(Argentina, 1896 - 1978)
A la orilla del río ...
A la orilla del río
un niño solo
con su perro.
A la orilla del río
dos soledades
tímidas
que se abrazan.
¿Qué mar oscuro,
qué mar oscuro,
los rodea,
cuando el agua es de cielo
que llega danzando
hasta las gramillas?
A la orilla del río
dos vidas solas
que se abrazan.
Solos, solos, quedaron
cerca del rancho.
La madre fue por algo.
El mundo era una crecida
nocturna.
¿Por qué el hambre y las piedras
y las palabras duras?
Y había enredaderas
que se miraban,
y sombras de sauces,
que se iban,
y ramas que quedaban…
Solos de pronto, solos,
ante la extraña noche
que subía y los rodeaba:
del vago, del profundo
terror igual,
surgió el desesperado
anhelo de un calor
que los flotara.
A la orilla del río
dos soledades puras
confundidas
sobre una isla efímera
de amor desesperado.
El animal temblaba.
¿De qué alegría
temblaba?
El niño casi lloraba.
¿De qué alegría
casi lloraba?
A la orilla del río
un niño solo
con su perro.
Ah, mis amigos, habláis de rimas...
Ah, mis amigos, habláis de rimasy habláis finamente de los crecimientos libres...en la seda fantástica os dan las hadas de los leñoscon sus suplicios de tísicas sobresaltadasque el otro cuerpo de la poesía está también allá, en el Juniode alas... Pero habéis pensado de crecida,Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpodesnudo casi bajo las agujas del cielo?despedido del “espíritu”, él, que sostiene oscuramente susdel que el vuestro, si frágil y si herido, vive desde “la división”, juegosque es una red de sangre la que os salva del vacío,con el pan que él amasa y que debe recibir a veces en un insulto de piedra? Habéis pensado, mis amigos,a no ser una escritura de vidrio?en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire, de esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio,Y sé que a veces halláis la melodía más difícilOh, yo sé que buscáis desde el principio el secreto de la tierra, y que os arrojáis al fuego, muchas veces, para encontrar el secreto…igual que en un capullo...que duerme en aquellos que mueren de silencio, corridos por el padre río, ahora, hacia las tiendas del viento… Pero cuidado, mis amigos, con envolveros en la seda de la poesíacruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin finNo olvidéis que la poesía, si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva, es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin, y tendida humildemente, humildemente, para el invento delamor…
Alma, sobre la linde...
Alma,sobre la linde de ese aparecido de amarilloen una acequia de limbo,alma, por qué tiritas,casi en seguidasi la melancolía, no lo ves?, pasa a su cielo, allá,del río.encima del platino que pareciera el en síagónicamente,y encima del infinito que se redime,don de amor, por qué no?,de las islas?...:don de amor que se revela, es cierto, luego de cernirseella,y un imposible de nomeolvides,por un imposible de hojillasde hilaspero que no puede menos de estirarse y estirarse, arriba, en una iluminacióncon una demora de rosa solamente, ay, solamente, todavía,que querrían curar la lividez, aún, de la frente del anochecer para la veladura del fin...contra las “ánimas” de la crecida,Es que Junio, en este momento, por ahí sube, sube de los juncos, y afila hasta el hielo las pestañas de la soledadyéndose por sus heridas,todas las “ánimas” que ni al unirse, paradojalmente, y ser la propia desesperación del aireen la misma espiral que anhelaría tocar, ay,no han de tener otros ecos que ésos de sus letanías en una invocación como a sí mismas, se dirá,los guiños de la eternidadel sentimiento de Sirio. .. ello en la línea de ese juego que ha de repetir en la mirada del miedo o en la pupila, si quieres, del destino de esas lástimas,y mares de silencioo las raicillas que hundirán los años-luz, en la quimera, también, de la piedad de un abismo, cuando los narcisos del origen, tal vez, con sus vigilias de milenios,por los países de Aliciaentre sí, desaparecieran, en qué antes?, bajo los remolinos de las tinieblas, en las avenidas del éter... o volviesen a su llamamiento