lunes, 10 de junio de 2019

POEMAS DE JAMES TATE


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(8 de diciembre de 1943, Kansas City, Misuri, Estados Unidos - 8 de julio de 2015, Massachusetts, Estados Unidos)


Joven con jamón


Lo estoy viendo desde mi ventana. Se aferra

al jamón como si fuera una pelota de rugby que todos

quieren robar. Sigue mirando por sobre su hombro y

deteniéndose para cerciorarse de que el jamón está bien resguardado

en sus manos. No hay nadie más en la calle. Pero, ¡momento!

el viejo Wilson, quien vive a metros de mi casa, aparece

de improviso, vistiendo tiradores y un sombrero de fieltro,

y está trotando lo mejor que puede,

persiguiendo al joven. Salgo al porche

para observar. El joven aún no ha visto al Sr. Wilson.

Entonces, en el último instante, lo descubre

e intenta escapar. Para mi gran sorpresa, el Sr. Wilson

vuela en palomita y tacklea al joven. Luchan

y gruñen. El Sr. Wilson logra arrebatar el jamón,

se zafa del joven,

y empieza a correr calle abajo con la presa.

Claramente, ahora es su jamón.


Curioso


Gabriela estaba recostada desnuda, panza arriba,

sobre la alfombra del living,

cuando un avión de juguete

antiguo, bajó zumbando desde el cielo,

aterrizó apenas cruzando sus senos

y carreteó hasta el límite con su pubis.

Yo estaba pintando una pared

y bajé el cepillo inmediatamente.

Ella sonreía.

“Fue un aterrizaje increíble”, le dije.

“Perfecto”, acotó.

Ella notó mi excitación y me avergoncé.

“solamente para vos”, dijo,

“voy a hacerlo de nuevo”.


Una historia verdadera


Era la hora del almuerzo, y yo estaba sentado en un banco

en el parque, cuando un lindo perrito se me acercó y me dijo:

“Discúlpeme señor, lamento importunarlo, pero ¿podría usted

convidarme un mordisco de su sándwich? La mendicidad

no es parte de mi naturaleza, pero ciertas circunstancias fuera

de mi control han menguado mi orgullo. Estoy perdido y confundido.

Parece que mi dueño me ha abandonado, y no he comido nada

durante seis días.”



“Querido amigo”, le dije, “por favor toma

lo que queda de este sándwich. Debo volver a mi trabajo, pero,

si quieres, ven a buscarme aquí a las cinco de la tarde, y estaré

muy contento de llevarte conmigo a mi hogar. Y, con tu

aprobación, de muy buen grado te alojaré,

y te alimentaré cada día, y estoy seguro de que

me harás muy feliz”.



El perro aceptó reencontrarse en el banco más tarde, pero

cuando regresé había tan sólo una nota.

Escrita en perfecta caligrafía, decía:

“Señor, no sin vergüenza debo rechazar su generosa

oferta. Lo he estafado durante seis días consecutivos,

y cada día usted me ha donado generosamente su almuerzo,

por lo que me siento en deuda. Sin embargo, su falta de memoria

me preocupa, y, en particular, cómo afectaría mi existencia

en su domicilio. Con todo respeto, señor, la vida del parque,

sobrevivir gracias a mi picardía,

me sienta de lo más bien”.


De algún modo sin conciencia de su origen celestial


El sol brillaba a través de la lluvia

creando de este modo el efecto de un segundo advenimiento

no de Cristo, sino de una bestia siniestra de un solo ojo,

incorpórea, excepto por el ojo

lagañoso y triste.

Un relámpago casi me mata de un susto.

Yo estaba sentado en mi silla, dejando

crecer mi  barba. Mi cerebro se encendía como

tablero de flipper y yo rezaba pidiendo orden.

Yolanda me preguntó si quería un sándwich.

“Un sándwich es quizás nuestra única esperanza,

nuestra mejor esperanza,

nuestra última posibilidad de sobrevivir a esta gran explosión.

Sos una santa

y una genia, Yolanda”, le dije.

“Hacételo vos”, me respondió.


Intentamos agradar


Me dirigí a la cabina y le dije

al piloto: “discúlpeme, Capitán, pero me parece

que me olvidé la cámara de fotos en el aeropuerto. ¿Habría

alguna posibilidad de que regresemos?” “No

hay problema”, me dijo, y el avión comenzó

a girar y a descender a una velocidad impresionante.

