lunes, 12 de diciembre de 2022

POEMAS DE GONZALO MILLÁN SIEMPRE INQUIETANTE


 

A la Plaza de Armas me iré entre palomas

 

Me pagas con mala moneda, mujer,

y con un sueldo vital el empleo

que te hago de mi amor y de mi tiempo.

Me voy a jubilar un día de estos

y me retiraré a vivir gastado,

sólo con mis pobres rentas.

 

 

Letra de canción para una melodía vieja

 

Me escuece y arde esta vieja areola.

 

Se me enrojece y descama

 

cuando me tocan tu vida

 

o cuando yo mismo la rozo

 

yendo hacia atrás con mis dedos.

 

Como temo me la alivie

 

la pomada del tiempo,

 

te rasco y me hiero

 

y hago saltar la costra y la sangre

 

para aceptar la cicatriz

 

de que no tienes olvido.

 

 

Lata

 

Ya no te bastan mis ojos

 

para corroborar tu belleza.

 

Buscas en las calles

 

ajenos espejos, otros ojos,

 

la cabeza de un clavo

 

es una luna diminuta.

 

Contemplas una lata

 

de sardinas con agua de lluvia.

 

 

El demoledor

 

Dormíamos abrazados

 

como dos gotas de agua

 

cuando nos despertaron

 

unos golpes en la puerta

 

de la antigua casa.

 

Soy el demoledor, dijo

 

sonriendo a mi esposa,

 

un extraño,

 

y entrando se acostó

 

entre nosotros al revés

 

en el medio de la cama.

 

 

Temores

 

A veces

 

las gatas

 

tienen

 

perritos.

 

 

Hoy no haré trabajo voluntario

 

Para Andrés y Mauricio Millán

 

Aunque en las calles lluevan

 

palos y piedras hoy debo

 

atravesar la ciudad revuelta.

 

Nada podrá detenerme,

 

ni barricadas llameantes

 

ni gases lacrimógenos.

 

Avanzo como un ciempiés

 

bajo una cascara de huevo

 

llevando a casa de mi padre

 

una pequeña tina de baño

 

para mi hermano recién nacido.

 

Y no puedo detenerme.

 

Después escribo.

 

 

Nido

 

No me alabo. Hago por ti

lo que por su hembra

un pájaro carpintero:

el nido en un árbol podrido.

 

 

Drogadicto

 

Un drogadicto necesita

 

unos 2.000 dólares semanales

 

para su hábito.

 

 

 

Yo necesito mucho menos,

 

escuchar tu voz,

 

de vez en cuando

 

divisarte por la calle.

 

 

Al frente

 

Salgo del hospital

 

con un tobillo quebrado.

 

Los olmos desfilan

 

por la orilla del camino

 

de regreso al frente,

 

marchando en un solo pie,

 

enyesado por la nieve.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/14-poemas-de-gonzalo-millan/

 

 

CAZADOR DE UN FUEGO FATUO

Te persigo asordado por mi ruido

y el viento, y sigo y me huyes

como el falso brillo de aguas

que jamás se alcanza en los caminos,

mariposa fosforescente y sedosa

que atrapé y desprendí quemada

de mi motor humeante y al rojo.

 

 

LA CIUDAD
38.

 

Por ahora no sé quién eres

ni adónde estás siempre.

Sé que nos ha tocado vivir

en la misma ciudad

y en un mismo país de la tierra

 

al mismo tiempo.

Y eso me basta.

 

Hoy es de noche, pero mañana

saldré como ayer en tu busca.

Estoy seguro sabré reconocerte.

Por si acaso, para que sepas,

andaré como siempre,

con anteojos negros y bastón blanco.

Tomado de:

http://www.elnuevocantaro.com/poemas-gonzalo-millan.htm

 

 

Historieta sobre
un gato y un pájaro del agua

Repetido por los vidrios y el agua,

dorado, me pavoneo ante ti, contentísimo,

y mis castañas alas de mojadas plumas

agité y envuelto en mi larga y doble cola

de velos y abanicos, saqué espuma.

 

Pececillo muerto ya,

tieso y seco sobre el piso,

luego que tu blanda zarpa

volcó la pecera de la mesa.

 

 

En un reloj de arena

Sentado en escalonadas y repletas graderías,

diviso entre la arena del embudo

la pinta pálida y perdida de tu rostro.

En el fondo los huecos oradores juveniles

repiten sólo viejas consignas,

y til eres el único entre los opacos granos

que me dice algo en su caída.