del principiopara una vela sin velahacia el amor de una nube… Pero qué podrías hacer desde aquí, o desde tras de los visillos… qué podrías hacer, siquiera, por esos prójimos de silencio que en este momento han de atar a su “cubil”a los fines de la vozentre una vela de estertores y de chasquidos por ceñirles, serpentinamente, las pajas? Qué podrías hacer, di? Podrías, acaso, desenredar ese silencio que enfrentará a las “diademas del sur”,Pero quién declararía, quién, que los mismos suspirossí, del mismo “sur”? —Mas mi privación del presente no me induce, no, a olvidar la privación que “fantasmea”, me permitiríais, que “fantasmea “ las lamentaciones, o que “fantasmea”, mejor, lo que el pajonal ha de decir al aguzar una brisa... que atraviesan unas muselinas y se niegan, en realidad, de alguna manera,o del propio frío,los suspiros al unirse y presionar, aunque misteriosamente, sobre las ligaduras del atardecer o la mudez de los anegadizos no pudieran ayudarles, así, a liberar su metal, para cuando, a su vez, deban ellas inundar las constelaciones de las vías con el coro de las cuentas? —Sí, pero mientras,lo espectral o lo invisible,cuántos, cuántos, sin alcanzar una ramilla sobre la espuma y los nudos... los nudos... —Quién sabe... las callosidades hoy día se habitúan, ligerísimamente, a calzar las siete leguas… —Y hacia ellos, después, la invasión de lo que ahora sólo ha de dar contra su llanto en el rebote del llanto? —Si continuasen, desde luego, cerrando la “familia” a las “compañías” del viaje que deben de esperar, a cada diluvio, desde y bajo las lunas, aún, lo que en el Arca ha de veniro en el camino del reencuentro, a través delalguna vez, no?: las cepas de ese linaje que irá salvando de su noche a las sensitivas del agua, en el camino de la mirada que no temblará, no, en la relación, ni en la participación, fuera de los niveles y de la tristeza, tal vez... azul,con la melodía...con el presente, quizás, de las criaturas de las profundidades... y en esa caña, consecuentemente, sin divisiones, del sufí,el hálito, nuevamente, uno, uno,
Deja las letras ...
Deja las letras y deja la ciudad...Vamos a buscar, amigo, a la virgen del aire...Yo sé que nos espera tras de aquellas colinasen la azucena del azul...Yo quiero ser, amigo,uno, el más mínimo, de sus sentimientos de cristal…o mejor, uno, el más ligero, de sus latidos de perfume…No estás tú tambiénun poco sucio de letras y un poco sucio de ciudad?Sigue, sigue, por entre la bencina, sobre la lisa pesadillade las calles extremas, hacia la gracia de las huellas...Ay, la ternura de Octubre, a las nueve,ya hace, por aquí, flotar a la pesadillaen celeste de agua...Pero derivemos rápido, del lado de los caminos del rocío,invisible, casi, lo adivino, en el seno mismo de la luz...Sentémonos, mi amigo, entre estas niñas rubiasque suben y bajan, altas, por unas orillas de jardín,apoyadas, contra los cercos, sobre un rumor de enredaderas...El sol ha bebido sus propias perlasy hay apenas de ellas una memoria por secarse...No temas, no temas, y mira, mira hasta las islas...Viste alguna vez la melodía de los brillos?La viste ondular, todavía de gasa,desde tus pies al cielo, sobre el río?Oh, la misma ciudad, a lo lejos, es una música blancacon unos silencios amatistas...Y ahora, ahora, torna la vista alrededor…Saluda como un aura a estas humildes gracias de miel,capaces, sin embargo, de atraer hacia sía las abejas todas del díay de volver de margaritas a la melancolía más flotante…No las sientes curvarse bajo un amor transparenteen un hálito de alas?O es sólo la cortesía más misteriosaentre esa que inclina, alternadamente, a los otros finos tallos,ante algo que al parecer es la respiración de un dios?Saluda, también, a sus vecinas menos subidas y más pálidas:qué delicadísimo sueño de amapolillas más pálidas,sobre un rastreo de tases, serpentino?Y a las apenas malvas, medio escondidas entre las espiguitas:pétalos de alba, a su pesar, con sus secretos amarillos...Y a las apenas níveas, por bordadas, del país de Liliput,pero que visten, igual que a una novia, a