jueves, 28 de abril de 2016

POEMAS DE MARÍA CEGARRA SALCEDO


 (La Unión, 1903 - Murcia, 1993)

Presencia de Miguel

Nadie,
–ni antes ni después de ti–
Supo, sabe
Pronunciar mi nombre.
Hacías una creación de la palabra,
Del tono, del sonido, del acento…
Entonces…
Te recuerdo en mi nombre
-aprendido de ti-
Que conmigo inseparable, llevo.
Inconsumible, ingrávido.
Sin muerte y sin dolor.

Versos a su tierra


Me moriré en La Unión, junto a las minas,
Con un rumor de mar a mi costado.
El cante de mi tierra como rezo.
Y el trovo de un amigo por corona.

Del libro Desvarío y fórmulas

Praderas de números
Vertientes de letras.
Quiero espigar rosas
Y corto símbolos.
Busco el agua
En el cristal y susurro
Y surge la pizarra
Con su negro intenso.
Castigo y consuelo
Debatirse
Entre el no y el sí
De tu mandato;
Entre el sí y el no
De tu misterio.
Y llegar a encontrarse
Palpitando llena de incertidumbres
Y deseos.

Saeta dedicada al Cristo de los Mineros


Dame el marro compañero,
Que tengo que desclavar al Cristo de los Mineros
Y no voy a “relevar”.
No tengo miedo a las minas
Ni le temo a los barrenos
Porque conmigo camina
El Cristo de los Mineros
Sangrando por las espinas.
No necesitas sepulcro,
Que la galería te espera
Con los cirios de pirita
Y el sudario de galena.

Fragmentos de Poemas para un silencio


“Las lágrimas lavan mis ojos.
Borran su contacto con la tierra.
Puedo mirarte sin distancias.
Tenerte fuerte en las pupilas,
Entre limpios celajes.
El tiempo, de silencios cansado.
Tu voz por mi frente palpita.
Yo sola la percibo y entiendo.
A mí sola entrega su secreto.”
“Corrió su nombre entero hacia el cielo de los nombres.
Callar es mi destino.
No puedo nombrarla, no me responde.
Su nombre navega sin eco ni sonrisa,
Palpitando perdido.
Quiero que sean mares, cielos, soles,
Tierra caliente y levantada quienes me lo devuelvan.
Quiero que sea Dios quien abra el cielo de los nombres
y lo deje caer sobre mi frente fría.”


DESPUÉS


Me moriré en La Unión junto a las minas,
con un rumor de mar a mi costado,
el cante de mi tierra como rezo,
y el trozo de un amigo por corona.
Tengo miedo que me cubra la tierra.
Pero el amor callado de mi ensueño,
desgarrará la oscuridad silente
alcanzando la luz inconsumible.
Mi mesa con su enredo de cuartillas.
Cartas que no alcanzaron su respuesta.
Un libro abierto, un retrato escondido.
Envuelta en soledad de soledades,
sin que nadie la recoja y la viva,
la emoción de mis versos al olvido.

De "Cada día conmigo"


Hoy, mar.
Te he visto joven y alegre.
Has mojado tiernamente los pies,
de un hombre triste, descalzo,
que paseaba solitario por tu orilla.
Le has regalado una "chapina" blanca,
estriada moneda de tus sueños.
Con una gota de agua dentro,
redonda, transparente,
llena de versos y caminos.
Para la sed de un pétalo perdido,
O el bautismo de una mariposa.
Acaso aparecida lágrima
por las que nunca lloraron.



Necesito arena.
Un poco nada más.
La que cabe en la palma de la mano.
Pero ha de ser limpia, suave, seca,
sin conocer orillas ni marcas,
ignorando pisadas y desnudos.
Sin voces ni ruidos.
Que no sepa de peces ni de ahogados,
ni del rumor de caracolas.
Sin tortura de ramblas.
Blanca y pura arena, recogida con cuidado.
Sola.


De "Desvarío y fórmulas"




He sido


una sencilla profesora de química.


En una ciudad luminosa del sureste.


Después de las clases contemplaba el ancho mar.


Los dilatados, infinitos horizontes.


Y los torpedos grises de guerras dormidas.


He quemado mis largas horas en la lumbre


de símbolos y fórmulas. Junto a crisoles


de arcilla al rojo vivo hasta encontrar la plata.


No he descubierto nada.


No tengo ningún premio.


A Congresos no asistí.


Medallas y diplomas


nunca me fueron dados.


Minúscula sapiencia para tan grandes sueños.


Pequeñez agobiante para inquietudes tantas.


Y rebelde ha surgido, como agua en desierto,


el manantial jugoso, intenso, apasionado,


-dulce herencia entrañable- que tiene la riqueza


de llenar de poesía tan honda desolación.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario