo.

 

 

Ya lejos, recuerdo Bogotá

 

 

Recuerdo que recordé el lugar

 

Donde me iban a matar.

 

Soñado muchos años antes

 

Y no era quien moría este Cervantes.

 

Otro ser distinto era, otra persona

 

A la que habita hoy quien tal razona.

 

Cierro los ojos. Veo la Carrera donde mi destino está.

 

Diciembre me lo mostrara en Bogotá.

 

Barro Colorado, si mi sangre en ti mezclada

 

Ya fue, ¿de nuevo encontraré la nada

 

En tu polvo más real que esta sangría?

 

Bogotá, Bogotá, mi sangre es tan tuya como mía.

 

 

Cantiga distante

 

 

 

Ahora es preciso intentar

 

Un arte tan restringido

 

Que diréis fue gemido

 

Mejor aún que cantar.

 

Si así fuera, pues creed

 

Ca si de ella tuve tal sed

 

Ca pronto la hube perder.

 

*

 

Mas allí hube tanta paz

 

Y dicha de mi descuido,

 

Que fui en los amores servido

 

Y en servicio, fui mortal.

 

Amor, no pude retener

 

A quien saudoso mi ser

 

Destrúyolo, sin querer.

 

*

 

Para ahora me callar

 

Necesitara medido,

 

Tener el dolor sentido,

 

Y hacerme hacia la mar.

 

Mas para tal menester

 

Haré el olvido valer

 

Por encima de mi ser.

 

 

Cantar que no se pudo evitar

 

 

 

¿No se dijo ya en otra parte?

 

Oh, Dueña de la mi suerte,

 

Teneros es mucho el arte,

 

Olvidaros es la muerte.

 

 

 

Si me negáis el descanso

 

De ello seréis deudora.

 

Y ni mío ni vuestro, Señora,

 

Será el corazón que alcanzo

 

Tan sólo a sentir deshecho

 

Cuando me destroza el pecho.

 

 

 

Porque de vos ya precisa

 

Aun si le das desaire.

 

Precisa de vos, vueso aire

 

Y aun de vuesa sonrisa.

 

Esa más podéis negarme,

 

Si queréis, en hora mala,

 

Lo ha de sufrir mi carne

 

Que aquí se me acaba el alma.

 

 

Pequena prece pra esquecer a minha coitada sorte

 

 

 

i

 

 

 

Señora, hoy se me ha muerto

 

Aquel que en vos vivía

 

Y que os amaba.

 

 

 

Diréisme: ainda se desperto

 

Xá non vos perseguía

 

Nin era lava.

 

 

 

Lo que en su desventura

 

Llamárese fortuna.

 

 

 

ii

 

 

 

Mas heme aquí que, cegado,

 

Y rota la memoria,

 

Desdicha tanta.

 

 

 

No habríame ya bañado

 

Ni esta luz mortuoria

 

Que hoy vos canta.

 

 

 

Quedaría el fantasma

 

En que voy a vuese alma.

 

 

iii

 

 

 

Oh, la tan infiel Señora,

 

Dejad que él vos encuentre

 

Y así borre

 

 

 

La agonía que lo socorre,

 

La suerte que demora

 

Ya de otra suerte

 

 

 

Su maltrecha materia

 

Y ésta su miseria.

 

 

Cantado para nadie

 

 

 

La cólera, el silencio,

 

Su alta arboladura

 

Te dieron este invierno.

 

Mas óyete en tu lengua:

 

Acaso el castellano,

 

No es seguro.

 

Canciones de otros siglos si canciones

 

Dolores los que tienen todos, aun aquellos

 

—Los más— mejores que tú mismo.

 

Y es bueno todo: el vino, la comida,

 

En la calle los insultos

 

Y en la noche tales sueños.

 

¿A dónde regresar si sólo evocas?

 

¿Amor? Digamos que entendiste y aun digamos

 

Que tal cariño te fue dado.

 

Pero ni entonces ni aun menos ahora

 

Te importó la comprensión que no buscaste

 

Y es claro que no tienes,

 

Bien es verdad que no sólo a ti te falta.

 

La ira, el improperio,

 

Los bajos sentimientos

 

Te dieron este canto.

 

 

Materia de distintos lais

 

 

 

A la sombra más pegada del muro

 

Apenas se le nota;

 

No sin insistencia se remueven

 

Los tonos y las líneas cercadoras.

 

Así la suerte del correo insensato.

 

Entre amantes, amigos o enemigos

 

Su propia vida pasa prontamente:

 

No otra ya tendrá.

 

¿Recibiste y llevaste las frecuentes

 

Oleadas de tu dicha o tu desgracia?

 

¿O sólo eres

 

Aquel que observa y que registra

 

la vida de los otros?

 

Torpe y secreto mejor que fascinante,

 

Dueño de tu latín más que del de otros,

 

Hablando tus ficciones, tus dolencias,

 

Tus vicios, tu existencia,

 

Aunque relates

 

Materia de distintos lais.

 

 

Floresta de las emociones

 

 

 

De pronto

 

Un árbol delgado

 

Sale detrás de otro árbol.

 

Y luego otro,

 

Y otro,

 

Hasta que se organiza el bosque.

 

 

Afirmación sólida

 

 

 

Porque nada es eterno,

 

Corrijo las cartas que no escribí,

 

Lo sentido y jamás contado,

 

Aquello que ni llegué a pensar,

 

Pero a nadie se lo enseñaré.

 

Porque nada es eterno.

 

 

La obra soñada

 

 

¿Recuerdas la mañana en que te despertaste

 

buscando ansiosamente el libro aquel, que

 

habías escrito para documentar tu grandeza?

 

Tus ojos bordearon lomos y portadas, tus

 

ánimos se despeñaron entre pilas de lecturas.

 

¿Quién eras tú, que despertabas a la constante

 

de una obra?

 

La presencia del sol te devolvió la cerrazón

 

que creíste espacio expresivo. No estaba allí,

 

ni en parte alguna. Si lugar tenía era en tus sueños

 

y la memoria de ellos.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2019/02/poesia-panhispanica-no-16-francisco-cervantes/

 

 

LA FISURA DEL PASADO

A Ernesto Volkening

El sueño, que le es dado a todos,

Revela muchas veces la fisura

Del pasado, que en su forma pura

Busca nuevos cuerpos y acomodos.

Aunque los ojos cierre o abra

Y se mantenga en la vigilia,

El hombre no se reconcilia

Consigo ni con su palabra.

Mas alguna vez será el ocaso

En su destino o su memoria,

Que si algo perdura, acaso

Será su hado, no su gloria.

Nadie es ninguno, pues su paso

Se repite, no su historia.

 

 

DE HERIDAS QUE SE ALTERNAN (1985)


MEDITACIÓN SOBRE LOS MANIQUÍES

De la pintura de Bia Wouk, y para Joao

Un laberinto es lo que somos.

Tiempo sobre tiempos sobrepuestos.

Sueños, sobresueños, pesadillas.

El agua quieta, no se sabe

Qué aguarda, con la luz repite

Caninamente nuestra estancia.

La vemos caminar por esas calles.

Nos llaman reflejos, ¿y lo somos?

 

 

MÁQUINA DE LA MEMORIA

Mientras todo fue el fragor fuera del pecho

Pues enfurecido me llevaba

No hubo tiempo a la nostalgia

Ni un pequeño rincón a su cosecha.

Hoy, herido de muerte entre cadáveres,

Hago memoria.

Nadie podrá repetir estas palabras.

En ellas me confieso

Las heridas que humedecen mi pecho

Ardores precipitan y una especie de más prolongado

 [sueño

Siento que llega.

Ay, no tengo arrepentimiento alguno

De la gente que halló muerte en mi mano.

A eso venimos a la tierra:

A dar muerte o recibirla.

Y ya logrado tal efecto,

¿A quién le importa?

No, no me da miedo estar muriendo,

Tan sólo quisiera que abreviaran.

Oigo aquí cerca a un natural

Que asesta golpes de gracia a compañeros.

Ojalá pudiera gritar o removerme

Y él me viera o escuchara.

Acabó también todo coraje.

Me pesa la carne de los otros

Que oprime esta masa que yo soy

Una ventaja: no verme mutilado

Ni así permanecer más que el día de hoy,

Que es infinito.

Ni cuchillo ni bala

Vienen a ultimar la obra de los otros.

La sangre que derrocha mi agonía.

Oh, Dios, las nieblas hermosas que me alcanzan.

Con la carta en la mano

Y el viento al arrugarla

Llorará un poco.

Pero se ha de arreglar el pelo,

Se estirará el vestido hasta rozar el suelo.

Abrirá el biombo de cristal que cierra el paso

Entre el jardín más bien agreste

Y el ruido de los platos, los cubiertos,

Las copas y la gente.

Los comentarios infantiles sobre su esbelta belleza,

La adoración adivinada que algún comensal siente

 [por ella

Le arrojarán a la cara

Las viejas imágenes del soldado que murió

Hace unos días, en tierra extraña,

Matando por dinero,

Pero cuya carne ella quisiera sentir de nuevo

Dentro de sí, oh, qué hacer para pensar en él de otra

 [manera.

Mientras se sirve el vino

En una copa opaca

Siente el desprecio que le tuvo,

Porque era él un ser infame.

Pero la carne inflama

Y se reseca en un dolor ya sin salida,

En una estancia de familia,

Donde los invitados nada saben.

Sus niños le sonríen. El marido es amable.

¿Dónde esconder la carta?

¡Qué sueño tan desagradable!

Mas no despierta

Y, de repente,

Al llegar a los postres,

Grita con las fuerzas que le quedan

Y cae sobre la mesa, resbala aferrándose al mantel.

No, no está muerta.

 

 

ESPEJOS EMBISTIENTES

Ni en la muerte espero dormir

Álvaro de Campos

Es el agua, amiga,

El agua del insomnio

Que larga, cansadamente se derrama.

Óyela cómo se levanta

Sobre tu alma.

Tú, que aún sollozas entre lienzos,

Que repasas viejos rencores

Con un cuchillo roído por gangrena,

Como el niño que las rejas

De la ventana hace cantar

Con una regla de la escuela.

Pero si tratas de sestear,

Oyes el agua,

El agua, amiga mía,

El agua en que has de ahogar

Tus amores, los desalentados,

Los vestidos y los amantes que tienen otras que tú

 [envidias,

La joya que robaste

Y descubrieron en tu bolsa,

Destinada a ti como regalo ya desde antes,

Pero cuyo presente así evitaste.

Mira los cuadros sombríos que vigilan tus sueños

 [para siempre,

En galerías de espejos embistientes

Que nacen de un agua pesada y ronca,

De un agua persistente que se mueve a grandes

 [torbellinos,

Que cuando ya va a ahogarte se retira

Sólo para que le des espacio que invadir

En la esperanza,

¡El agua del insomnio, amiga mía!

 

 

HERIDAS QUE SE ALTERNAN

Te preparas a salir,

Te habrás marchado

Antes de lo que tú quisieras

Pero después de lo que otros han deseado.

Tus pensamientos son amargos

Porque nacen, son

Heridas que se internan, heridas que se alternan

Y te amagan,

Te devuelven a ti mismo.

Pero se internan tanto

Que pronto han de cesar

Y cuando acaben

A ti será a quien habrán llevado

Más allá de todo, sin aceptación alguna o sin rechazo.

Tomado de:

http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/351-202-francisco-cervantes?showall=1

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