toda la gramilla...Y ah, a las más sin nombre que se vancon los alambres libresen una fuga preciosa de piedritas...Y al trébol de allí, loco de verde, y miniado de sol,increiblemente miniado de sol en primores casi íntimospero que extenúan a la brisa...Y a las verbenillas, por cierto, de aquí:oh, la más dulce sangre labrada por los misteriospara los misterios de las hierbas.. .Y a estos emblemas de llama, perdidos de los trigosmas que blasonan, del mismo modo, todo el aire...Y a esos recuerdos de la luna,aparecidos de seda, ay, en una vigilia de espejoque se busca, a su vez, en su infinito todavía…Pero no olvidemos, mi amigo,a las esbeltas criaturas que arden el azul, allá,delante no se sabe qué sacramento etéreo:no olvidemos, mi amigo, a las criaturas de los cardos...Ni olvidemos a aquéllas que ya parecen abisalescon su “pasión” de cielo sobre el susurro trepador:rêveries de qué abismo hacia otro abismo las de mburucuyá?Y no habremos comprendido, es cierto, a todas. ..Cómo abrazar, mi amigo, a estas miríadas del besoque van estrellando, se diría, todos los minutoscon todos los pétalos y todos los fuegos del suspiro?Y si nos corriéramos hasta el arroyito del otro lado de la loma?Allí, lo veo, las redes hondas sin bautizocon su penumbra colgada y su casi vía láctea de jazminessobre una huida de vidrios, poco menos que nocturna,con las navecillas de cita. ..Y los laberintos de los taludes, aún con su sin finde pequeñísimas miradas en los iris más inéditos,dando no sé qué números de no sé qué otra nocheo qué mareo de gemas entre unos miedos de crepúsculo…Mas no oyes al silencio, ahora, mi amigo?Qué ave de diamante, di, sobre la línea del sueño,se deshace dulcemente?O qué llamado para el sacrificio, dide campanillas de humo?Oh, todo dorado de misivas sobre las alas del azares el mismo amor que no teme perdersecomo la propia gracia ya, libre, sobre su propio cielo decorolas…Y no oyes en este momento, di, al silencio o al amor más alláde las lianas que tejiera para vencer su abismo,asumiendo justamente la muerte con los modos de un espíritu?Sí, en los amantes invisibles está asimismo la otra floro el otro lado de esa flor,llama, serena llama, que viviría de su sombra...Dónde, entonces, aquí, nuestras debilidades hechas dioses?Aquí, lo que llamamos “horror”, o lo que llamamos“amenaza”,sonriendo desde la semilla, se diría,o equilibrando a las mariposas, si quieres,con un frío que nos duele, es cierto, en lo uno de la sangre...Pero aquí también enfrentando a lo innombrable,algo como los honores de un ángel...Mas es en nosotros, mi amigo, que la agonía es dividida,terriblemente dividida, y expedida a la ventura...Y aquella música blanca con unos silencios de jacarandaes?Allí y aquí, a la vez, la condena “de la rueda”,desde las madres del río y desde las madres de las zanjas...Y aquí, ay, asimismo, lo que vinimos a buscar..Si el lirio da a los precipicios, qué le vamos a hacer?Hay que perder a veces “la ciudad” y hay que perder a veces“las letras”para reencontrarlas sobre el vértigo, más purasen las relaciones de los orígenes...O más ligeras, si prefieres, como en ese domingoy en esa fantasía que serán...Hay que perder los vestidos y hay que perder la misma identidadpara que el poema, deseablemente anónimo,siga a la florecilla que no firma, no, su perfecciónen la armonía que la excede...O para ser el arpa de Lungmeneligiendo ella sola los temas de su música,lejos de los tañedores que se cantan a sí mismoso que no oyen con los suyos a los recuerdos de las ramasni lo que dice el viento…ni menos ven lo que el viento, por ahí, pone de pie. ..Y aquí, además, las rimas entre los escalofríos de las briznas,con los hilos temblando, siempre más allá de nuestra luz..Y el rostro de Ella no escrito,oh, recién nacido, con unos signos por hallary que serán, oh amigo, los que han de llevarte hasta su esenciacomo las mismas, las mismas letras de tu alma...Pero la viste a Ella,amaneciendo aquí, Ella, de la espuma de las matas,Venus de las colinas. Ella, sobre un flujo de jardín,virgen profunda ésta toda aún de cabellos?
