Poemas de Gonzalo Arango
Revolución
Una mano
más una mano
no son dos manos
Son manos unidas
Une tu mano
a nuestras manos
para que el mundo
no esté en pocas manos
sino en todas las manos.
LA SALVAJE ESPERANZA
Eramos dioses y nos volvieron esclavos.
Eramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.
Eramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Eramos felices y nos civilizaron.
Quién refrescará la memoria de la tribu.
Quién revivirá nuestros dioses.
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya,
querida alma inamansable.
Poema tristísimo
Si muero
te invito al sol
alma mía
y no olvides
llevar tu cuerpo
Sufriremos felices
y juntos seremos
carne de luz
en la memoria de Dios
Y si no hay Dios
lo mismo da
Recordaremos el sol
que tanto nos gustaba
allá en Cali Colombia
Nuevo Mundo ¿Recuerdas?
¿O era en la luna?
¡Lo olvidé!
Ego literario
Qué clase de hombres son los literatos
que no creen en la palabra de Dios:
¿LA VIDA?
Sólo piensan en el ego literario
que es agonía.
Avaros intelectuales solitarios;
dementes ruinas.
Egos hartos de razones,
… ¡Pilatos de la vida!
(del libro “Providencia”)
Las revoluciones
Las revoluciones que no dan la libertad,
la quitan.
Si la revolución no da parejo
con el pan el paraíso,
degenera en terror y tiranía.
El ego de Estado es el infierno:
arte refinado de crueldad.
(del libro “Providencia”)
Niños acuarianos del amor
La naturaleza nos da el amor
que nos roba la ciudad.
Viajad hacia la verde célula del alma.
¡Sed puros!
Poderosos de amor;
autorizad la mente.
Nos esperan júbilos salvajes,
inesperadas violencias salvadoras,
la belleza arrasadora del fuego,
los frescos rocíos de la purificación saciada,
los secretos paraísos y sésamos del sentir,
la plenitud del despertar;
la realidad florida de la naturaleza
entonando odas de aleluya
a la inocencia del Ser.
¡Cantad la aurora
niños acuarianos del amor,
hijos de la Tierra
y el Sol!
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Gonzalo Arango - Poemas I
Poemas I
Del Libro "Cafè y Confusiòn"
I.
En un tiempo mi pasiòn fue el existencialismo, la literatura negra que celebraba el funeral del mundo occidental. Yo recogìa los despojos de esa crisis, su podredumbre. No me interesaba el destino del hombre y habia perdido la fe en Dios. Estaba solo como en la prehistoria..
De todos los trapos derrotados remendè una bandera: el nihilismo.
No volvì mas al templo de los viejos dioses y aprendì la blasfemia y el terror de las maldiciones.
Traicionada la metafisìsica por una moral maniquea, descubri que el oro de los santos era falso como los sìmbolos que encarnaban: la idolatraia del poder, la humillaciòn de las almas.
En el trono de Dios no reinaban la belleza, el amor, la justicia. En el mercado negro se subastaban los valores sagrados. La teologìa dejo de ser conocimiento de Dios para convertirse en el libro fabuloso de contabilidad.
Frente a esta industria de la fe, el demonio me pareciò mas idealista: ofrecìa la libertad a cambio del alma, el goce pleno de la tierra sin complejos de culpa. ! Era tentador ! me afiliè a la causa del demonio.
El placer era mi ideal. Mi aniquilamiento el porvenir. Brindaba por el din del mundo en mi propia destrucciòn.
Nunca abracè la felicidad, siempre una enfermedad nueva, una nueva desesperaciòn se sumaba al calvario donde clavarìa mi bandera de odio contra el mundo. Pererìa mi guerra con orgullo, solo. Por mi muerte el àngel de las resurreciones no tocarìa la trompeta ni se apagarìa el sol. Me hundiria solo en las sabrosas tinieblas.
Una noche toquè el fondo cuando vi aparecer un astro, su resplandor. No era un astro del cielo, era la sonrisa de una mujer. Me mirò como un puente entre el abismo y el horizonte, me tendiò la mano para pasar. Cuando estuve del otro lado desapareciò...
Sè que era una mujer y no un sueño, pues aùn me queda el aroma de su mano y el eco de esas tres palabras:
!Vamos a vivir!.
Del libro "Fuego en el Altar"
LA SALVAJE ESPERANZA.
Eramos dioses y nos volvieron esclavos.
Eramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.
Eramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Eramos felices y nos civilizaron.
Quién refrescará la memoria de la tribu.
Quién revivirá nuestros dioses.
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya,
querida alma inamansable.
ser un semáforo bajo la lluvia
ser un rayo sobre un pararrayo
ser un papagayo
ser un aviso luminoso a las 6 de la tarde
ser un revólver y una bala
un enemigo peligroso
un día cualquiera en la hoja del almanaque
unos hilos de lluvia sólida
un poco de frío
un edificio mojado de 14 pisos bajo la lluvia
el cielo hace su propia revolución
los hombres se esconden de miedo
en los recintos cerrados
en los aleros
en los escampavías
ser la velocidad de un automóvil
ser el comandante de la revolución celeste
ser una golondrina retardada en el imperio
de la lluvia
los hilos telegráficos destilan gotas
ser la terraza en el firmamento
el transeúnte que no puede llegar tarde a su trabajo
la novia que va para una cita de amor
la motocicleta estacionada en la mitad de la calle
ser la basura que corre
los vidrios resfriados
el calor dominado
ser como mi mujer que me invita al lecho por su
cuenta
ser un instante en compañía de otro instante
cualquiera
ser una carta abierta
un telegrama sintético con una mala noticia
el pedal de un dentista
un arroyo que pasa sin inmutarse
por las hojas que lleva a la desembocadura
una sumadora de besos
una restadora de dudas
una multiplicadora de instintos bajos
una divisora de penas
ser el premio mayor de la lotería
un florero con anémonas y gladiolos
una flor de saúco
una hoja de verbena
un pistilo estambrado
una declaración de guerra
un armisticio de paz
una revolución develada
un muerto
un vivo
unas ganas de orinar
como mi mujer que no piensa
luego existe
ser una y otra vez
indefinidamente
yo mismo gonzaloarango
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