sábado, 11 de septiembre de 2021

POEMAS DE JAIME JARAMILLO ESCOBAR(X-504) INMEMORIAM

 



(Pueblorrico25 de mayo de 1932 - Medellín10 de septiembre de 2021)



Mamá negra

Cuando mamá negra hablaba del Chocó

le brillaba la cadena de oro en el pescuezo,

su largo pescuezo para beber agua en las totumas,

para husmear el cielo,

para chuparles la leche a los cocos.

Su pescuezo largo para dar gritos de colores con las guacamayas,

para hablar alto entre las vecinas,

para ahogar la pena,

y para besar a su negro, que era alto hasta el techo.

Su pescuezo flexible para mover la cabeza en los bailes,

para reír en las bodas.

Y para lucir la sombrilla y para lucir el habla.

 

Mamá negra tenía collares de gargantilla en los baúles,

prendas blancas colgadas detrás del biombo de bambú,

pendientes que se bamboleaban en sus orejas,

y un abanico de plumas de ángel para revolver el aire.

Su negro le traía mucho lujo del puerto cada vez que venían los barcos,

y la casa estaba llena de tintineantes cortinas de conchas y de abalorios,

y de caracoles para tener las puertas y para tener las ventanas.

Mamá negra consultaba el curandero a propósito del tabardillo,

les prendía velas a los santos porque le gustaba la candela,

tenía una abuela africana de la que nunca nos hablaba,

y tenía una cosa envuelta en un pañuelo,

un muñequito de madera con el que nunca nos dejaba jugar.

Mamá negra se subía la falda hasta más arriba de la rodilla para pisar el agua,

tenía una cola de sirena dividida en dos pies,

y tenía también un secreto en el corazón,

porque se ponía a bailar cuando oía el tambor del mapalé.

Mamá negra se movía como el mar entre una botella,

de ella no se puede hablar sin conservar el ritmo,

y el taita le miraba los senos como si se los hubiera encontrado en la playa.

Senos como dos caracoles que le rompían la blusa,

como si el sol saliera de ellos,

unos senos más hermosos que las olas del mar.

Mamá negra tenía una falda estrecha para cruzar las piernas,

tenía un canto triste, como alarido de la tierra,

no le picaba el aguardiente en el gaznate,

y, si quería, se podía beber el cielo a pico de estrella.

 

Mamá negra era un trozo de cosa dura, untada de risa por fuera.

Mi taita dijo que cuando muriera

iba a hacer una canoa con ella.

 

Alheña y azúmbar

¡Ya no más –por favor– las aburridas descripciones de semillas tropicales!

Gabriel Jaime Franco

 

La digestión de la pulpa del coco demora cuarenta días y cuarenta noches.

Ni mucho, ni poco. Al plátano hartón de cáscara roja le falta un grado para ser veneno. Compadre, no coma coco. Si se ha comido banano y se toma ron, muerte segura. Nadie comió. Ni yo tampoco. La pepita de la pitahaya si la comes no la muerdas, si la muerdes no la tragues; si la tragas, allá tú.

La pepita de la granadilla si la tragas se te embucha. Para que no se te embuche, mejor que no comas mucha.

La pepita de la granada no es como la de la granadilla. La pepita de la guayaba no es como la de la granada. Y la pepita de la papaya no es como la de la guayaba. Es como la de la papayuela, pero más dulce.

Si es más dulce es más sabrosa, si es más sabrosa es más cara. Para que no sea más cara no compre papaya ni compre nada.

La pepita de la guanábana es como la de la chirimoya. Y ambas son como la de la calabaza. Cuando a uno le dan calabazas no le dan chirimoya ni le dan papaya.

Las pepitas de la guama se usan para hacer zarcillos, quiero decir que se utilizan como pendientes, o mejor dicho lo que quiero decir es que los chicos se las cuelgan de las orejas.

Trae el corozo una nuez, trae la nuez una almendra, pero la almendra de la nuez no es como la nuez del corozo. Si no se entiende que no se entienda.

La ciruela se lava, pero no se pela; el madroño se pela, pero no se lava. Para saber si una fruta se lava o se pela hay que consultar el diccionario. El diccionario tiene la palabra. Pero si no la tiene será que le falta una página.

