Caverna
Es verdad que los muertos tampoco duranNi siquiera la muerte permaneceTodo vuelve a ser polvoPero la cueva preservó su entierroAquí están alineadoscada uno con su ofrendalos huesos dueños de una historia secretaAquí sabemos a qué sabe la muerteAquí sabemos lo que sabe la muerteLa piedra le dio vida a esta muerteLa piedra se hizo lava de muerteTodo está muertoEn esta cueva ni siquiera vive la muerteDe "Islas a la deriva, 1973-1975"
Copos de nieve sobre Wivenhoe
Entrecruzadoscaen,se aglomerany un segundo despuésse han dispersado.Caen y dejan caera la caída.Inmaterialesastrosintangibles;infinitos,planetas en desplome.
Contraelegía
Mi único tema es lo que ya no está
Y mi obsesión se llama lo perdidoMi punzante estribillo es nunca másY sin embargo amo este cambio perpetuoeste variar segundo tras segundoporque sin él lo que llamamos vidasería de piedra.
El mar sigue adelante
Entre tanto guijarro de la orillano sabe el maren dónde deshacerse¿Cuándo terminará su infernidadque lo ciñea la tierra enemigacomo instrumento de torturay no lo deja agonizarno le otorga un minuto de reposo?Tigre entre la olarascade su absoluta impermanenciaLas vueltasjamás serán igualesLa prisiónes siempre idéntica a sí mismaY cada ola quisiera ser la últimaquedarse congeladaen la boca de sal y arenaque mudamentele está diciendo siempre:Adelante
El reposo del fuego
(Don de Heraclito)
Pero el agua recorre los cristalesmusgosarnente :ignora que se altera,lejos del sueño, todo lo existente.Y el reposo del fuego es tomar formacon su pleno poder de transformarse.fuego del aire y soledad del fuego.al incendiar el aire que es de fuego.Fuego es el mundo que se extingue y prendepara durar (fue siempre) eternamente.Las cosas hoy dispersas se reúneny las que están más próximas se alejan:Soy y no soy aquel que te ha esperadoen el parque desierto una mañanajunto al río irrepetible en donde entraba(y no lo hará jamás, nunca dos veces)la luz de octubre rota en la espesura.Y fue el olor del mar: una paloma,como un arco de sal,ardió en el aire.No estabas, no estaráspero el oleajede una espuma remota confluíasobre mis actos y entre mis palabras(únicas nunca ajenas, nunca mías):El mar que es agua pura ante los pecesjamás ha de saciar la sed humana.
Éxodo
En lo alto del díaeres aquel que vuelvea borrar de la arena la oquedad de su paso;el miserable héroe que escapó del combatey apoyado en su escudo mira arder la derrota;el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpopara que el mar no arroje su cadáver a solas;el perpetuo exiliado que en el desierto miracrecer hondas ciudades que en el sol retroceden;el que clavó sus armas en la piel de un dios muertoel que escucha en el alba cantar un gallo y otroporque las profecías se están cumpliendo: atónitoy sin embargo cierto de haber negado todo;el que abre la manoy recibe la noche.
Fin de siglo
«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrarsino más sangre derramada¿Quién soy:el guarda de mi hermano o aquela quien adiestraronpara aceptar la muerte de los demás,no la propia muerte?¿A nombre de qué puedo condenar a muertea otros por lo que son o piensan?Pero ¿cómo dejar impunesla tortura o el genocidio o el matar de hambre?No quiero nada para mí:sólo anhelolo posible imposible:un mundo sin víctimas.Cómo lograrlo no está en mi poder;escapa a mi pequeñez, a mi pobre intentode vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo
con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculocerca de mí los gritos que no han cesadono me dejan cerrar los ojos
Gota de lluvia
Una gota de lluvia temblaba en la enredadera.Toda la noche estaba en esa humedad sombríaque de repenteiluminó la luna.
