viernes, 12 de marzo de 2021

POEMAS DE CAROLINA CORONADO

(12 de diciembre de 1820, Almendralejo, España - 15 de enero de 1911, Lisboa, Portugal)


El amor de los amores

 

I

¿Cómo te llamaré para que entiendas

que me dirijo a Ti, dulce amor mío,

cuando lleguen al mundo las ofrendas

que desde oculta soledad te envío?...

 

A Ti, sin nombre para mí en la tierra,

¿cómo te llamaré con aquel nombre,

tan claro que no pueda ningún hombre

confundirlo, al cruzar por esta sierra?

 

¿Cómo sabrás que enamorada vivo

siempre de Ti, que me lamento sola

del Gévora que pasa fugitivo

mirando relucir ola tras ola?

 

Aquí estoy aguardando en una peña

a que venga el que adora el alma mía;

¿porqué no ha de venir, si es tan risueña

la gruta que formé por si venía?

 

¿Qué tristeza ha de haber donde hay zarzales

todos en flor, y acacias olorosas,

y cayendo en el agua blancas rosas,

y entre la espuma libros virginales?

 

Y ¿por qué de mi vida has de esconderte?

¿Por qué no has de venir si yo te llamo?

¡Porque quiero mirarte, quiero verte

y tengo que decirte que te amo!

 

¿Quién nos ha de mirar por estas vegas,

como vengas al pie de las encinas,

si no hay más que palomas campesinas

que están también con sus amores ciegas?

 

Pero si quieres esperar la luna,

escondida estaré en la zarza-rosa,

y si vienes con planta cautelosa,

no nos podrá seguir paloma alguna.

 

Y no temas si alguna se despierta,

que si te logro ver, de gozo muero,

y aunque después lo cante al mundo entero,

¿qué han de decir los vivos de una muerta?

 

 

La luna es una ausencia

 

Y tú, ¿quién eres de la noche errante

aparición que pasas silenciosa,

cruzando los espacios ondulante

tras los vapores de la nube acuosa?

 

negra la tierra, triste el firmamento,

ciegos mis ojos sin tu luz estaban,

y suspirando entre el oscuro viento

tenebrosos espíritus vagaban.

 

yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos

perfiles asomar con lenta calma,

como tu rayo descendió a mis ojos,

tierna alegría descendió a mi alma.

 

¿Y a mis ruegos acudes perezosa

cuando amoroso el corazón te ansía?

Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa

hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!

 

 

La rosa blanca

 

¿Cuál de las hijas del verano ardiente,

cándida rosa, iguala a tu hermosura,

la suavísima tez y la frescura

que brotan de tu faz resplandeciente?

 

La sonrosada luz de alba naciente

no muestra al desplegarse más dulzura,

ni el ala de los cisnes la blancura

que el peregrino cerco de tu frente.

 

Así, gloria del huerto, en el pomposo

ramo descuellas desde verde asiento;

cuando llevado sobre el manso viento

 

a tu argentino cáliz oloroso

roba su aroma insecto licencioso,

y el puro esmalte empaña con su aliento.

 

 

Nada resta de ti...

 

Nada resta de ti..., te hundió el abismo...,

te tragaron los monstruos de los mares...

No quedan en los fúnebres lugares

ni los huesos siquiera de ti mismo.

 

Fácil de comprender, amante Alberto,

es que perdieras en el mar la vida,

mas no comprende el alma dolorida

cómo yo vivo cuando tú ya has muerto.

 

Darnos la vida a mí y a ti la muerte;

darnos a ti la paz y a mí la guerra,

dejarte a ti en el mar y a mí en la tierra

¡es la maldad más grande de la suerte!...

 

 

¡Oh, cuál te adoro!

 

¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día

tu nombre invoco, apasionada y triste,

y cuando el cielo en sombras se reviste

aun te llama exaltada el alma mía.

 

Tú eres el tiempo que mis horas guía,

tú eres la idea que a mi mente asiste,

porque en ti se encuentra cuanto existe,

mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

 

No hay canto que igualar pueda a tu acento

cuando mi amor me cuentas y deliras

revelando la fe de tu contento;

 

tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,

y quisiera exhalar mi último aliento

abrasada en el aire que respiras.

Tomado de:

http://amediavoz.com/coronado.htm

 

Yo no puedo seguirte con mi vuelo

 

Tú, huéspeda de villa populosa,

yo de valle pacífico vecina,

tú por allá viajera golondrina,

yo por aquí tortuga perezosa:

tú del jardín acacia deliciosa,

yo del arroyo zarza campesina,

¿qué indefinible, rara inteligencia

enlaza seres de tan varia esencia?

 

El entusiasmo que hacia ti me impele,

la dulce fe que hacia mi amor te guía,

disponen que en amiga compañía,

mi canto unido a tus acentos vuele;

mas yo no sé, paloma, si recele

que, al fin, he de quedar sola en la vía,

pues tal vas ascendiendo por el cielo,

que no puedo seguirte con mi vuelo.

