Siempre sorprende
la repetición de los gestos
al bañarse,
al doblar la ropa
y guardarla en los roperos.
Los años me han enseñado
el ahorro de energía
y la precisión.
Y hasta a mirarse en los espejos
con la ceguera necesaria.
Sabemos que hay siempre una frase
que nos espera.
Y el beneficio de la lluvia.
Y hasta la sonrisa
ha encontrado su medida justa
y el domingo la dimensión domestica adecuada.
Pero hay cosas que todavía nos indignan.
Y todavía
la mentira presurosa
Viene en ayuda de un amor imposible.
*
refrán
Porque ha dicho:
“El que mucho abarca poco aprieta”.
¿Aprieta qué?
Aprieta el acopio de las cosas.
Quisiera en cambio no poseer nada
más allá del secreto silencioso de las lámparas.
Aprieta tú en tu mano
aquello que adquiriste.
Aprieta lo especial, lo que autoriza,
aprieta tu el sumario
y déjame abarcar la nube,
la rama, el rumor de los cables,
el vuelo, el mar,
la receta del bizcochuelo,
los bolsillos del niño
y también el cobro de la quincena.
Déjame abarcarlo todo
y no retener nada
ya que debo irme con las manos vacias
como vid.
Te dejo medir el gesto que conviene,
acumular los recibos y las planillas.
Me encontraras en el frigorífico,
en la simetría de las plumas,
en la cantera, en el motor, en el basket,
en la exposición de grabados,
en la charla con el guarda,
en el derrumbe de las jerarquías
o mirando el cielo de noviembre
cuando es de día a la salida de la oficina.
Mi respuesta tiene la única certeza vulgar:
dentro de cincuenta años,
todos los de mi edad estaremos muertos.
Y tu carga será ocupada por otro.
Déjame pues.
mientras,
déjame terminar de leerlo.
Para ir abarcándolo todo
para ir cada día apretando en mis manos menos cosas.
*
Déjenme ser una hoja de árbol...
“Déjenme ser una hoja de árbol,
acariciada por
la brisa”
La ultima hoja amarilla
de los fresnos,
del ceibo, de la glicina blanca.
Soja.
Ya culmina el otoño
entre nosotros.
Las hojas esperan en la vereda
El agua que las empapa y las ensucie.
El arbol, libre de ellas,
al fin puede conversar con la luna
que asoma brillante y sensual
por el este de la noche
que silba entre las ramas.
Tomado de:
http://elpoemadelmomento.blogspot.com/2018/02/5-poemas-de-emma-barrandeguy.html
EL APACIGUAMIENTO DE LAS COSAS
Todo está en calma.
Doy una mirada al cuarto:
Si muriera esta noche
mínimas serían las dificultades que siguieran.
No hay nadie ya despierto
y he concluido la última anotación
de lo que haré mañana.
Todo está encarpetado,
no hay ningún ángulo que sobresalga.
Casi no hay objetos redondos.
Los piolines en su sitio
y los suicidas sonriendo tras los vidrios.
Este poema es lo único que da
la clave de la madeja:
“Los monstruos, bien peinados, por dentro.”
de Las puertas, Instituto Amigos del Libro Argentino,
Buenos Aires, 1964
HABITACIÓN DONDE DUERMO
También conozco el lugar exacto
donde Machado aprieta su lomo
entre Hernández y García Lorca,
pero me asombra el amarillo de las hojas
como si toda una vida
no hubiera pasado
y ayer nomás
la guerra de España nos convocara.
Viejos tapados cuelgan del ropero
donde papeles secretos
hablan de furiosas pasiones
ya diluidas
y un escondido retrato de Allende
testifica el último fervor.
de Refracciones, 1986
Tomado de:
https://libroemmagunst.blogspot.com/2020/04/emma-barrandeguy-2-poemas-2-3.html
Déjenme ser una hoja de árbol...
“Déjenme ser una hoja de árbol,
acariciada por
La brisa”
La última hoja amarilla
de los fresnos,
del ceibo, de la glicina blanca.