La pulpa de la algarroba se ataruga y se atraganta. Si tomas agua se forma una pasta y se te pega en la garganta. Con la garganta atragantada tratas de ver si resuellas o si no resuellas nada. Si no resuellas mortus est.

El hicaco es una fruta especial para diabéticos: no tiene azúcar, ni tiene harina, ni tiene hicaco ni nada.

El que come patilla oxidada seguro estira la pata. Para no correr el riesgo es mejor comer sandía. La sandía es una fruta sandia.

El tamarindo es la fruta que más me gusta porque es de negros y de tierra caliente. Qué sería de los blancos cuando van a tierra caliente si los negros no les sirvieran refrescos de tamarindo. Con el sabor áspero del tamarindo se forman bolas ácidas recubiertas de azúcar que sirven para vender en las calles de Cartagena, y se hace una miel espesa de tamarindo para lamer sobre hojas de plátano. También se hacen sorbetes para el arzobispo, y además el árbol de tamarindo produce una sombra verde y fresca para construir un banquito y sentarse alrededor del tronco. El tamarindo es un tronco de árbol copudo completamente lleno de tamarindos. Sólo los negros lo pueden coger porque no es fruta de blancos. Si los blancos tuvieran tamarindo entonces los negros serían blancos. Pero no puede ser.

Hay muchas frutas que son de negros. Dios les dio a los negros la tierra caliente y las frutas porque Dios tiene predilección por los negros, eso es evidente. A los blancos los puso en tierras frías para que se resfríen, pero ellos inventaron la aspirina y las cobijas de lana. El níspero y el mamey son frutas de negros. Y el zapote también. Pero lo que pasa es que a los blancos siempre les ha gustado comerse la comida de los negros. Y la música de los negros. Y los bailes de los negros. Y las negras de los negros.

 

Sigamos: mi negra se emperejila, se emperespeja, se aliña,

Con alhucema y albahaca, con cidrón y toronjil,

Con lavanda, con canela, con loción y con anís.

Mi negra tiene un meneo que no cabe por la calle,

Mueve el tacón y la punta del zapato y ese baile

Derrama tantas fragancias que no caben en el aire.

Mi negra es alta y esbelta, muy lucida y bien plantada,

Su cuello es tan largo que anda su cabeza por el aire.

El donaire de mi negra no cabe en ninguna parte.

Mi negra tiene ojos blancos, dientes blancos, calzones blancos,

Calzones en diminutivo, calzoncitos, prendas íntimas…

Yo no sé qué tienen de íntimas si las anda mostrando por todos lados.

Cuando mi negra se desnuda queda completamente desnuda,

No como las blancas que aunque se desnuden siempre tienen algo que las cubre, aunque sea un concepto. Mi negra no tiene conceptos, ella nació y se crió desnuda, y por lo tanto no se puede vestir completamente porque mientras más se viste más desnuda queda.

Mi negra se aceita el codo, se pule el pelo, acicala,

Se emperimbomba, se tiñe, se sahúma, se apercala,

Se va de rumba y regresa cuando está la noche alta.

Yo no sufro por mi negra. ¡Cómo me alegra mirarla!

Mi negra camina en versos de cuatro o cinco tonadas,

Su habla es un canto largo, con las palabras cortadas.

Mi negra es dulce por fuera. Por dentro yo no sé nada.

Por dentro mi negra tiene alguna cosa guardada.

 

Agüita de manzanilla,

Tisana de ron y eneldo,

La raíz del limoncillo

Y un manojito de espliego.

El aire huele a linaza

Con astillas de canela.

Con alheña y con azúmbar

Viene pintada mi negra.

Pintada no es la palabra,

Viene más azul que negra,

Como esculpida en el aire

¡Durísimo de la piedra!

Tomado de:

https://www.poeticous.com/jaime-jaramillo-escobar?locale=es

 

El deseo

 

Hoy tengo deseo de encontrarte en la calle,

y que nos sentemos en un café a hablar largamente

de las cosas pequeñas de la vida,

a recordar de cuanto tú fuiste soldado,

o de cuando yo era joven y salíamos a recorrer juntos

la ciudad, y en las afueras, sobre la yerba, nos echábamos

a mirar cómo el atardecer nos iba rodeando.