Los pasajeros gritaban. El envión me arrojó hacia atrás

y no conseguía incorporarme. Volví gateando a la cabina

y dije, “discúlpeme, Capitán, ya encontré mi cámara.

No hace falta regresar”.

El Capitán dijo “no hay problema”,

y el avión emprendió un nuevo giro y un rápido ascenso.

Nuevamente caí hacia atrás, y los pasajeros chillaban

y aullaban cada vez más. Pero pronto recobramos nuestro curso,

y el resto del viaje fue muy agradable,

y el aterrizaje fue perfecto.

Mientras hacíamos fila para salir,

el Capitán aguardaba junto a la puerta

de la cabina,

estrechando las manos de los pasajeros.

Cuando fue mi turno me preguntó,

“¿Qué tipo de cámara tenés?”

Le dije: “No tengo cámara”.

“Me encanta la gente como vos”, me dijo.

Y después me abrazó.

Y yo le di un beso en la mejilla.


El encantador arco de un meteoro en el cielo nocturno


En la fiesta estaban aquellas almas sabias

que nadaban por el fondo como esos enormes peces

blancos que viven cientos de años

pero no se divierten. Son casi ciegos y necesitan el frío.

William era una raya venenosa cuidando su cueva.

Solamente se le acercaban quienes estaban

preparados para la batalla mortal. Más cerca

de la superficie, los peces pequeños jugaban,

nadando en diseños mixtos que sólo un dios

podría descifrar. Chusmeaban y devoraban

y boxeaban y consumían, y algunos, sin duda,

hasta engendraban. Es una vida llena de agitación,

entusiasmo, melodrama y trinos, pero más temprano

que tarde, se acaba. Y nada se revela porque

nunca fue conocido.

Joder a los astronautas

I

Eventualmente debemos combinar las pesadillas.
un ángel fumando un cigarrillo en los escalones
Del último banco nacional, me dijo.
La puse con mi pulgar. No necesito eso
charla barata tengo mis propios problemas
Fue triste, emocionante y horrible.
Fue emocionante, horrible y triste.
Fue horrible, triste y emocionante.
Era acogedor, enojado, y deplorable.
Era adorable, alegre y tentadora.
Eventualmente hay que fumar un pulgar.
charla barata tengo mi propio angel
En los pasos de los problemas del banco.
Me dijo que no necesito eso.
Tomaré esta una ventana
Con sus mapas de hollín y arañazos.
para que mis sueños recuerden
entre sí y para que mis ojos no lo hagan.
cegarse por el nuevo mundo.


II

Las llamas no bailan ni se deslizan.
Han pintado la habitación de verde.
Bellas y desnudas, las esposas.
están durmiendo ante el fuego.
Ahora está fuera. Los hombres tienen
regresó a las chozas,
criaturas esclavizadas del bosque
piso a través de su blanco
estacion de vagones. Que casi sobre
lo hace, dice el otro,
tirando su cubo
sobre su cabeza Bueno, supongo
tenemos todo, dice uno,
sintiendo alrededor en el barro,
Como si fuera un niño.
Ahora recuerdan que quieren
que barro, quien no recuerda
para qué se levantaron
Ellos lo parcelan: cuando
están lo suficientemente borrachos
ellos van a la ciudad con
un cubo de barro, diciendo
podemos cortarlo en
Molinos de viento como una vaca hinchada.
Más tarde, pintan el interior.
de la choza negro,
y sentarse chupando huevos toda la noche,
Quieren algo real, útil,
pero no hay nada


III

Ingeniaré el amanecer
han desmontado nuestras sombras
nuestros ecos son borrados de las paredes
Tus pezones son los esqueletos de las aceitunas.
tus pezones son una delicia oriental
tus pezones desaparecen como papeles de cigarrillos
Tus pezones son la boca de los mudos.
así que ya no estoy aquí
madeja de rayo
la tinta oscura de la memoria en tu última sonrisa
donde las estrellas se han tragado su horario de trenes
Donde las estrellas se han ahogado en sus oscuras enaguas.
como un calcetín de hamburguesa
recibiendo el rayo
en su clítoris
rojo sobre rojo el prisionero
confiesa su vals
a través del rayo sacacorchos
no importa el rayo
en tus dientes vamos a vals
Soy la máquina de pinball hachís
que viola un piano.

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