Soy.
Ya culmina el otoño
entre nosotros.
Las hojas esperan en la vereda
El agua que las empape y las ensucie.
El árbol, libre de ellas,
al fin puede conversar con la luna
que asoma brillante y sensual
por el este de la noche
que silba entre las ramas
Los poetas viejos
En los concursos de poesía,
los poetas de setenta años
sacan premios que no alcanzan
ni al precio de una edición modesta
ni al de un par de zapatos.
Lo saben
pero mandan igualmente sus versos.
En los partidos de ajedrez
se ponen y sacan los anteojos,
limpian con atención los cristales,
esperan, como siempre,
que el peón pueda anular una jugada
que parecía brillante.
En los reportajes
hablan del viejo Palermo
o de los amigos que se murieron
o de lo que podría hacerse en el país
si la marcha del mundo fuera otra
y volvieran los brillantes debates de las Cámaras.
En la radio evocan los tiempos
de Crítica o de la Revista Martín Fierro;
y no recuerdan a Boedo
porque es un tema peligroso
y revivir no quiere decir suscitar
ni resucitar.
En la calle Florida
miran,
como los provincianos,
a ver si alguien conocido los saluda,
o ciegos,
se dejan tomar del brazo
hasta la próxima bocacalle,
hasta la próxima charla.
En las librerías
observan los estantes con disimulo
en busca del lomo con su nombre
y discretamente se informan
sobre el modo cómo se vende la poesía.
El triunfo llega siempre tarde
para ellos
o se renueva en actitudes de cada día
y en un mundo que los desconoce
navegan aguas incontaminadas.
El amor triste
Vamos, vamos a cerrar la ventana,
no deben vernos ni los vecinos ni las estrellas.
El amor es así, amigo de lo apartado.
Aunque a veces también suele
tomarse de las manos y salir por los caminos.
Pero nosotros tenemos miedo
y nuestro amor no puede salir por los caminos.
¿Por qué ahora lo pienso?
Antes el deseo me empequeñecía
todo rechazo y toda precaución.
Ahora vivo persiguiendo este deseo insaciado
y viejo y lúcido y triste.
Y nada se vuelve para mí sencillo.
Nuestro amor está ahí, sin embargo,
pero no podemos sonreírnos por la calle.
La ternura rodea todo lo que tocamos, es cierto,
pero no es bastante, no es bastante.
Y el áspero goce no nos redime.
Sin embargo, ven, vamos,
vamos a cerrar la ventana.
Tomado de:
http://poetasaltuntun.blogspot.com/2010/03/emma-barrandeguy.html
El cuerpo
¿Por qué no es posible el amor?,
me preguntas.
Somos viejos, respondo.
Y que pases tu mano
por mi pierna,
me da cierta vergüenza.
Tontería, dice el amigo
y cediendo
me tiendo a su lado como cuando era joven
y lo ignoraba.
Pienso en todos los viejos
que desde un banco al sol
miran transcurrir las muchachas.
En mi padre y sus esquelas victorianas
a las niñas de los mandados.
Pienso en mi madre pulcra
cubriendo sus desnudos en un último gesto.
Pienso que los viejos son como todos
y apetecen sin pausa
si no han sido saciados.
El cuerpo gira ante sus ojos
con el gusto de lo prohibido,
como siempre.
Se los instala en la sabiduría
y no la tienen;
codician como jóvenes,
tienen pequeñas ternuras
como mi amigo,
tienen lascivas preferencias
que no les cuentan a los otros,
tienen derecho al amor
aun a costa del ridículo.
Y si pasan tomados de la mano
o se encierran en su mundo
con las persianas bajas,
tendríamos que mirarlos sin asombro
como a lentos vagabundos
o discretos amantes que renuevan caricias.
Emma Barrandéguy (Gualeguay, 1914-2006), Poesías
completas, Ediciones del Copista, Córdoba, Argentina, 2009
Tomado de:
http://campodemaniobras.blogspot.com/2010/01/emma-barrandeguy-cuerpos.html
Fiesta patria
Domingo en soledad, y compañía.
mis ojos viejos miran la lluvia fuerte
de la siesta,
pienso en tus pechos
y en tu espalda
y en lo que ahora haces;
tu patrimonio,
lo que por amor logras
para tus hijos
y en cartas que no llegan
como en principio.
yo ya no puedo darte
mi cuerpo viejo,
sólo mis manos tengo para tocarte
y el oírte distante
aún me acompaña
y yo siempre lo pienso, mi vida,
como es que no puede encender una llama
como conmigo hiciste.
ojalá lo lograras
y si lo logras
te seguiré queriendo
y no sólo en domingo
ni en fiesta patria
sino toda, toda la semana.
Marina
Las patitas quemadas
De la andariega
Con la mente que arde
Y el corazón que espera.
Sigan andando fuerte
Las dos patitas
Que las llevo en mi mano
A las dos solitas.
Y esa mano se tiende
Como siempre en la vida
Esperando el abrazo
De bienvenida.
Carolina
Besaras en el cuerpo
De esta anciana que camina
Hacia su muerte
A tu padre
O al mío
En nuestra enmarañada
Sangre
Y yo besaré tu hombro desnudo
Con delicia
Como si mis manos tocaran
Flores delicadas.
Te aguardo sin decirte
Todo esto que ansío de vos
Tengo miedo
Pero te amo
Mientras un hombre
Llamado Benjamín
Sonríe entre sus cenizas.
Paseo
Descalzo entró en mi cuarto,
llovía y estaba acostada.
Me levanté y salimos en el auto.
Él estaba triste, había llorado
por un desamor.
Él sabía, sin embargo, que yo soñaba
con un imposible amor
para mis años,
pero yo sabía también que a él
eso lo ponía contento.
Quería verme feliz y compartir algo conmigo.
Aunque fueran cinco días de dicha, decíamos.
Él lo había adivinado.
Y yo metía los pies en sus zapatos aplastados
mientras errábamos por Gualeguay bajo la lluvia.
Y el amigo y yo nos dábamos la mano,
solos y
acuñados por idénticos desencuentros.
Narcisista y marido muerto
Trabajador de changas ciudadanas,
lo que encontrabas por ahí
para pagarte las copas.
Canoso, vencido, con un bastón
contra las burlas de los tontos
y tus piernas inseguras:
muerto, vagabundo sin prisa.
Vengo desde distancias a encontrarte,
solo
como siempre viviste
a pesar de nuestras sopas de maíz,
a pesar de nuestros encuentros nocturnos.
Me decías que yo tenía
demasiados libros en la cabeza
y quizás tenías razón
cuando elegías las camisas
o regalabas las corbatas que te compraba.
Espero el reloj que me prometiste
mientras te daba el brazo por la calle
y estaba contenta de tener un hombre
enredado a mi cintura.
Casi no reías,
no sé qué recuerdos o qué encuentros
te volvieron bebedor incansable,
pero amabas la tierra
y mirabas los ríos y los animales
con tus ojos de niño.
Trajiste para mí un gato blanco
en el bolsillo del gabán
y me levantabas en el aire
con tus brazos de fiesta.
No supe darte paz y alegría
y ahora sé que hemos vivido inútilmente.
Estás muerto,
perdido en los baños de los bares
como otras veces
cuando rechazaba tus caricias.
Y pasarán centurias
antes que todo se haga trizas
como se hará,
y la vieja Botana y mi madre,
y vos y Manrique y Teba y tantos
hayamos comprendido
que la vida es sencilla
y el sexo un lugar como otros
y la cultura un estrabismo apenas.
Con tu mano en mi mano,
Neil borracho,
recibo tu certificado de muerte
y miro el anillo que me compraste
hace tantos años
por treinta y cinco pesos.
Amigo: único yanqui pobre,
motociclista en el cilindro de la muerte.
Tomado de:
http://laclaridaddelospatios.blogspot.com/2015/10/para-un-dia-como-hoy.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario