domingo, 21 de agosto de 2022

POEMAS DE ALEXANDRE O’NEILL



[¡DANOS, DIOS MÍO, UN PEQUEÑO ABSURDO COTIDIANO POR LO MENOS,]

¡Danos, Dios mío, un pequeño absurdo cotidiano por lo menos,

que el absurdo, incluso en breves dosis,

defiende de la melancolía y nosotros somos tan propensos a ella!

Si es verdad el aforismo cuchillo afila cuchillo

(no sabemos hablar sino figuradamente

prueba de que somos poco capaces de abstracción).

Si cuchillo afila cuchillo,

entonces que el cuchillo del absurdo

venga a afilar el cuchillo de nuestra embotada voluntad,

venga a instalarse sobre la lámina de lo inesperado

y el día a día será́ nuestro y diferente.

¿Penas? Tendremos muchas, sin duda.

Pero todo será́ mejor que este día a día.

Los pueblos felices no tienen historia, dice otro aforismo.

Pero nosotros no queremos ser un pueblo feliz.

Ya son suficientes los suizos, los suecos, ¿qué más da?

¡Que la pasen bien!

Nosotros queremos la fiebre del ganado,

la novia que ve huir al prometido,

la mujer que ve huir al marido,

el huérfano que se entrega a la caridad publica,

el enfermo de hospital aún más miserable que el hospital

donde tiembla, en un rincón, y nadie le ha puesto atención.

Nosotros queremos ser el lisiado en las calles,

pidiendo limosna, cayendo de bruces mientras observamos.

Queremos ser el padre desempleado que no sabe qué Navidad ofrecer a los suyos.

Garantízanos, Dios mío, un pequeño absurdo cada día.

Un pequeño absurdo a veces es suficiente para salvar.

 

AMALIA

Yo ya no sé, cuando te oigo,

si como caracoles o mastico romero,

si me derramo por el amor o por un banco de jardín,

si la gaviota vuela fuera o vuela dentro de mí,

si, cosa cantante, un sentimiento puede

podrirse bajo el sol,

si el disgusto es gusto o el gusto es disgusto,

si he de ir a Viana o terminar por Lisboa,

hasta donde la voz se pone más ronca.

Yo ya no sé, cuando te oigo,

qué piedritas lanzar y a qué ventanas,

qué muecas hacer a las feas, es decir, a las menos bellas,

qué manos besar, desmenuzar, devorar

y qué anillos escupir hacia las cunetas.

Yo ya no sé, cuando te oigo,

si trepe como un estilita o me hunda en un pozo.

Yo ya no sé, Amalia,

de dónde viene, para dónde va tu voz,

qué chico, qué chica

están prometidos (¡y tan solos!) en tu voz.

Alexandre O’Neill

Tomado de:

https://www.eje21.com.co/2020/11/acordeon-fondo-de-cultura-economica-de-alexandre-oneill/

 

 

 “Vieja fábula…”

 

A la hormiga meticulosa

no hay que decirle:

toma tu pajarita

ala, ala.

 

Así debo ser yo

y no esta cigarra

que empieza a cantar

y me hace perder.

 

Así debo ser:

patas en el suelo,

hormiguita a trabajar

y un centavo.

 

Así debería ser

si no fuera por

no querer.

 

(¡Gracias, hormiga!

Pero la pajita no cabe

donde sabes...)

 

 

"Habla"

Sé serio y habla con placer Habla

en voz baja y habla claramente

Habla realmente sabroso

Habla barato y habla con cariño

Habla al oído Habla al corazón

Habla suavemente o maldice

Habla con la chica, pero hazlo bien

Habla con tu padre, pero escucha a tu madre

Habla francés habla béu béu Habla fino

y habla grueso

Destapa la garganta levanta el cuello

Habla como si hablar fuera caminar

Habla muy elegante y despacio.

 

 

“Las lagartijas al sol”

Una anciana inglesa expone su pierna cicatrizada al sol

en el jardín de Príncipe Real.

No hay nada

tan hermoso (para mí), simplemente natural.

 

Y hablamos: “Helioterapia

medicina barata en Portugal”.

Accionista del sol, ayudo con la misa:

“Pero, no mucho, sino está mal”.

 

Alegres, la anciana y yo estábamos allí

a merced de los niños y márcanos.

Ella, la inglesa, con las piernas a vela;

y yo, el portugués, en su pierna.

 

Tal vez si Briol nos hubiera conservado,

alguien nos habría arreglado algún día.

 

 

"La Internacional Negra"

 

«UN NEGRO INTERNACIONAL»

O «OS MALOS PASTORES»

(Pastiche del anticlericalismo oportunista de Arthur Corvelo, el poeta creado por Eça de Queiroz.)

 

Negros sirvientes de un dogma estéril,

Que hagáis hormigas por doquier, al azar,

Que entréis en el palacio y en la choza

Y que comáis faisanes, mordisquéis chicharrones;

 

Que oigas las confidencias de la viuda

Y los anhelos de la virgen inocente.

Que sois cómplices de tanta sinecura,

Lubrificante el ojo y afilada la muela.

 

Que nunca niegues tus favores

a la rica heredera que te presenta,

que tantos poderes tienes en tu mano

y lo traicionas en cada cena;

 

Que revolcáis, glotones, vuestra barriga,

Eructando la suficiencia y la despreocupación;

¡Qué chuchais de Filosofía y Ciencia

¡Y de acero— triste tiempo!  — al adulterio;

 

Que subas al púlpito y, con voz suave,

Prediques la moral sólo para los demás;

Que recibes de limosna una

tena gorda Y al mirlo, cruelísimo, matas;

 

¡Oh vosotros que sois, frotando sotana,

Los melifluos falsificadores de la Verdad,

Los Pueblos os recompensarán

¡Y os expulsarán, como cuervos, de la Ciudad!

Tomado de:

https://www.estudioraposa.com/category/poetas/alexandre-oneill/

 

 

Gato

 

¿Qué haces aquí, oh gato?

 

¿Qué ambigüedad vienes a explorar?

 

Señor de ti, avanza, cauteloso,

 

un poco molesto y siempre disfrazado

 

lo que no tienes y te presto,

 

Oh gato, lenta y veloz pesadilla,

 

esponjoso en el pelaje, frío en la mirada!

 

 

 

¿De qué oscura fuerza eres tú la morada?

 

¿Qué crimen presenciaste?

 

que dios te dio el clavo repentino

 

¿Qué iniciales es esta mano, esa cara?

 

Gato, cómplice de un miedo

 

todavía sin palabras, sin tramas,

 

¿Quiénes somos, vuestros amos o vuestros siervos?

 

 

Los muertos

 

Los muertos, así afeitados,

 

así vestido, calzado,

 

está listo para ser enterrado,

 

esta lista para ser olvidada,

 

 

 

que ahora es una cosa,

 

es de afuera hacia adentro

 

Sólo a los vivos les falta tiempo.

 

Él no, que es una cosa.

 

 

 

No hay ocio, qué hacer,

 

ni aflicción ni deuda.

 

Cualquier destino te conviene

 

preguntarse

 

 

 

Y tanto se te daría

 

ser el hombre muerto en la habitación,

 

como un cadáver en la zanja

 

u objeto de la poesía.

 

 

 

Pero no te olvides de los vivos.

 

para sazonar a los muertos.

 

Para que no se quede

 

más que el hueso?

 

 

Tres ovejas Tajo

 

Nace en la Serra de Albarracim, en España,

 

nos entra en la casa por el Rodeo,

 

imitar tu galadela para nosotros,

 

luego cálmate, acuesta el cuerpo,

 

y aquí, ya ancha, la cruzo

 

diario, yo, la orilla del río

 

quien trae su mano en la estiba de las palabras

 

del otro lado y la cabeza en alguna parte.

 

 

 

Cada uno con su nube cerca de su boca,

 

que en algunos es el colmo de la prosapia,

 

de las filas del sueño que todos arrancamos

 

a Lisboa, la tan estremecida,

 

y al barbero oponemos la catadura

 

de quien está enojado con la vida.

 

 

 

Y somos.

 

 

 

***

 

 

 

Arrastrado de conversaciones, Tajo, estarías más tranquilo

 

a nuestra empresa,

 

pero tranquilo, solo yo y la chica

 

que pasó la noche vadrulha,

 

le dio un brinco a la tía y se vuelve a la ciudad

 

casi en la piel de otro,

 

retoqué el labial, apliqué las ojeras,

 

Vuelvo a poner el pecho en su lugar, ¡tan altivo!

 

 

 

Es un cajero de día, apuesto.

 

No vale la pena lo que viste, digo.

 

 

 

****

 

 

 

Oh Tajo nunca abierto, en esta plaza

 

debe haber comercio, terrazas, mesas

 

donde apoyaría el codo y, en los cafés,

 

Diría, en verso, quién no eres.

 

 

 

Con las Diez Odas del Dr. Armindo,

 

que, por cierto, son un hermoso poema,

 

Oh vano Tajo, te desbordaste,

 

¡No te contuviste, no pudiste soportarlo!

 

Pero yo, prosiguió Tajo, en esta plaza

 

ministerio que más te puedo dar

 

a ti que vienes de Albarracim, mi español,

 

que pasaste por Almourol,

 

que pasaste Pereira Gomes y Redol,

 

de lo contrario la frase sí o no oído

 

con esta oreja mía, con esta vida mía,

 

a un muchacho que, sin malicia, vino,

 

de la sombra no sé qué roble,

 

para regalar a alguien, aquí en la ciudad:

 

 

 

ser de la policía

 

la cantina, barbero, autoridad.

 

 

el sombrero de Chejov

 

Chejov Antón remolcó su

 

pulmón para el aire de Crimea

 

más o menos cuando la máquina de planchar

 

cesárea pasó a través de sus pulmones

 

por carbón de hierro

 

 

 

Gorki lo va a visitar para pasearlo y hasta la reja

 

míralo en el jardín sombrío sombrero en mano

 

recortar en el cóncavo un rayo cambiante

 

del sol que se filtra a través del follaje resplandeciente

 

 

 

Gorki se detiene ve la moneda de diez centavos de sol

 

caer en el sombrero de Antón nieto de sirvientes

 

ve a Antón voltear su sombrero y mirar dentro

 

como si se quitara el sombrero ante él buscando

 

tu propia cabeza

 

 

 

Chejov jugó con el sol alienígena.

 

en soledad personal

Tomado de:

http://ermiracultura.com.br/2018/04/26/cinco-poemas-de-alexandre-oneill/

 

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