PRELUDIO
Cuando el descubridor llegó a la
primera isla.
no hay hombres desnudos
ninguna mujer desnuda
alfombrilla de ratón
inocente y temeroso
detrás de la vegetación.
Ni flechas venenosas del aire
ni gritos de alarma y de guerra
resonando a través de las colinas.
Solo había
las aves de presa
con garras afiladas
aves marinas
vuelo largo
los pájaros cantores
silbando nuevas melodías.
y la vegetación
cuyas semillas quedaron atrapadas
en las alas de los pájaros
cuando fueron arrastrados aquí
por las furias de las tormentas.
Cuando llegó el descubridor
y saltó desde la proa de la lancha
arrastrada a la orilla
enterrando
pie derecho en la arena mojada
y se santiguó
todavía asustado y sorprendido
Piensa en El-Rei
en este momento entonces
en este momento inicial
comenzó a cumplirse
Este destino todavía nos pertenece a
todos.
POEMA DEL MAR
El drama del mar,
Domina la inquietud,
alguna vez
alguna vez
¡dentro de nosotros!
¡El mar!
circundante
arrestando a nuestras islas!
Dejando el barniz de su salitre en los
rostros de los pescadores,
Roncando en las arenas de nuestras
playas,
Golpeando tu voz contra las montañas,
balanceando los barcos de madera que
navegan hacia estas costas...
¡El mar!
poniendo oraciones en tus labios,
dejando en los ojos de los que se
quedaron
la nostalgia resignada de países
lejanos
que nos llegan en las impresiones de
ilustraciones
en cintas de cine
y en este aire de otros climas que
traen pasajeros
¡cuando desembarcan para ver la
pobreza de la tierra!
¡El mar!
la esperanza en la carta desde lejos
¡que tal vez nunca vuelva a ocurrir!
¡El mar!
Extraño a los viejos marineros
contando historias de tiempos pasados,
Historias sobre la ballena que una vez
se convirtió en canoa...
de borracheras, de peleas, de mujeres,
en puertos extranjeros...
¡El mar!
dentro de todos nosotros,
en la esquina de Morna, *
en los cuerpos de chicas de piel
oscura,
sobre los ágiles muslos de las negras,
en el deseo por el viaje que permanece
en los sueños de muchas personas!
Esta invitación de todos los tiempos.
¡Qué nos hace el Mar por evadir!
Esta desesperación de querer irme
¡y tengo que quedarme!
*Morna – música triste de Cabo Verde.
Extraído de
BARBOSA, Rogerio Andrade. Al ritmo de
los tam-tams; antología poética de países africanos de habla portuguesa;
Brasilia: Tesauro, 1991. 165 p.
Página publicada en mayo de 2008, con
autorización de Thesaurus.
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/poesia_africana/cabo_verde/jorge_barbosa.html
DESTINOS
¿Destrozos de qué continente,
De qué cataclismos,
¿De qué sismos?…
Islas perdidas,
Olvidadas,
En un canto del mundo…
¡Destrozos de un naufragio!…
…Mas el naufragio continúa…
PANORAMA
¿Destrozos de qué continente,
de qué cataclismos,
de qué sismos,
de qué misterios?
Islas perdidas
en medio del mar.
olvidadas
en un canto del mundo…
-que las olas arrullan,
maltratan,
abrazan…
¡Montes alerta
implorando al cielo!
Montes alerta
en sus contorsionismos extáticos
de siglos,
riendo para el océano carcajadas
que quedaron apenas comenzadas,
sonriendo para el Cielo muecas
enigmáticas
como si evocaran un drama milenario…
Playas desiertas
de arenas suaves con fosforescencias
al Sol
y restos de navíos pudiéndose
a lo largo;
playas abiertas
a las brisas marinas;
playas cubiertas
de conchas caprichosas,
bucios multicolores, callaos hostiles;
playas
donde naufragaran
navíos,
a donde arribaran
carabelas,
donde saltaran
marineros quemados,
corsarios, esclavos, aventureros,
condenados, hidalgos, negreros,
donatarios de las islas,
Capitanes Mayores…
Tomado de:
https://www.trasdemar.com/home/traduccion/arquipelago-poemas-de-jorge-barbosa/
Rancho
Hubo sequía.
Y silencio después.
Ni rastro de plantas
ni restos de árboles
en el escenario reseco
de la planicie.
Nada más que el rancho
de piedra floja
y un recuerdo agobiante.
Al techo de paja
lo arrancó
la furia de la sudestada.
Los marcos
de las puertas y ventanas
quedaron abiertos
a la desolación.
Hubo sequía.
En tiempos así
la camilla mortuoria
de la Administración
no tiene descanso.
Primero se llevó
el cuerpo consumido de la mujer
y al hijo desnudo que estaba a su lado
con la barriga hinchada
como si hubiese muerto de empacho.
Después al hombre
de ojos quietos
abiertos todavía.
¡Tan silenciosa es la tragedia
de la sequía en estas islas!
¡Ni gritos ni alarma,
solamente la pasividad de irse
muriendo!
En la puerta del rancho
tres piedras juntas
tres piedras quemadas
que hace mucho no servían.
Y el aro de hierro del niño
con la vara puesta todavía.
Tomado de:
https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/poesia-social-y-revolucionaria-del-siglo-xx.pdf
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