Idilio
Con aire de fatiga entraba el maren el desfiladeroEl viento heladodispersaba la nieve de la montañay túparecías un poco de primaveraanticipode la vida bullente bajo los hieloscalorpara la tierra muertacauteriode su corteza ensangrentadaMe enseñaste los nombres de las avesla edadde los pinos inconsolablesla horaen que suben y bajan las mareasEn la diafanidad de la mañanase borraban las penasla nostalgiadel extranjeroel rumorde guerras y desastresEl mundovolvía a ser un jardínque repoblabanlos primeros fantasmasuna página en blancouna vasijaen donde sólo cupo aquel instanteEl mar latíaEn tus ojosse anulaban los siglosla miseriaque llamamos historiael horrorque agazapa su insidia en el futuroY el vientoera otra vez la libertadque en vanointentamos fijaren las banderasComo un tañido funerario entróhasta el bosque un olor de muerteLas aguasse mancharon de Iodo y de venenoY los guardiasllegaron a ahuyentamosPorque sin damos cuenta pisábamosel terreno prohibidode la fábrica atrozen que elaborandefoliador y gas paralizante
La flecha
No importa que la flecha no alcance el blanco
Mejor así
No capturar ninguna presa
No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo la trayectoria el impulso
el tramo de aire recorrido en su ascenso
la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
en la extensión de la nada
Las flores del mar
A la memoria de Jaime García Terrés
Danza sobre las olas, vuelo flotante,
ductilidad, perfección, acorde absoluto
con el ritmo de las mareas,
la insondable música
que nace allá en el fondo y es retenida
en el santuario de las caracolas.
La medusa no oculta nada,
más bien despliega
su dicha de estar viva por un instante.
Parece la disponible, la acogedora
que sólo busca la fecundación,
no el placer ni el famoso amor,
para sentir: Ya cumplí,
ya ha pasado todo.
Puedo morir tranquila en la arena
donde me arrojarán las olas que no perdonan.
Medusa, flor del mar. La comparan
con la que petrifica a quien se atreve a mirarla.
Medusa blanca como la X'Tabay de los mayas
y la Desconocida que sale al paso y acecha
desde el Eclesiastés al pobre deseo.
Flores del mar y el mal las Medusas.
Cuando eres niño te advierten:
Limítate a contemplarlas.
Si las tocas, las espectrales
te dejarán su quemadura,
la marca a fuego, el estigma
de quien codicia lo prohibido.
Quizá dijiste en silencio:
Pretendo asir la marea,
acariciar lo imposible.
Nunca lo harás: las medusas
no son de nadie celestial o terrestre.
Son de la mar que no es ni mujer ni prójimo.
Son peces de la nada, plantas del viento,
quizá espejismos,
gasas de espuma ponzoñosa
En Veracruz las llaman aguas malas.
El pulpo
Oscuro dios de las profundidades,
helecho, hongo, jacinto,
entre rocas que nadie ha visto, allí, en el abismo,
donde al amanecer, contra la lumbre del sol,
baja la noche al fondo del mar y el pulpo le sorbe
con las ventosas de sus tentáculos tinta sombría.
Qué belleza nocturna su esplendor si navega
en lo más penumbrosamente salobre del agua madre,
para él cristalina y dulce.
Pero en la playa que infestó la basura plástica
esa joya carnal del viscoso vértigo
parece un monstruo; y están matando
/ a garrotazos / al indefenso encallado.
Alguien lanzó un arpón y el pulpo respira muerte
por la segunda asfixia que constituye su herida.
De sus labios no mana sangre: brota la noche
y enluta el mar y desvanece la tierra,
muy lentamente, mientras el pulpo se muere.
La falsa vida
Alguien te sigue a veces en silencio.
Las cosas nunca dichas
Se transforman en actos.
Atraviesas la noche en las manos del sueño,
Pero el otro, implacable,
No te abandona: lucha
Contra la irrealidad, la falsa vida
Donde todo es ocaso.
Frágil perseguidor que eres tú mismo,
Lo has obligado a ser, en guardia siempre,
El minucioso espejo que no olvida.
Los elementos de la noche
Bajo el mínimo imperio que el verno ha roído
se derrumban los días, la fe, las previsiones.
En el último valle la destrucción se sacia
en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.
La lluvia extingue
el bosque iluminado por el relámpago.
La noche deja su veneno.
Las palabras se rompen contra el aire.