Ella…
Ella estaba enamorada de sí misma…Oh, los espejos...Oh, la embriaguez de platade ellaen el aire de los zarcillos…Luego fue de los velos…Las nubes del otoñosólo,sólo, ay, para una novia...Los velos...Y fue más tarde de las hojas...pero de las hojas como joyasdel viento...Las hojas...Y con el tiempo fue del río…mas lo mismo que un ala,a veces invisible,sí....o una ramilla, al ras, midiendola danza...Un ala y una ramillaúnicamente… ay,del río…El río…Después, después, las cosascon su perfumeséptimo…Y ella, las cosas mismasbuscándose,para la comunión?,para la adoración?Y ella, las almas mismastambién,buscándose las manosen los laberintos,tras de todas las rejas,a través de todos los órdenes.. .a través de todoslos mundos...Las cosas y las almas...Y al fin, ay, al fin.. .el grito hacia el maro la noche...El grito de la niña,o de algoque ya no se veía,sobre el últimohilo…En la ribera, es cierto,sólo un hilollamando?La pregunta a las estrellasperdida, es cierto,en el jamás?Pero por qué, por qué,a la vez,menos que una vibración,menos,ella,en la corriente de las profundidadeshacia la edadverde…sube, sube de repente, sube...sin nombre,desde todas las presiones?Y por qué, por qué,de repente en la luz,quemada por un ángel,por quésale de la luz, ella, corriendo...corriendoa los caminos de la sed,con el vaso de agua en las manosy descalza,por qué?...PREGUNTAS A LA MELANCOLÍA
Qué tiempo del almaes éste que en la tarde, infinitamente, transpareceunas islas?O es setiembre, sólo,el que sueña sus espejos, abismándolos, aún,al nivel del confínque no termina, a su vez, de ser absorbido por el mismovacío?Pero por qué se hundenel verde y el celeste en la niñez… así:por qué?Por qué no vuelan, ellos, di, melancolíasi tienen, ya,plumas…:por qué?Y de dónde miras tú, melancolía, simisteriosamente,al fin,no parecen de aquíni los montes que recuerdan o que ansían o que olvidany que se sumenal trasluzde un espíritu, no?, de aguay de aire?De qué hierbas, entonces, tus ojos de doncella, di,melancolía,se azulan...y se deslíen...de cuáles?Por qué ahora te curvas y subes hasta casi abovedar ladespedida,aquélla,que eterniza, ya, un ríoy unas orillas...:por qué?si tu pensamiento, niña, al fin de savia, sólo habráde anochecer,y anochecer,una palidez de yermas,más allá de lo que, apenas, si amarillamente,urdiesetu penumbray tu brisapara la misma trama, acaso, a que por la mañana, te avendrías,al disolver tus hojillasen esa pecera que abrirá pero hacia arribao de arriba,la sublimación del rocío...?Por qué, en tal caso, te vas como una Ofelia por la líneade lo altoo en la línea sólo de tu frente, o del desvío,justamente, del haloque ha de apurarte, luego,el sueño de la clorofila o la diadema hasta después,todavía,de instilarte la primiciade una malaquita...:por qué?O es por ventura, la unidad contigo mismao con el flujo que te empinay te alisa,lo que te hace combar, así,destacadamente,el minuto...?Sería, pues, esto, di,melancolía…?di…?O no tendrías nombre, ni necesariamente edad, ni esencia,pues seríasy no seríasen la continuidad de ese “aire”que oscurece y se ilumina de lo íntimode la vidaa la vuelta de nada...o cuanto más, lo creíble y simultáneamente, lo increíbleque no deja de viviry de moriren la fe de una caña que careceríade articulaciones, para asumir, por ahíla respuesta, sin tiempo, a las respiraciones, a lavez,del cieloy de los abismos...?O no podrías ser, después de todo, el visoque en la oscuridad,nuestra prisaal borde del miedo,nomina…:ése de la mariposa de la descomposición y del horror que debede latir,por lo demás, la fugade todo el iris,a costa, es cierto, de ellos y quizás de una ausenciasin secarse aun,aunque en un devenirque los negaría, extrañamente, o si quieres,que los niegaasícon tu desdén mismode criatura toda frente, y del otro lado, o por encima,así,de los junquillos?
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