 

Tú desde el centro de la regia villa

domeñas con la voz los corazones,

yo sólo alcanzo a modular canciones

en honor de la simple florecilla;

ve si el ala podrá, corta y sencilla,

de la alondra, ganar esas regiones

que traspasas, de sola una carrera,

dejando un cielo atrás la compañera.

 

Si mi ardoroso empeño a ti me envía,

de ti me aparta el genio que te eleva

y sola a conquistar la prez te lleva

que no osara tocar mi fantasía:

pero no temas, no, que el alma mía

de su destino a murmurar se atreva,

pues que suyo será el bello destino

de alfombrarte de flores el camino.

 

Mas, al fijar la perspicaz mirada

en esa sociedad, cuya existencia

ha menester de intérprete a la ciencia

para ser comprendida y revelada;

afligida sintiendo y fatigada,

acaso tu sencilla inteligencia,

rechazarás el mundo con enojos

y hacia mi valle tornarás los ojos.

 

¿Y qué hallarás?... La garza en la ribera

del fresno cuelga su morada umbría

y allí anhelante a sus polluelos cría

al par de la amorosa compañera.

Guardan los canes la familia entera

que a su lealtad valiente se confía,

y fiel a su república la abeja

hijos y fruto a la colmena deja.

 

¿Todas las madres son tan cariñosas

entre esa gente de la raza humana?

¿Custodias tiene la nación hispana

de sus honras y haciendas tan celosas?

¿Las vidas de los hombres generosas

conságranse a la patria soberana?

¿O entre brutos a súbditos y reyes

su instinto vale más que nuestras leyes?

 

Donde el arte no está, donde alterada

no hallamos la creación en sus hechuras,

no ha menester que tengan las criaturas

muy alta comprensión ciencia elevada;

para cantar del campo embelesada

las risueñas perfectas hermosuras,

basta de mi garganta el leve acento,

y sobra tu magnífico talento.

 

¿Qué bien hiciera aquí?... ¿dar a estosseres

de paz y dicha y libertad lecciones?

¿Inspirar a las tórtolas pasiones

o a las hormigas enseñar deberes?...

Ve con tan noble empresa a las mujeres

que muestran los llagados corazones,

y de ese ardiente celo el bello fruto

dale a la humanidad, por buen tributo.

 

Deja que mis estériles canciones

mueran sobre este arroyo cristalino,

y sigue tú, paloma, ese camino

el vuelo remontando a otras regiones;

deja entre los agrestes pabellones

de la alondra perderse el vago trino:

y allá del grande pueblo en el altura,

difundan tus arrullos su dulzura.

 

Déjame a mí la gloria campesina,

brille en la sociedad tu bella ciencia

que allí a gloria mayor la providencia

tu corazón y tu saber destinas:

¡palpitante lección, viva doctrina

a la ignorancia y femenil demencia!

Serás, entre su especie degradada,

tipo de la mujer regenerada.

 

 

A la mujer más fea de España

 

Venid, señora, a escuchar

la unánime votación

que España acaba de dar:

venid; que os va a coronar

FEA por aclamación.

 

Monstruos mil se presentaron;

mas con voz solemne y clara

los tribunales fallaron,

que otra cara no encontraron

semejante a vuestra cara.

 

Cual vuestra cara no hay dos:

hay de feas copia extraña,

muchas feas ¡vive Dios!

pero sin disputa vos

sois la más fea de España.

 

Os dieron la primacía:

señora, ¡cuánto me alegro!

mas, ¡cielos! ¿quién la osadía

de mostrar, cual vos, tendría

ojo azul en campo negro?

 

¿Quién, no siendo, cual vos, loca

mostrara a la humanidad

boca igual a vuestra boca,

aunque tuviese muy poca

vergonzosa vanidad?

 

La fealdad tiene pudor;

y yo en el caso presente

(os lo digo sin rencor)

por modestia, por rubor

me escondiera de la gente.

 

¡Ay! ¡cuánto hacéis padecer,

mostrando vuestra cabeza

al que procura creer

en la belleza del ser,

en su bondad y pureza!

 

Sois una horrible creación;

porque aun hay cosa más rara

en esa organización:

que tenéis el corazón

mucho peor que la cara.

 

Todos vuestros pensamientos

son torpes y maldicientes:

aborrecéis los talentos,

las virtudes eminentes

y los nobles sentimientos.

 

No hay honra libre e vos,

aunque bendita se acoja

al manto del mismo Dios;

porque en medio de los dos

vuestra calumnia se arroja.

 

¡Ay! ¿por qué si de la huesa,

mala anciana, a un paso estás,

no dejas la humana presa?

¿por qué en la fama ilesa

te irritas y ensañas más?

 

Déjame con mi poesía

pasar la vida inocente,

si no quieres que algún día

tu horrorosa biografía

a las criaturas presente.

 

Aunque no sé si te diga

que es mi más gloriosa hazaña

el que me odie y persiga

como mortal enemiga,

la mujer más fea de España.

 

 

Tomado de:

http://www.buscapoemas.net/poeta/Carolina-Coronado.htm

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