Nada se restituye, nada otorga
el verdor a los campos calcinados.
Ni el agua en su destierro
sucederá a la fuente
ni los huesos del águila
volverán por sus alas.
Aceleración de la historia
Escribo unas palabras
y al mismo
ya dicen otra cosa
significan
una intención distinta
son ya dóciles
al Carbono 14
Criptogramas
de un pueblo remotísimo
que busca
la escritura en tinieblas.
Prehistoria
A la memoria de Jaime Sabines
1
En las paredes de esta cueva
pinto el venado
para adueñarme de su carne,
para ser él,
para que su fuerza y su ligereza sean mías
y me vuelva el primero
entre los cazadores de la tribu.
En este santuario
divinizo las fuerzas que no comprendo.
Invento a Dios,
a semejanza del Gran Padre que anhelo ser,
con poder absoluto sobre la tribu.
En este ladrillo
trazo las letras iniciales,
el alfabeto con que me apropio del mundo al simbolizarlo.
La T es la torre y desde allí gobierno y vigilo.
La M es el mar desconocido y temible.
Gracias a ti, alfabeto hecho por mi mano,
habrá un solo Dios: el mío.
Y no tolerará otras deidades.
Una sola verdad: la mía.
Y quien se oponga a ella recibirá su castigo.
Habrá jerarquías, memoria, ley:
mi ley: la ley del más fuerte
para que dure siempre mi poder sobre el mundo.
2
Al contemplar por vez primera la noche
me pregunté: ¿será eterna?
Quise indagar la razón del sol, la inconstante
movilidad de la luna,
la misteriosa armada de estrellas
que navegan sin desplomarse.
Enseguida pensé que Dios es dos:
la luna y el sol, la tierra y el mar, el aire y el fuego,
O es dos en uno:
la lluvia / la planta, el relámpago / el trueno.
¿De dónde viene la lumbre del cielo?
¿La produce el estruendo? ¿O es la llama
la que resuena al desgarrar el espacio?
(como la grieta al muro antes de caer
por los espasmos del planeta siempre en trance de hacerse).
¿Dios es el bien porque regala la lluvia?
¿Dios es el mal por ser la piedra que mata?
¿Dios es el agua que cuando falta aniquila
y cuando crece nos arrastra y ahoga?
A la parte de mí que me da miedo
la llamaré Demonio.
¿O es el doble de Dios, su inmensa sombra?
Porque sin el dolor y sin el mal
no existirían el bien ni el placer,
del mismo modo que para la luz
son necesarias las tinieblas.
Nunca jamás encontraré la respuesta.
No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.
Se acabó el que me dieron.
3
Ustedes, los que escudriñen nuestra basura
y desentierren puntas
de pedernal, collares de barro
o lajas afiladas para crear muerte;
figuras de mujeres en que intentamos
celebrar el misterio del placer
y la fertilidad que nos permite seguir aquí contra todo
-enigma absoluto
para nuestro cerebro si apenas está urdiendo el lenguaje-,
lo llamarán mamut.
Pero nosotros en cambio
jamás decimos su nombre:
tan venerado es por la horda que somos.
El lobo nos enseñó a cazar en manada.
Nos dividimos el trabajo, aprendimos:
la carne se come, la sangre fresca se bebe,
como fermento de uva.
Con su piel nos cubrimos.
Sus filosos colmillos se hacen lanzas
para triunfar en la guerra.
Con los huesos forjamos
insignias que señalan nuestro alto rango.
Así pues, hemos vencido al coloso.
Escuchen cómo suena nuestro grito de triunfo.
Qué lástima.
Ya se acabaron los gigantes.
Nunca habrá otro mamut sobre la tierra.
4
Mujer, no eres como yo
pero me haces falta.
Sin ti seria una cabeza sin tronco
o un tronco sin cabeza. No un árbol
sino una piedra rodante.
Y como representas la mitad que no tengo
y te envidio el poder de construir la vida en tu cuerpo,
diré: nació de mí, fue un desprendimiento:
debe quedar atada por un cordón umbilical invisible.
Tu fuerza me da miedo.
Debo someterte
como a las fieras tan temidas de ayer .
