viernes, 23 de diciembre de 2022

POEMAS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ EN SU NATALICIO

 



El viaje definitivo

 

… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando:

y se quedará mi huerto, con su verde árbol,

y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;

y el pueblo se hará nuevo cada año;

y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,

mi espíritu errará, nostáljico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol

verde, sin pozo blanco,

sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.

 

 

Octubre

 

Estaba echado yo en la tierra, enfrente

el infinito campo de Castilla,

que el otoño envolvía en la amarilla

dulzura de su claro sol poniente.

 

Lento, el arado, paralelamente

abría el haza oscura, y la sencilla

mano abierta dejaba la semilla

en su entraña partida honradamente

 

Pensé en arrancarme el corazón y echarlo,

pleno de su sentir alto y profundo,

el ancho surco del terruño tierno,

a ver si con partirlo y con sembrarlo,

 

la primavera le mostraba al mundo

el árbol puro del amor eterno.

 

 

Intelijencia

 

Intelijencia, dame

el nombre esacto de las cosas!

Que mi palabra sea

la cosa misma,

creada por mi alma nuevamente.

Que por mí vayan todos

los que no las conocen, a las cosas;

que por mí vayan todos

los que ya las olvidan, a las cosas;

que por mí vayan todos

los mismos que las aman, a las cosas…

¡Intelijencia, dame

el nombre esacto, y tuyo,

y suyo, y mío, de as cosas!

 

 

A mi alma

 

Siempre tienes la rama preparada

para la rosa justa; andas alerta

siempre, el oído cálido en la puerta

de tu cuerpo, a la flecha inesperada.

 

Una onda no pasa de la nada,

que no se lleve de tu sombra abierta

la luz mejor. De noche, estás despierta

en tu estrella, a la vida desvelada.

 

Signo indeleble pones en las cosas.

luego, tornada gloria de las cumbres,

revivirás en todo lo que sellas.

 

Tu rosa será norma de las rosas;

tu oír, de la armonía; de las lumbres

tu pensar; tu velar, de las estrellas.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/los-mejores-poemas-juan-ramon-jimenez/

 

 

otra atmósfera

Y en las azoteas,

banderolas negras

cortaban sus vuelos

contra el cielo regio,

amarillo y verde

del sol imponente.

 

Yo gritaba loco

sueños con los ojos

(banderolas negras

en las azoteas).

Mujeres desnudas

alzaban la luna.

 

Entre el rico ocaso

y el oriente mágico,

veleta afilada,

giraba mi alma.

Y en las azoteas

banderolas negras.

 

 

Manos

¡Ay tus manos cargadas de rosas! Son más puras

tus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas

surgen lo mismo que pedazos de luceros,

que alas de mariposas albas, que sedas cándidas.

 

¿Se te cayeron de la luna? ¿Juguetearon

en una primavera celeste? ¿Son de alma?

…Tienen esplendor vago de lirios de otro mundo;

deslumbran lo que sueñan, refrescan lo que cantan.

 

Mi frente se serena, como un cielo de tarde,

cuando tú, como tus manos, entre sus nubes andas;

si las beso, la púrpura de brasa de mi boca

empalidece de su blancor de piedra de agua.

 

¡Tus manos entre sueños! Atraviesan, palomas

de fuego blanco, por mis pesadillas malas,

y, a la aurora, me abren, como son luz de ti,

la claridad suave de oriente de plata.

 

 

Sueño

Imagen alta y tierna del consuelo,

aurora de mis mares de tristeza,

lis de paz con olores de pureza,

¡premio divino de mi largo duelo!

 

Igual que el tallo de la flor del cielo,

tu alteza se perdía en su belleza…

Cuando hacia mí volviste la cabeza,

creí que me elevaban de este suelo.

 

Ahora, en el alba casta de tus brazos,

acogido a tu pecho transparente,

¡cuán claras a mí toman mis prisiones!

 

¡Cómo mi corazón hecho pedazos

agradece el dolor, al beso ardiente

con que tú, sonriendo, lo compones!

Tomado de:

https://www.actualidadliteratura.com/juan-ramon-jimenez-5-poemas/

 

 

A LOS SIGLOS

¡Venid, siglos venideros,

tened! Y ahora, huid, volad,

que ya os volveré a cojer

antes de vuestro final.

 

 

ADOLESCENCIA

En el balcón, un instante

nos quedamos los dos solos.

Desde la dulce mañana

de aquel día, éramos novios.

El paisaje soñoliento

dormía sus vagos tonos,

bajo el cielo gris y rosa

del crepúsculo de otoño.

Le dije que iba a besarla;

bajó, serena, los ojos

y me ofreció sus mejillas,

como quien pierde un tesoro.

Caían las hojas muertas,

en el jardín silencioso,

y en el aire erraba aún

un perfume de heliotropos.

 

No se atrevía a mirarme;

le dije que éramos novios,

…y las lágrimas rodaron

de sus ojos melancólicos.

 

 

AHOGADA

¡Su desnudez y el mar!

Ya están, plenos, lo igual

con lo igual.

 

La esperaba,

desde siglos el agua,

para poner su cuerpo

solo en su trono inmenso.

 

Y ha sido aquí en Iberia.

La suave playa céltica

se la dio, cual jugando,

a la ola del verano.

 

(Así va la sonrisa

¡amor! a la alegría)

 

¡Sabedlo, marineros:

de nuevo es reina Venus!

 

 

AGUA MUJER

¿Qué me copiaste en ti,

que cuando falta en mí

la imagen de la cima,

corro a mirarme en ti?

 

 

AZUCENA Y SOL

Nada me importa vivir

con tal de que tú suspires,

(por tu imposible yo,

tú por mi imposible)

 

Nada me importa morir

si tú te mantienes libre

(por tu imposible yo,

tú por mi imposible)

 

 

DIOS DE AMOR

Lo que queráis, señor;

y sea lo que queráis.

 

Si queréis que entre las rosas

ría hacia los matinales

resplandores de la vida,

que sea lo que queráis.

 

Si queréis que entre los cardos

sangre hacia las insondables

sombras de la noche eterna,

que sea lo que queráis.

 

Gracias si queréis que mire,

gracias si queréis cegarme;

gracias por todo y por nada,

y sea lo que queráis.

 

Lo que queráis, señor;

y sea lo que queráis.

 

 

EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros

cantando.

Y se quedará mi huerto con su verde árbol,

y con su pozo blanco.

 

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,

y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron

y el pueblo se hará nuevo cada año;

y lejos del bullicio distinto, sordo, raro

del domingo cerrado,

del coche de las cinco, de las siestas del baño,

en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,

mi espíritu de hoy errará, nostáljico…

 

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol

verde, sin pozo blanco,

sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/juan-ramon-jimenez/

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