Entonces escuchábamos nuestra sangre cautelosamente

y nos estábamos callados.

Luego emprendíamos el regreso y tú te despedías siempre

en la misma esquina hasta el día siguiente,

con esa despreocupación que uno quisiera tener toda la[vida,

pero que sólo se da en la juventud,

cuando se duerme tranquilo en cualquier parte sin un pan

entre el bolsillo,

y se tienen creencias y confianzas

así en el mundo como en uno mismo.

Y quiero además aún hablarte,

pues tú tienes dieciocho años y podríamos divertirnos esta

noche con cerveza y música,

y después yo seguir viviendo como si nada...

o asistir a la oficina y trabajar diez o doce horas,

mientras la Muerte me espera en el guardarropa para

ponerme mi abrigo negro a la salida,

yo buscando la puerta de emergencia,

la escalera de incendios que conduce al infierno,

todas las salidas custodiadas por desconocidos.

Pero hoy no podré encontrarte porque tú vives en otra ciudad.

Mientras la tarde transcurre

evocaré el muro en cuyo saliente nos sentábamos

a decir las últimas palabras cada noche

o cuando fuimos a un espectáculo de lucha libre y al salir

[comprendí que te amaba,

y en fin, tantas otras cosas que suceden...

 

 

En la luna

 

Suelen decirme –a manera de crítica– que vivo en la Luna.

¿Les he dicho yo –a manera de crítica– que viven en Tierra?

Cada uno tiene que vivir en algún astro, a no ser que él mismo sea un asteroide.

Si ustedes viven en la Tierra y yo vivo en la Luna, quiere decir que somos vecinos.

Vecinos míos: vuestra Tierra se ve amenazadora allá en lo alto. ¿Qué nueva guerra estáis tramando?

Prestadme una ramita de culantro para adornar mi sopa. Comeré a vuestro nombre pero a mi buen provecho.

 

“FELICITACIONES FELIZ CUMPLEAÑOS STOP RECUERDA CUANTO TE GUSTABA EL CULANTRO CUANDO ESTABAS EN CASA STOP ENRIQUE Y YO TE ECHAMOS MUCHO DE MENOS STOP BENDIGOTE AMALIA”

 

Aquí en la Luna se vive supremamente bien. Os veo rodar a mi alrededor en esa bola de tierra que va dando tumbos por el universo sin sentido y sin seso.

Y yo estoy aquí confortablemente iluminado meciéndome en el espacio sideral como en una hamaca de oro,

Vuestra pobre Tierra trastabillando en el infinito y pidiendo limosna entre los astros.

 

El Señor Jehová viene a hacerme la visita en la Luna nueva,

Y se queda toda la tarde aspirando el incienso que le ofrezco en un potecito,

Porque desde que se jubiló quedó eternamente enviciado con el humo del incienso.

Las conversaciones del Señor Jehová exceden todo límite de hermosura,

Y luego se despide majestuosa y cortésmente, porque tiene la piel tan delicada que no puede dormir sobre el esponjoso polvillo de la Luna.

El Señor Jehová me trajo un pastel de chocolate que quién sabe de dónde lo tomaría.

Debió haber sido de la Casa Blanca, porque estaba adornado con el signo U$A.

¡El Señor Jehová hace unas cosas!

Aquí en mi Luna me paso los días cantando,

Los felices días del Universo en el coro de las estrellas.

El Señor Jehová no me cobra el arrendamiento ni me manda la factura de la luz.

Me dice que está muy disgustado con los que venden el agua, el aire y la luz en esa Tierra desgraciada –y la señala repetidamente con el dedo.

Si yo no me hubiera venido a vivir en la Luna ya me habría muerto en vuestra Tierra inhóspita y cicatera,

A la que el Señor Jehová le tiene tanta lástima como a un hijo deforme.

Yo no le pregunto nada al Señor Jehová porque Él se maravillaría de que le preguntase algo.

El Señor Jehová, amablemente, me anuncia su visita con tres días de anticipación,

Y yo salgo a recibirlo radiante y alborozado.

Cuando lo veo venir, parecido a Walt Whitman, le lanzo gritos jubilosos para que sepa que lo espero con gusto,

Y cuando llega y me abraza me siento tan contento como un cohete que estalla.

 

Le he quitado a la Luna las banderillas que le clavaron rusos y norteamericanos,

Y le he puesto un poco de tintura de yodo en las heridas, para que cicatrice.

La Luna es un torito virgen que muge por el cielo; el hocico le huele a leche de nube.

Yo no voy a permitir que los gringos y los rusos me lo toreen.

 

La Tierra lleva a la Luna de la mano a dar un paseo por el Universo, la Luna que es su hija pequeñita.

La Tierra le da de mamar a la Luna, el seno cubierto con sus chales de nubes.

 

Como dicen que la Luna anda desnuda, yo le pido a mi mujer que se enlune, que se alune, que se deslune, que me enlunice.

 

Lo que más falta me hace en la Luna son las noches de Luna,

Cuando la Luna perfuma las noches de la Tierra.

La Tierra que adivina el porvenir en la bola de la Luna.

La Tierra que se mira en el espejo de la Luna.

La Luna recubierta con espato de Islandia.

 

Vecinos míos: el hijo de la Tierra en la Luna se marea,

La Luna se tambalea, se bambolea, se menea.

Yo no puedo sentirme como en mi casa en esta Luna.

Si no mandáis por mí, me arrojaré de cabeza.

 

 

Invitación a comer

 

Hombres sin tierra. Niños sin cuchara.

PABLO NERUDA

 

Ahora que la fe en el hombre ha desaparecido de los intelectuales,

Y el pesimismo enceguece el pensamiento, las artes, la literatura,

Ahora que el mundo por fin tambalea,

Precisamente en este momento tenemos hambre.

En la antigua China las leyes de la moral se dictaban después de las cosechas,

A causa de que el soberano no quería ser soberano de nada,

Y pensaba que más valía ser soberano de un pueblo fuerte,

Que ser el triste y pobre soberano de un pueblo arruinado, amenazado por ávidos enemigos.

Si hombres ambiciosos se adueñan de las tierras, son responsables por los que mueran a causa de la falta del grano.

Ellos dicen: –No somos responsables porque no existe Dios, y si existiera estaría de nuestra parte, o al menos no le permitiríamos estar de parte de ustedes.

Pero son responsables ante la humanidad y ante la historia de la humanidad, son responsables ante el polvo de la Tierra, ¡nada menos!. Ante su poquito de polvo, ante sí mismos son responsables, polvo que recibe la condena de su propia alma, polvo despavorido hasta que la combustión de los astros purifique lo inmundo en el Universo purificador.

Y el tiempo gira como agua que pasa una esponja sobre la Tierra astral para brillarla y pulirla y mantenerla habitable, palacio para los hijos de Dios, siempre perdonados, siempre acudidos, los hermosos hijos de Dios que se comportan mal como todo hijo de rey entre sus privilegios, y el Gran Padre condesciende, pero reserva para el final su mano inapelable.

En la paz el sufrimiento. Resultado de un predominio.

Muchos de los nuestros prolongan edades prehistóricas.

No somos contemporáneos de nuestros contemporáneos.

Y desde los centros del poder mundial, calculadas y sutilísimas manipulaciones nos empujan a su arbitrio.

Envilecen nuestros precios, roban nuestro trabajo, y permanecemos en la pobreza.

Construimos nuestras viviendas en los lechos secos de los ríos y cuando regresan las aguas desaparecemos en las aguas.

Nuestras casas construimos al borde de los precipicios, en las faldas de las montañas, sobre cordilleras de piedra las construimos,

Y el viento y el huracán nos arrojan a los abismos con nuestras bestias queridas, nuestras compañeras.

Al borde de los caminos construimos nuestras casas, las construimos en las orillas de los ríos y después flotamos en las grandes crecientes de invierno con nuestras gallinas y chanchitos.

Sobre cualquier pedacito sobrante de tierra construimos nuestro albergue, en lo más alto y árido lo construimos y en lo más bajo y lacustre.

Poco vestido tenemos, poca comida tenemos: con un calzón, con una saya; con un pescadito y una cebolla; y el agua de coco que es misericordiosa porque sirve también para los enfermos y los heridos.

En el mar los gigantescos portaaviones acorazados y los submarinos nucleares ocultos entre los peces.

Juanito pescó un submarino nuclear, una noche que estaba pescando y se dejaba venir la tormenta.

Se asustó muchísimo y dejó que se fuera, porque los submarinos son como el pez eléctrico, que no se come.

El niño desnudo que buscaba la cabra encontró una granada explosiva que no se le había perdido a él,

Y es sobre nuestra condición que se elevan los augustos himnos del progreso.

El mar y el cielo contra nosotros, artefactos disimulados entre las estrellas nos espían, y no conocemos más abundancia que la de nuestros corazones.

La noticia del día es que la gente humana padece hambre, diez mil años después de haber sido inventada la agricultura.

Como en Hiroshima, como en Vietnam, como en España, como en tantos otros santos lugares,

Nuestras casas a la deriva sobre la espuma del fuego.

Cinco aviones disparando a razón de 18.000 proyectiles por minuto, equivalen a 90.000 proyectiles contra nosotros por minuto, y esta es nuestra primera lección de aritmética,

Pero lo peor es que nosotros mismos somos obligados a pagar los aviones y los proyectiles y por eso es que tenemos hambre.

Preguntan si esto es poesía de la buena, o de la mala, y el poeta dice que es de la mala,

De la que dijo Blake que nadie cree que la poesía pueda causar daño alguno,

De la que dijo Juvenal que la indignación es la inspiración del poeta: “Facit indignatio versus”.

Tomado de:

http://www.arquitrave.com/arquitraveantes/poetas/x504/x504poemas.htm

 

1965

I

Ya que hacer un soneto me has pedido,

 

trataré de probar si tengo suerte,

 

y puedo al fin, Eduardo, complacerte

 

con un soneto, o algo parecido.

 

 

 

Que no es cosa difícil he creído,

 

y al contrario, es un juego que seduce,

 

ya que todo el problema se reduce

 

a que el soneto quede concluido.

 

 

 

Por lo cual, si quisiera hacer sonetos,

 

como nadie los hizo, los haría,

 

y para que quedaran más completos

 

 

 

tres o cuatro tercetos les pondría.

 

Mas lo que pasa, Eduardo, es que hoy en día

 

no está la vida para hacer sonetos.

 

II

Si sonetos, Eduardo, me gustara

 

hacer, seguramente los haría,

 

y ni Lope de Vega me igualara

 

en el arte de hacer sonetería.

 

 

 

Mas no puedo encerrar mi fantasía

 

en esa jaula de oro del soneto,

 

que ninguna prisión soportaría,

 

y a límite ninguno me someto.

 

 

 

Años hace, obediente a preceptivas,

 

con metro y rima me inicié de bardo,

 

pero vi mis ideas tan cautivas,

 

 

 

y mis poemas vi tan incompletos,

 

que lo juré por Dios, querido Eduardo,

 

nunca jamás volver a hacer sonetos.

 

III

Si hacer sonetos me gustara, Eduardo,

 

mejor que Núñez de Arce los hiciera,

 

y no hubiera lirida, aedo o bardo,

 

que conmigo en tal arte se midiera.

 

 

 

Porque si hacer sonetos yo quisiera,

 

ni Quevedo ni Lope me igualaran,

 

ni Campoamor, ni Góngora siquiera,

 

ni Argensola, al tobillo me llegaran.

 

 

 

Ni Gracián, Garcilaso, ni Cetina,

 

ni Machado, ni Tirso de Molina,

 

ni Fray Luis, ni san Juan, ni otros sujetos,

 

de igual o parecida maestría,

 

harían los sonetos que yo haría.

 

Mas como no me gusta hacer sonetos…

Tomado de:

https://barbarieilustrada.wordpress.com/2017/07/31/3-sonetos-de-jaime-jaramillo-escobar/

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