Hoy, gracias a mi crueldad y a mi astucia,
labran los campos, me transportan, me cuidan,
me dan su leche y hasta su piel y su carne.
Si no aceptas el yugo,
si queda aún como rescoldo una chispa
de aquellos tiempos en que eras reina de todo,
voy a situarte entre los demonios que he creado
para definir como El Mal cuanto se interponga
en mi camino hacia el poder absoluto.
Miseria de la poesía
Me pregunto qué puedo hacer contigo Ahora que han pasado tantos años, Cayeron los imperios,
La creciente arrasó con los jardines, Se borraron las fotos
Y en los sitios sagrados del amor
Se levantan comercios y oficinas
(con nombres en inglés naturalmente).
Me pregunto qué puedo hacer contigo Y hago un pseudo poema
Que tú nunca leerás
―o si lo lees,
En vez de una punzada de nostalgia, Provocará tu sonrisita crítica.
****
El silencio
La silenciosa noche. Aquí en el bosque No se escuchan rumores.
Los gusanos trabajan.
Los pájaros de presa hacen lo suyo. Pero yo no oigo nada.
Sólo el silencio que da miedo. Tan raro, Tan escaso se ha vuelto en este mundo Que ya nadie se acuerda de cómo suena, Nadie quiere
Estar consigo mismo un instante.
Mañana
Dejaremos la verdadera vida para mañana. No asco de ser ni pesadumbre de estar vivo: Extrañeza
De hallarse aquí y ahora en esta hora tan muda. Silencio en este bosque, en esta casa
A la mitad del bosque.
¿Se habrá acabado el mundo?
*****
Alta traición
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
****
Indeseable
No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
de callarme y hundirme en la basura.
****
Presencia
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.
****
Tarde o temprano
I
No tenemos raíces en la tierra.
No estaremos en ella para siempre:
sólo un instante breve.
También se quiebra el jade
y rompe el oro
y hasta el plumaje de quetzal se desgarra.
No tendremos la vida para siempre:
sólo un instante breve.
II
En el libro del mundo Dios escribe
con flores a los hombres
y con cantos
les da luz y tinieblas.
Después los va borrando:
guerreros, príncipes,
con tinta negra los revierte a la sombra
No somos reyes:
somos figuras en un libro de estampas.
No tenemos raíces en la tierra.
No estaremos en ella para siempre:
sólo un instante breve.
También se quiebra el jade
y rompe el oro
y hasta el plumaje de quetzal se desgarra.
No tendremos la vida para siempre:
sólo un instante breve.
II
En el libro del mundo Dios escribe
con flores a los hombres
y con cantos
les da luz y tinieblas.
Después los va borrando:
guerreros, príncipes,
con tinta negra los revierte a la sombra
No somos reyes:
somos figuras en un libro de estampas.
III
Dios no fincó su hogar en parte alguna.
Solo, en el fondo de su cielo hueco,
está Dios inventando la palabra.
¿Alguien lo vio en la tierra?
Aquí se hastía,
no es amigo de nadie.
Todos llegamos al lugar del misterio.
Dios no fincó su hogar en parte alguna.
Solo, en el fondo de su cielo hueco,
está Dios inventando la palabra.
¿Alguien lo vio en la tierra?
Aquí se hastía,
no es amigo de nadie.
Todos llegamos al lugar del misterio.
IV
De cuatro en cuatro nos iremos muriendo
aquí sobre la tierra.
Somos como pinturas que se borran,
flores secas, plumajes apagados.
Ahora entiendo este misterio, este enigma:
el poder y la gloria no son nada:
con el jade y el oro bajaremos
al lugar de los muertos.
De lo que ven mis ojos desde el trono
no quedará ni el polvo en esta tierra.
De cuatro en cuatro nos iremos muriendo
aquí sobre la tierra.
Somos como pinturas que se borran,
flores secas, plumajes apagados.
Ahora entiendo este misterio, este enigma:
el poder y la gloria no son nada:
con el jade y el oro bajaremos
al lugar de los muertos.
De lo que ven mis ojos desde el trono
no quedará ni el polvo en esta tierra.
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