 

 

Rompiente

Como una ola y de espuma pesada de cal y filuda

me derrumbo yo sobre tu carne

y peces muertos semienterrados en la arena

y en la marea te arrastro en mi marea

sobre conchas pegajosas de sangre

te revuelco y leños delfín hembra

devorada caliente y viva por los perros

pez mujer comida

en el vaivén y el tiempo

silencioso de las aguas

por las arañas de mar y las estrellas

 

Si me abrieras el puño,
me hallarías sucia la palma de la mano

Sabes mis ojos y sobre mi boca sabes

el número infantil de los lunares.

Conoces mi risa de torcidos labios

y sabes además,

que levanto un hombro cuando camino.

Falta sólo que vuelques

la faz soleada y lisa de la piedra

y mires mi otra cara,

hundida dentro de la tierra.

 

Hago señas y signos pasajeros

En aquel mismo árbol fui a buscar

otro verano, el corazón ése, mal grabado

sobre una playa de corteza tersa

con la hoja viva y rota de un cuchillo.

La crecida del invierno y de la savia

había arrastrado nuestras letras,

flechas y dibujos infantiles,

hasta perderlos en el laberinto para siempre

tragados por el remolino de las ramas.

 

Consuelo

Si pensara que en tu cuerpo,

ya perdido, y tu belleza,

el coto de la muerte crece,

mi preocupación sería, creo,

para llorar de pura risa.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/gonzalo-millan/

 

 

Nadie

 

Las calles están silenciosas

y desiertas. Solamente cruzan

las sombras de los árboles.

 

No se oyen pájaros, bocinas,

ni siquiera el motor inminente

de un auto siempre aproximándose.

 

Los ascensores, las escaleras

y pasillos de los edificios, vacíos.

 

En una cocina un charco

en torno al refrigerador

que se deshiela

con sus bandejas desnudas

y la puerta abierta.

 

Conservada en el hielo

no hay más que una arveja

muy pequeña, redonda y verde.

 

 

El paseo del sastre desnudo

 

Después de clavar esa aguja

con dos manos en la silla

y cerrar ojales y cortinas,

camino.

Puede que observe los vinos o el río

o doble bruscamente las esquinas

tratando de huir

del figurín oscuro que me sigue,

o puede que de pronto me detenga

y cierre mi único ojo y mi bordado

con un nudo negro sin más hilo.

 

 

Vida de perros

 

Los gatos se agazapan

entre la floja maleza

del jardín maloliente

por el gas de los escapes;

saltan y acezan chillando

sobre sus gatas.

 

Después entran

por su plato de leche;

se limpian a lentos

lengüetazos el pelaje,

se van por las murallas

o échanse en los trapos.

 

Yo les paso largo rato

la mano por el lomo

y los envidio siete veces.

 

 

Mitos

 

La gallina, la vaca, el cerdo

son animales inverosímiles;

logotipos de marcas registradas.

Todo ocurre en el refrigerador

entre el crepúsculo y el alba;

las yemas y claras de los huevos

consolidan en cubetas de hielo

con docenas de concavidades.

El tocino rebanado por si solo

cae de las lardosas paredes.

Mientras soñamos

hablando en lenguas muertas,

mugientes, cacareadoras, porcinas,

el refrigerador ordeña la luna.

¿No han oído acaso su canturreo

alucinado en la duermevela?

Y al despertar nos aguardan

fritos los huevos y el tocino,

el vaso de leche fresca y fría.

 

 

Chicle

 

Como un chicle que ha perdido

hace tiempo su sabor y aroma,

vuelves a corregir este texto

soso, amorfo y descolorido

que ya solo sabe y huele

a la lengua que lo amasa,

a los dientes que lo mastican.

 

 

Aspiración expirada

 

Llegar a escribir

algún día

con la simple

sencillez del gato

que limpia su pelaje

con un poco de saliva.

 

 

Palabras sueltas

 

Recuerdas unas palabras sueltas

de la jerga propia de la muerte.

Pertenecen a tu lengua materna

que has olvidado como un niño

criado en el exilio.

 

 

Sin hueso

 

Alentado tan solo

por la nube cálida

de su propio aliento,

los ojos ardientes

únicamente visibles,

el perro verbal

del esquimal escarba

y escarba

en la página de nieve,

pero nunca

entierra el hueso.

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/gonzalo-millan-2/

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