NUBES BLANCAS
Pan, dije, pan
blanco la nube
que el azul consume;
como los niños
y los viejos comen
mordisqueando,
y alguna miga
cae en el reino
de las cosas perdidas,
donde vagan mudas
en búsqueda, ardiendo,
nuestras almas;
pan blanco,
y cualquier otro pan
ácimo y de hogaza,
y cualquier otro corazón
emigrante
hacia las colinas,
son las nubes blancas.
Tomado de:
https://viasole.blogspot.com/2021/10/carlo-betocchi.html
¿No estás contento...?
¿No estás contento con tu posesión
de los días? ¿Te da miedo perderla?
¿Crees estar de más de lo que siempre
cambia y es destruido? ¿No te basta
ese poco de sol que aún embiste
tu cuerpo que envejece? Pues observa,
esta mañana han levantado el techo
de la casa del frente. Al descubierto
han quedado las vigas, ya podridas.
Las cambian. Y entretanto, otra vez llueve.
Las recubren de nuevo con las tejas
viejas. Y la pizarra queda en lo alto
del techo, amontonada. Y el sol vuelve
de pronto, brilla en las tejas desnudas,
y tú, en tu corazón, sientes un raro
brío que te conmueve --y avergüénzate--
de amor a ti, mientras allá en el cielo
un lejanísimo tambor, azul,
redobla por tu libertad, que es un grito que vuela.
Amanecer y naranjos
La naranja se destaca al amanecer
y te bebes el jugo:
miro al cielo, donde la rama
se precipita, látigo a látigo.
Y tendremos otra infancia
que se deshaga
de ese azul, lento;
la naranja corre
del sol a tus manos, y de los jardines
lejanos, donde un cálido invierno vela sobre los mares.
***
Lo que se necesita es un hombre,
no se necesita sabiduría,
lo que se necesita es un hombre
en espíritu y verdad;
no es un país, no son cosas,
lo que se necesita es un hombre,
un paso seguro, y muy firme
la mano que tiende que todo
pueden agarrarlo y caminar
libre, y sé salvo.
Ahora a otras esperanzas
***
Ahora a otras esperanzas aquí
sale la luna sin ser vista
y mi mirada ciega de ojo en ojo
de las ventanas lleva
como a las mariposas extinguidas,
ya los absurdos muros
transhumanizados como un valle abierto
por un reflejo de la luna.
Y las expectativas y los acontecimientos
en mi rostro levantado vagan un poco
deteniéndose y dudando igual al débil
suspiro de los vientos,
y en mí
el alma y este movimiento, incierto y oscuro, son todo
uno.
Emilia, si adiviné tus gestos
cuando te haces hermosa en ese espejo.
que puede verte, bendito, en el viejo.
rincón de la habitación, y los pocos escalones
que haces para mirarte solo,
estaría contento. diciendo: como
lo hace ahora quizás también en mi nombre
en secreto, a veces, vuela
mirarse para ver si es bonito
y toca su cabello y su cabeza
pliegue en el pecho y borras tímidas
algo menos modesto: y no queda
sin orgullo, y como una pura sierva
lo que me gusta es una fiesta.
***
Odio el canto del gallo, odio los primeros
campanas, como eres ahora,
de muebles cansados, mi corazón,
como cuando es de mañana
en la vieja cocina,
el banco campesino, y todos están dormidos;
que, aunque leas entre las fibras
Todavía tamborileando con amaneceres y canciones
de gallos, has aprendido muy poco, corazón,
de la vida ya verde;
y ahora nada mas cuesta,
reducido a muescas y muescas como eres,
que lo que vale lo que siempre se necesita.
Por eso, ya que eres viejo, y todos pasan
en ti alisándote,
quien, para su propia comodidad, con quien jugar,
tenga cuidado de no poner astillas que lastimen
las carnes jóvenes a los más niños,
cuanto más seco y con bolas de naftalina estés
y mas cerca de hacerte cenizas
al primer olor a quemado...
Ya no tengo que la fatiga de una vida
que va pasando, y cuando su flor se pierde
pone espinas y no hojas, y apenas
respira. Sin embargo, sin amargura.
Hay ese amor escondido, en mí,
cuánto más miserable modesto,
ese olor a tierra, que resiste,
como en los campos desnudos: una
riqueza creada, no mía, inextinguible. Ni aún más
cultivable, tal vez, pero existencia
verdadera;
así como parece perdida
en el cosmos, con su gravedad, sus leyes,
su magnetismo agonizante, que el Espíritu
no olvida, sino que numera.
No me mires, que soy viejo,
pero en mi silencio de piedra escucha
cómo gorjea, qué orgulloso es el amor.
Tomado de:
https://www.centroitalianodipoesia.it/it/carlo-betocchi
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